sábado, 13 de junio de 2020

El F.R.A.P y la China Roja de Mao. Elena Ódena: su ideóloga

Nuestro buen amigo, colaborador y miembro de la Orden de la Placa y el Mérito, Carlos Fernández Barallobre, nos remite este interesante trabajo sobre la verdad de la banda marxista asesina del F.R.A.P. que completa el anterior ya publicado.



"Para dejar de una vez bien sentado, ante las mentiras contadas sin rubor, por esa prensa pesebrera, malintencionada, unida a esas tertulias televisivas insoportables, donde pululan los tíos y tías más tragaldabas, malvados, encanallados e ignorantes, que pululan por este país-y nunca mejor dicho lo de país- que nos ha tocado vivir, y que desconocen por completo la historia de España y del comunismo, dando encima lecciones. Pues para que se enteren de una puñetera vez, el FRAP no fue fundado por el Partido Comunista de España, sino que fue una escisión como de seguido comprobaremos.

En mi anterior trabajo sobre los FRAP, omití a propósito la figura de una mujer, clave en la dirección del partico Comunista de España Marxista Leninista, la bilbaína Benita Ganuza, alias Elena Ódena, nacida en la capital vizcaína en 1931, y que tuvo mucho que ver con aquella escisión en el PCE, echándose en brazos de la China comunista de Mao. 

A la edad de quince años viajaría al Reino Unido a fin de realizar sus estudios. Será algo que le perseguirá de por vida, pues no en vano, algunas importantes fuentes consultadas, aseguran que Elena fue captada por el MI5, el servicio de inteligencia y espionaje británico, para introducirse, como así hizo, a finales de los años cuarenta, en el partido Comunista de España, desempeñado en él puestos de dirección en lo referente a emigración y exilio. 

Benita Ganuza alias Elena Ódena en China. Imagen recogida de Internet

En enero de 1960 en la capital de Checoslovaquia, Praga, tenía lugar la reunión del VI Congreso del PCE, donde sería elegido como secretario general Santiago Carrillo y presidenta del Partido Dolores Ibarruri “La Pasionaria” 

Es en ese instante en que Elena Odena y Raúl Marco, a quien ya mencionábamos en el anterior artículo, comienzan a desmarcarse de la línea oficial de Partido Comunista de España, abrazando la teoría de los “tres mundos” que anunciada por el líder comunista chino Mao Tse Tung, dividía política y económicamente al mundo en tres. Un mundo conformado por las grandes potencias capitalistas, encabezadas por los Estados Unidos; un segundo mundo, constituido por la Unión Soviética y sus países satélites y un tercero con los países no alineados, menos desarrollados del mundo, abanderados por la China popular y comunista. 

El mayor asesino de la historia, Mao, afirmaba, en aquella teoría de los tres mundos, que los Estados Unidos y URSS eran los líderes del primer mundo debido a su riqueza y a su poderoso armamento nuclear. En el segundo mundo, el comunista chino incluía a Europa, Australia, Canadá y Japón, a los que consideraba aliados -la gran mayoría de los yanquis- del primero de los mundos. China, por su parte, se situaba como referente de las naciones no alineadas y pobres 

Elena y Marco se convirtieron en grandes propagadores de la doctrina de Mao, redactando incluso un boletín o periódico llamado La Chispa, que se oponía de forma clara y rotunda a la dirección de Carrillo en el partido comunista español, titulándose como oposición revolucionaria al Partido Comunista de España. Es lo que ellos dieron en llamar el revisionismo carrillista, con el cual lograrían, con sus posturas, ideológicamente irreconciliables, fundar en octubre de 1964, tras unas reuniones en Suiza, el partido Comunista de España marxista leninista y del cual Elena Ódena formaría parte de su principal comité ejecutivo, junto a Raúl Marco y Paulino García Moya. 

