El jueves 19 de octubre, alrededor de las 22:45 horas, fallecía el inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía Enrique Nieto Viyella, tras una agonía de más de cuatro meses que le había mantenido en estado de coma profundo. El inspector jefe Enrique Nieto había sido víctima de un atentado cuando un miembro de la banda terrorista ETA le descerrajó a bocajarro un tiro en la nuca en una calle del centro de San Sebastián.
El atentado se produjo a las 9 de la mañana del día ocho de junio, a la altura del número 15 de la calle Sancho el Sabio, del barrio donostiarra de Amara, cuando el inspector jefe se dirigía a pie desde su domicilio hacia el Gobierno Civil, que se encontraba a unos cientos de metros de su vivienda. Enrique Nieto había caminado unos veinte metros desde el portal de su casa cuando un individuo se le acercó por detrás y le disparó un único tiro en la nuca a corta distancia, dándose inmediatamente a la fuga a pie. Nieto quedó tendido en el suelo sangrando abundantemente. Un amigo del policía, que se encontraba en una parada de autobús próxima, fue de las primeras personas en llegar hasta donde se encontraba el herido. "Escuché el disparo y me acerqué” -manifestó ese compañero. Enrique se encontraba boca arriba, pálido, rodeado de sangre. Una ambulancia medicalizada trasladó al herido a la residencia Nuestra Señora de Aranzazu, donde le fue apreciada una herida por arma de fuego con orificio de entrada y salida a nivel occipital, con pérdida de masa encefálica, aunque mantenía sus constantes hemodinámicas y respiración espontánea y regular. Tras los primeros exámenes, fue intervenido quirúrgicamente. La intervención duró cerca de tres horas y quedó ingresado en la UCI con pronóstico muy grave. Los médicos responsables de la intervención manifestaron que aunque el herido había resistido bien la operación de limpieza de las esquirlas alojadas en el cráneo, así como la reparación de los vasos sanguíneos cerebrales, su estado era de extrema gravedad.
El terrorista, tras cometer el atentado, se dio a la fuga a pie, con la pistola en la mano, hacia el parque de Amara, donde los testigos lo perdieron de vista. La policía sospechó que en ese punto le esperaba un cómplice con un coche para facilitarle la fuga. Según algunos testigos, el autor del atentado era un hombre de unos 35 o 40 años, grueso, moreno, de 1,70 de estatura, de poco pelo y que vestía una americana negra y vaqueros y que en su huida, se encaró con un transeúnte que lo observaba, apuntándole con su pistola le amenazó diciendo "¡tú! ¿Qué miras?".
En el lugar del atentado, la Ertzaintza encontró un casquillo de la marca SF-74, del calibre nueve milímetros parabellum, que fue entregado a la policía. Además del casquillo, a unos quince metros fue encontrado el proyectil que atravesó la cabeza del agente.
El domicilio de Enrique Nieto estaba situado a pocos metros de la Hacienda Foral, que en el momento del atentado estaba repleta de personas que tramitaban sus respectivas declaraciones de la renta. Según fuentes policiales indicaron que el agresor esperó la llegada del Inspector Jefe simulando que se encontraba haciendo cola ante la oficina de Hacienda. En el Bar Bizcacha, junto al portal donde residía la víctima, también se encontraban numerosas personas a la hora del atentado. Fueron precisamente los clientes del Bar Bizcacha los primeros en atender a Enrique Nieto mientras yacía tendido en el suelo en medio de un gran charco de sangre. Presentaba un orificio de entrada y otro de salida, ambos en la parte posterior de la cabeza, así como pérdida de masa encefálica.
Los compañeros de Enrique Nieto se mostraron alarmados por el hecho de que ETA hubiese podido localizar el domicilio del inspector jefe de la Brigada de la Policía Judicial de Guipúzcoa, apuntando la posibilidad de que la publicación de unas fotografías de Enrique Nieto hubiese tenido algo que ver con su señalamiento como víctima. El propio inspector jefe había solicitado, durante una rueda de prensa en diciembre del año anterior, que no se le tomaran fotografías o imágenes de televisión. Pese a esto, su imagen apareció publicada, tanto en periódicos como en televisión, al día siguiente de haber efectuado dicha petición.
