viernes, 20 de diciembre de 2024

Oviedo: noventa días de sitio (19 de julio de 1936-17 de octubre de 1936)

Publicamos íntegro este magnífico y documentado trabajo de nuestro gran amigo, compañero y colaborador José Luis Calvo Pérez.

INTRODUCCIÓN

En la noche del 17 de julio de 1936 llegan a Oviedo las primeras noticias del alzamiento en Marruecos por parte del Ejército de África y como reacción inmediata, el Frente Popular decide concentrar en Oviedo a su militancia.

El día 18, a las primeras horas de la mañana, el coronel Aranda, Comandante Militar de la Plaza, ordena la concentración de los puestos de la Guardia Civil sobre las cabeceras de sus compañías y su inmediata salida hacía Oviedo. Este mismo día, atendiendo a las consignas de los prebostes marxistas, las calles de la ciudad empiezan a llenarse de obreros y mineros procedentes de las zonas más industrializadas de Asturias. Todos visten mono y pañuelo rojo al cuello y algunos van provistos de pistolas y fusiles procedentes de las armas escondidas tras la revolución de 1934.

El gobernador civil insta al coronel Aranda a la entrega de armas al populacho, a lo que Aranda se niega por no tener órdenes al respecto. Aún así, se entregan doscientos mosquetones Mauser del modelo 1916 custodiados por la Guardia de Asalto en el cuartel de Santa Clara.

En las últimas horas de este mismo día y primeras del día siguiente, sale en tren con dirección a Madrid la conocida como “expedición de mineros” con el objeto de contribuir a sofocar el levantamiento de los acuartelamientos de guarnición en la capital de España y sus alrededores. El mando de esta columna lo ejercen los tenientes de Asalto, García Menéndez y LLuch, mientras que la motorizada al mando de Ayza Borgoñós y Martínez Dutor, éste último antiguo sargento del Regimiento Simancas de guarnición en Gijón, regresa por el puerto de Leitariegos.        

El día 19 la inquietud es general. El armamento suministrado a los milicianos el día anterior por la Guardia de Asalto no es suficiente, por lo que se solicita el reparto de más armas. El coronel Aranda es requerido de nuevo por el gobernador civil para la entrega de más armas, por lo que el coronel le vuelve a reiterar que precisa orden escrita del gobierno. Una vez recibida la orden telegráficamente, el coronel Aranda se traslada al cuartel de Pelayo, sede del Regimiento de Infantería Milán nº 32, en cuya Sala de Banderas se encuentran reunidos los jefes y oficiales de todas las armas y cuerpo de la Guardia Civil. El coronel Aranda expresa a los allí reunidos la gravedad de la situación derivada de la orden del ministro de la Guerra en la que le insta a la entrega inmediata al gobernador civil de todas las armas disponibles (10.000 fusiles, 400 ametralladoras, 2.000 granadas de mano y algo más de dos millones de cartuchos) “para que proceda al armamento de las milicias populares”, en cuya orden Aranda decreta: “No se cumple por ser contrario al honor militar y a los verdaderos intereses de la Patria. Tómese las medidas oportunas para dominar Oviedo”.

El coronel Aranda continúa expresando a los allí reunidos: ”hay que reducir todo foco de resistencia en el interior de la ciudad. Barrer a los milicianos será fácil, pero la Guardia de Asalto se batirá bien. ¡Lo siento!”. El teniente Rodríguez Cabezas, se adelanta: “El comandante caballero está en Oviedo. Él mandó el 10º gripo de Asalto, tiene gran prestigio y los guardias le adoran”. El coronel Aranda ordena al teniente Cabezas que, con cuatro guardias civiles, salga en busca del comandante Caballero.

Presentado el comandante ante el coronel Aranda, éste le dice: “Quedan tres compañías de asalto, quiero evitar una lucha inútil, por eso le he llamado”. Acto seguido, dos grupos de la Guardia Civil, uno al mando del comandante Caballero y otro al del teniente Rodríguez Cabezas, se dirigen por itinerarios distintos al cuartel de Santa Clara. El primero en llegar es el teniente Cabezas, que espera la llegada del comandante. Ambos, apoyados por la Guardia Civil toman por sorpresa el cuartel, en donde desconciertan a los milicianos que allí se encontraban para recibir las armas y la correspondiente dotación de munición. Hubo intercambio de disparos, cayendo muertos un oficial y dos milicianos. El comandante Ros, jefe del Grupo de Asalto, el capitán Montiel y el teniente Pérez Puerto del mismo cuerpo, así como un grupo de paisanos armados, ofrecen cierta resistencia. El comandante Ros, con varios guardias y milicianos, al verse rodeado decide encerrarse y hacerse fuerte en el almacén de pertrechos, estableciéndose un intenso cruce de fuegos entre los encerrados y sus sitiadores. El comandante Ros, el teniente Puerto y un guardia de asalto terminan muertos, mientras que los milicianos encerrados con los anteriores resultan heridos. 

El coronel Aranda, tras recibir la novedad de haber sido tomado el cuartel de Santa Clara y la adhesión de las compañías de Asalto, así como la llegada a Oviedo de seis compañías de la Guardia Civil, puso en práctica el  planeamiento del dispositivo de defensa de Oviedo que, en una primera acción, se ocupan los principales centros neurálgicos de la ciudad, mientras que una compañía del Regimiento Milán se establece por sorpresa en la Loma de Pando, posición estratégica que protege el cuartel de Pelayo.

El día 20, a las diez de la mañana, una compañía de Infantería del Regimiento Milán, con bandera (republicana por supuesto), banda y música al mando del capitán Bruzo, sale de cuartel de Pelayo con dirección a la Plaza de La Escandalera. En su confluencia con la calle Uría, la banda del regimiento interpreta el himno de Riego y, acto seguido, el capitán Bruzo procede a leer el Bando declarando el Estado de Guerra. 

            Para asegurar el éxito de la operación que se pretendía realizar se contaba con dos factores esenciales: la planificación y la ejecución, es decir, una cabeza conductora y un brazo ejecutor. El levantamiento militar de Oviedo contó, desde luego, con esos dos factores: el coronel Aranda, como una de las cabezas mejor organizadas del Cuerpo de Estado Mayor, y un brazo ejecutor, el comandante Caballero, dotado de un extraordinario valor que, de forma resuelta, solventó la situación inicial en corto espacio de tiempo.

            Durante los meses de julio y agosto, la situación dentro de la ciudad puede considerarse de relativa tranquilidad. Será a partir del mes de septiembre cuando el escenario bélico empieza a complicarse muy seriamente para los defensores. Se llega al mes de octubre y la situación empieza a ser insostenible. El enemigo comienza una ofensiva a fondo, desarrollándose ataques sistemáticos de especial virulencia contra todas las posiciones del dispositivo defensivo, especialmente contra el establecido en la Loma del Canto[1], siendo anuladas sus defensas, sin posibilidad de ser reforzadas. Reducido el cerco, por repliegue de sus defensores y con un enemigo infiltrado en casi todos los barrios de la ciudad, es por lo que toda resistencia se hace imposible.  

En la noche del 16 al 17 de octubre la columna de socorro a Oviedo, que manda el teniente coronel Teijeiro, desde su base en Escamplero planea de manera inmediata la liberación de Oviedo, ya que, de lo contrario, debido a lo comprometido de la situación en la plaza, ésta irremediablemente caería en poder del enemigo. Por fin, al atardecer del día 17 la vanguardia de la columna establece contacto con los defensores a la altura de la calle Independencia. ¡El cerco se había roto y Oviedo estaba liberado!

CROQUIS DE SOBRE LA SITUACIÓN DE LAS LÍNEAS DEFENSIVAS

   (Cerco establecido el 19 de julio de 1936 y repliegue realizado el 12 de octubre de 1936) 

COMIENZA EL CERCO: DESARROLLO DE LAS ACCIONES Y HECHOS TÁCTICOS MÁS DESTACA

Sin entrar a formar juicios de valor y otras consideraciones, se relata de forma cronológica y sucinta las distintas operaciones y vicisitudes que concurrieron durante los noventa días que duró el sitio o cerco de Oviedo.    

Día 20 de julio.

A las primeras horas de la mañana del mismo día en que es declarado el Estado de Guerra, 300 efectivos de la Guardia Civil, 100 guardias de asalto, una compañía de Infantería y un grupo de Artillería con dos piezas de montaña, ocupan la línea de posiciones exteriores en torno a La Cadellada, San Esteban de las Cruces, Buenavista y la falda del monte Naranco. El objetivo se cumplió sin novedad al no encontrar resistencia alguna, con la excepción de un pequeño incidente en el barrio de San Lázaro, que se resolvió con la persecución de los adversarios hasta el alto del cementerio, en cuyo punto quedó establecida la Guardia Civil.

Día 21 de julio.

