miércoles, 27 de enero de 2021

Hoy, sigue presente

Hoy recordamos a los Policías Armados José María Martínez Morales y Fernando Sánchez Hernández, asesinados en Madrid el día 27 de enero de 1977 por un comando del GRAPO. 

Tres muertos, dos heridos en estado sumamente crítico, y uno más, gravemente herido, todos ellos agentes del orden público, era el balance de dos atentados perpetrados, en la mañana del día 27 de enero de 1977, en Madrid, por comandos terroristas en el corto espacio de dos horas y a una distancia, uno de otro, de unos ocho kilómetros. En el primero de ellos, resultaron muertos los Policías Armados José María Martínez y Fernando Sánchez. En el segundo, murió instantáneamente el número de la Guardia Civil, José María Lozano. 

Policía José Mª Martínez Morales


A las 11.45 de la mañana, dos individuos, de edades comprendidas entre los veinticinco y los treinta años, penetraron en la sucursal número 50 de Correos, Telégrafos y Caja Postal de Ahorros de Madrid, situada en el número 13 de la calle Padre Piquer (Campamento). Inmediatamente se dirigieron hacia los dos policías armados de servicio, José María Martínez Morales y Fernando Sánchez Hernández y, sin mediar palabra, les dispararon un tiro en la sien a cada uno. Ya en el suelo, les remataron, vaciándoles los cargadores en la cabeza. 

Policía Fernando Sánchez Hernández


José María Martínez Morales, era policía en prácticas, y Fernando Sánchez Hernández, pertenecía a una de las Banderas de la guarnición de Madrid. Los dos agresores llevaban pistolas, con silenciador adaptado, y se dieron a la fuga en un Renault 12 de color oscuro, una vez cometido el doble crimen. 

Según los primeros datos, recogidos por las autoridades policiales, por medio de testigos presenciales, uno de los que disparó era alto, de complexión fuerte, tenía el cabello rubio y rizado, y vestía gabardina de color crema; el otro era moreno. Otros dos individuos esperaban, al parecer, en el interior del coche, en el que todos se dieron a la fuga. Los dos agresores entraron por la puerta de la estafeta de Correos, se acercaron a pie hasta la puerta en que prestaban servicio de vigilancia los dos agentes y se escaparon de la misma forma. 

Los policías asesinados estaban de uniforme y situados en la sala de entrada a las oficinas, separados a uno y otro lado, junto a dos puertas, una que daba acceso a la estafeta de Correos y otra a la Caja de Ahorros. Poco después del atentado, los primeros policías que llegaron al lugar del suceso pudieron apreciar una gran mancha de sangre, así como el impacto de una bala incrustada en el techo. 

Los empleados de la oficina, se refugiaron, desde el comienzo de los disparos, en las dependencias interiores, -incluso alguno intentó introducirse en la caja fuerte-, al igual que las ocho o diez personas que en aquel momento se encontraban allí resolviendo sus respectivos asuntos. Varios de ellos se arrojaron al suelo para cubrirse de los disparos. 

Los cuerpos de los dos policías fueron trasladados al hospital Militar Gómez Ulla, en Carabanchel, donde ingresaron ya cadáveres. El primero en avisar a la fuerza pública fue un policía de inspección y vigilancia de mercados; un coche del 091 trasladó a las víctimas al hospital. 

Al centro médico acudieron altos mandos de la Policía Armada y del Ministerio de la Gobernación, nada más enterarse de lo ocurrido. La primera personalidad que llegó al hospital, fue el general inspector de la Policía Armada, general Timón de Lara. También se trasladó al hospital el juez de guardia, que era el titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Madrid, para iniciar las diligencias oportunas. 

La policía, tan pronto como tuvo noticia del atentado terrorista, rastreó toda la zona, incluso los cercanos almacenes SIMAGO. En el lugar del suceso se recogieron ocho casquillos de pistola. Durante las horas siguientes al suceso, prosiguió la búsqueda de la policía por diversos sectores del suroeste de Madrid. 

Fernando Sánchez Hernández tenía veinticuatro años, estaba casado, y había nacido en Santa María de Sando (Salamanca). Su padre era brigada retirado del Ejército. La esposa del fallecido Maite, se encontraba enferma del corazón y afectada asimismo por una dolencia de descalcificación de huesos. La hija de ambos se encontraba viviendo en la localidad de Don Benito (Badajoz), con los padres de ella. Fernando Sánchez, se había incorporado a la Policía Armada hacia cuatro años, tras haber sido voluntario en el Ejército, donde prestó servicios en el Regimiento de Ingenieros de Salamanca. 

Al ser licenciado, ingresó en el Cuerpo de la Policía Armada. Su primer destino fue en Barcelona y hacía aproximadamente dos años había pedido el traslado a Madrid, por proximidad a su familia, ya que su madre se encontraba en delicado de salud, internada en el Hospital Oncológico de Madrid. Los padres de este policía residían en Salamanca, Sus restos serían inhumados en la capital charra. 

