sábado, 1 de agosto de 2020

El duende de la calle Francisco Giner de Barcelona


Otro fenómeno paranormal al que tuvo que hacer frente la Policía destinada en Barcelona en el invierno de 1935, fue el que tuvo como escenario la planta baja del inmueble nº 43 de la calle Francisco Giner, habitada por la familia Montroig, compuesta por el cabeza de familia, Enrique Montroig Mendoza, su esposa, la madre de esta y dos hijos. 

De estos hechos da cuenta "Crónica", en su edición correspondiente al 24 de febrero de 1935, en un reportaje, con información gráfica, firmado por Ana Mª Martínez.Sagi.

Agentes del Cuerpo de Vigilancia y Guardias de Seguridad ante el inmueble donde ocurrió el suceso (Crónica)

Todo comenzó la fría noche del domingo, 10 de febrero de 1935. El citado Enrique Montroig, de profesión vigilante nocturno en la empresa Elizalde, había abandonado su domicilio dirigiéndose a su puesto de trabajo, tras lo cual, la familia se retiró a la cama. 

A eso de las once de la noche, comenzaron a escucharse golpes y ruidos, tanto en las paredes como en las escaleras del inmueble, que fueron en aumento, lo que obligó al mayor de los hijos a levantarse de la cama para conocer su origen. Llegado al comedor, y tras encender la luz, observó con estupor como un cajón se proyectaba contra el suelo. 

Tras dar aviso a su madre, fueron en busca del vigilante nocturno y del sereno a quienes invitaron a acceder al piso para verificar la veracidad de los hechos. Realizada por ambos una inspección en el inmueble no detectaron nada anormal, pese a seguir siendo audibles los extraños ruidos, pero algo más amortiguados. 

Tales circunstancias alertaron a los restantes inquilinos del inmueble que se dirigieron al domicilio de los Montroig para conocer el origen de tales hechos. Sin embargo, con la llegada de los vecinos, tanto los ruidos como los demás sucesos cesaron de inmediato lo que motivó que el vigilante, el sereno y la vecindad abandonasen la casa, tras lo cual los fenómenos volvieron a reproducirse hasta el amanecer cuando Enrique Montroig regresó al domicilio. 

Como quiera que, al día siguiente, los ruidos y demás fenómenos se reprodujeron, Enrique, tomó la decisión de poner los hechos en conocimiento de la Policía quien destacó a un Agente del Cuerpo de Vigilancia y dos Guardias de Seguridad con el fin de que realizasen una minuciosa y completa inspección ocular en el lugar de los hechos, dando resultado negativo. 

Los hechos se sucedieron en los días siguientes, incluso con mayor virulencia que los anteriores. A eso de las siete y media de la tarde del viernes, día 15, todos los vecinos del inmueble salieron despavoridos a la calle, presas del pánico, ya que los fenómenos comenzaron a reproducirse con mayor virulencia, provocando fuertes golpes y ruidos de procedencia desconocida, caídas de objetos, tenedores que volaban, sillas que caían y se volvían a poner de pie sin la presencia de persona alguna, relojes que de repente se paraban y de nuevo comenzaban a funcionar, caída de piedras en el patio de luces, todo ello sin causa aparente que lo provocase. Igualmente, todos los cristales de la casa, pese a estar fuertemente asidos al marco de la ventana, comenzaron a tintinear. 

El terror colectivo del vecindario alcanzó niveles de auténtico pavor cuando, algunos de los menores residentes en el inmueble, aseguraron haber visto sombras blanquecinas deambulando por los pasillos. 

Parece ser que, consecuencia de estos hechos, cada noche eran muchos los curiosos, incluida la prensa, que acudían a las inmediaciones de la casa para tratar de escuchar los ruidos lo que provocaría, al igual que sucediera el año anterior en Zaragoza con el caso del “duende”, que la Policía se viese en la necesidad de reforzar los servicios para evitar desórdenes. 

Cuentan que una parte de los vecinos del inmueble, incluidos los Montroig, lo abandonaron, momento en que cesaron los fenómenos. 

Las sospechas, recayeron en el hijo pequeño de los Montroig que se encontraba enfermo y que pudo haber sido el causante inconsciente de estas extrañas manifestaciones, si bien tal extremo no quedó demostrado. 

En la década de los 90, algún estudioso de temas paranormales trató de encontrar, en la Jefatura Superior de Policía de Barcelona, el atestado policial, siquiera una minuta dando cuenta de estos ellos, la búsqueda resultó infructuosa.

Según algunos vecinos, de muy avanzada de edad que, por estos años todavía residían en el inmueble y habían sido testigos de algunos de estos hechos, relataron a los investigadores que la Policía les recomendó que no hablasen del asunto y menos con la prensa, quedando todo ello sumido en un misterio insondable. 

Incluso, en las hemerotecas hemos encontrado pocos datos relativos a este asunto y los hallados no tratan el tema con excesiva seriedad, lo que hace sospechar a algunos que, al igual que sucediera en Zaragoza con su famoso “duende”, las Autoridades también invitaron a los medios de comunicación a guardar un discreto silencio sobre todo ello.

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