miércoles, 2 de septiembre de 2020

Cuando la incitación al delito es lícita

El otro día tuvimos conocimiento de que una impresentable podemita, de esas "salvapatrias" que pretenden lavar la imagen de su partido y de sus líderes, puesta en entredicho por la justicia, a base de mostrarse como adalid de los derechos de algunos, invitaba a que debían ser ocupadas, a la brava, las viviendas que no estuviesen habitadas, llevándose por delante el principio elemental de la propiedad privada, consagrado por la Constitución.


Llama poderosamente la atención que, pese a esta clara incitación al delito, nadie la hubiese reprobado públicamente o no esté ya al borde sentarse en el banquillo de los acusados.

Ya tuvimos ocasión de ver como, estos mismos individuos e individuas, se encargaban de alentar "escraches" contra aquellos que no piensan como ellos, y, sin embargo, defienden con ahínco el derecho a la intimidad cuando los sujetos pasivos de tales hechos son ellos.

Vivimos una situación de total anomalía y de falta notable de libertades propia de los regímenes totalitarios de corte marxista. De esta suerte, una tipa se puede permitir el lujo de incitar a la ocupación indiscriminada de viviendas, sin que nadie le exija responsabilidad alguna y, sin embargo, otro cualquiera, una persona de bien, puede caer con sus huesos en prisión, por hablar del régimen de Franco y de lo realizado por España durante sus años de gobierno.

Es decir, o piensas como ellos en materia de género, de religión, de concepto de una España rota y dividida, de esa historia que pretenden reescribir, de inmigración, de clima, de feminismo, de animalismo, etc., o corres el riesgo de ser eliminado civilmente y encima terminar en prisión.

Esa es la libertad que tenemos, la libertad que nos procuran los social-comunistas que nos mal gobiernan, de ahí que traten de seguir tapándonos la boca con mascarillas. ¿Hasta cuándo?   

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