domingo, 10 de mayo de 2020

La muerte del Agente Santos Juanes Elera (1909)

Aunque ya hemos referido, al abordar las bajas de la Policía Española en los tristes sucesos de la "Semana Trágica de Barcelona", a finales de julio de 1909, la muerte de este Agente del Cuerpo de Vigilancia, al igual que hicimos con el Guardia del Cuerpo de Seguridad Francisco Acero López, ambos caídos en el cumplimiento del deber en durante estas jornadas revolucionarias promovidas por la izquierda, creemos que el recuerdo de ambos merece destacar con letras de molde en esta pequeña historia de la Policía Española que estamos tratando de escribir.


Los graves sucesos de la Semana Trágica de Barcelona, fueron promovidos, según las propias palabras de Pablo Iglesias, el fundador del PSOE, por anarquistas, sindicalistas y socialistas, a los que hay que añadir, como señala el Comisario Pral. Eduardo Comín Colomer, los republicanos radicales, curiosamente, los mismos que llegado febrero de 1936 conformaron el llamado frente popular que nos condujo a una guerra civil.

En este caso, con el pretexto de protestar por la salida de la 3ª Brigada de Cazadores con dirección a la zona de Melilla, la muchedumbre salió a las calles y debidamente manejada por agitadores de los grupos convocantes, la situación de tornó en auténticamente revolucionaria.

El día 28, grupos revoltosos, la mayoría anarquistas, atacaron con violencia las Delegaciones de Vigilancia de Atarazanas (el Distrito 5º) y de Pueblo Nuevo. La primera de ellas, heroicamente defendida por su jefe, el Comisario Manuel Brabo Portillo, que sería asesinado años después, en unión del personal del Cuerpo de Vigilancia y del retén del de Seguridad, lograron aguantar, con la Bandera izada, hasta que fueron auxiliados por fuerzas del Ejército.

En cuanto a la de Pueblo Nuevo, las turbas encontraron la misma enconada defensa y en ella cayó, de forma heroica, el Agente Santos Juanes Elera, de 54 años, casado, natural de Valladolid, quien recibió un disparo en la cabeza que le causó la muerte.

Cabe referir, para mejor comprender, la forma sanguinaria y desalmada de actuar aquellos salvajes extremistas, que, mientras que se encaminaban a la Delegación de Pueblo Nuevo, incendiaron la iglesia de Santa María del Taulat. Su viejo párroco se había refugiado en el sótano de la casa rectoral, aneja a la iglesia. Percatada la chusma de que el sacerdote se encontraba en su interior, primero a tiros y más tarde a pedradas, acabaron con su vida. Sin embargo, eso no fue suficiente para aquella canalla, ya que, por la noche, regresaron al templo, sacaron el cadáver del viejo sacerdote a la calle y lo mutilaron.

Así eran aquellos miserables amantes de la "libertad".


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