domingo, 27 de septiembre de 2020

Hoy, sigue presente

Hoy recordamos al Policía Nacional Wenceslao Maya Vázquez, asesinado por ETA el 27 de septiembre de 1987. 

El Policía Nacional Wenceslao Maya resultaba muerto y otros cuatro agentes heridos leves, era e! balance de un atentado terrorista con coche bomba perpetrado a las tres y media de la tarde del día 27 de septiembre de 1987, en pleno centro de San Sebastián. Asimismo resultaron heridos de carácter leve varios civiles que circulaban por la zona. 

Policía Maya Vázquez


El vehículo policial se dirigía hacia el Gobierno Militar de la ciudad, en cuyas inmediaciones se venían registrando enfrentamientos entre policías y manifestantes, desde primeras horas de la tarde de ese día. Al cumplirse el duodécimo aniversario del fusilamiento de los miembros de ETA Juan Paredes Manot, alias “Txiki”, y Ángel Otaegui alias “Cara quemada”, en 1975 (junto a tres miembros del FRAP), la Coordinadora KAS, con el apoyo de Herri Batasuna, había mantenido las concentraciones del “Gudari Eguna” (Día del Soldado Vasco), pese a la prohibición expresa por parte del Gobernador Civil José Ramón Goñi Tirapu. Los hechos se produjeron a las tres y media de la tarde, cuando todavía continuaban los incidentes iniciados a la una. 

Una dotación de la Policía Nacional, compuesta por seis agentes de una compañía de reserva, se dirigía al Bulevar, en servicio de patrulla, cuando al pasar el vehículo por el paseo de la República Argentina, los terroristas accionaron, desde el otro lado del río Urumea, el mando a distancia que hizo estallar un coche bomba, aparcado a pocos metros del hotel María Cristina y del teatro Victoria Eugenia, donde hacía menos de veinticuatro horas que se había clausurado la 35ª edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. 

La explosión del potente artefacto afectó a la parte delantera del vehículo policial, causando la muerte en el acto al agente Wenceslao Maya Vázquez, conductor del mismo, y provocando heridas muy graves a su compañero Miguel Hernández. El estado de este policía se agravó a últimas horas de la tarde. Los otros tres agentes que viajaban en el vehículo resultaron con heridas de menor gravedad, pero requirieron su traslado a centros sanitarios. La onda expansiva alcanzó al menos a cuatro personas que caminaban por la zona. La explosión provocó una fuerte humareda y el ruido se escuchó en gran parte de la ciudad. Cuatro vehículos aparcados junto al coche bomba resultaron completamente destruidos y parte de los jardines existentes en el lugar quedaron calcinados. 

Los Policías Nacionales heridos eran, Isidro Gallego García-Carpintero, de 28 años, que fue trasladado al Hospital de la Cruz Roja, y sufrió quemaduras graves de primer y segundo grado en el brazo, cara y pierna izquierda, de las que no se curó hasta pasados 235 días; Manuel Ibáñez Herrera, que fue ingresado en el Hospital Nuestra Señora de Aránzazu con traumatismo craneal y heridas en todo el cuerpo, tuvo que ser sometido a diferentes intervenciones quirúrgicas durante los ocho meses siguientes al atentado; Manuel Maruri Niño, de 28 años, que fue trasladado al Hospital de la Cruz Roja con heridas en las piernas y la cara, estuvo de baja durante siete meses, y Miguel Ángel Rodríguez Pozuelo, de 25 años, que fue también trasladado al Hospital de la Cruz Roja, y no se había recuperado de las heridas sufridas tres años después, cuando se celebró el juicio contra los autores del atentado. 

El coche-bomba que fue utilizado por los terroristas en el atentado, contenía siete kilos de amonal y dieciocho de metralla. El vehículo, que quedó totalmente destrozado, fue identificado como un Peugeot 205, que utilizaba una matrícula falsa, robado trece días antes en el polígono industrial de Martutene. La metralla utilizada en la bomba estaba constituida por tornillos de los que empleaba Renfe para sujetar las traviesas de las vías de ferrocarril. 

Wenceslao Maya Vázquez, que pertenecía a la compañía de reserva número once de la Policía Nacional, con base en Miranda de Ebro (Burgos), tenía 31 años, estaba casado y tenía dos hijos de 7 y 2 años. Era natural de Badajoz en cuyo cementerio sería enterrado 

¡¡Dulce et decorum est pro patria mori!! 





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