Era la primera gran escisión del Partido comunista de España, fiel servidor del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) quien con la muerte del “padrecito” Stalin, el sanguinario líder soviético y la llegada al poder de Nikita Kruschev, había ordenado a sus camaradas españoles, una nueva estrategia que suponía el abandono de la lucha armada para derribar el régimen del Generalísimo Franco, totalmente fortalecido tras la derrota total de los maquis. Fue lo que se dio en llamar pomposamente y farisaicamente “la política de reconciliación Nacional”. De esta forma el enfrentamiento entre el PCE y el PCE (ML) fue total, al acusar estos últimos a Carrillo, de claudicar ante la burguesía. 

Portada de La Actualidad Española, informando de la formalización de relaciones diplomática entre España y China. Imagen recogida de Internet

El Partido comunista de España marxista leninista, hará suya la causa maoísta de la guerra popular, pues como apuntaba Mao, “no hay revolución sin violencia”. En su programa doctrinal incluirá un apartado donde se textualmente se decía: “Sólo la violencia puede acabar con el poder ejercido por las clases dominantes y reaccionarias”. “Por ello, para conseguir la victoria, hay que destruir el aparato militar y burocrático, para implantar por la fuerza el poder de las masas revolucionarias”. 

Paulino García Moya, era un militante comunista que había estado encuadrado en el Quinto Regimiento, en la guerra de España. Asentado en Colombia desde 1954, regresó a España y tomó contacto con Elena Ódena y Raúl Marco. En 1966, en una acción policial era detenido el propio Moya, propiciando que Elena y Raúl, se hiciesen con las riendas del partido, siendo elegida Elena Ódena como secretaria general del mismo. 

Los primeros pasos de aquel partido comunista español, marxista leninista, fueron generosamente financiados por la china de Mao, Albania y el partido Comunista Belga marxista leninista, algo que posteriormente harían los chinos con el MCE (Movimiento Comunista de España) un grupúsculo que llamó poderosamente la atención por la extraordinaria propaganda y cartelería, muy cuidada, que utilizaban. Era como la chica de 17, que nadie sabía de donde sacaban para destacar tanto. 

En agosto de 1970, Elena y Marco, rompen relaciones con el partido Comunista Chino, debido a que el partido que dirigía Mao se acerca a coquetear con el partido Comunista de España, tras abrazar Carrillo las tesis del Eurocomunismo de Marchais y Berlinguer y distanciarse así del partico Comunista de la Unión Soviética. Sin embargo, como fuente de financiación económica y política les quedará el Partido del Trabajo de Albania de Enver Hoxha y la ayuda también cuantiosa de Argelia. Incluso Ódena y Marco, establecerán la sede del partido Comunista de España marxista leninista en Tirana, la capital de Albania. 

En 1971, Julio Álvarez del Vayo en un piso parisino, propiedad del dramaturgo neoyorkino, Arthur Miller, funda el F.R.A.P (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota), en el cual, Miguel Ángel Fernández alias “Raúl Marco” y Benita Ganuza alias “Elena Ódena”, van a formar parte activa de aquella embrionaria organización que, en 1973, va a dar a conocer a la sociedad española, un nuevo concepto de terrorismo asesino, nunca visto en nuestra patria, como el ataque con barras de hierro, cadenas, palos, otros objetos contundentes y cuchillos de monte, atados, a modo de bayoneta, a uno de los extremos de las barras, algo nunca visto. 

De esa forma, el uno de mayo de 1973 sería asesinado en las calles de Madrid, el subinspector de Policía Juan Antonio Fernández Gutiérrez, víctima de una emboscada, como relatamos en el anterior artículo. El extraordinario trabajo de investigación de uno de los mejores funcionarios, que ha tenido, la excelente Policía Español, Antonio González Pacheco, hoy tras su muerte, perseguido por una jauría de enemigos de España, logró desarticular hasta en tres ocasiones a la siniestra organización FRAP. Que obsesión tienen los “valientes y arrojados” socialistas y comunistas con los muertos. Ojalá los cubra su maldición. 

