Los últimos meses de 1908 y los primeros de 1909 Madrid sufrió una epidemia del llamado tifus exantemático o tifus murino, una enfermedad transmitida por las pulgas de las ratas y otros roedores e incluso por los piojos humanos que consideraban entonces como de las más contagiosas y cuya sintomatología se caracteriza por fiebres muy altas y continúas, vómitos, dolores abdominales y una erupción de petequias que aparecen el 4º o 5º día. Esta epidemia, acompañada de otra de viruela, se propagó a otras poblaciones españolas.
El virus se desarrolló de manera extraordinaria en hospitales, albergues y posadas y en aquellos lugares donde había hacinamiento de personas, especialmente de las clases más desfavorecidas.
Durante los primeros meses de propagación de la epidemia se había ordenado a los efectivos del Cuerpo de Seguridad la recogida de mendigos callejeros que pudieran haber contraído la enfermedad para proceder a su traslado el Hospital de San Juan de Dios y otros de la capital de España donde la mayoría fallecía víctima de esta enfermedad. Tal práctica provocó la muerte de varios Guardias de la plantilla de Madrid hasta que el Jefe Superior, el Auditor de División, Ramón Méndez Alanis, prohibió que se empleasen a los Guardias para este tipo de fines más propios de los servicios de la Beneficencia municipal.
Consecuencia de esta enfermedad durante el mes de febrero de 1909 fallecieron siete Guardias, cifra que aumentó en los meses siguientes si bien la Dirección General no facilitó en ningún momento cifras concretas de fallecidos.
A resultas de haber contraído esta enfermedad, mientras inspeccionaba los lugares de mayor riesgo de contagio, falleció en Madrid el día 3 de abril de aquel año, el Capitán de la Escala de Reserva de Infantería, José Muro Bayón, destinado en la plantilla del Cuerpo de Seguridad en la Capital de España.
Pese a que en un principio las Autoridades negaron que se tratase de una epidemia, argumentando que el número de fallecidos entraba dentro de los límites normales, finalmente, en marzo de 1909, el Ministro de la Gobernación, de la Cierva, reconoció oficialmente el nivel epidémico de la enfermedad.
En mayo de ese mismo año se ordenó la vacunación de la totalidad de los efectivos del Cuerpo destinados en Madrid.
Lamentamos no disponer de la relación de Guardias fallecidos, todos ellos con ocasión de prestar este importante servicio a la ciudadanía madrileña.
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