domingo, 2 de agosto de 2020

El crimen de la "Fuente del Berro" (1916)

La sociedad española, y de manera especial la madrileña, se vio sobrecogida por un hecho que tuvo lugar el 6 de junio de 1916 en la capital de España. Tres días antes, el 3, había llegado a la pensión “El León de Oro”, situada en la Cava baja, Manuel Ferrero Gallego, un terrateniente de 72 años de edad que había venido a Madrid a gestionar la compra de un molino, sin que se volviese a saber nada más de él. 


Tras su misteriosa desaparición, el día 9 siguiente, su amigo y administrador, Nilo Aurelio Sáinz de Miguel, puso este hecho en conocimiento de las Autoridad, señalando que se había puesto en contacto con la mujer de Manuel Ferrero, quien también le significó que nada sabía de su paradero. 

Manuel Ferrero con su familia

Según manifestaciones de Don Nilo, el citado Ferrero, había llegado a Madrid con una cantidad en metálico de más de 50.000 pts., ya que el molino que deseaba adquirir le iba a suponer un desembolso por esta cantidad. Igualmente señaló, que el último contacto que había mantenido con su amigo Ferrero había sido en la mañana del 6, cuando se vieron en el Café Oriental, sito en el inmueble nº 11 de la Puerta del Sol, perdiéndole desde entonces la pista. 

Iniciadas las gestiones conducentes al esclarecimiento de estos hechos, el Cuerpo de Vigilancia de Madrid no pudo dar con la pista del citado Manuel Ferrero quien parecía que se lo había tragado la tierra. 

Don Nilo

Sin embargo, todo cambió el 18 de agosto. Ese día, un Guardia de Seguridad localizó en la plaza Mayor un pequeño envoltorio conteniendo una llave perteneciente a una habitación de la pensión “El León de Oro”. 

Tras presentarlo en la Comisaría del Distrito, se reiniciaron las investigaciones en la seguridad de que algo le había sucedido al citado Ferrero. 

Paralelamente, un Agente del Cuerpo de Vigilancia, Federico García Gómez, asiduo del Café Oriental y de un gimnasio de la calle Barbieri que también frecuentaba Federico Saínz, hijo de Don Nilo a quien este recogía en dicho centro todos los días, comenzó a interesarse por aquel asunto tras conocer la denuncia presentada, iniciando por su cuenta algunas averiguaciones. 

El Agente Federico García Gómez

El Agente García Gómez, había tenido conocimiento por la prensa de la declaración prestada por Don Nilo, en la que señalaba que se había citado con Manuel Ferrero en la Café Oriental el día 6, a las tres de la tarde. Sin embargo, aquello le llamó especialmente la atención, toda vez que, coincidentemente, aquel día, a las cuatro y media de la tarde, había visto a Don Nilo y a su hijo Federico, junto al desaparecido, en un tranvía de la línea 4 (Puerta del Sol-Ventas). 

El Agente Federico García, recordaba perfectamente los detalles de aquel hecho, día y hora, ya que, poco antes de observar la presencia de Don Nilo y sus acompañantes en el interior del tranvía, había comprobado la hora en el reloj de la Real Casa de Correos, sede por entonces, del Ministerio de la Gobernación, toda vez que tenía que tomar el servicio poco después, con ocasión de la celebración de la “Fiesta de la Flor”. 

Guardias de Seguridad custodiando el inmueble nº 18 de la calle Lanuza

No pudiendo encontrar una explicación razonable a las falsas manifestaciones hechas por Don Nilo, decidió incrementar sus pesquisas. Para ello, teniendo como única pista la dirección del Tranvía, Ventas, comenzó a visitar los diferentes inmuebles de la zona, poco poblada por entonces, y a hacer averiguaciones con el fin de encontrar alguna pista que le condujese al esclarecimiento de los hechos. 

Al parecer, el Agente, llegó a vestirse con un buzo de trabajo para pasar más inadvertido y no delatar su condición de policía. 

Herramientas utilizadas para la ocultación del cadáver de Manuel Ferrero

Tras varios días de gestiones, finalmente, por medio del propietario de una tienda de la calle Lanuza, pudo llegar al conocimiento de que, tiempo atrás, un individuo con las señas de Don Nilo -barba y muestras de cojera-. Se había interesado por el alquiler de un hotelito en el número 18 de la citada calle, sita en la zona de la Fuente del Berro. 

Realizadas unas comprobaciones, pudo verificar que, efectivamente, meses atrás un tal Miguel Sáinz -nombre supuesto usado por Don Nilo-, había alquilado aquel hotelito sin que se le hubiese vuelto a ver por aquella zona desde la fecha del alquiler. 

No satisfecho con lo averiguado, una noche de aquel mes de agosto, decidió, por su cuenta y riesgo, acceder subrepticiamente, al interior de la casa para realizar una inspección ocular. Una vez dentro, observó que la casa estaba vacía, sin muebles, y que en una de las piezas el suelo había sido removido, apreciando en una pared unas manchas que podrían ser de sangre. 

Fosa practicada para la ocultación del cadáver 

Con esta información, se dirigió a sus superiores a quienes puso en conocimiento de lo averiguado. Tras obtener la correspondiente autorización judicial, se realizó una nueva inspección en el inmueble, localizando, enterrado bajo el suelo, el cadáver de Manuel Ferrero, cuyo cuerpo presentaba claros signos de violencia. 

La autopsia del cuerpo de Ferrero determinó que este había fallecido como consecuencia de diez fuertes golpes de hacha-pico recibidos en el cráneo, uno de los cuales le destrozó el rostro. 

Ordenada la detención de Don Nilo, fue localizado en Logroño desde donde fue trasladado a Madrid y una vez en dependencias policiales fue interrogado, confesando la autoría del hecho, aduciendo que el origen del crimen había sido una discusión por una deuda; igualmente, trato de exculpar a su hijo que contaba diecisiete años. 

Don Nilo fue condenado a la pena capital, pero no fue ejecutado pues falleció durante su estancia en prisión. Igualmente, Federico Sáinz, hijo de Don Nilo, fue también condenado a otra pena menor como cómplice. 

Todo hace suponer que se trató de un asesinato con premeditación y alevosía y que el móvil del mismo fue la sustracción de las 50.000 pts. que llevaba consigo la víctima. 

Sin embargo, lo más llamativo de este caso es la perseverancia, el sentido de la observación y la profesionalidad del Agente Federico García Gómez quien, con el paso de los años alcanzaría el empleo de Comisario del Cuerpo de Vigilancia. 

Ya en otras entradas de este blog hemos hecho alusión a este crimen y a la personalidad del Agente García Gómez. 

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