En cuanto al otro policía asesinado, José María Martínez Morales, tenía veintiún años y era natural de Fregenal de la Sierra (Badajoz). Estaba soltero. Su incorporación a la Policía Armada era muy reciente, y por esta razón se encontraba todavía en período de prácticas. El servicio que prestaba en la Caja de Ahorros, donde encontró la muerte, era de los primeros que realizaba y paradójicamente ese día no le correspondía hacerlo, realizando una sustitución de un compañero. En una llamada al diario madrileño Informaciones, el GRAPO reivindicaría los atentados. 

En el funeral por el alma de los tres servidores del orden asesinados, celebrado en el Hospital Militar Gómez Ulla de Madrid, presidido por el ministro del interior Rodolfo Martín Villa al que acompañaban el vicepresidente del Gobierno, Teniente General Gutiérrez Mellado, el ministro el Ejército, Teniente General Álvarez Arenas y otras autoridades, se dio cita, una incalculable multitud para homenajear a los policías asesinados y pedir de forma airada responsabilidades al gobierno de la nación. 

En el momento de la salida de los féretros se escucharon gritos de Viva España, así como vivas a la policía y a la Guardia Civil; junto a ellos se produjeron constantes gritos contra el comunismo, contra los masones y contra el Gobierno, que fueron secundados por un gran número de los asistentes. Alrededor de los féretros se encontraban, junto a los familiares de los policías asesinados, los miembros del Gobierno presentes, mandos militares y jefes de las fuerzas de orden público. 

Ante la enorme tensión generada y cuando arreciaban los gritos contra la banda terrorista, invocaciones de Franco, Franco, la debilidad y traición del gobierno y la democracia, el presidente de Fuerza Nueva, el notario Blas Piñar, que se encontraba presente en el acto, inició, junto a unos oficiales del Ejército, el himno de Infantería que fue entonado por todos los presentes. Ante tal situación el Teniente General Manuel Gutiérrez Mellado, enfurecido y fuera de sí, exigió silencio, intentando acallar las voces discrepantes de los allí congregados algo que no consiguió, ordenando imperativamente que se hiciera el silencio. “Todo el que lleve uniforme, firmes y quien sepa y quiera que rece”, gritó. El Capitán de Navío de la Armada, Camilo Menéndez Vives, subdirector de la Escuela de Guerra Naval, que se hallaba también entre los presentes se negó gallardamente a callarse y contraviniendo las ordenes del vicepresidente del Gobierno, a voz en grito le respondió: "Todo el que lleve uniforme, que honre nuestra bandera”. A nuevos requerimientos del teniente general Gutiérrez Mellado, para imponer silencio, Menéndez Vives de nuevo respondió: "Por encima de la disciplina está el honor”. El teniente general hizo ademán de dirigirse a quien había contestado a su orden, y en ese momento otra voz anónima gritó: “Menos proceso democrático y más autoridad". “Gobierno, dimisión", "Fuera ministros cobardes" "Justicia"”. ”Arriba. España". 

Hubo empujones y numerosos insultos contra el Teniente General Gutiérrez Mellado, que tendría que ser apartado del lugar por sus ayudantes. Camilo Menéndez Vives, sería destituido fulminantemente de su cargo y sancionado con cuarenta y ocho horas de arresto. 

Con asistencia masiva de miembros de las Fuerzas Armadas, Cuerpo General de Policía, Policía Armada y Guardia Civil y presidido por el director General de Seguridad Mariano de Nicolás, se celebró en Salamanca el entierro del Policía Armado Fernando Sánchez. Acudieron al funeral, que se ofició previamente, varios miles de personas. Finalizado el funeral, un amplio sector de público, en el que se encontraban miembros de Fuerza Nueva, entonó el Cara al Sol 

Una gran manifestación de duelo constituyó igualmente el sepelio del policía José María Martínez Morales en su pueblo natal de Fregenal de la Sierra, A las diez de la mañana del domingo día 30 de enero, la comitiva fúnebre partió desde la capilla ardiente que se había instalado en el Ayuntamiento de la localidad hasta la Iglesia de Santa Cecilia donde tuvo lugar el funeral de corpore insepulto concelebrado por seis sacerdotes y el vicario de la Diócesis Don Aquilino Camacho que tuvo sentidas palabras en recuerdo del policía asesinado. 

Finalizada la Misa, más de trescientos Policías entonaron el himno del Cuerpo mientras el ataúd que contenía los restos mortales de José María Martínez, cubierto con la bandera Nacional, era portado a hombros de sus compañeros hasta el furgón fúnebre que lo trasladaría hasta el cementerio de la localidad. Allí, con la presencia de los Gobernadores civil y militar de Badajoz, jefes de la Policía Armada de Badajoz, Madrid y Sevilla, autoridades locales, compañeros, numerosísimo público y la banda de cornetas y tambores de la Policía Armada que interpretó el toque de oración, el féretro del malogrado policía recibió cristiana sepultura. 

¡¡Dulce et decorum est pro patria mori!! 

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