martes, 21 de noviembre de 2017

El caso de la vampira del Raval (1912)

Pese a que la detención no le correspondió a la Policía Gubernativa pues fue efectuada por la Policía Municipal o Guardia Urbana barcelonesa, si se hizo cargo la Policía de las ulteriores investigaciones que permitieron el ingreso en prisión de Enriqueta Martí Ripollés, la "vampira del Raval o de Barcelona", como se le conoce indistintamente.


La detención de esta siniestra mujer se verificó el 27 de febrero de 1912 cuando efectivos de la Guardia Urbana de la ciudad Condal accedían a su domicilio situado en el número 29 de la calle Ponent , bajo excusa de una investigación administrativa. Allí localizaron a la pequeña Teresita Guitart Congost, secuestrada el día 10 anterior en plena calle y a la que llevó a su domicilio con la promesa de regalarle golosinas. Junto a ella otra menor, llamada Angelita, de la que decía Enriqueta Martí que era su hija pese a serlo de una hermana a quien acompañó en el parto y a quien le dijo que la recién nacida había fallecido.

Guardias de Seguridad en el registro de uno de los domicilios de Enriqueta Martí (internet)

Mucho se ha escrito sobre esta siniestra individua a la que, una nueva corriente de opinión, sin duda interesada por algún oscuro motivo, pretende exonerarla de toda responsabilidad y culpa, culpando a la sociedad de época, a la mala gestión policial y al sensacionalismo de la presa escrita.

La tal Enriqueta Martí ya había sido detenida en 1909 en la calle Minerva de Barcelona, donde regentaba un burdel en el que ofrecía servicios sexuales de menores a personas adineradas de la mejor sociedad catalana. Sin embargo, jamás se vio el juicio por esa causa y el asunto quedó sumido en el más absoluto silencio.

Los meses anteriores a la detención de Enriqueta Martí, la ciudad Condal se vio alterada y sobrecogida por la desaparición de varios menores, hijos de familias humildes, de los que nunca más se llegó a saber el paradero; de algunas de estas desapariciones fue acusada formalmente Enriqueta.

Según narra la prensa de la época y se refleja en diferentes trabajos sobre la personalidad de esta mujer y sus andanzas, la Policía efectuó distintos registros en los inmuebles que con anterioridad había ocupado y en ellos se encontraron restos óseos, al parecer de menores, cabellos e incluso un cuchillo manchado de sangre.

Quizás estos hechos o simplemente el deseo de crear una leyenda en torno al personaje sirvieron para que se acusase a Enriqueta de nigromancia, así como de preparar ungüentos y bebedizos hechos a base de sangre, grasa y tuétano de los menores para la cura de ciertas enfermedades. En este sentido, las nuevas corrientes, señalan que se trataba de restos de animales aunque suponemos que la demostración fehaciente de esta versión tiene la misma validez y el mismo soporte que la anterior.

Pese a todo, en los interrogatorios practicados por el Juez, Enriqueta, reconoció que era curandera y que utilizaba a los niños como materia prima para confeccionar sus pócimas a modo de remedio contra varias enfermedades.

Hay autores de toda solvencia que, descartando totalmente que esta mujer se dedicase a fabricar ungüentos partiendo de los cuerpos de los niños que secuestraba, si creen que se trataba de una proxeneta de menores para los que buscaba clientes entre la burguesía barcelonesa cuyos nombres jamás delató. Incluso llegan a sospechar que un niño, de nombre Pepito, cuya muerte, al parecer, si se le puede achacar a esta mujer, falleció en el transcurso de una orgía sexual.

Ingresada en prisión, a la espera de juicio, murió el 12 de mayo de 1913 en la cárcel Reina Amalia de Barcelona como consecuencia de una paliza que le propinaron otras reclusas, según las nuevas corrientes con la intención de taparle la boca. Sin embargo, recientes estudios realizados parecen demostrar que el fallecimiento se produjo como resultado de un cáncer de útero que padecía. 

Jamás llegó a juicio.

Sea como fuere, nigromante o no; asesina de niños o no; lo que sí parece claro es que se dedicó, una buena parte de su vida, a fomentar la prostitución infantil, ofreciendo menores a pederastas. 






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