sábado, 31 de diciembre de 2016

La homogeneidad en la uniformidad del Cuerpo de Seguridad

Sin duda uno de los caballos de batalla de los órganos directivos del Cuerpo de Seguridad, al menos hasta la publicación del Reglamento de Vestuario de 2 de agosto de 1920 y la subsiguiente Cartilla de Uniformidad de 20 de septiembre de ese mismo año, fue el tratar de homogeneizar la uniformidad de todos los individuos del Cuerpo, algo que creemos no se logró hasta las fechas señaladas en las que ya se determina, además de un nuevo uniforme, las pautas para gestionar todo lo relativo a vestuario, creando las correspondientes Oficinas destinadas a tal fin con competencias en las distintas provincias.


A lo largo de los años, al menos desde 1908, fecha en la que comienza el despliegue a nivel nacional, se publicaron diferentes instrucciones conducentes a unificar la uniformidad de todos los integrantes del Cuerpo, independientemente de su destino, objetivo que no se logró y si algo se consiguió fue de forma parcial.

Guardias de Seguridad frente al Palacio Real de Madrid. Visten el uniforme de invierno reglamentado en 1911

Si ya lo habíamos observado con relación al uniforme de rayadillo estival implantado en 1903 que a lo sumo vistieron los efectivos destinados en Madrid y Barcelona, manteniendo el resto de las guarniciones la misma uniformidad en todo tiempo, algo similar ocurrió con las modificaciones introducidas en 1911 y en 1914 que no alcanzaron a muchas de las plantillas como así lo demuestran fotografías de la época localizadas en las distintas publicaciones periódicas a las que hemos tenido acceso.

Si ojeamos las fotografías de la época en las que aparecen imágenes de Guardias de Seguridad, comprenderemos el verdadero alcance de algunos de los comentarios vertidos por la prensa que incluso llegaron a tener eco jocoso en las tramas de muchas de las obras del llamado Género Chico. El mal diseño, la mala calidad de las telas e incluso la deficiente hechura de los uniformes de los Guardias transmitían una imagen de abandono, cuando no de miseria, del todo incompatible con el mensaje de seriedad y pulcritud que, por su misión, deberían proyectar los integrantes del Cuerpo a la ciudadanía. La prensa de la época refiere agrias críticas, en numerosas ocasiones, en tal sentido. 

Probablemente aquellas críticas, algunas muy mordaces, obligaron a que los órganos de dirección del Cuerpo se replanteasen esta problemática y así, en septiembre de 1911 se establece un nuevo uniforme que fue presentado, por vía de ensayo en la Capital de España, y que a partir del año siguiente se hizo extensivo, con notable éxito, a otras provincias. Este uniforme, que mejora notablemente la imagen corporativa, adopta unas polainas cortas de cuero negro y al pantalón se añade un vivo grana en la costura exterior; también se colocan unas granaderas, de igual color que el vivo del pantalón, en las bocamangas provistas de tres botones pequeños y se sustituyen los seis botones de las carteras traseras de la guerrera, por dos de tamaño grande, mejorando el aspecto general del uniforme hasta el punto de ser recibido por la prensa con comentarios muy elogiosos. Baste echar un vistazo a La Voz de Galicia en su edición correspondiente al 11 de enero de 1912 en la que reseña el acto de presentación del nuevo uniforme en La Coruña, celebrado el día anterior, señalando: "El conjunto luce muy bien. Los Guardias están irreprochables. ¡Qué diferencia entre esta lucida tropa, bien vestida, bien armada y equipada, y aquellos Guardias astrosos de antaño, tantas veces ridiculizados en caricaturas y sainetes!".

Guardia de Seguridad con uniforme de verano reglamentado en 1911

Creemos que el comentario es más que elocuente y deja bien a las claras, en aquel momento, el presente y pasado del Cuerpo de Seguridad.

También en Madrid, por estas fechas se declara reglamentario el uso de un ceñidor de cuero acharolado blanco al que se le añade una cartera ventral, de cuero negro, en cuyo frente se colocan las cifras "CS" del Cuerpo, lo que contribuye a darle mayor prestancia al uniforme. Sin embargo, estos cambios, al contrario que los señalados anteriormente, no se hicieron extensivos al resto de la provincias como así lo prueban fotografías de la prensa de la época, en las que aparecen los Guardias sin este ceñidor en fechas tan tardías como 1918 e incluso en 1919 y en plantillas de la importancia de la de Barcelona, aunque si portan una especie de morral de cuero que suponemos servía para alojar la munición de respeto.

Un cambio que si creemos afectó a una buena parte de España, aunque no a toda, con mayor o menor premura, fue el relevo del modelo de casco adoptado en 1903 y de uso desde 1904, con su tope de metal blanco, por otro rematado por una cimera con una cabeza de león plateado que se implantó en Madrid en los últimos meses de 1911 y que, de forma paulatina, fue extendiéndose su uso a una buena parte de España aun cuando, por ejemplo, la plantilla de Granada, continuaba en 1918 utilizando el primer modelo de casco. Esta cimera de cabeza de león plateado se vio reducida de tamaño y por tanto de peso en 1915.