A la tarde de ese día, el director general de la Policía, Ángel Olivares, visitó el hospital para interesarse por la evolución del inspector jefe Nieto. Allí aprovechó para destacar las cualidades profesionales de éste y explicó que el atentado había provocado un gran dolor entre sus compañeros del Cuerpo, expresando en referencia a la acción terrorista que "éste es un atentado muy especial, porque habíamos depositado muchas esperanzas en Enrique Nieto dentro de la lucha contra ETA en Guipúzcoa". También el gobernador civil de Guipúzcoa, Juan María Jáuregui, tuvo palabras de elogio para Enrique Nieto, explicando que era un colaborador directo suyo y que la noche anterior habían estado reunidos para tratar asuntos profesionales. Ana Iríbar, viuda de Gregorio Ordóñez que había sido asesinado ese mismo año y Consuelo Ordóñez, hermana del político asesinado, acudieron en varias ocasiones al hospital para visitar a Enrique Nieto y seguir su evolución.
El día anterior al atentado que dejaría a Enrique Nieto en estado de coma se había cumplido un mes desde el secuestro por parte de ETA del industrial José María Aldaya. Por su parte, Herri Batasuna justificó el crimen con su cínica propaganda habitual, culpando al Estado español por no ceder ante el chantaje asesino y tendiendo siempre los puentes de la negociación, achacando "la grave responsabilidad política de quienes se están empeñando en prolongar la situación de confrontación violenta en Euskal Herria con el Estado, aplastando por la vía policial y represiva los derechos y reivindicaciones de este pueblo".
Los exámenes periciales demostrarían posteriormente que el arma con la que Enrique Nieto había sido herido de extrema gravedad y que a la postre le causaría la muerte era la misma con la que ETA había asesinado previamente al presidente del Partido Popular de Guipúzcoa, Gregorio Ordóñez y al sargento de la Policía Municipal Alfonso Morcillo Calero.
Tras una agonía de más de 4 meses, Enrique Nieto falleció el 9 de octubre de 1995.
El ministro de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch, y otras autoridades civiles. Militares y policiales acompañaron en la mañana del día siguiente en San Sebastián a la viuda y a la madre del inspector de policía Enrique Nieto. El funeral por el eterno descanso de su alma, celebrado en la parroquia de la Sagrada Familia dio comienzo a las once de la mañana. El féretro del Inspector Nieto, envuelto en la Bandera Nacional y precedido por veinte coronas de flores, llegó al templo a hombros de compañeros y acompañado por la Unidad de música del Regimiento de Sicilia que interpretó una marcha fúnebre En la homilía el párroco leyó una carta del obispo Setién en la que pedía, "en el nombre de Dios”, a ETA que dejase de matar y exigía la inmediata liberación del empresario José María Aldaya.
Durante la Santa Misa el ministro de Justicia e Interior impuso la medalla de oro al mérito policial, a título póstumo, al inspector jefe asesinado, la cual prendió en su ataúd.
Una vez finalizado el oficio religioso, el féretro que contenía los restos mortales del inspector Jefe Nieto salió a la puerta de la Iglesia donde se le tributó una cerrada ovación por parte de los centenares de personas que se habían dado cita en el templo y en sus inmediaciones, una vez que la Unidad de música interpretase la marcha “La Muerte no es el Final” y el toque de Oración. Con gritos contra los asesinos de Eta y vivas a España y a la Policía Nacional, el féretro fue introducido en un furgón funerario que lo trasladaría a la localidad asturiana de Infiesto, donde recibiría cristiana sepultura en la intimidad familiar.
