sábado, 16 de marzo de 2019

1997. ETA asesina en Basauri (Vizcaya) al Policía Nacional Daniel Villar Enciso

A las 21:20 horas del viernes 5 de septiembre de 1997, la banda terrorista ETA asesinaba en Basauri (Vizcaya) al Policía Nacional Daniel Villar Enciso mediante una bomba-lapa colocada bajo el asiento del conductor de su vehículo, un Citroën de color oscuro con matrícula de Bilbao. La explosión de la bomba se produjo en el momento en que el policía puso en marcha el coche. Inmediatamente después se originó un incendio dentro del vehículo. 

Daniel Villar Enciso, falleció en el hospital de Cruces, adonde fue trasladado tras resultar herido. Según testigos presenciales, el policía, pidió ayuda con las manos, pese a la gravedad de su estado, y fue extraído del vehículo por unos jóvenes que le apagaron el fuego del cuerpo. 

Policía Daniel Villar Enciso

Un amigo de la víctima comentó a los medios informativos que el policía era una persona cautelosa, que exploraba siempre los bajos de su automóvil antes de ir a trabajar, una precaución que no adoptó ese día y que le costó la vida. Con el asesinato de Daniel Villar la banda terrorista ETA había asesinado a un total de once personas en lo que iba trascurrido de ese año de 1997, tres de ellas miembros del Cuerpo Nacional de Policía en Vizcaya. De hecho, el titular de Interior, Jaime Mayor Oreja, ya había vaticinado unos días antes del atentado en Valencia un recrudecimiento de la violencia etarra. 

El estallido se produjo cuando el agente se disponía a arrancar el coche, un Citroën BX con matrícula BI-0772-AV, en la calle Kareaga Behkoa, de Basauri. El Policía Nacional, según testigos presenciales, pidió ayuda con las manos, a pesar de la gravedad de su estado, y fue sacado del vehículo con las piernas seccionadas, por unos jóvenes que le apagaron el fuego del cuerpo. Los testimonios recogidos en el lugar del atentado no dejaron ninguna duda sobre la dramática crueldad del suceso. “El chico” —relátó una de las personas que intentó rescatar al policía— “me pedía que le sacara, pero no he podido, me resbalaba. He pedido ayuda a algunos-más y entonces lo hemos sacado, pero ya estaba muy mal”. Otro testigo relató “intentábamos sacarlo, pero las llamas venían a nosotros. Con extintores, tiramos del él hasta que lo sacamos a la carretera”. Una de esas personas que auxilió al Policía Nacional sufrió quemaduras de diversa consideración. La entrada de Daniel Villar en el hospital de Cruces se produjo a las 21.40 h y su fallecimiento 35 minutos después. La esposa del policía acudió al hospital, adonde llegó “destrozada” y gritando “Dios mío, Dios mío!”. La mujer, que se encontraba sedada, se empeñó en ver el cuerpo de su marido, y después abandonó el hospital por la puerta trasera. 

La zona del atentado fue acordonada inmediatamente por unidades de la Ertzaintza, mientras artificieros de la policía autónoma y la Guardia Civil inspeccionaban los restos del automóvil para buscar indicios del explosivo utilizado. Fuentes de Interior informaron que el agente, que pertenecía a la escala básica, desarrollaba sus funciones en el acuartelamiento policial de Basauri. 

Lugar del atentado

La capilla ardiente se instaló al día siguiente, 6 de septiembre, en la sede de la Subdelegación del Gobierno. Ese mismo día viajaron a la capital vizcaína Jaime Mayor Oreja, ministro del Interior, y Ricardo Martí Fluxá, secretario de Estado para la Seguridad. Todos los partidos políticos vascos, con excepción de Herri Batasuna, condenaron el atentado e insistieron en la imposibilidad de negociar con aquellos que tan sólo actuaban mediante el asesinato. Enrique Villar, delegado del Gobierno en el País Vasco, calificó el atentado de “auténtica salvajada” y pidió a las fuerzas democráticas unidad para luchar contra ese “cáncer” del País Vasco. Carlos Iturgaiz, presidente del PP vasco, manifestó por su parte que “si ETA cree que va a conseguir algo con estos actos, se confunde; ya que con asesinos y su brazo político, HB, no hay nada que hablar ni negociar”. 