Elena Ódena, que siempre se preservó de aquellas detenciones -¿sería por las conexiones que tenía con el MI5?- siguió con su trabajo desde el exterior, manteniéndose en la secretaría del Partido Comunista Marxista Leninista hasta su muerte. 

En 1975, Ódena consigue de nuevo acercarse al régimen chino, que, en un alarde de cinismo, por un lado había abierto relaciones diplomáticas y comerciales con la España de Franco y por otro, a través de Chu-En Lai, siguió regando de dinero chino a aquellas organizaciones maoístas, que trataban, por todos los medios terroristas y violentos, subvertir el orden en la pacífica y milagrosa -décima potencia industrial del mundo-España. 

Aquellas relaciones diplomáticas y comerciales, abiertas, en 1973, por el ministro de Asuntos Exteriores de nuestra Nación, Gregorio López Bravo, fueron saludadas de forma alborozada por los sectores económicos y más aperturistas, no así por los círculos políticos patrióticos y anticomunistas, que se revolvieron de forma airada contra aquello, pues veían en la operación, una traición, como así fue, a la China Nacionalista y furibundamente anti-comunista de Formosa. Uno de ellos fue sin duda el Consejero Nacional del Movimiento, Blas Piñar, el fundador de Fuerza Nueva -mi recordado e inolvidable Jefe Nacional-que en marzo de 1973, remitió una carta al embajador de la China Nacionalista en Madrid, manifestándole su total desacuerdo con la ruptura de relaciones con su país. 

Blas Piñar López, Consejero Nacional de Movimiento y Fundador de Fuerza Nueva. Se opuso gallardamente a la ruptura de relaciones diplomáticas con Formosa (Imagen propiedad del Autor)

Don Blas protestó ante la decisión del gobierno, remitiéndole una carta al Ministro de Asuntos Exteriores, López Bravo, y advirtiéndole su intención, de darla a conocer a la opinión pública, a través del semanario Fuerza Nueva. En su carta, el Consejero Nacional, razonaba que su protesta era una cuestión esencial, porque una postura distinta a la que daba a conocer en la carta, que era una crítica muy dura a la política exterior del Gobierno “equivaldría a negar las causas que motivaron el 18 de Julio. Los chinos de Formosa mantienen la independencia, no porque no quieran ser chinos sino porque no quieren ser comunistas, de igual manera que los españoles no se levantaron en armas en 1936 porque no quería ser republicanos sino porque no querían dejar de ser españoles”. 

Aquella postura de honor y valentía le costó a Blas Piñar que el ministro de Información Turismo, Alfredo Sánchez Bella, ordenase incautar la edición de Fuerza Nueva, donde salió publicada la misiva. Igualmente, el fiscal del Reino, Fernando Herrero Tejedor, presentó una querella contra Blas Piñar ante la sala 2ª del Tribunal Supremo, que no fue admitida a trámite, pues el alto Tribunal no observo ni una sola injuria o palabra que pudiera herir al Jefe del Estado y ser considerada como delito. 

Es más, en su condición de Consejero Nacional del Movimiento, estaba capacitado y legitimado para discrepar y manifestar su pensamiento crítico. El embajador de Formosa en Madrid, que se marchaba de nuestro suelo, contestó a Blas Piñar con un mensaje donde le agradecía “la heroica lucha que usted abandera por la Verdad, la Justicia y la Libertad, aún con sacrificio propio”. Blas Piñar, junto a un grupo de seguidores de Fuerza Nueva, asistió en Madrid al arriado de la bandera de Formosa de su legación diplomática. Sin duda el tiempo dio la razón a Don Blas. Como muestra el engaño masivo que esas autoridades comunistas chinas, sin recato y pudor, provocaron en el mundo entero, con el virus del Covid 19. Curiosamente Formosa, hoy llamada Taiwan, alertó a todos, los que le quisieron oír -el matoncillo de la Moncloa, el coletas tintado, las feminazis, con la Begoña, la Lola, la cajera y la de Cabra, junto al pequeñín y suavón Marlaskita, al frente, con guantes y mascarillas por si acaso, - se llamaron a andanas de lo que ocultaba el maléfico gigante asiático. 