Desde el sindicato policial de la Unión Federal de Policía (UFP), se reclamó a los políticos que dejasen "su afán de protagonismo estéril para afrontar la realidad que la sociedad demanda", mientras que la Asociación Nacional de Policía Uniformada (ANPU), criticó también a los distintos partidos por continuar con sus "discursos de comprensión y mano tendida", así como con sus "ambigüedades". Herri Batasuna fue la única fuerza política del Parlamento Vasco que no suscribió una declaración institucional de condena al atentado, ausentándose cuando ésta tuvo lugar. Además, fueron miembros de su entorno los que colocaron carteles en la parte vieja de San Sebastián con las fotografías de dos de los testigos del crimen, junto con una clara amenaza: "Chivatos, ya os tocará".
En marzo de 1996 el etarra Valentín Lasarte Oliden, de 32 años, era detenido en Oyarzun (Guipúzcoa) por la policía autonómica vasca. La captura del más caracterizado miembro del comando Donosti de ETA se produjo gracias a una llamada anónima que avisó a la Ertzaintza de su presencia en un hipermercado de la localidad. El vehículo en el que viajaba el etarra, en compañía de una mujer, Idoia Arrieta Eizaguirre, que también fue detenida, fue interceptado en el centro de la población por varios coches policiales. Al saberse acorralado, Lasarte salió corriendo y trató de obtener ayuda de los vecinos de ese municipio, uno de los feudos de Herri Batasuna, gritando "Valentín Lasarte naiz" ("Soy Valentín Lasarte"). Lasarte estaba acusado por la Policía de ser el asesino del inspector Jefe de Policía Enrique Nieto, de los políticos Gregorio Ordóñez del Partido Popular y Fernando Múgica del PSOE, así como del sargento municipal donostiarra Alfonso Morcillo y del brigada del Ejército Mariano de Juan Santamaría.
En diciembre de 1996 era detenida Aránzazu Barrenechea Bereziartúa, de 33 años, cuando trabajaba como empleada en la oficina del Censo del Instituto Nacional de Estadística (INE) en San Sebastián, organismo en el que estaba contratada desde 1988. Se le acusaba de haber facilitado a ETA datos personales sobre un centenar de potenciales objetivos, entre los que se encontraban el inspector jefe Enrique Nieto Viyella, el sargento de la Policía Municipal de San Sebastián Alfonso Morcillo, unos cincuenta guardias civiles del cuartel de Inchaurrondo, además del general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo, el empresario, exjugador de fútbol, José Antonio Santamaria Vaqueriza y otras personas.
En el caso del inspector jefe Enrique Nieto, los datos suministrados por la informadora de ETA no sólo sirvieron para cometer el atentado que acabaría con su vida, sino también para planificar, anteriormente, un primer atentado contra el policía que no pudieron llevar a cabo.
Barrenecha había recibido instrucción en el manejo de armas en un monte de Navarra, pero finalmente su colaboración con la banda ETA se centraría en recabar información sensible sobre futuros objetivos, gracias a su puesto en el INE, que le permitía tener acceso a datos sobre personas de cualquier parte de España, como por ejemplo DNI, domicilio, formación, puesto de trabajo, etc. La colaboradora de ETA estaba siendo investigada por la Policía desde que en 1993 fuera desarticulado el grupo Txomin Iturbe. Por aquel entonces se localizó un piso en Pamplona donde fueron encontradas armas y documentación, así como una carta de Francisco Javier Chimeno Inza en la que mostraba su preocupación por lo que podría suceder si las Fuerzas de Seguridad detuvieran a Aránzazu Barrenechea, ya que ésta había hecho acopio de una gran cantidad de información que podría desembocar en una gran operación policial si ella era capturada. María Aránzazu Barrenechea acabaría siendo condenada a siete años de prisión por el Tribunal Supremo, por su colaboración con los grupos Donosti y Txomin Iturbe de ETA.
