sábado, 6 de junio de 2020

Hoy, sigue presente

Hoy recordamos al cabo primero de la Policía Armada Ovidio Díaz López, que el 6 de junio de 1975, moría en Barcelona, en el transcurso de un tiroteo con un grupo de etarras, que acababa de atracar la sucursal número 3 del Banco de Santander, en el número 70 de la calle Caspe. Era la primera vez que ETA provocaba una víctima mortal en Cataluña. 

Ese día seis o siete terroristas entraron en la entidad bancaria con la intención de robar, había en caja 425.000 pesetas, y una cantidad superior no contada, recién traída por un transporte blindado, estaba en unas sacas tiradas por el suelo. Los miembros de ETA alertaron a clientes y empleados de la sucursal bancaria de que aquella acción se trataba de un atraco político. Intimidándoles con revólveres del 38 especial y una metralleta, los pusieron contra la pared y desarmaron al guardia jurado. Pero la alarma interior, conectada a la Jefatura de Policía, fue activada por una empleada y, desde allí, se envió una patrulla que se encontraba en esos momentos en los alrededores de la oficina. Además, justo en el bar de enfrente a la entidad bancaria, el Bar Fausto, dos agentes de la Brigada de Investigación Social estaban tomando café, y también salieron a impedir que se consumase el atraco. 

Cabo Ovidio Díaz López

Cuando los etarras abandonaban la entidad bancaria, se encontraron de frente con los agentes y se inició un denso tiroteo que acabó con la vida de Ovidio Díaz, alcanzado por siete disparos, uno de ellos en el corazón. La presencia de dos mujeres que transitaban por la acera de la entidad bancaria en esos momentos hizo que la Policía cesase en su tiroteo lo que aprovecharon los delincuentes para escapar. En su precipitada huida dejaron abandonadas dos pistolas, dos revólveres y una bolsa que contenía las 425000 pesetas que habían sustraído de la caja fuerte de la entidad bancaria. Uno de los grupos de asaltantes detuvo a un vehículo SEAT 600 que conducía una señora a la que obligaron a que les trasladara en su coche, dejándolo abandonado en las inmediaciones de la Plaza Urquinaona. El otro grupo de asesinos se dio a la fuga en otro vehículo que estaba aparcado en los alrededores de la calle Caspe. 

Tras el funeral, celebrado en Barcelona, el féretro de Ovidio Díaz fue depositado en un furgón que los iba a trasladar a La Coruña donde recibiría cristiana sepultura. Sus compañeros se colocaron en dos apretadas filas y despidieron con enormes aplausos al vehículo fúnebre donde iban los restos del cabo primero de la Policía Armada Ovidio Díaz López. 

El entierro en La Coruña del cabo primero de Ovidio Díaz, constituyó toda una sentida manifestación de duelo, Más de cuatro mil personas, quisieron acompañar al servidor del orden asesinado y a sus compañeros policías. El cortejo fúnebre partió del número 23 de la calle de San Luis, para allegarse hasta el cementerio de San Amaro. Al llegar a la puerta del camposanto, compañeros del cabo primero asesinado, sacaron el ataúd, que iba envuelto en la bandera Nacional y llevaba prendida la medalla de oro del mérito policial, del furgón funerario y conducido a hombros entre la multitud que se agolpaba en la entrada de la necrópolis, conduciéndolo hasta el nicho donde reposaría, situado en el tercer departamento. Más de cuarenta coronas de flores, llevadas por compañeros policías Armados, precedían al féretro. En lugar destacado iban los familiares del cabo primero, así como las autoridades civiles y militares. Al finalizar el entierro, se dieron vivas a España, a Franco y a la Policía, por parte del público congregado en el cementerio. 

Ovidio Díaz López tenía 31 años. Estaba casado y su mujer se encontraba embarazada de su primer hijo. 

¡¡Dulce et decorum est pro patria mori!! 

1 comentario:

  1. 45 días màs tarde, al efectuar un nuevo atraco, fueron detenidos en Barcelona los etarras Ignacio Pérez Beotegui, alias Wilson, y Jon Paredes Manot, alias Txiki, este último acusado de intervenir en el tiroteo que acabó con la vida de Ovidio Díaz. Fue juzgado en Consejo de Guerra sumarísimo y condenado a muerte, sentencia que se cumplió en el cementerio de Colserola el día 27 de septiembre de 1975, junto con su compañero de militancia Ángel Otaegui y los integrantes del grupo "terrorista" FRAP José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz y Humberto Baena, si bien estos últimos recibieron su sentencia en Hoyo de Manzanares.
    Fueron los últimos ajusticiados en España por pena "capital".

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