Se sostiene constante presión sobre las posiciones fijadas en San Esteban de las Cruces y el depósito de aguas de Buenavista, ejercida por los milicianos regresados desde León por orden del teniente García Menéndez, a los cuales se unieron obreros de las fábricas de armas de Trubia y Oviedo, así como unos dos mil hombres huidos de Oviedo. Se hacen obras de fortificación rápida de campaña para constituir cinco centros de resistencia, con sus correspondientes enlaces, a base de trincheras de escaso relieve, guarnecidas por pequeños núcleos con fuerte presencia de armas automáticas (ametralladoras y fusiles ametralladores, principalmente).

Día 22 de julio.

Durante este día el coronel Aranda y el comandante Caballero, a través de sendos mensajes, se dirigen a la población de Oviedo para transmitir la noticia del estado de tranquilidad absoluta en que se encuentra el interior de la ciudad.

 Las posiciones avanzadas situadas al Oeste son hostilizadas con fuegos de fusilería y arma automática. Durante el ataque realizado contra el depósito de agua y Buenavista hubo que lamentar la muerte de un cabo de la Guardia Civil y herido otro cabo del mismo cuerpo. Se recupera una ametralladora emplazada en una casa de Buenavista. El enemigo, por su parte, sufrió importantes bajas.

Tras la acometida anterior el enemigo, a las órdenes del teniente LLuch, de la Guardia de Asalto, se reagrupa en San Claudio, siendo dispersados con fuego de cañón.   

Día 23 de julio.

El enemigo ejerce una fuerte presión sobre la posición de San Esteban de las Cruces, lo que obliga ampliar su frente con la ocupación del bosque del cementerio.

Por la tarde se realiza una expedición hacía Cayés (Llanera) con el objeto de municionar y reforzar a la guarnición establecida en la fábrica de explosivos, en donde queda una compañía de Asalto al mando de los tenientes Juan Antonio Sánchez, perteneciente a Regulares y Jesús Centeno, del Arma de Caballería, ambos agregados a la 42º compañía de la Guardia de Asalto.

Día 24 de julio.

Este día fue relativamente tranquilo. Ante la imposibilidad de mantener la guarnición de la fábrica de Cayes, sus efectivos se repliegan sobre Oviedo.           

 Día 25 de julio.

El día, desde el aspecto militar, siguió la tónica de tranquilidad del día anterior. Fue registrado un tiroteo en el sector de Buenavista, resultando tres personas heridas, entre ellas una niña, por alcance de balas perdidas. No se produjo baja militar alguna.

Día 26 de julio.

Oviedo permanece en calma hasta media mañana, momento en el cual caen sobre la ciudad tres proyectiles del calibre 155, procedentes, parece ser, de un obús asentado en la localidad de Sograndio o bien de San Claudio, impactando uno en el Campo de San Francisco; otro en la iglesia de los Padres Carmelitas y el tercero sobre la quinta de Buylla. No hubo que lamentar víctimas, ya que ls tres carecían de espoleta, por lo que su efecto resultó nulo.

Una columna formada por tres compañías de Infantería, a la que se agregó el personal de la Guardia Civil del puesto de Lugones, realizó una operación de exploración por la carretera de Gijón, llegando hasta el punto conocido como Venta del Jamón, en donde fue sorprendido un pequeño grupo de milicianos, a los que después de originarles seis bajas, se pusieron en franca huida. Tras la  acción, la columna regresa a Oviedo, con la única baja de un guardia civil que resultó herido.  

Día 27 de julio.

El día transcurrió tranquilo, sin novedad. La actividad militar se redujo a intercambio de disparos en la zona del depósito de aguas de Buenavista entre fuerzas de la Guardia Civil allí establecidas y grupos de milicianos, alcanzado el combate cierta dureza. En la acción resultaron baja por herida de arma de fuego seis guardias civiles y otro más de forma fortuita por caerle encima un saco terrero.

Día 28 de julio.

El día se presenta tranquilo. A las cuatro de la tarde un trimotor comercial de la compañía LAPE (Líneas Aéreas Postales Españolas), se presenta sobre el cielo de Oviedo, dejando caer algunas bombas sobre el Naranco, zona de Fitoria y proximidades del cuartel de Pelayo, que no causan daño alguno.

Este día se produce un hecho que va a resultar transcendental para la ciudad, cual es la formación en Lugo de una columna que, a las órdenes del comandante Ceano, marchará en socorro de Oviedo. La columna queda organizada por dos compañías de fusiles, una compañía de máquinas, una compañía de la Guardia de Asalto, una compañía de voluntarios y una compañía de Sanidad Militar.

Día 29 de julio.

Con el objeto de reconocer la carretera de Santander y verificar las posibilidades de resistencia de la formidable concentración que el enemigo -se decía- tenía en dicho punto, se realiza una salida sobre Colloto, Roces y Pico Sierra. Un batallón del Regimiento de Infantería Milán efectúa un ataque de frente, mientras que el grupo formado por la Guardia Civil, Guardia de Asalto y Voluntarios, envuelve el flanco Sur por Roces, arrollando las barricadas y haciendo huir al enemigo hasta cerca de Noreña. En esta acción resultan muertos varios milicianos y dos guardias de Asalto heridos.

Día 30 de julio.

En la mañana de este día, que se presenta tranquilo, aparece sobre Oviedo un avión procedente de Llanes, arrojando dos bombas sobre el barrio de La Argañosa, resultando herida una mujer.

Por otro lado, fuerzas enemigas realizan un ataque sobre el puesto de la Guardia Civil de Lugones, sin consecuencias. En el resto de las posiciones de los alrededores de Oviedo no hubo novedad.

Día 31 de julio.

Se presenta un avión, que arroja cinco bombas, cayendo tres sobre el cementerio de San Esteban de las Cruces y las otras dos en prados próximos. No hubo que lamentar bajas.  

Grupos enemigos compuestos por unos mil milicianos acentúan la presión sobre la posición del depósito de aguas de Buenavista y carretera de La Argañosa a San Claudio, motivo por el que queda comprometido el enlace entre el depósito de aguas y la loma del Canto situada en la falda del monte Naranco, lo que obligó emplear para alejarlos a la columna llamada de Plaza, compuesta por una compañía de fusiles, otra de máquinas, una batería de obuses del 105 y dos compañías de Asalto. Tras siete horas de duro combate, se consigue el objetivo que se proponía. En la acción resultan heridos cinco oficiales y setenta efectivos de tropa. Este ha sido el primer combate importante del Cerco de Oviedo.

A las siete de la tarde, tras el regreso de la acción anterior, las fuerzas que tomaron parte en la misma desfilan por la calle de Uría en señal de victoria.

Día 1 de agosto.

Después del fuerte combate de ayer, hoy no ha habido actividad militar en los puestos avanzados, con la excepción del cruce de disparos ocasionales que se producen por detrás del convento de Las Adoratrices, así como la caída de dos proyectiles de mortero en la calle Campomanes. Por lo demás, el día dentro de la ciudad transcurre con relativa tranquilidad.

Se produce un cruce de fuego artillero entre las piezas que el enemigo tiene emplazadas en Sograndio y el Naranco y la artillería nacional, que hizo fuego de contrabatería.

Día 2 de agosto.

Por la mañana, desde el emplazamiento del Alto de Buenavista y desde la calle Rodríguez Sampedro, se hace fuego de contrabatería sobre el monte Naranco, dispersando a los grupos de milicianos allí concentrados. Como consecuencia del bombardeo, resultaron heridos de metralla por fragmentación de los proyectiles, trece civiles y un joven muerto.

Hacía las tres de la tarde de nuevo vuela sobre Oviedo el avión comercial lanzando varias bombas sobre la zona de Pumarín, próxima al cuartel de la Guardia Civil. Una de las bombas impacta sobre una casa particular, causando destrozos y animales muertos; otra bomba cae sobre un carro que transportaba soldados, matando a la mula de tiro e hiriendo grave a un soldado y, por último, otra bomba cae junto a un café causando varias víctimas civiles.

Con independencia de lo anterior, no hubo operaciones militares dignas de mención.

Día 3 de agosto.

Se procede a ocupar el depósito de aguas de Fitoria, con objeto de conservar el manantial allí existente.

Durante la noche el enemigo ataca con inusitada virulencia la posición de Buenavista situada en el chalet de Buylla. El ataque, en el que se empleó a fondo la dinamita, fue rechazado con fuego de armas automáticas, obligando a los atacantes a retirarse, tras sufrir importantes bajas.

Día 4 de agosto.

Comienza el día con calma, sin disparos ni fuego de artillería.

Salida de dos compañías hasta Lugones para aprovisionar al grupo de guardias civiles que se encuentran en la expresada localidad. Se batió al enemigo protegido por un camión blindado. Las bajas propias fueron siete heridos leves, dos guardias de Asalto y cinco soldados.

Día 5 de agosto.