En enero 1998 la Audiencia Nacional condenó a 30 años y cuatro meses de prisión al etarra Valentín Lasarte por el asesinato del inspector Jefe Enrique Nieto Viyella, contemplando los delitos de atentado terrorista y de utilización ilegítima de vehículo de motor. El tribunal consideró probado que en mayo de 1995 Valentín Lasarte y dos miembros más del grupo Donosti de ETA "realizaron informaciones sobre las costumbres y el recorrido habitual de Nieto Viyella. Según el fallo, Lasarte y los otros terroristas se trasladaron al Hotel Orly de San Sebastián, donde uno de ellos se quedó esperando mientras Valentín Lasarte y el tercer terrorista volvían a la vivienda de Enrique Nieto y se situaron en el portal, esperando a que éste saliera de su casa. Valentín Lasarte "por la espalda y a corta distancia le disparó una sola vez a la cabeza con la pistola", lo que conllevaría la muerte del policía cuatro meses después de los hechos. Valentín Lasarte había intentado asesinar al inspector jefe de San Sebastián hasta en dos ocasiones anteriormente, según rezaba la sentencia de la Audiencia Nacional. La primera vez, el etarra tuvo que desistir porque no apareció la víctima; la segunda, porque pinchó la motocicleta en la que había planeado llegar al domicilio del policía Nieto Viyella. Esa misma sentencia condenaba al terrorista al pago de una indemnización de 300.500 euros. La madre del inspector fallecido, María Dolores Viyella, aseguro a los medios informativos que la pena del etarra "no debería acabar nunca". "No hay derecho a que haya destrozado de este modo una familia; no tiene perdón de Dios", declaró.
El 17 de marzo de 2015 Alba Nieto una de las hijas del Inspector Jefe de Policía Enrique Nieto, vivía uno de los peores días de su vida. El etarra Valentín Lasarte, el asesino de su padre, salía de la cárcel, tras cumplir 19 años de condena. "Es una injusticia; no vamos a perdonarle nunca lo que nos hizo", manifestó Alba a los medios de comunicación que la entrevistaron por tan lamentable decisión, debida a la anulación de la doctrina Parot.
Enrique Nieto Viyella era natural de Infiesto (Asturias) y tenía 46 años en el momento de su muerte. Estaba casado y tenía dos hijas de 18 y 20 años. Cursó sus primeros estudios en el colegio Loyola de Oviedo, en donde sus compañeros lo recordaban como una persona afable, abierta y extrovertida. Tras ello, se trasladó a Valladolid para iniciar la carrera de Medicina, que no terminó. Ingresó con tan sólo 23 años en el Cuerpo General de Policía en 1972 y desde 1990 era jefe de la Brigada Judicial de San Sebastián y responsable de la Unidad Territorial Antiterrorista de Guipúzcoa, una unidad puesta en marcha tres meses antes del atentado contra su persona, en el marco de la reestructuración de los servicios policiales llevada a cabo por el ministro Juan Alberto Belloch. Anteriormente Enrique había estado destinado en Madrid y Oviedo, y llevaba viviendo y trabajando en Vascongadas desde 1985. A lo largo de su brillante trayectoria profesional había sido objeto de unas cuarenta felicitaciones públicas y le había sido concedida la Medalla al Mérito Policial con distintivo rojo. En una carta enviada por su tía María Elena Viyella al diario La Nueva España de Oviedo en 2009, se refería a él como un joven simpático y cariñoso.
Nieto pertenecía a una familia estrechamente vinculada con las fuerzas de seguridad del Estado. Su padre, el coronel Enrique Nieto Tejedor, había desempeñado importantes cargos en la Guardia Civil desplegada en Asturias entre los años sesenta y setenta, en los que también fue consejero provincial del Movimiento.
En junio de 2000, según Real Decreto 1188/2000, le fue otorgada la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo y en 2005, también a título póstumo y con carácter honorífico, según Real Decreto 308/2005 Enrique Nieto Viyella era ascendido al cargo de Comisario.
Carlos Fernández Barallobre.
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