miércoles, 23 de septiembre de 2020

Bendición de la Bandera del 1º Batallón de la Milicia Urbana de La Coruña (1834)

Nuestro buen amigo y compañero, el Inspector Jefe Benigno Roca Lodeiro, nos remite noticia de la bendición y entrega de la Bandera al 1º Batallón de la Milicia Urbana de La Coruña.

 

Este brillante acto, se celebró, con toda solemnidad, el 10 de octubre de 1834 y así lo narra el libro “Relación de los festejos públicos con la que el 1º Batallón de la Milicia Urbana de La Coruña”, celebró la bendición de su Bandera”, editado por la Imprenta del Boletín en el citado año de 1834. 

El texto, señala que, con fecha 10 de octubre, cumpleaños de la Reina Dña. Isabel II, se celebró este solemne acto que se inició, en la mañana de aquel día, con alboradas y pasacalles de grupos de gaitas, a la vez que el cañón de la plaza disparaba la correspondiente salva de ordenanza. 

Desde las ocho de la mañana, las casas aparecieron llenas de colgaduras y engalanamiento de sus balcones y los vecinos, de todas clases sociales, abarrotaron las calles. 

Por su parte, en la Alameda formó el Batallón de la Milicia Urbana, así como su Sección de Caballería, debidamente uniformados y en estado de revista que verificó su Comandante José Mª Bermúdez. 

Una vez concluida la revista, el Batallón y su Sección de Caballería, desfilaron por las calles coruñesas, marchando a la cabeza la Música del Regimiento de Infantería de Línea nº 16, en dirección a la iglesia de San Agustín (hoy iglesia de San Jorge), donde se iba a celebrar la bendición de la Bandera, ante la presencia de Autoridades civiles y militares, comunidades religiosas y notables de la ciudad. 

Ofició la Misa, solemne y cantada, el Prior de la R.I. Colegiata, Francisco Villamarín, asistido por los tenientes curas de las parroquias de San Nicolás y San Jorge (hasta 1838 estuvo sitiada en el solar que hoy ocupa el Teatro Rosalía Castro). 

Terminada la función religiosa, el Comandante jefe del Batallón recibió la nueva enseña, siendo colocada en su puesto tras efectuar la descarga reglamentaria y demás requisitos de ordenanza, iniciándose de nuevo el desfile en dirección a la plaza Real, donde se había instalado un arco triunfal, profusamente adornado, y donde se procedió a tomar el juramento, ante la nueva Bandera, a todos los integrantes del Batallón. 

Finalizado el acto de la jura y formado el Batallón en columna cerrada, su Comandante dirigió una alocución a los jurandos, tras lo cual el Batallón desfiló bajo el arco, dirigiéndose al campo de la Leña desde donde la Bandera fue trasladada a la Sala consistorial donde quedó custodiada. 

En los salones del Hospital de la Caridad se sirvió, pasadas las dos de la tarde, un convite cívico al que asistieron Oficiales y miembros del Batallón. A la finalización de este acto, los asistentes de repartieron por todas las calles de la ciudad, entonando canciones patrióticas y vivas a la Reina y a la Regente. 

A las ocho de la tarde, la jornada festiva tuvo su continuación con el repique de campanas y el alumbrado general. En la plaza Real, se dispararon fuegos de artificio. Tanto el arco triunfal como los edificios de la plaza y colindantes, en especial la Casa Consistorial (debe referirse a las viejas Casas Consistoriales, situadas en la plaza de Harina, que bien podría ser la que llama Real, y que se mantuvo en esa ubicación hasta que en 1838 se trasladó a la calle de la Franja) se hallaban profusamente iluminadas y en el balcón principal del consistorio se dispuso de un magnífico dosel bajo el que se colocó un retrato de la Reina niña, escoltado por la Guardia Urbana. 

A las once en punto de la noche, se lanzó a los cielos un globo de papel, así como se dispararon otras carcasas de fuegos artificiales, todo ello animado por la Música que se encontraba situada a un lado del arco y que interpretó composiciones hasta la una de la mañana en que la fiesta se dio por terminada. 

A su conclusión, varios miembros del Batallón, acompañados de la Música, cumplimentaron al Comandante jefe hasta su domicilio, donde lo despidieron. 

La jornada concluyó sin desórdenes y altercado alguno. 

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