Tras dos días de calma, salvo los habituales cruces de fuego en las avanzadas, hacía las 11,30 vuelve el avión comercial a bombardear las proximidades de los cuarteles de Pelayo y Guardia Civil causando nueve bajas a un grupo de soldados de Artillería que fueron sorprendidos cuando regresaban de abrevar el ganado,

Día 6 de agosto.

En el día de hoy no hubo actividad bélica alguna, con la salvedad de un breve intercambio de disparos matinal en la zona de El Naranco., con el resultado de un cabo de la Guardia Civil muerto y un guardia del mismo cuerpo herido.

Día 7 de agosto.

Se producen varias descargas de artillería sobre Oviedo, resultando muertas en el acto dos niñas, alumnas del Colegio de Huérfanas Recoletas, así como también algunos heridos en otros puntos de la ciudad.

La única acción militar del día se ciñe a un tiroteo en Fitoria, a cuyo lugar se había trasladado la Sección de Empuje, formada por zapadores del Arma de Ingenieros, para reparar la avería ocasionada en el depósito de aguas. Como resultado del fuego enemigo resultan heridos un cabo de la Guardia Civil y un obrero municipal.

Día 8 de agosto.

El día comienza tranquilo en la ciudad.

El enemigo comienza a ejercer una fuerte presión sobre la carretera  Oviedo-Lugones, por lo que el Mando decide el repliegue del núcleo de la Guardia Civil que controlaba el nudo de comunicaciones allí existente, ya que, debido a su aislamiento y lejanía, resultaba harto difícil su aprovisionamiento. Para proteger el repliegue, a primeras horas de la mañana  sale con dirección a Lugones una columna formada por dos compañías de Infantería y dos de la Guardia de Asalto. Tras 10 horas de vivo combate con la compañías antes citadas, se consigue salvar hasta el último guardia. En la acción resultan heridos un total de veintidós hombres. Una vez efectuado el repliegue, queda un puesto intermedio en el barrio de La Corredoria.

Día 9 de agosto.

El día transcurre con total tranquilidad, sin actividad bélica alguna en los distintos frentes de Oviedo. Solo hay que destacar que, al haberse replegado el puesto de la Guardia Civil de Lugones, se ha apretado aún más el cerco que rodea a Oviedo.

Día 10 de agosto.

Día tranquilo, tanto en la ciudad como en las trincheras.

Día 11 de agosto.

Continúa la calma, tanto en la ciudad como en las avanzadas. Hubo algún intercambio de fuegos en el sector de Buenavista.

Para sostener la defensa de Oviedo, se anuncia la creación de un nuevo cuerpo compuesto por voluntarios.

Día 12 de agosto.

Sigue reinando la calma. Sólo se destaca el lanzamiento por parte del enemigo de algunos proyectiles sobre Oviedo que, al carecer de espoleta, no causaron daños.

La artillería nacional efectúa un bombardeo sobre el pueblo de Faro, en donde se localiza una concentración de milicianos. Asimismo, se producen los habituales cruces de fuego en las posiciones avanzadas, con resultado de dos bajas, un muerto y un herido.

Día 13 de agosto.

Sin novedad alguna. Durante la noche el enemigo origina fuego de cañón, mortero y fusil sobre las avanzadas de Buenavista y de San Esteban de las Cruces. Por su parte, la artillería nacional actúa sobre un convoy enemigo situado en Lugones, al que sorprende y destroza.

Día 14 de agosto.

Continúa la calma absoluta, tanto dentro de la ciudad como en las posiciones exteriores.

Día 15 de agosto.

No se registró actividad bélica alguna.

Día 16 de agosto.

Continúa la tranquilidad, aunque durante la mañana hubo intensos tiroteos en la zona del depósito de aguas de Buenavista, en donde resultan heridos dos guardias civiles. Sobre las seis de la tarde las milicias emplazadas en la zona de San Esteban de las Cruces intentan dar un golpe de mano contra el dispositivo nacional allí establecido, siendo rechazados enérgicamente por las fuerzas de la Guardia Civil, produciendo al enemigo tres muertos y varios heridos y por parte de la G. C. muerto un cabo.       

Día 17 de agosto.

Sin novedad digna de mención. Sólo se aprecia un ligero aumento de la presión sobre el sector de Buenavista.

Se destaca la formación de una nueva unidad de voluntarios, bajo el pie de seis compañías, que recibe el nombre de Batallón de Voluntarios de Oviedo, cuya creación fue anunciada el día 11.

Distintivo del Batallón Voluntarios de Oviedo

Día 18 de agosto.

Se procede al barrido de la posición del depósito de aguas de Buenavista.

Día 19 de agosto.

Al cumplirse el mes del inicio del levantamiento de Oviedo, el día continúa sin actividad militar alguna.

Día 20 de agosto.

Brama el cañón enemigo sobre las posiciones nacionales de San Esteban de las Cruces. Como consecuencia de esta acción resultan heridos cuatro defensores. Mientras, el centro de la ciudad se mantiene en calma.

Día 21 de agosto.

No se desarrolló acción bélica alguna. Como hecho destacado es la salida de los parapetos de la “Sección de Empuje” (zapadores) para recoger bidones de gasolina, regresando con ellos sin novedad.      

Día 22 de agosto.

El vigoroso fuego de la artillería enemiga obliga a buscar posiciones  más favorables para el emplazamiento de las baterías propias. Se efectúa la ocupación de El Campón, situado a vanguardia del depósito de aguas de Buenavista, con tres compañías de Infantería, dos de Asalto y una batería artillera, ocupándose, de forma sorprendente, la totalidad de la línea que el enemigo había fortificado en ese sector. Las bajas habidas fueron un total de treinta  heridos y dos muertos.

La operación anterior supuso la ruptura del cerco con dirección a Trubia. Mención especial, merece, así se recoge en el parte oficial, la compañía de Infantería del capitán Bruzo y la 42º compañía de la Guardia de Asalto, a la que se le otorga la recompensa y el privilegio de llevar siempre como recuerdo del asalto a la posición enemiga un banderín especial.

Por primera vez, aunque aún no estaba oficialmente autorizada, ondeó sobre las trincheras conquistadas la bandera roja y gualda

Día 23 de agosto.   

Con el objeto de mejorar las posiciones de La Cadellada, es ocupado el caserío de Ventanielles, el cual constituye una inmejorable posición avanzada, efectuándose el asalto mediante el factor sorpresa.

Durante la mañana y la tarde un trimotor enemigo sobrevuela Oviedo, arrojando sobre diversos puntos de la ciudad un número considerable de bombas, produciendo un elevado número de víctimas civiles, entre niños, mujeres y personas mayores.

Día 24 de agosto.

El enemigo reacciona sobre la posición de El Campón, desarrollándose un violento ataque que es rechazado por las reservas del Sector.

Día 25 de agosto.

Durante el día de hoy no se realizó actividad militar alguna, con la excepción de los habituales tiroteos en las posiciones cercanas a El Cristo de las Cadenas.

Día 26 de agosto.

Reina la tranquilidad dentro de la ciudad. Una patrulla de la Guardia Civil del puesto de La Casona, cerca de Ventanielles, asalta por sorpresa una trinchera enemiga en Cerdeño, capturando abundante munición de fusil. En la acción resultan heridos dos guardias civiles.

Día 27 de agosto.

Otro día más de absoluta tranquilidad dentro de la ciudad. La artillería nacional realizó fuego de cañón con el objeto de neutralizar una ametralladora enemiga que dispara sobre la posición de El Mercadín.

Día 28 de agosto.

Durante el día de hoy se origina un intenso fuego de artillería enemiga sobre la ciudad, cayendo sobre distintas zonas un número considerable de proyectiles, causando un muerto y varios heridos entre la población civil.   

Durante la tarde hoy se actúa con energía sobre las posiciones enemigas de El Mercadín, destruyendo sus instalaciones. En la acción resultan heridos dos guardias civiles.        

Día 29 de agosto.

Tras el intenso cañoneo de ayer, la tranquilidad vuelve a la ciudad. Respecto a la actividad militar, ésta se reduce a algunas escaramuzas en las zonas de El Mercadín y Abuli.

Día 30 de agosto.

El día se desarrolla con calma total y sin actividad bélica en los distintos frentes de Oviedo.

Día 31 de agosto.

A primeras horas del día se registra un ligero fuego de cañón, cayendo un proyectil sobre el Hospicio sin causar daño personal alguno.

La nota predominante del día ha sido el gran acto público celebrado en Oviedo, consistente en la sustitución de la bandera republicana por la bicolor, es decir, la tradicional enseña nacional rojo y gualda creada por Carlos III en 1785.

El cambio de enseña ha sido como consecuencia de la promulgación del Decreto nº 77 de la Junta de Defensa Nacional, de 29 de agosto de 1936[2], mediante el cual se restablece la bandera bicolor roja y gualda.

La bandera de los colores restablecidos, es izada con toda solemnidad por el coronel Aranda y el comandante Caballero en el mástil del edificio del Gobierno Civil de la Provincia.

