Nuestro buen amigo compañero y magnífico historiador, el Inspector Jefe Martín Turrado Vidal, nos remite este interesante trabajo sobre la fundación de la Policía Española.
Se empezará, ya que no queda otro remedio, filosofando, aunque no sea una costumbre demasiado sana ni recomendable según el dicho latino de primum vivere, deinde, philosophare. ¿Qué es la verdad histórica? Básicamente la que se puede establecer a través de los documentos. Esto genera un grave problema: ¿cómo de algo se puede afirmar que es verdadero o falso si se ignora la existencia de documentos o se ocultan los que prueban lo contrario de lo que dice algún autor?
Entre los admiradores de la Policía hay algunos que hacen buenos a nuestros enemigos, porque al final también el dicho de que no hay peor cuña que la de la misma madera sigue siendo, por desgracia, cierto. Mas aún cuando esos admiradores se dedican a dedicar a la Policía una sarta de mantras de los que no se apean ni aunque se le demuestre una y mil veces que la verdad histórica está muy lejos de sus afirmaciones, constituidas por una serie de mantras que aplican incluso a la policía de hoy.
Entre esos mantras se encuentran básicamente los siguientes: el de la permanencia ininterrumpida de una institución, la politización (desde antes de nacer), la Santa Hermandad considerada como antecedente de un cuerpo de seguridad, la Milicia Nacional (nueva en la plaza) y la policía de protección seguridad pública que en ningún caso fue creada por el Real Decreto de 26 de enero de 1844. Se irá de más antigüedad a menor, dejando para el final la politización y el ramo de Protección y Seguridad Públicas.
La Santa Hermandad no pudo constituir un antecedente de un cuerpo de seguridad moderno porque su misión y funciones fueron propias de un tribunal especial por razón del territorio en que ejerció su jurisdicción- el descampado- y de la materia, “los casos de hermandad” que se le asignaron. ¿O es que puede un miembro de un cuerpo de seguridad moderno – a partir de la Constitución de 1812- ordenar la ejecución por asaeteamiento o la mutilización o embargo de bienes de algún preso? ¿Es este el antecedente en que se quiere ver reflejada la actuación de un cuerpo de seguridad?
Las funciones de la Milicia Nacional no quedaron tan claras ni en la Constitución de 1812 ni en las leyes y reglamentos que la desarrollaron. Al final, terminó por convertirse en un contrapeso para el “Ejército permanente”, teniendo una vida muy parecida a la del Guadiana. Por sus mandos y estructura orgánica pero no por su implantación territorial lo más parecido a ella fue la Guardia Civil.
La Policía de Fernando VII fue creada para defender al régimen absolutista. No es esta la verdad histórica: fue creada para sustituir a la Inquisición -los gritos de los ultrarrealistas de ¡Viva la Inquisición! ¡Muera la Policía!, unidos siempre, lo prueban. Fue creada con las características de un cuerpo policial moderno: tenia funciones administrativas y de seguridad; su organización territorial se adaptó a las necesidades de la nación y se implantó en todo su territorio. Lo más importante: incorporó a su actuación uno de los más grandes principios liberales: la puesta a disposición judicial de sus detenidos. Su actuación estuvo lejos de estar politizada, para eso estaban las Comisiones Militares Ejecutivas y la Alta Policía-, pues se orientó a la persecución de la delincuencia común y en un segundo plano, a la de los ultrarrealistas. Todo ello probado por más de doscientos legajos existentes en el Archivo Histórico Nacional.
La Policía secreta existió nunca. Lo que existió en realidad fue una partida presupuestaria que se dedicó al pago por información y que fue suprimida en 1840, una vez terminada la I Guerra Carlista. Habrá que ver un informe publicado en la prensa de la época cómo esos fondos se utilizaron ya entonces para comprar periódicos y periodistas.