El Generalísimo Franco, ya muy afectado por el Parkinson, cedió a aquella ignominiosa maniobra, castigando a un aliado natural, luchador infatigable contra el comunismo internacional, como era la China de Chiang-Kai Shek, a cambio de las prebendas que algunos se llevaron, en altas cantidades, de aquellas relaciones diplomáticas y comerciales con el tiránico régimen del asesino Mao. 

La visita de Richard Nixon a España en 1970 tuvo mucho que ver en aquel paso que dio el régimen español. No olvidemos que el presidente norteamericano también visitó la China de Mao, en 1972 –donde pudimos observar, a través de las pantallas de televisión, la caduca y anacrónica escupidera que utilizaba el tirano chino- trazando con aquel acercamiento yanqui a la China de Mao, una jugada de estrategia, en aquella gran partida de la guerra fría que disputaban por todo el globo, USA y URSS. El reconocimiento por parte de la ONU de la República Popular de China como único y legítimo gobierno de todo el territorio chino tras la Resolución 2758 de la Asamblea General de Naciones Unidas, el 25 de octubre de 1971, hizo el resto. 

El 9 de marzo de 1973, la España de Franco y la China de Mao formalizaban relaciones, siendo designado como embajador de España en Pekín, Ángel Sanz Briz. Durante todos estos años Europa y por supuesto España miraron hacia otro lado, de forma indigna, escandalosa y corrupta, pues hubo y hay muchas “mordidas chinas” por el camino, permitiendo que el enorme país comunista fuese adquiriendo innumerables empresas españolas y europeas con la intención final de desplazar no sólo la economía de Occidente, sino también transformar sus modos de producción, consumo, socialización y de ética del trabajo. Algún día se darán cuenta del inmenso error cometido. Pero eso es otro asunto, que se escapa a este trabajo. 

España formalizaba relaciones con China. Y mientras nos empezaban a comprar productos, Chu en Lai, seguía financiando, bajo cuerda, a grupos terroristas como el FRAP, para que desestabilizasen el Régimen de Franco. Incluso pudieron verse por Madrid en aquellos años, bajo el signo de Franco, carteles en vías públicas y anuncios en periódicos, pagados por el régimen de Mao, que tenían poco de comerciales y mercantiles sino que llevaban una enorme carga política, como aquel, donde se podía ver, a una atractiva miliciana de Mao, anunciado las bondades del hermético país asiático. Como muy bien apuntaría Blas Piñar, de forma jocosa, en una sesión del Consejo Nacional del Movimiento, criticando aquella campaña publicitaria, era como si en Pekín, para anunciar productos españoles, apareciera en grandes carteles, una guapa muchacha de nuestra Sección Femenina, ataviada con boina roja y con camisa azul. ¡Genial Don Blas! Sin duda como diría el castizo “para mear y no echar gota” 

Regresando a Elena Ódena, la ideóloga del Partico Comunista de España, marxista Leninista, quienes le conocieron dijeron de ella que fue una mujer comprometida con la lucha de la clase obrera, defendiendo siempre los principios del marxismo-leninismo, hasta su muerte en 1985. Seguidora fiel, de Marx, Lenin y Stalin, combatió denodadamente contra el régimen franquista y denunció la nefasta política de Carrillo y su claudicación ante la burguesía. Sin embargo en 1976, nadie sabe por qué -¿sería verdad que Elena Ódena era una espía del MI5? -el FRAP desapareció para siempre. Sin duda con la muerte de Mao y del propio Chou En-lai, la eliminación en la Gran Revolución Cultural Proletaria China de los jefes más conspicuos y ladrones– otra constante adherida a la innata peculiaridad del socialismo y comunismo-, “la banda de los cuatro”, China dejó a los maoístas españoles, a la luna de Valencia. Y lo que es más duro, abandonados y sin un pavo". 

Carlos Fernández Barallobre.

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