Como quiera que en aquellos momentos no se disponía de enseña alguna de las que estuvieron en vigor hasta 1931, se optó por aprovechar la anterior bandera republicana que ondeaba en el Gobierno Civil, recurriendo al sistema, muy frecuente en aquellos primeros momentos, de descoser la franja inferior morada y añadir en su lugar otra de color rojo. La bandera como resultado de esta operación, queda con las tres franjas del mismo ancho. Conserva, sin embargo, el escudo adoptado por la República, según modelo establecido en 1868 por el Gobierno Provisional.

 La bandera, como puede observarse en la fotografía que aquí se incluye, aparece con varios jirones y agujeros producidos por disparos de fusil.


Fotografía de la bandera que ondeó durante en sitio en el Gobierno Civil de Oviedo[3].

(En la actualidad sede de la Jefatura Superior de Policía de Asturias)

Día 1º de septiembre.

Sobre las dos de la madrugada comienza un vivo fuego de artillería sobre la ciudad; la zona del cementerio y el depósito de agua de Buenavista. No se registraron daños de importancia entre la población civil. Valiéndose de este fuego grupos de milicianos atacan la posición de San Esteban de las Cruces, siendo rechazados con arrojo y valor por los defensores, viéndose el enemigo en la precisión de huir precipitadamente. En la acción tuvo que emplearse a fondo la Guardia Civil para contener el ataque.

El enemigo lleva una semana realizando continuos ataques sobre la carretera de Santander, en la zona comprendida entre la Fábrica de Armas y La Cadellada. Para contrarrestar los ataques, se ocupa por sorpresa las lomas de El Mercadín.

Las bajas habidas en el día en las posiciones de El  Bosque, San Esteban de las Cruces, La Tenderina y El Mercadín, fueron dos muertos y doce heridos.

Día 2 de septiembre.

En la madrugada de hoy prosigue el fuego artillero sobre San Esteban de las Cruces y el cementerio.

Día 3 de septiembre.

Se realizan una serie de bombardeos sobre la ciudad. Un avión enemigo lanza una serie de bombas, cayendo una de ellas en el calabozo del cuartel de Pelayo, causando quince bajas entre los soldados que allí se encontraban arrestados. Otra bomba destruye una casa en la calle Altamira, causando heridas de distinta consideración a tres civiles y otras más en las proximidades del Gobierno Civil, sin producir daño alguno. También hubo heridos por el bombardeo en las calles del Rosal, Cabo Noval y carretera de Las Segadas.  

Por la noche el enemigo efectuó un ataque a las posiciones de Buenavista, que es tenazmente rechazado por la Guardia Civil de guarnición en El Campón. En las posiciones avanzadas se registraron los habituales intercambios de disparos.

Día 4 de septiembre.

El día de hoy fue uno de esos considerados como “día negro”. A primeras horas de la mañana la aviación enemiga hace presencia sobre el cielo de Oviedo. Se trata de tres aparatos que dejan caer sus bombas sobre la ciudad. El cálculo de las bombas lanzadas se cifra entre 250 y 300 y las bajas producidas entre la población no ha sido proporcionada con el número de bombas lanzadas, por haber haberse refugiado en los sótanos.

Al final del bombardeo anterior el enemigo efectúo un ataque contra el dispositivo defensivo dispuesto en el bosque del cementerio, siendo rechazados los atacantes, que sufrieron abundantes pérdidas.

Día 5 de septiembre.

Prosiguen, por segundo día consecutivo, los bombardeos implacables por parte de la aviación roja. Aparte de los cuantiosos destrozos causados en el caserío ovetense, hubo que lamentar la muerte de seis personas.

Por lo que respecta a las operaciones militares, no hubo ninguna acción digna de destacar.

Día 6 de septiembre.

Continua el bombardeo de la aviación enemiga sobre Oviedo, acompañado de fuego artillero procedente de las baterías emplazadas en la zona de Sograndio, causando grandes destrozos materiales. A pesar de todo, sólo hubo que lamentar un fallecimiento y diez heridos de diversa consideración.

Día 7 de septiembre.

Durante la mañana se produce un intenso fuego artillero sobre las posiciones del cementerio y La Cadellada.

Las fuerzas de los puestos defensivos de San Esteban de las Cruces inician un ataque por sorpresa contra la línea avanzada del enemigo, causándole varias bajas. En la operación intervienen fuerzas de la Guardia Civil, voluntarios de Falange y un grupo de dinamiteros, bajo el mando de un teniente de la Guardia Civil, siendo felicitados por su acción por el coronel Aranda.

Día 8 de septiembre.

Hoy, día 8, festividad de la Virgen de Covadonga, resultó un día terrible para los sitiados, ya que se pudo vivir la verdadera crudeza de una guerra. Durante trece horas, desde las 6,30 hasta las 9,30, grupos de aviones, relevándose continuamente, vuelan sobre Oviedo arrojando su mortífera carga, causando enormes destrozos en distintos puntos de la ciudad.

Desde los sanatorios del monte Naranco el enemigo realiza una fuerte preparación artillera sobre la zona de San Esteban de las Cruces, en donde en esos momentos se estaba desarrollando el mayor combate de los que, hasta ahora, se han disputado en Oviedo. El enemigo, apoyado por una apisonadora y algún camión blindado, inicia un ataque a fondo sobre las posiciones nacionales de San Esteban de las Cruces, empleando para ello dinamita y granadas de mano. Reforzado el dispositivo en su momento más crítico con la 18º compañía de Asalto, el ataque es rechazado tras doce horas de crudo combate. Las bajas sufridas por ambas partes fueron considerables.

Fotografía de dinamitero de las Milicias Socialistas preparándose para lanzar la mortífera carga[4](En el gorro puede observarse el emblema de las citadas milicias)

 

Distintivo de las Milicias Socialistas[5]  

Día 9 de septiembre.

El día amaneció con la visita de un avión enemigo, que arrojó varias bombas sobre la ciudad. Una de las bombas impactó en el patio del Hospicio, sin causar víctimas.

En la noche del día de ayer se verificó un ataque enemigo, apoyado por fuego artillero, contra el sector de Buenavista. La acometida fue rechazada por fuerzas de la Guardia Civil de la posición de El Campón, que se mantuvo firme en sus puestos.

Continúa el ataque contra el bosque del cementerio, extendiéndose al Campón y a la línea de enlace de Villafría, cuyo ataque es rechazado, con resultado de treinta bajas propias.

Día 10 de septiembre.

Se reanuda el bombardeo de la aviación sobre la ciudad. Durante doce horas Oviedo se ve sometido a la acción conjunta de la artillería y de la aviación, arrojando esta última gran cantidad de bombas, así como también productos inflamables. Por lo que respecta al fuego artillero, se calcula que los proyectiles pasaron de los doscientos. El bombardeo masivo produjo gran número de incendios y destrozos en edificios de las calles Uría, Rosal, Caveda, proximidades del Gobierno Civil y del Hospicio, así como en el convento de los Carmelitas.

Como consecuencia de los bombardeos anteriores, una de las bombas penetró por el patio de luces de la casa correspondiente al nº 1 de la calle Foncalada, esquina con Caveda, conocida como casa de “Chorín”, llegando hasta el sótano que estaba lleno de personas que allí habían buscado refugio de los bombardeos. La explosión de la bomba produjo alrededor de ochenta y cinco muertos (la cifra exacta nunca se conocerá) y un número considerable de heridos. Fue una verdadera tragedia humana. 

Además de la acción anterior, tanto la aviación como la artillería enemiga somete a fuego de bombas y proyectiles las posiciones de San Esteban de las Cruces y el Naranco.  Al amparo de estas acciones, los milicianos inician un ataque de cierta importancia en la zona de El Naranco, concretamente sobre el puesto avanzado de La Cruz, así como también sobre la posición de resistencia de la Loma del Canto, cuyo ataque, que estuvo apoyado por camiones blindados, fue rechazado.

Día 11 de septiembre.

La aviación enemiga vuelve a aparecer con el lanzamiento de algunas bombas, pero ante la aparición de la escuadrilla de cazas nacionales procedentes de León, huyó precipitadamente.

Durante la mañana la batería emplazada en El Naranco estuvo haciendo fuego sobre el centro de la ciudad, causando heridas de distinta gravedad a nueve civiles.

Las operaciones militares de hoy se limitaron a un ataque del enemigo  en el sector de La Argañosa, utilizando para ello camiones blindados, cuya embestida es rechazado sin mayor dificultad.

Día 12 de septiembre.

La artillería enemiga emplazada en El Naranco continúa, cada dos horas, haciendo fuego sobre la ciudad 

El enemigo intenta un ataque por sorpresa sobre la posición de El Campón, que es rechazado. Por la tarde insiste en el ataque sobre la Loma del Canto, sin ningún resultado.

Día 13 de setiembre.

Prosiguen, de forma intermitente, los disparos de cañón desde el asentamiento de El Naranco, produciendo once heridos entre la población civil.

