Nuestro buen amigo, compañero y colaborador, Luis Mairata de Anduiza, nos remite este este interesante artículo.
Foto de Javier Hernández (El País) |
La movilización de la sociedad marcó un hito en la lucha contra el terrorismo, las manifestaciones fueron masivas (varios medios cifraron la de Madrid en millón y medio de personas, medio millón en Sevilla, y trescientos mil en Zaragoza) y por todo el territorio nacional, las manos blancas y los lazos azules se convirtieron en un signo contra ETA. Millones de personas gritaron “ETA, aquí tienes mi nuca” demostrando que todos éramos objetivos y víctimas.
Muchos atentados de ETA habían sido ejecuciones
programadas, así lo fueron la mayoría de los que ha sufrido nuestros
uniformados, pero nunca se había publicado el plazo de la ejecución con una
fecha concreta y con un marcado carácter de chantaje.
Un chantaje en respuesta, podríamos decir que en formato de
venganza, al haberse liberado a Ortega Lara sin que ETA hubiera logrado su
exigencia del acercamiento de presos.
ETA no escuchó el clamor popular, ejecutando a Miguel Ángel
a los 50 minutos de cumplirse el plazo en un paraje apartado de Lasarte
(Guipúzcoa), de rodillas, con las manos atadas a la espalda, mediante dos
disparos a la cabeza, en la nuca, por la espalda, como hacía habitualmente,
como corresponde a los cobardes. Allí le abandonaron, en el paraje conocido
como “Puente viejo de Cocheras”. Dos vecinos que escucharon los disparos
encontraron todavía con vida a Miguel Ángel, que fue atendido y trasladado por
la DYA a Nuestra Señora de Aránzazu, donde falleció unas doce horas después de
la ejecución. El funeral y entierro tuvieron repercusión internacional.
Todos los medios lo han recordado, pero lo que han
“olvidado” fue que los ciudadanos tomaron las calles y su ira se volcó hacia la
cara más visible de ETA, su brazo político Herri Batasuna (establecido así
mediante su posterior ilegalización), uno de cuyos concejales además había
colaborado en el secuestro, y había sido la única fuerza política que no había
condenado el secuestro; así como contra las herriko tabernas, lugares
habituales de encuentro, recaudación, e incluso puntos logísticos para el
terrorismo callejero.
Las fuerzas policiales tuvieron que defender sedes de estos
entramados, dejando para la historia una imagen significativa que casi todos
los que vivimos esos días recordamos. Un destacamento de 6 miembros de la
Policía Autonómica Vasca, la Ertzaintza, que se tenía que repartir por multitud
de puntos sin tener efectivos suficientes, ante la muchedumbre ya prácticamente
incontenible que intentaba asaltar la sede de HB en San Sebastián, se quitaron
los cascos y los sotocascos. Los “antidisturbios”, conocidos como los “beltzas”
(negros, por el color de sus uniformes), eran especialmente odiados por el
entramado etarra, tanto por su labor en las manifestaciones como por su
participación en dispositivos de seguridad, de prevención, y de detención. Y
por ello eran especialmente celosos de su seguridad y de su intimidad (era
común que vivieran fuera de la Comunidad Autónoma en localidades limítrofes
como forma de protegerse a sí mismos y sus familias), no soliendo mostrar el
rostro. El gesto de quitarse la protección física del casco, y personal al
mostrar el rostro, fue un gesto que daba a entender que son la policía del
pueblo y no de HB aunque en ese momento tuvieran que protegerla. El gesto fue
respondido con aplausos y abrazos, recordándolo 20 años después “El País” (1) en la pluma de Mikel
Ormazabal.
Aquellos días fueron uno de los grandes puntos de inflexión en la lucha contra el terrorismo, con unas fuerzas policiales defendiendo de forma ejemplar a aquellos que les habían perseguido y asesinado durante 30 años; y un entramado terrorista contra la pared, acorralados y reprendidos por la sociedad en general, y de forma significativa por algunos que habían los apoyado o se habían mantenido callados ante la barbarie.
La Ertzaintza ha sufrido 15 víctimas mortales, 13 de ellas
a manos de ETA, 7 de ellas con anterioridad a estos sucesos. La policía
Nacional, desde 1968, ha sufrido 188 bajas, 143 a manos del terrorismo etarra.
Para ellos nuestro recuerdo.
1. https://elpais.com/politica/2017/07/11/actualidad/1499798555_020392.html
Luis Mairata de Anduiza.
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