"La Gran Vía" es un zarzuela en un acto y cinco cuadros original de Felipe Pérez González y música de Federico Chueca y Joaquín Valverde. Fue estrenada en Madrid en 1886 y su argumento, típicamente madrileño, no es otro que el proyecto de abrir una gran avenida capaz de unir el este y el oeste de la Capital para descongestionar el centro; un proyecto de 1862 que finalmente vería la luz en 1910 cuando comenzaron las obras de la gran arteria madrileña.
En esta obra tan conocida hay algunos pasajes en los que, el autor, hace una crítica mordaz al Cuerpo de Seguridad, estereotipando a sus Guardias de forma descarnada y, en ocasiones, insultante.
La escena de "los ratas" (Instituto de Estudios de Policía) |
En el simpático cuadro de los “ratas”, unos raterillos de poca monta, aparecen dos abúlicos Guardias de Seguridad que tratan de detener al trío de personajes logrando estos, finalmente, con una burda estratagema eludir la detención.
Sin embargo quizás el número más destacado de esta Zarzuela por lo que respecta a su relación con el Cuerpo de Seguridad es el “Vals del Policía” que interpreta un Guardia de aspecto bobalicón, junto al coro y otros personajes, y cuyo texto reproducimos íntegramente por tratarse de un número que no siempre se representa dentro del contexto de la obra, ni siquiera en la discografía, por estar durante largo tiempo prohibida su interpretación al considerarla ofensiva para el Cuerpo de Seguridad.
Federico Chueca, uno de los autores de la obra, con dos Guardias de Seguridad en la Pradera de San Isidro de Madrid en 1907 |
"Soy salvaguardia de la sociedad
soy policía de seguridad,
un polizonte por este “coté”
y por aquí ya lo ve usté.
Con esta mano sostengo el bastón
con esta el sable que no es de latón.
y si me encuentro cualquier criminal
yo nunca sé qué mano echar
¡han robado a Gil!,
¡han herido a Juan!
¡y a mí me han pegao
cuatro bofetás!
¡Bueno está el país!
ya lo sé
¡qué seguro está!
¡con la policía de seguridad!
Todo se halla en paz
en la población
y si alguien se queja
no tiene razón
Porque debe haber
gran tranquilidad
con la policía de seguridad.
Si hoy se me escapa un pillastre ladrón
o si no doy con un tuno gandul
es porque no tengo a mano un cañón,
como el que tuvo el señor Barba Azul.
Más si algún día lo llego a tener,
y es un proyecto del cual voy en pos,
en cuanto yo empiece a cañonazos,
¡apaga y vamonós!
¡Qué singular
innovación!
¡Cuánto le cuesta esto
a la pobre Nación!
Con tanto hablar
y tanto hacer,
guasa viva
es lo que trae el gaché.
¡Qué barbaridad!
¡Qué barbaridiz!
¡Válgame San Pedro
como está Madriz!
Pues ya vera ustez
a la sociedaz...
Que no está segura
con seguridaz.
Es salvaguardia de la sociedad
es policía de seguridad,
un polizonte por ese “coté”
y por aquí lo que se ve.
Con una mano sostiene el bastón,
con la otra el sable que no es de latón;
aunque resulta que luego no es na
ni por allí
ni por allá.
¡Polizonte de mi chic
no se encuentra ni en París!
¡Ando, corro, vengo, voy
ni un solo momento tranquilo me estoy!
¡Y con tanto correr nunca a tiempo llegó!
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