Con la excepción de los habituales intercambios de disparos en las trincheras, no se realizó operación militar alguna digna de mención.

Día 14 de septiembre.

La artillería, desde su posición en la zona de los sanatorios de El Naranco, sigue hostilizando con sus fuegos a la población de Oviedo. Uno de los proyectiles impacta contra el Hospital Provincial, causando varias víctimas entre las personas allí  ingresadas.

Respecto a las operaciones militares, el enemigo sigue hostilizando la carretera de San Esteban de las Cruces, desde la loma del Monte, lo que obliga a asaltarla por sorpresa, consiguiendo ocuparla sin novedad. Se dispone la formación de una segunda línea de defensa constituida con fuerzas del Batallón de Voluntarios de Oviedo y cien falangistas. La presión es constante y el cerco absoluto.

Día 15 de septiembre.

Un trimotor enemigo lanza cinco bombas, cayendo una de ellas de nuevo sobre el Hospital, resultando ocho personas heridas.

Fuerzas de la 42º compañía de Asalto y de la 4ª compañía del Regimiento Milán inician un avance sobre el Monte de San Cristóbal, en San Esteban de las Cruces, ocupando una posición enemiga fuertemente fortificada, desde la cual, situada frente a la carretera Oviedo-Mieres, se permitía hostilizar la progresión de las fuerzas nacionales.

Día 16 de septiembre.

Sobre las 9,30 de la mañana se presenta un avión arrojando varias bombas sobre la ciudad, sin que haya que lamentar víctima alguna. Por la tarde la artillería enemiga dispara sobre Oviedo, causando varias víctimas entre la población civil.

En el frente no se desarrolló operación militar alguna.

Día 17 de septiembre.

Se produce un cruce de fuegos entre las baterías de artillería enemiga y las nacionales. El impacto de los proyectiles enemigos causa varios heridos. 

En los distintitos frentes la tranquilidad es total.

Día 18 de septiembre.

A las 16 horas un avión enemigo arroja varia bombas sobre la ciudad, causando serios desperfectos en el edificio del periódico “La Voz de Asturias”. No hubo que lamentar víctimas. También por la tarde se producen los habituales fuegos de las baterías enemigas sobre la ciudad. En ambos casos, no hubo que lamentar víctimas.

En los frentes no hubo novedad digna de mención. Solamente se registraron los habituales intercambios de disparos de trinchera a trinchera.

Día 19 de septiembre.

El día transcurrió con total tranquilidad, sin bombardeos ni actividad alguna en los frentes.

Día 20 de septiembre.

El avión enemigo vuelve a sobrevolar sobre Oviedo lanzando varias bombas sobre la población, que no causan daño alguno. Asimismo, hubo el cañoneo habitual, que causa una víctima civil.

Las milicias marxistas aflojan la presión sobre Oviedo, para dedicarse a atacar con más intensidad a las columnas gallegas para impedir que éstas puedan alcanzar y apoderarse de la Fábrica de Armas de Trubia.

Día 21 de septiembre.

Por la mañana dos aviones arrojan varias sobre la ciudad, resultando muerta una mujer e hiriendo a una joven y a un obrero municipal. Por la tarde se produce un ligero fuego de artillería, sin consecuencias.

 En los frentes no se realizó operación militar alguna a destacar.

Día 22 de septiembre.

Día tranquilo en las avanzadas. Al medio día se efectuó algún que otro disparo de cañón sobre la población, acción que se repitió una hora más tarde, cayendo varios proyectiles sobre la zona antigua de Oviedo.

Por la tarde aparece la aviación arrojando sendas bombas, cayendo todas ellas en las proximidades del diario “Región”, causando algún destrozo en edificios, así como tres víctimas entre la población.

Por lo que respecta a los frentes, con la excepción de los habituales intercambios de disparos de trinchera a trinchera, no se desarrolló actividad militar digna de mención.

Día 23 de septiembre.

Vuelve el avión enemigo a actuar sobre la ciudad arrojando algunas bombas, que no causan víctimas.

El enemigo ocupa la loma de Abuli, situada sobre la carretera de Santander, desde donde hostiliza el cuartel de Artillería de Rubín y el matadero. A la vista de la situación anterior, a pesar de encontrarse fuertemente fortificada, la citada loma es asaltada por sorpresa, estableciéndose en ella unos ochenta falangistas seleccionados que forman la “Harka de Oviedo”, así como cincuenta guardias civiles con cuatro ametralladoras. Aunque el éxito de la operación se lo atribuyeron a la “Harka” y a la 18º compañía de Asalto, la realidad ha sido la siguiente: A las fuerzas de la Guardia Civil, que se encontraban de avanzadilla en La Tenderina, se les había encomendado la misión de controlar las cercanas posiciones que el enemigo tenía establecidas en Abuli para, en el momento preciso, tomar dichos reductos. En un arranque de valentía, un grupo de guardias civiles y un dinamitero, se arrojan a tomar la posición principal, desde donde hacen señales al puesto de La Tenderina de haber cumplido el objetivo, partiendo inmediatamente un brigada del mismo cuerpo, con fuerzas a sus órdenes para reforzar la posicón. Tres cuartos de hora más tarde llegan los falangistas de la “Harka” y, posteriormente, la 18º compañía de Asalto, que reforzaron las posiciones conquistadas.

Día 24 de septiembre.

A primeras horas de la mañana la artillería enemiga empieza a hacer fuego, cayendo varios proyectiles sobre la ciudad sin causar daño alguno. Acto seguido hace acto de presencia un avión, repitiendo de nuevo su vista por la tarde, arrojando alguna que otra bomba.

Se amplía el frente en la zona de Abuli, en cuya operación interviene la “Harka”. Por la acción emprendida el día anterior el coronel Aranda felicita y concede un premio a metálico a las fuerzas que intervinieron en la acción.

Se recibe la noticia de la aproximación de las Columnas de Galicia y, posteriormente, de su repliegue sobre Grado.

Día 25 de septiembre.

Desde el Naranco, se verifica un vivo fuego de cañón sobre la ciudad, que produce varios heridos.

No se desarrolló acción militar alguna, sólo los habituales intercambios de disparos en las posiciones avanzadas, con resultado de varios heridos.

Día 26 de septiembre.

Día tranquilo en la ciudad, destacando solamente durante la noche un intenso fuego artillero, cayendo un proyectil sobre un polvorín, produciéndose un incendio sin consecuencias graves.

Durante el día de hoy, no se registro actividad militar.

Día 27 de septiembre.

Continúa el fuerte fuego artillero sobre Oviedo. Aunque las descargas esta vez iban dirigidas contra el dispositivo defensivo, algunos proyectiles cayeron en el centro de la ciudad, causando siete heridos en zonas próximas al cuartel de Santa Clara.

Con la excepción de un vivo intercambio de disparos producido al atardecer en la zona de El Mercadín-Abuli, no hubo actividad militar en los distintos frentes.                  

Día 28 de septiembre.

El día discurrió con total tranquilidad, tanto dentro de la ciudad como en los distintos frentes de Oviedo.

Día 29 de septiembre.

Otro día de tranquilidad. Sólo hay que reseñar, como única novedad, un ligero fuego de artillería producido al atardecer, que no tuvo consecuencias dignas de reseñar.

No hubo ninguna operación en los frentes Oviedo. Las milicias marxistas se encuentran volcadas totalmente en impedir la progresión de las Columnas de Galicia con dirección a Trubia, objetivo que están cumpliendo.

Día 30 de septiembre.

Termina el mes tranquilamente, sin que haya caído bomba o proyectil alguno sobre Oviedo, así como tampoco desarrollo de operación militar.

No obstante lo anterior, cada vez se empieza hacer más patente, por las providencias que se están adoptando, que revela que “algo pasa”.

Día 1º de octubre.

Después de varios días de tranquilidad, hace de nuevo su presencia el avión, arrojando bombas de media potencia que causan nueve víctimas entre la población civil y produciendo destrozos en edificios. Aprovechando la visibilidad de una noche de luna, esto es nuevo, a las 23 horas hace de nuevo su aparición el avión arrojando, en lugar de bombas productos inflamables, produciéndose un gran incendio en el barrio de La Argañosa.

En este día se recibe desde Gijón una revelación muy preocupante. Se informa que, procedente de San Sebastián, arribó al puerto de El Musel un buque cargado con abundante material de guerra, que desembarca siete mil fusiles, doce millones de cartuchos, doscientos fusiles ametralladores y cien mil granadas de mano, así como una batería completa de cañones de montaña del calibre 75. La guarnición de Oviedo, en estos momentos, sólo puede disponer de un millón de cartuchos de fusil y mil proyectiles de obús y de cañón de montaña.

Con la recepción de este abultado armamento, se teme que el enemigo realice una ofensiva a gran escala sobre Oviedo con el objetivo de anular todo foco de resistencia que puedan ofrecer sus defensores. 

Día 2 de octubre.

