miércoles, 20 de mayo de 2020

Carta a una rata indigna

Me dirijo a ti, Vicepresidente II del mal gobierno socio-comunista que arruina a España; a ti, escoria humana -no quiero ni pronunciar tu nombre para no ensuciar las páginas de este blog que leen muchos españoles de bien-; a ti, al que se emocionaba cuando veía como sus secuaces, sus cipayos, apaleaban a un Policía Nacional caído en el suelo; a ti, que denigraste la Constitución y la figura del Rey; a ti, que jamás te he visto enarbolar una Bandera de España, de esa de la que cobras, tú y la que vive contigo; a ti, que te permites tener un caserón de ricos, como los que tu tanto criticaste hasta ser uno más de ellos, y encima te burlas de los que no lo tenemos, aduciendo que “has tenido la suerte de tenerlo”, ¿qué suerte?, ¿te tocó en la Lotería? 

Sabemos muy bien que los comunistas sois así -a ti de casta le viene al galgo- y allá donde mandáis los gerifaltes de tu partido viven rodeados de todo tipo de lujos, robando el dinero a manos llenas y la libertad, sin recato, a los pobres esclavos que es al final en lo que convertís a los ciudadanos. Hay ejemplos más que sobrados: las “idílicas” Cuba, Venezuela, Corea del Norte, incluso China y algún sitio más, no muchos, ya que afortunadamente de la mayor parte de los países os echaron a patadas por genocidas y miserables. 

Sin embargo, mi carta la escribo por otro motivo, verás, indigno personaje, recuerdo cuando en una de tus alocuciones chavistas, con carita de niño bueno de barrio pobre, decías aquello, al referirte a los escraches, de que eran “el salario democrático que aplican los de abajo a los de arriba”, ¿lo recuerdas?; o cuando, imbuido por esa falsa superioridad moral que jamás has tenido ni tendrás, decías aquello otro de “en este país a muchos policías les debería caer la cara de vergüenza cuando en lugar de defender a la gente, se convierten en matones al servicio de los ricos”, ¿te acuerdas? Incluso cuando, en tu feudo de la UCM, a la que has envenenado, dirigías, eso sí, desde un segundo plano, el boicot a la conferencia de Rosa Díaz. 

Podríamos seguir así hasta la eternidad, refiriendo todas las estupideces que has dicho a lo largo de estos años. Ya sabemos que para ti la libertad consiste en que todas hagamos lo que tu decidas, que todos acatemos tus órdenes y encima te demos las gracias. Pues mira, chico, va a ser que no. 

De todas formas, volviendo al nudo gordiano de la cuestión, si tú crees que los escraches, esos mismos que tu provocaste tantas veces contra los que no piensan como tú, son “el jarabe democrático que los de abajo dan a los de arriba”, ¿qué problema hay en que te los hagan a ti y a la que vive contigo?, ¿acaso no sois ahora mismo de “los de arriba”?, ¿es que los que te hicieron la cacerolada de ayer no son de los “de abajo”?, explícame eso, machote, que no lo entiendo. 

Sin embargo, lejos de salir a la calle y con tu talante “democrático”, con esa cercanía al pueblo de la que presumes, para hablarles de tus ideas sectarias, seguiste escondido, como una rata cobarde de cloaca, oculto tras la cerca de tu casa, protegido por un montón de Guardias Civiles, esos que odias y a cuyos asesinos idolatran tus amigos de HB. ¿Cómo no saliste a dar la cara?, ¿miedo, valiente? Es complicado de entender. 

Es curioso, ahora, aquellos a los que llamabas canallas por defender, según tu a los poderosos, son a los que ordenas que te protejan como buen poderoso que eres; incluso, no te oigo decir lo mismo y salir en defensa de los ciudadanos que, en el ejercicio de su legítimo derecho, se manifiestan contra tu nefasta y funesta gestión. ¿Qué sucede, hay ciudadanos de primera y de segunda? Dime una cosa, inmundicia humana, ¿solo tienen derechos los que te bailan el agua a ti y a la que vive contigo? Esos, pueden salir y manifestarse libremente ya que, según tú, son la voz autorizada del pueblo; los otros…, esos ni cuentan, bueno si, para pagarte a ti y a la que vive contigo el fabuloso sueldazo que cobráis. 

Solo me resta decirte que eres un cobarde y un canalla embustero y espero que algún día, no muy lejano, pagues tus fechorías y sobre todo el hecho de llevar a España nuevamente al enfrentamiento y a la ruina. 

No me despido de ninguna manera pues ni tan siquiera eso te mereces, rata. 

Eugenio Fernández Barallobre

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