Ahora toca abordar la gran cuestión. ¿Permaneció en el tiempo o fue suprimida entre 1835 y 1844? La respuesta de forma inequívoca y clara es que permaneció en el tiempo y que no fue suprimida. Es que, si se afirma lo contrario, hay cosas que realmente son inexplicables: ¿Cómo puede la Gaceta de Madrid del día 2 de enero de 1844 publicar servicios realizados por el ramo de Protección y Seguridad Pública de Madrid sino no existía? ¿Cómo puede destinarse en los presupuestos de esos años una partida de alrededor de 3.400.000 reales a un cuerpo inexistente?
Esta verdad histórica es la que necesita una revisión urgente. El Real Decreto de 4 de octubre no suprimió la Policía General del Reino, lo que suprimió fue su cabeza, la Superintendencia General de Policía. En cuanto al de 1840 suprimió la policía secreta, es decir, la partida destinada a los fondos reservados sin afectar para nada a lo que quedaba del ramo de Protección y Seguridad Públicas, grandes ciudades, puestos fronterizos y algunos puertos.
Falta a la verdad histórica afirmar que el ramo de Protección y Seguridad Pública fuese creado por el Real Decreto de 26 de enero de 1844. Este fue el nombre que se dio a la Policía en Madrid a partir del 18 de agosto de 1836 por una Real Resolución, que después se hizo extensivo a toda España. Pero es que en el caso de que lo creara es decreto, sigue siendo anterior en cinco meses a la creación de la Guardia Civil (26 de enero-13 mayo).
El preámbulo del decreto de 26 de enero, en que tan ferozmente se ataca a la policía según algunos historiadores, resulta que en él el gobierno trata de desmarcarse de la policía tan y como había funcionado hasta entonces y trata de decir que él lo iba hacer infinitamente mejor, porque era más listo que todos sus antecesores. Por ello, mantuvo la estructura y organización en que estaba la policía a raíz del decreto de 4 de octubre de 1835, eso sí con el cambio de nombre. La implantó en todo el territorio nacional e hizo depender en cuanto al servicio a la Guardia Civil de esa estructura restaurada hasta el 1 de enero de 1848. La dicha duró poco, porque, claro, solo lo hizo mientras también lo hizo el alivio y contento de la clase militar, “uno de los objetos” para los que había sido creada la Guardia Civil (Real Orden de 14 de abril de 1844)
La politización es otro gran mantra. Toda cuerpo y fuerza de seguridad nacional depende del gobierno desde su nacimiento y en todos los periodos históricos en que ejerza sus funciones. ¿Es que la Guardia Civil se libra ha sido históricamente independiente de algún gobierno o no ha acatado sus órdenes? ¿No se ha cambiado a ningún jefe de la Guardia Civil por no obedecer las órdenes de algún gobernador civil o incluso por ser molesto para algún cacique local? ¿O es que tampoco se ha llevado de los pueblos a algunos vecinos que tenían derecho a voto porque el gobernador civil ordenada su destierro coincidiendo con las elecciones para que no pudieran votar? Si esto no fue así, no es una verdad histórica, venga el Comandante Casero en mi auxilio para demostrarlo.
En fin, al final muchas de las verdades históricas no pasan de la categoría de invenciones, suposiciones e hipótesis sin ningún fundamento en la documentación existente. Pero se deben seguir manteniendo para ver si por un deus ex maquina una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Simplemente, con admiradores como los que están surgiendo para celebrar el bicentenario, es preferible que se conviertan enemigos declarados. Por lo menos, si esto sucede, los podríamos combatir con mayor comodidad en campo abierto.
Vamos, pues, al vivere. Lo importante es desvirtuar la celebración del bicentenario, aunque la verdad histórica importe en este caso un pimiento morrón. Para ello se utilizará los mayores altavoces públicos. No importan que se desmientan verdades supuestas e inventadas: lo importante es atacar una celebración, que, esperemos, se celebre con normalidad.
Martín Turrado Vidal.
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