Dos aviones enemigos, que alternándose entre sí, arrojaron un considerable número de bombas, cayendo la mayor parte de las mismas en las zonas de La Tenderina y Campo de los Reyes, causando cinco víctimas. Al anochecer llega otro avión que arroja varias bombas, si causar daño alguno entre la población.

En el día de hoy se recibe la noticia del ascenso a general del coronel Aranda.

En los frentes no se desarrolló actividad militar alguna.

Día 3 de octubre.

Por la mañana vuelan sobre Oviedo dos aviones que dejan caer varias bombas, impactando una de ellas cerca de un grupo de mujeres que hacían cola en una tahona, resultando algunas con heridas.

Por lo que respecta a las operaciones militares en los distintos frentes, no hay novedad alguna digna de mención. Por algunos cruces de palabras entre los defensores de la posición de Pando con el enemigo, se teme que algo importante se está preparando, pues dicen que mañana ya no estarán en Pando, pues piensan entrar pronto en la capital.

Día 4 de octubre.

Después de los sangrientos bombardeos de la artillería y aviación enemiga sufridos por la población de Oviedo durante el mes de septiembre, el día de hoy, desgraciadamente, se cumple el fatal pronóstico anunciado por el enemigo a los defensores de la posición de Pando.

Para conmemorar el aniversario de la revolución de octubre de 1934, el mando rojo planea una fuerte ofensiva sobre Oviedo con el convencimiento de apoderarse de la ciudad. A las cinco de la madrugada se inicia una gran preparación artillera desde los distintos emplazamientos que rodean Oviedo, seguida de un ataque violentísimo en el frente Sur, sobre las posiciones del bosque del cementerio, loma de La Manjoya, Los Catalanes y estación eléctrica de El Fresno, ataque que es protegido por seis camiones blindados provistos de armas automáticas. Tras vigorosos contraataques, especialmente en el  bosque del cementerio y desde El Fresno sobre la finca Fontela, se inutilizan dos blindados y se capturan tres fusiles ametralladores. Las bajas sufridas por el enemigo se cifran en torno a los doscientos muertos, mientras que las propias alrededor de veintidós muertos y noventa y uno heridos.

Simultáneamente, el enemigo comienza un ataque sistemático, cubierto por el fuego rápido y certero de una batería del 75 emplazada junto a los sanatorios de El Naranco, sobre la posición de Loma del Canto y su avanzada de La Cruz, cuyo ataque es rechazado. Las bajas propias fueron un total de cincuenta hombres.

La aviación enemiga prosigue arrojando su mortífera carga sobre la población civil. 

Día 5 de octubre.

Continúa el ataque enemigo sobre la loma de La Manjoya, defendida por treinta y cinco efectivos de la Guardia Civil, y el caserío de Las Cruces, defendido por cuarenta y cinco miembros del expresado cuerpo. Ambas defensas son anuladas, sin posibilidad alguna de ser reforzadas, por el nutrido fuego que reciben de la artillería y desde los camiones blindados. Las posiciones son evacuadas por los supervivientes, que llevan consigo las armas automáticas de dotación. Las bajas propias son de diecisiete muertos y cuarenta y uno heridos. Entre las bajas de este día hay que lamentar la muerte del teniente coronel Iglesias, que tras su fallecimiento se hace cargo del mando de la posición el comandante Caballero.

La aviación, por su parte, continúa bombardeando intensamente.

Día 6 de octubre.

El enemigo concentra su esfuerzo sobre la posición de Loma del Canto, defendida por dos compañías, una de la Guardia Civil y otra de Infantería. Durante todo el día se combate fuertemente, logrando conservar la posición a costa de noventa y seis bajas, que son reemplazadas durante la noche con elementos heterogéneos extraídos de los servicios auxiliares.

El bombardeo continuado de la aviación y la artillería destroza todas las transmisiones y conducciones de agua y electricidad, por lo que la situación para la población civil se agrava aún más, recluida en sótanos, con difícil alimentación y un elevado número de enfermos.

Las bajas contabilizadas este día, entre el personal militar y auxiliar, son numerosas: treinta y siete muertos y ciento dieciocho heridos. Entre los heridos se encuentra el comandante Caballero que, con su singular valentía, se puso al frente de las fuerzas defensoras de la Loma del Canto, resultando herido como consecuencia de un disparo de bala que le penetró por el ojo izquierdo, el cual perderá posteriormente.  

Día 7 de octubre.

El enemigo persiste en su ataque a la importante posición de la Loma del Canto, concentrando sobre ésta toda la artillería disponible del calibre 75, que entierra materialmente a los defensores con las ametralladoras, originando la muerte del comandante Vallespín, del Regimiento Milán. Se rechazan violentos ataques de milicianos, conservándose la posición a costa de ciento cinco bajas, que sólo pueden reponerse parcialmente con paisanos voluntarios, guardias municipales, conductores de camión, etc. Por la tarde se ordena que una sección de Infantería situada en la Loma de Pando, al mando del alférez Lorenzo de Lena, se traslade urgentemente a reforzar la posición de Loma del Canto, que se encuentra en situación crítica.  

Resulta inexplicable que una posición como ésta, totalmente dominada desde las alturas próximas, batida por el fuego directo de la artillería y sin medios naturales de defensa, pudiera aguantar tanto tiempo los impetuosos ataques del enemigo. Sólo el heroísmo, el derroche de valor y el desprecio de sus propias vidas, pueden explicar este fenómeno. El recuerdo del drama vivido no se puede olvidar.  

También la posición de Abuli sufre un impetuoso ataque, la cual se conserva por la tenaz resistencia que ofrecen los cien guardias civiles y falangistas que la defienden. La Cadellada, y El Mercadín soportan, asimismo, otro ataque, que es rechazado con facilidad.

La aviación enemiga, desde las 8,30 hasta las 11,30 de la mañana, continua con sus bombardeos. Por la tarde una escuadrilla nacional bombardea los asentamientos artilleros de los sanatorios de El Naranco, desde donde se cañonea incesantemente a la Loma del Canto.

Milicianos republicanos en la antigua posición nacional del Canto la Loma[6](Al fondo puede observarse el sanatorio de El Naranco, lugar de emplazamiento de la artillería enemiga)

Día 8 de octubre.

El enemigo acumula un número considerable de fuerzas sobre la posición de El Canto, ya destruida, que logra rebasarla por su flanco izquierdo, Los Solises y Vallobín, en cuya última posición se hace una defensa heroica. Por la noche el enemigo consigue penetrar en la posición, resultando muertos todos los jefes y oficiales. Ante la imposibilidad de cubrir las bajas sufridas, se ordena el repliegue, que se realiza ordenadamente, sobre las posiciones de San Pedro de los Arcos, central eléctrica de El Naranco y la cárcel.

También por la noche el enemigo ataca las posiciones de la Argañosa y el depósito de máquinas, que es rechazado con dificultad por los setenta Guardias de Asalto que, al mando del teniente Rodríguez Cabezas, bravamente lo defienden.

Día 9 de octubre.

Debido al repliegue de El Canto y la progresión del enemigo en La Argañosa y Las Canteras, se ordena la evacuación de las posiciones de El Campón y depósito de agua de Buenavista sobre la línea del Asilo de El Fresno-Plaza de Toros, cuyo repliegue se verifica durante lanche por sorpresa. 

Prosigue la infiltración enemiga por el barrio de La Argañosa. Se combate a la desesperada en las casas que se van incendiando a medida que el enemigo avanza protegido por varios camiones blindados, de los que se logran destruir dos con una pieza del calibre 75. El elevado número de bajas obliga a algunos voluntarios de segunda línea a avanzar a los puestos más debilitados de la primera. Las bajas de oficiales son abrumadoras, por lo que la mayoría de los puestos están mandados por personal movilizado. Las municiones se agotan y la falta de relevo tiene extenuada a la fuerza. Toda la reserva se reduce a dos secciones: una de Infantería y otra de la Guardia Civil, sacadas del sector Este, débilmente atacado.

Día 10 de octubre.

El enemigo acomete las posiciones de El Fresno, y Los Catalanes en su orientación a la Loma de La Manjoya, llegando hasta la Malatería y barrio de San Lázaro, lo que compromete seriamente la posición del cementerio de San Esteban de las Cruces, por lo que se ordena el repliegue durante la noche hasta el Caño del Águila y línea de Villafría, lo que se verifica sin novedad.

El enemigo vuelve a atacar nuevamente en La Argañosa, Plaza de Toros y el chalet de Melquiades Álvarez, sobre la carretera de Trubia. El ataque es rechazado con energía y valor.

Día 11 de octubre.

Empieza el día con calma, con la excepción del ataque efectuado contra el puesto avanzado del Caño del Águila y línea de Villafría, que se sostiene con dificultad debido al elevado número de bajas. Se aprovecha la noche para abastecer a los puestos y, en previsión de nuevas acometidas, se empiezan a constituir en el interior de la población reductos de resistencia, guarnecidos por voluntarios civiles con munición de boca y guerra para ocho días.