Del mismo modo para verano se diseña, en este año de 1911, un uniforme compuesto de guerrera de lanilla gris con cuello y bocamangas de igual color que el resto de la prenda, con el emblema del Cuerpo en plata; este uniforme presenta hombreras de cordón de algodón blanco y el pantalón es igual, cuando no el mismo, que el utilizado en el de invierno. A este conjunto se le acompaña, como ya era reglamentaria en el de rayadillo, de una gorra de piqué blanco con escarapela con los colores nacionales y presilla de hilo de plata con botón pequeño.

Posteriormente, probablemente al considerar que los tresillos a la granadera, de color grana, colocados en las bocamangas constituyen un elemento identificador del uniforme, rompiendo su monotonía monocromática, se dota al uniforme estival de idénticas granaderas, así como de un cuello de pañete también grana que tampoco se colocó con carácter general y sobre él los emblemas del Cuerpo, manteniendo inmutable el pantalón y la gorra de piqué blanco. 

Cabe señalar que el precio del anterior uniforme estaba tasado en 60 pts., aumentando a 75 con ocasión de la colocación de los tresillos de pañete a la granadera ya descritos; este uniforme se sufragaba a cuenta de las 12,50 pts. que se le descontaban mensualmente a los Guardias para tal fin.

Guardias de Seguridad con uniforme de verano de 1914

Con relación a las polainas descritas en el uniforme de invierno son también reglamentarias en el estival si bien hemos encontrado material gráfico que nos permite observar que no siempre se utilizaban; en consecuencia suponemos que su uso estaba contemplado para la prestación de determinados servicios.

Este uniforme veraniego se utilizó en las plantillas periféricas, al menos en una buena parte de ellas, hasta la entrada en vigor del uniforme reglamentado para la temporada estival en 1920. 

Algo similar a todo lo descrito sucedió con el uniforme estival declarado reglamentario para la fuerza destinada en Madrid en el verano de 1914. Aquel uniforme de guerrera y pantalón de lanilla gris, con el cuello del mismo color que el resto de uniforme y provista su guerrera de tresillos a la granadera a imagen del uniforme veraniego que ya venía usándose, incorpora un nuevo modelo de casco forrado con tela de piqué blanco, similar al utilizado en las gorras usadas en el hasta entonces reglamentario uniforme veraniego.

Creemos que, en muchos casos, el diseño de este nuevo uniforme consistió en incorporar a la guerrera de lanilla veraniega, introducida en 1911, un pantalón del mismo color y género convirtiendo el traje en monocromo a excepción de las granaderas que seguían siendo de color grana, todo ello permitía un ahorro considerable en la economía de los Guardias al verse obligados tan solo a confeccionar un pantalón en lugar de un uniforme completo ya que la guerrera era similar a la de 1911 remplazando el cuello de pañete grana por otro del mismo color que el resto de la prenda. 

Si bien el uso de este uniforme pudo extenderse a la mayoría, cuando no a la totalidad, de las plantillas, confeccionando, como queda dicho, un pantalón del mismo color que la guerrera que se venía utilizando cada verano desde 1911, no así el casco referido ya que según hemos constatado en Santander, por ejemplo, en 1917, se continuaba utilizando con este uniforme, provisto de ceñidor de cuero negro, la gorra de piqué blanco e incluso en Barcelona en 1919 hay fotografías que atestiguan el uso de tal prenda de cabeza con el uniforme de lanilla gris llevando ceñidor blanco de charol. Igual referencia hemos encontrado en fotografías tomadas en Bilbao en estos años donde los Guardias se tocan con la guerra de piqué blanco con el uniforme estival.

Es muy probable que los motivos que puedan justificar esta falta de uniformidad en las diferentes guarniciones del Cuerpo de Seguridad, en los primeros años, se encuentren, de una parte, en el coste de las prendas cuya adquisición incidía directamente en la paupérrima economía de los Guardias y, de otra, en los remanentes habidos en las dependencias del Cuerpo que exigían darles salida razón por la cual se amplió el tiempo de vida de las prendas.

¿Por qué entonces en Madrid se implementaron una serie de cambios continuados durante estos años? La respuesta deber buscarse en el hecho de ser la Capital de España y sede de la Corte, lo que exigía que el Cuerpo debía ofrecer no solo una imagen homogénea, sino también en cierto modo vanguardista, con relación a la moda, en consonancia con la sociedad de aquellos años, a todo ello contribuyó la creación en Madrid, en los primeros meses de 1913, de la primera Oficina de Vestuario.

No hay que olvidar que por aquel entonces el Ejército vestía con sus elegantes uniformes de paño, algunos tan vistosos como los de la Brigada de Húsares, integrada por los Regimientos de la Princesa y de Pavía, ambos de guarnición en Madrid, o las Tropas de la Casa Real e incluso otras Unidades que guarnecían la ciudad.

Así transcurrieron aquellos años hasta 1920 en que la uniformidad seguía siendo la asignatura pendiente del Cuerpo de Seguridad; sin embargo, con la implantación de los nuevos modelos de uniforme, al comenzar la década de los glamurosos años veinte, se logró finalmente comenzar a homogeneizar la indumentaria del Cuerpo de Seguridad tras doce años en que se intentó sin éxito.

José Eugenio Fernández Barallobre,
La uniformidad del Cuerpo de Seguridad (1908-1931)




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