jueves, 26 de julio de 2018

El Carro blindado para el transporte de bombas en Barcelona


La situación de terror y alarma constante que se vivía en Barcelona desde finales del siglo XIX con la interrupción de grupos terroristas de matiz anarquista, responsables de la colocación de infinidad de bombas y artefactos explosivos en la ciudad Condal, obligó a la toma de una serie de decisiones conducentes a paliar este estado de cosas que había convertido a la capital catalana en una suerte de "ciudad de las bombas". 


Una de las medidas adoptadas fue la compra por el Ayuntamiento de un carro blindado de tracción animal para el transporte de los artefactos y su posterior deflagración en un lugar seguro, evitando así causar daños a personas o propiedades. 

Carro blindado para el transporte de artefactos explosivos en diciembre de 1919 (Nuevo Mundo)

Tenemos constancia de la existencia de este carro los primeros días de enero de 1908 lo que nos lleva a suponer que cuando menos se contaba con él desde el año anterior, prestando valiosos servicios a la ciudad, aunque este primer carro resultó destrozado por una explosión el día 27 de mayo, cuando trasladaba un artefacto hallado en la calle San Pablo al Campo de la Bota donde tenía que ser explosionado, siendo construido uno nuevo para sustituirlo.

También sabemos cómo resultó destruido este segundo vehículo hecho que sucedió la noche del 28 de junio de 1910 durante las tradicionales verbenas de San Pedro que se vieron entristecidas por una nueva acción anarquista que provocó la muerte de un ciudadano y heridas a varios efectivos de los Cuerpos de Seguridad y del Ejército. 

Aspecto del Carro blindado tras la explosión de la bomba en 1910 (Nuevo Mundo)

Aquella noche un empleado de la imprenta de Claudio Güel, sita en el inmueble nº 117 de la calle Conde Asalto de Barcelona, detectó, en la puerta de la imprenta, la presencia de un paquete que le infundió sospechas lo que motivó que alertase a su patrón y este a la vez dio aviso a al Guardia de Seguridad Pío Sánchez quien comprobó visualmente que se trataba de una bomba. 

Avisado el carro blindado de que disponía el Ayuntamiento para la recogida de este tipo de artefactos, el propio Guardia Sánchez en unión de un Agente de Vigilancia, ambos voluntarios para esta arriesgada operación, introdujeron el artefacto en el carro utilizando para ello unos colchones. Una vez en el vehículo este se puso en marcha en dirección al Campo de la Bota donde, de forma habitual, se hacía explosionar estos artefactos. 

Sin embargo, al pasar por delante del Cuartel de Atarazanas, en la Rambla de Santa Mónica, la bomba hizo explosión con gran estruendo destrozando el carro blindado y causando heridas de gravedad a los dos Guardias Municipales que lo conducían, así como al propio Guardia Pío Sánchez; a dos Sargentos y un Soldado de Artillería; a un cochero y a un transeúnte que resultó muerto. 

La bomba era de forma de marmita, de tapa atornillada de hierro colado y temporizada; de ocho a diez kilogramos de peso y de paredes de un grosor de un centímetro por la parte inferior y dos por la superior. 

Según los expertos, de haber explosionado el artefacto en el lugar donde fue hallado, los destrozos hubiesen sido de una gran magnitud provocando, sin duda, más víctimas de las habidas. 

El Guardia de Seguridad Pío Sánchez con las heridas tras la explosión de la bomba en 1910 ( Nuevo Mundo)

El gesto del Guardia Pío Sánchez y del Agente de Vigilancia que voluntariamente, como sucedió muchas más veces aquellos años, accedieron, aun a riesgo de su propia vida, a manipular la bomba, trajo como consecuencia la felicitación de sus superiores y de una buena parte de la ciudadanía barcelonesa. 

La destrucción del carro blindado motivó que durante algún tiempo se encargase de la recogida y traslado de artefactos un carro del Cuerpo de Seguridad que no disponía de blindaje alguno.

Sin embargo poco tiempo después se construyó un nuevo carro, igualmente blindado, que por lo menos estuvo activo hasta diciembre de 1919 y cuyo fotografía ilustra estos comentarios.

De la frecuencia con la que la ciudad de Barcelona sufría atentados con artefactos explosivos da idea el hecho de que un carro blindado como el descrito no existía en ninguna otra ciudad española. 



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