Día 12 de octubre.

El cerco de Oviedo se cierra cada vez más.

El enemigo presiona desde la Loma del Canto sobre la posición de San Pedro de los Arcos y desde el cementerio sobre el Caño del Águila y Villafría, con grandes masas de maniobra que avanzan a pesar de las pérdidas cuantiosas que sufren. No quedan ya hombres en segunda línea ni municiones para las ametralladoras, desarrollándose el combate a muy poca distancia con fuego de fusilería acompasado y certero. Se emplearon, asimismo, por los defensores gran cantidad de bombas de mano cargadas de dinamita manufacturadas en la Fábrica de Armas de La Vega. Se ordena a todos los hombres a mantenerse en su puesto hasta el límite que permitan aguantar los edificios, pasándose de la guerra de trincheras, hecha hasta la fecha, al combate en las calles, estando dispuestos a defenderse casa por casa.

Salen de los hospitales todos los heridos y enfermos leves que, según sus aptitudes, son enviados a los puestos para reforzarlos. Al llegar la noche es preciso replegarse al interior de la población en todo el frente, con la excepción de La Cadellada, que lo hace a la Quinta Velarde. La posición de la Loma de Pando, se mantiene íntegra para proteger los cuarteles y la Fábrica de Armas, que son el último reducto que queda, así como la posibilidad de utilizar el agua del depósito de Fitoria.

Día 13 de octubre.

Perdida la posición de San Pedro de los Arcos y abandonado completamente el barrio de La Argañosa, el enemigo ya se encuentra dentro de la ciudad, a pocos metros de la calle de Uría por un lado y por otro de la Plaza de América.

Las milicias marxistas atacan con gran violencia la Estación del Norte, la casa Ceñal y la Plaza de América, sobre la carretera de Trubia, empleando para ello la artillería y la aviación, lo que obliga a las defensas a ceder algún palmo en la Plaza de América. En todo el frente se combate sin descanso, disminuyendo los defensores hasta el punto que la mayoría de los puestos quedan con doce o catorce hombres.

A pesar del mortífero fuego artillero que se realiza sobre el convento de Las Adoratrices, después de destruido el dispositivo defensivo allí establecido, no se ha producido, sin embargo, el esperado ataque por parte de los milicianos.

Día 14 de octubre.

Al haberse reducido el contorno del cerco la posibilidad de defensa, con las escasas fuerzas disponibles, ha mejorado, así como también la comunicación entre los distintos sectores del frente.     Remite algo el ataque, se enlazan lateralmente los puestos y se levantan barricadas por todas partes, consiguiendo así evitar que el enemigo se infiltre dentro de la ciudad.

Varios aviones nacionales vuelan sobre Oviedo lanzando sobre el campo de San Francisco un importante suministro de munición: treinta mil cartuchos de fusil, doce proyectiles de cañón, así como diversos medicamentos y material de cura

Día 15 de octubre.

La situación para la población de Oviedo se hace cada vez más complicada, llegando al fin de la resistencia, debido a la falta de agua, alimentos, luz, etc.

A las  diez de la mañana se inicia un ataque desde El Caño del Águila y La Malatería sobre la posición de Casas Fuertes, situada en el barrio de San Lázaro. Sale a defender la posición el comandante Bruzo, jefe del sector Sur, cuyo puesto de mando se encontraba en el centro de resistencia del convento de Las Adoratrices, quedando la posición al mando de un capitán de Falange, junto con dos tenientes de la Guardia Civil y una guarnición de treinta y cinco guardias civiles, dieciséis falangistas y una pieza de artillería del 75, a cargo de un brigada. Una hora más tarde se presenta frente a la posición un blindado[7] armado con una ametralladora y un camión protegido, seguidos de unos cincuenta milicianos que, en su intento de atacar el convento en donde se hallaba de guarnición la 2ª compañía del Batallón de Voluntarios de Oviedo, son rechazados, destrozando la pieza de artillería con dos certeros disparos el blindado, dándose a la fuga los atacantes en el camión tras un intenso tiroteo, lo que evitó que pudieran llegar hasta la calle de Campomanes, dejando aisladas a las fuerzas de San Lázaro.

Tractor blindado Landesa situado en una calle no identificada dispuesto para hacer fuego.(Es posible que se trate de la calle Pérez de la Sala, frente al lateral izquierdo del Instituto) 

En las proximidades de La Argañosa los milicianos realizaron un ataque, empleando para ello otro tractor blindado, siendo dispersados por el fuego de la artillería nacional.

El enemigo prosigue en su intento de infiltrarse dentro de la ciudad a través del Campo de Maniobras hacía el parque de San Francisco, lo que se frustra mediante un contraataque apoyado por un obús del 105, que logra destruir la casa que utilizaban como base del fuego.  

La situación se vuelve muy apurada y se van abandonando varias posiciones. El enemigo ya está en Santo Domingo y en las calles céntricas de Cervantes e Independencia, en previsión de una posible incursión a través de las mismas, se levantan barricadas y parapetos.

Ante el panorama anterior los mandos de las Columnas de Socorro se dedican a planear el ataque definitivo sobre los sitiadores y liberar a Oviedo del cerco al que está sometido.

Día 16 de octubre.

La situación se hace angustiosa. El enemigo se infiltra en el barrio de San Lázaro hacía la Puerta Nueva, progresando entre las casas mediante el empleo de la dinamita. Con el objeto de parar el avance, por la noche se provoca un incendio en el barrio de El Campillín para crear así una cortina de fuego que impida al enemigo la progresión hacía el centro de la ciudad.

La resistencia se va haciendo imposible, por lo que se inicia la retirada hacía los reductos interiores, es decir, el formado por la Fábrica de Armas, cuarteles de Pelayo y de la Guardia Civil, con la Loma de Pando que los domina. Las municiones se van reduciendo; quedan útiles solo quinientos hombres, contando los convalecientes, enfermos y heridos leves, así como unos doscientos o trescientos paisanos distribuidos en cinco reductos. Ante esta situación, el general Aranda, en su comunicación al general Mola, le expresa: “¡Sólo nos queda morir como españoles!”.

Las Columnas de Socorro, la única salvación que le queda a Oviedo, después de importantes conquistas hechas a costa de un alto precio, se encuentran preparadas para el asalto definitivo.

Día 17 de octubre.

El protagonismo de este día corresponde a las gloriosas tropas que acuden en socorro de Oviedo. La orden de operaciones se realiza en dos fases: La toma de la cima del Monte Naranco y la entrada en la ciudad.

En la noche del 16 al 17 la columna del teniente coronel Teijeiro, desde su base de Escamplero, planea la maniobra para la liberación de Oviedo que, de manera inexcusable, deberá tener lugar al día siguiente, ya que en caso contrario la ciudad caerá en poder del enemigo. Teijeiro divide a sus fuerzas en dos grupos; uno compuesto por los tabores de  Regulares III de Ceuta y IV de Tetuán que, bajo el mando del comandante Gellego Sáinz, deberán ocupar por sorpresa la cumbre del Naranco y otro, formado por Guardias de Asalto de La Coruña y dos compañías de voluntarios, una de Orense y otra de Puentedeume que, al mando del comandante Jacobo López, marchará directamente sobre Oviedo y romperá el cerco.

A la una de la madrugada del día 17 y con una densa niebla, un tabor de Regulares al mando del comandante Gallego emprende la marcha desde Escamplero con el propósito de ocupar el Naranco y así facilitar, con el menor coste de vidas, la llegada a Oviedo de las columnas de socorro. Llevan la consigna de si se producen muertos y heridos, éstos no podrán ser auxiliados, así como no realizar fuego si  no es por orden expresa del jefe. Como arma sólo van provistos de fusil. Llevan como guía a Cipriano Pérez, experimentado conocedor del terreno por el que discurren, ya que éste ejercía como cartero en Las Regueras. Cruzan el río Nora por el puente de troncos de Quintos, subiendo a continuación por la Cañada de El  Rebollar y LLubrió. La marcha resulta peligrosa por lo accidentado del terreno. Hasta cuatro veces tuvieron que desandar lo recorrido, extraviándose, además, dos compañías. Después de cuatro horas de peligrosa ascensión, a las 7 de la mañana de llega al Violeo, coronándose a continuación las alturas de Las Caleyinas, La Rasa, Alto de la Vara y El Pico Paisano, sin encontrar resistencia ni enemigo alguno. A ir a tomar posesión de Peña Lampaya se acercan dos bultos, que no se pueden identificar debido a la persistente niebla. Se hizo el silencio y de pronto se da el ¡alto!, ¿quién va?, “hermanos vuestros”, responden. Al creer que se trataba del enemigo, se ordena hacer fuego, cayendo desplomados los dos cuerpos, que luego se demostró que eran unos paisanos vecinos del lugar, uno de ellos conocido como “el Zapaterín”. La posición de El Pico Paisano fue hostilizada desde el Pinar por grupos de milicianos situados. Coronada con éxito la cumbre del Naranco, quedaba expedito el camino hacia Oviedo.

