viernes, 31 de julio de 2020

El caso del “Fantasma de la calle Agullers”

A principios del verano de 1935, la calle Agullers de Barcelona, fue escenario de otro suceso paranormal que también fue judicializado e investigado por la Policía. 

Al parecer, en un inmueble de la calle Agullers, situada en el Barrio Gótico de Barcelona, se materializó la presencia de un fantasma o de un espíritu que fue visto por parte de la familia que allí habitaba. 

Por lo que refiere la prensa de la época, esta zona de la ciudad condal se encontraba, por aquellos años, muy depauperada, con notable falta de higiene y de limpieza. El establecimiento comercial más popular de la calle era un herbolario que vendía emplastos y sanguijuelas y que era frecuentada por espiritistas y adivinadores. 

Pues bien, en uno de sus inmuebles, concretamente en el 5º piso del número 11 de la citada calle, residía la familia Tobeña, formada por Ana Escó de Tobeña, viuda, y sus cinco hijos; una familia con muy escasos recursos económicos que, un día, se convirtió en el epicentro de este extraño fenómeno. 

Al parecer, la tal Ana Escó, comenzó a comentar a sus vecinas que su casa era frecuentada por un espíritu burlón que les impedía, con su presencia, conciliar el sueño. Sin embargo, a principios de julio de aquel 1935, la situación empeoró notablemente. 

Comenzaron a escucharse ruidos de origen desconocidos y algunos de los conejos que la mujer criaba en su casa aparecieron muertos. Todo ello obligó a la cabeza de familia a pedirle a un sobrino que, acompañado de sus dos hijos mayores, pasase la noche en vela, provistos de garrotas, a la espera de la aparición del espectro en cuestión. 

Y así fue, en medio de la noche se reprodujeron los ruidos y, de repente, se abrió la puerta donde se encontraban los jóvenes, instante en el que frente a ellos se materializó una silueta blanquecina que, emitiendo sonidos escalofriantes, huyo hacia el tejado. 

A la vista de esta presencia, los tres jóvenes iniciaron la persecución del espectro, siendo testigos de su súbita e inexplicable desaparición. Al parecer, la cosa no terminó ahí, ya que, tan solo unas horas más tarde, la mesa del comedor de la casa comenzó a moverse, al igual que los cacharros de la cocina. 

Al día siguiente, Ana de Escó, compareció en la Comisaría del Distrito para poner los hechos en conocimiento de la Policía, quien destacó a varios efectivos a su casa para realizar una inspección ocular del lugar de los hechos que dio resultado negativo, viéndose los Agentes en la necesidad de abandonarla y regresar a la dependencia policial para elaborar el correspondiente informe. 

Cuentan que, nada más salir de la casa los policías, los fenómenos descritos volvieron a reproducirse con más fuerza, llegando el espíritu a manifestarse nuevamente junto a la mesa del comedor, desapareciendo seguidamente. Estos sucesos provocaron que la familia Tobeña abandonara el domicilio, mudándose a otro inmueble. 

El Juzgado de Guardia abrió las correspondientes diligencias, recibiendo en declaración tanto a la familia Tobeña, como al propietario del inmueble, vecinos y realquilados sin poder llegar a esclarecer el asunto, aunque sí salieron a la luz las desavenencias existentes entre el propietario del inmueble y la citada Ana de Escó quien había enviudado en fechas recientes, circunstancia que quiso aprovechar el dueño del piso para subirle la cuota de alquiler. 

Merced a este conocimiento, la prensa barcelonesa llegó a preguntarse si la aparición del fantasma, con toda su secuela de ruidos y fenómenos extraños, no sería una argucia del propietario para lograr que la familia Tobeña abandonase el piso como así sucedió. 

Sea este u otro el motivo, el caso es que aquel asunto tampoco pudo esclarecerse debidamente, quedando en los anales de historia de la Policía como otro fenómeno paranormal para el que no se encontró una explicación razonable. 

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