Del boletín "Emblema" editado por la Orden de la Placa y el Mérito, extraemos esta artículo firmado por nuestro amigo y colaborador Carlos Fernández Barallobre.
Una mañana del día 28 de enero de 1977, un vecino de la zona del puente del Pasaje, en la entrada de La Coruña, requirió los servicios de la Policía al encontrase en unas zarzas el cuerpo de una joven, que desnuda de cintura para arriba, se hallaba tendida y enroscada en un charco de sangre que brotaba de su cuerpo. Tres días después la joven fallecería en el Hospital Juan Canalejo de la Coruña, debido a la gravedad de sus lesiones.
El puente del Pasaje |
De inmediato funcionarios de la Brigada Criminal de La Coruña se pusieron en funcionamiento. En el lugar de los hechos los agentes encontraron un bolso que contenía la documentación de la víctima, que respondía al nombre de Cristina Ares Arthaud, de treinta y tres años de edad y su estado civil era el de separada. En el instante de ser encontrada, Cristina tenía el rostro completamente desfigurado y ensangrentado. Tuvo que ser el padre de la víctima quien la reconociese. Los inspectores comprobaron que Cristina, huérfana de madre desde los doce años, vivía en la Ciudad Vieja de la Coruña, que padecía alcoholismo y que la noche anterior a su agresión había estado en varios pub de la zona, bebiendo hasta las tres de la madrugada.
A esa hora requirió los servicios de un taxi a cuyo conductor, según su posterior declaración, le hizo cambiar varias veces de destino, Cristina iba acompañada de un perrito. El taxista recibe la petición de que la lleve a Mera, pero al comprobar que Cristina no tiene dinero para abonar la carrera, la obliga a apearse en el Puente del Pasaje.
A pie, Cristina se dirigió hasta la gasolinera de Perillo, donde efectuó una llamada telefónica a una amiga, que no prestó atención a sus demandas. Según declararon los empleados de la gasolinera, Cristina, con su perrito, puso rumbo a La Coruña y llegando a la glorieta del Pasaje, tomó el camino viejo de Las Jubias en dirección a la capital coruñesa. Ahí se le perdió fatalmente la pista.
El informe forense desveló que la joven, tras recibir los puñetazos, cayó por un terraplén y dio con la cabeza en una piedra, lo que le hizo perder litros de sangre. Incluso se supo que, malherida, se arrastró unos metros en busca de ayuda.
La Policía descartó que la agresión fuese premeditada, pues Cristina, aquella noche, no estuvo acompañada por persona alguna. La teoría que barajaron los investigadores, tras interrogar a más de cien personas, fue la de que Cristina se encontró de forma casual con su agresor y tras propinarle los tremendos puñetazos, uno en un ojo y otro en la boca, abandonó el lugar, sin percatarse de la gravedad en la que quedaba Cristina. El perrito que la acompañaba, apareció, al día siguiente, frente a la casa de la víctima en la Ciudad Vieja coruñesa.
Nunca se supo quién le dio muerte, pues la policía se encontró sin un móvil que justificase la brutal agresión. El día del suceso, un joven fue visto merodear por el lugar, pero nunca se dio con él.
A día de hoy el crimen sigue sin esclarecerse.
Carlos Fernández Barallobre
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