A las once de la mañana, una vez disipada la niebla que impedía toda visibilidad, desde Escamplero se realiza una fuerte preparación artillera sobre el pueblo de Loriana, en donde el enemigo ofrece resistencia. El avance, como estaba previsto, es iniciado en Escamplero por la vanguardia al mando del capitán de Infantería, habilitado de comandante, Pérez López, compuesta ésta por fuerzas de Asalto de La Coruña, una unidad de Voluntarios de Orense y una compañía de Voluntarios de Puentedeume, de reciente incorporación. Al alcanzar el lugar de Gallegos resulta herido el jefe de esta vanguardia, siendo reemplazado por el también capitán de Infantería, habiitado de comandante Jacobo López García, que consigue vadear el rio Nora. Tras un avance por el Norte y Sur de Loriana, logran que el enemigo, por temor a ver cortada su retirada, abandone las posiciones que mantenía en el lugar. Como el objetivo marcado a la vanguardia era la ocupación de Loriana y esperar aquí a la espera de recibir órdenes, el jefe de la misma trasmite al jefe de la Columna, el teniente coronel Teijeiro, la novedad de haber cumplido el objetivo, solicitando al mismo tiempo permiso para continuar el avance, por entender que el enemigo no va a ofrecer resistencia alguna por haberse retirado totalmente desmoralizado.

La llegada a Loriana de una compañía de Regulares de Alhucemas, así como la presencia de banderas nacionales en las alturas occidentales del monte Naranco, que indican su toma por la agrupación del comandante Gallego Sáinz, se ordena al comandante López García proseguir el avance todo lo posible que pueda, antes de que el enemigo pueda rehacerse. La vanguardia, en saltos sucesivos, va ocupando las estribaciones del Naranco hasta llegar al lugar de Villamar, muy cerca ya de Oviedo, sufriendo sólo un ligero paqueo por su flanco izquierdo, que resulta fácilmente anulado. Se logra hacer un prisionero que, interrogado, manifiesta que el enemigo dispersado y desmoralizado se repliega a las líneas de Oviedo.  Asimismo, los naturales de Villamar informan al jefe de la vanguardia que, desde este lugar, la entrada en Oviedo debe hacerse cruzando el barrio de La Argañosa que se encuentra en poder de los rojos. Oviedo está a la vista y, en un último intento, puede establecerse contacto con las fuerzas sitiadas. Quedan ya pocos minutos de luz y se desconoce la resistencia que el enemigo puede ofrecer, principalmente, en La Argañosa. De todas la maneras el comandante López García decide continuar el avance. Entre Villamar y San Lázaro de Paniceres se encuentra una loma perpendicular a la dirección del avance la cual, por su situación estratégica, ofrece inmejorables condiciones de defensa, por lo que es ocupada por una sección de cincuenta hombres, cuyo jefe es advertido que si por la resistencia que pueda ofrecer el enemigo no se consigue entrar en Oviedo, el resto de la vanguardia (250 hombres) efectuará el repliegue sobre dicha posición.

Continúa el avance y al aproximarse las tropas de Asalto de La Coruña que, van en vanguardia por ser la fuerza más experimentada en la lucha urbana, a las primeras casas de La Argañosa, se empieza a sentir un vivo fuego enemigo procedente del flanco derecho, lo que hace penoso el avance, ya que obliga a cruzar los frecuentes claros existentes entre los edificios, de forma individual,  bajo un intenso fuego de armas automáticas que baten la carretera  de entrada al barrio. Se hace preciso anular la resistencia que ofrecen pequeños grupos en algunos edificios, así como una infiltración por la línea del ferrocarril a Trubia, que es anulada.

¡Por fin! La vanguardia llega a la entrada de la calle Independencia, que está cerrada por un parapeto de sacos terreros y, en su aproximación, es recibida con un intenso fuego procedente de los edificios cercanos, lo que les hace sospechar que la resistencia procede de los defensores. Se dan gritos de ¡Viva España! y de ¡Arriba España!, consiguiendo que cese el fuego. Desde uno de los edificios de donde han partido los tiros, se pide que acerque el jefe de la fuerza, lo que hace el comandante López García, protegido por dos guardias de Asalto, siendo recibido por dos oficiales que demuestran cierta desconfianza por la respuesta que da el comandante a la pregunta de uno de los oficiales sobre qué tropas son las que conduce. Se trata -dice- de la vanguardia de las tropas gallegas, compuesta por voluntarios y fuerzas de Asalto  (extrañaba que no figurase ninguna unidad regular). Además, el comandante llevaba la divisa de la habilitación de su empleo superior sobre un rectángulo rojo, circunstancia ésta desconocida por los sitiados, por lo que es conducido a presencia del jefe del sector, en donde se aclara la situación, consiguiendo ponerse en comunicación con el general Aranda, quien dispone que, con las debidas precauciones, entren las tropas que han quedado retenidas fuera del recinto.

El contacto de la vanguardia con los sitiados se establece a las 18,30 horas, siendo recibida por el propio general Aranda, quien felicita al comandante López García y a sus doscientos cincuenta hombres por el gran valor demostrado al alcanzar, si bajas de ningún tipo, tan importante y arriesgado objetivo.

Dos horas más tarde de haberse establecido el contacto con los defensores, llega el coronel Martín Alonso, acompañado del teniente coronel Teijeiro que, con sus correspondientes Planas Mayores, han seguido el avance de la vanguardia, guiados por las banderas blancas, con figuras de mariscos, que llevaban los Voluntarios de Puentedeume.

EL CERCO ESTÁ ROTO Y EL SITIO HA TERMINADO. ¡¡OVIEDO HA SIDO LIBERADO!! 

 

Soldados de las Columnas Gallegas posando en Oviedo tras la liberación. (En la parte izquierda de la fotografía puede observarse que han colocado una placa simbólica en la que se inscribe el nombre de “Plaza de los Mariscos”, así como también la silueta de un cangrejo)


CONCESIÓN DE LA CRUZ LAUREADA DE SAN FERNANDO, EN SU MODALIDAD DE COLECTIVA, A LAS FUERZAS DEFENSORAS DE LA PLAZA DE OVIEDO

Por Decreto de 3 de noviembre de 1937[8], “S. E. el Generalísimo, de los Ejércitos Nacionales, como resultado del juico contradictorio instruido al efecto, y de conformidad con lo informado por la Junta Superior del Ejército, se ha dignado conceder la Cruz de San Fernando, Colectiva, a las fuerzas defensoras de Oviedo, que tan heroicamente y con tesón digno de los hombres de España, supieron resistir un asedio de noventa días frente a un enemigo mucho más numeroso y mejor provisto de armamento y material de guerra, sin sentir ni un instante desaliento, como aquellos otros caballeros del ideal que, en las montañas asturianas, asentaron un día los cimientos de la unidad, libertad y grandeza de España.” 

Diseño de Laureada Colectiva de San Fernando

 

Laureada Colectiva de San Fernando bordada sobre la manga de la guerrera

FUENTES:

ÁLVAREZ-GENDIN Y BLANCO, Sabino: “Diario de la Guerra Civil durante el asedio de Oviedo” Manuscrito datado en Oviedo el 5 de marzo de 1937. (Cedido al autor del presente trabajo por cortesía de sus descendientes).

ARANDA MATA, Antonio: “Sitio y Defensa de Oviedo”. Revista Ejército núm. 7, Agosto 1940.

CORES Y FERNANDEZ DE CAÑETE, Antonio: ”El Sitio de Oviedo”. Ed. San Martín. Madrid, 1974.

GARCÍA MARTINEZ, Guillermo: “Los defensores del Cerco de  Oviedo (17-7-1936 / 17-10-1936)”. Oviedo,1994.

P. RUBINAT, Luis: “Defensa y Liberación de Oviedo”. Oviedo, 1937.

PÉREZ SOLÍS, Oscar: ”Sitio y Defensa de Oviedo”. Ed. Afrodisio Aguado. Valladolid, 1938.  

José Luis Calvo Pérez. 

Notas:   

[1] La llave de la defensa de Oviedo se había establecido, precisamente, en la Loma del Canto por ser este lugar un punto estratégico de vital importancia, ha adquirido un especial protagonismo bélico durante la primer quincena del mes de octubre de 1936.

[2] BOE núm. 14, de 30 de agosto.

[3]Biblioteca Nacional de España. GC-Caja/98/32/27.

[4] Fotografía de David Seymour”Chim”.

[5] AHN. Signatura:  OBJETOS, 365.

[6] Fotografía de Constantino Suárez.

[7] En realidad se trata del tractor blindado Landesa, ingenio construido en la Fábrica de Trubia sobre la base de un tractor del mismo nombre,  conocido popularmente como “oruga”.  

 [8] BOE núm. 382, de 6 de noviembre.

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