Las cartas de seguridad, establecidas por primera vez en la normativa decimonónica, eran documentos que permitían viajar a cualquier vecino en un radio de seis leguas en torno a su domicilio habitual, sin necesidad de pasaporte. Estas cartas se renovaban cada año y debían poseerlas todos los varones mayores de dieciséis años (excepto militares, empleados con título y sueldo, y eclesiásticos) y las viudas, o solteras que no vivieran con sus familias.
El coste anual de cada carta era de cuatro reales, pero eran gratis para los jornaleros o pobres de solemnidad.
El Archivo histórico de la Policía Nacional dispone de un ejemplar expedido en el reinado de José I en el que consta el juramento de fidelidad a su persona.
Carta de Seguridad (1810) |
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