Sus Majestades los Reyes de España enviaron un telegrama de pésame a la viuda del Policía Nacional asesinado. 

Al funeral, celebrado a las dos de la tarde del día siguiente en la Iglesia de los Agustinos, y presidido por el ministro del Interior Jaime Mayor Oreja, no asistieron dirigentes de los partidos nacionalistas vascos, a excepción de Juan María Atucha, consejero vasco de Interior, ausencia que fue muy criticada por los sindicatos policiales. 

La triste imagen de la viuda del Policía Nacional, saliendo de la subdelegación del Gobierno de Vizcaya, sin paraguas bajo una intensa lluvia, acariciando el féretro de su marido, transmitió una sensación de desamparo con una calle prácticamente vacía en contraste con las multitudinarias manifestaciones que tuvieron lugar en el mes de julio con motivo del asesinato del concejal del partido Popular de Ermua, Miguel Ángel Blanco. 

La Misa fue oficiada por el obispo de Bilbao Monseñor Ricardo Blázquez que en su homilía condenó a los autores del asesinato, a sus cómplices y los que lo justificaban. 

Al finalizar el funeral, el féretro con los restos del Policía Nacional Daniel Villar, envuelto en la Bandera Nacional, salió a hombros de sus compañeros a la puerta del templo donde la unidad de música de la Policía Nacional interpretó la marcha La Muerte No es el Final y el toque de Oración. El ministro Mayor Oreja le impuso la medalla de oro del mérito Policial. Unas mil personas, que se habían dado cita ante las puertas del templo, profirieron gritos contra los asesinos y corearon vivas a España y a la Policía Nacional. El ataúd de Daniel Villar fue introducido en un furgón funerario que lo trasladaría a la localidad toledana de Orgaz donde sería cristianamente sepultado. 

Más de 2.000 personas acompañaron a su familia en el funeral que se celebró en la iglesia de Santo Tomás. Hubo crespones negros en los balcones y un silencio sólo roto por los llantos, aplausos y vivas a España y a la policía al paso del féretro. Los vecinos, que permanecieron a la puerta de la iglesia, abarrotada de público, recordaban que el pasado día 1 de septiembre Villar se despidió de ellos. Terminaban sus vacaciones y regresaba a Basauri con su mujer y sus dos hijos, Alberto y Dani. Cuatro días después, una bomba-lapa colocada en su automóvil acabó con su vida. Ese sentido de la unidad y de la solidaridad llevó al policía Daniel Villar a participar con su familia el día 26 de agosto en la inauguración de una fuente en Orgaz, erigida en recuerdo de las víctimas del terrorismo tras el asesinato del concejal del Partido Popular de Ermua, Miguel Ángel Blanco. 

El arzobispo de Toledo y primado de España, Francisco Álvarez, ofició el funeral por "un agente de policía más, víctima de un artefacto terrorista, que deja una familia rota". En la homilía pidió a las fuerzas policiales que "acierten a reconducir el admirable mensaje que la inmensa mayoría de la sociedad está dando como respuesta del pueblo español que pide decisiones en el camino de la democracia". El arzobispo condenó enérgicamente la "violencia sin corazón", que envilece a sus autores cuando atentan contra los derechos más fundamentales, y confió en que los ecos del "no matarás" alcancen la conciencia de los que, de una u otra forma, colaboran conscientemente con la violencia. 

Al funeral asistió el director general de la Policía, Juan Cotino, acompañado por el presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, y el delegado del Gobierno en la región, Carlos Moro. Cotino insistió en que el llamado espíritu de Ermua se mantenía con manifestaciones como la del pasado sábado en Basauri (Vizcaya) o la presencia de todo un pueblo, Orgaz, en el sepelio de Daniel Villar. Para el máximo responsable de la policía no hay que olvidar que son unos pocos los criminales que rompen familias y matan: "Eso es lo que hace el crimen", señaló. 

A la tarde de ese día más de 25000 personas se manifestaban en Basauri condenando el asesinato del Policía Nacional Daniel Villar. La marcha estuvo encabezada por el alcalde de la localidad y el ministro del Interior Jaime Mayor. 

En 1998 el etarra Kepa del Hoyo era detenido por la Guardia Civil en Bilbao en 1998 junto con otros diez etarras por integrar o facilitar información al comando Vizcaya de ETA, responsable del asesinato de los Policías Nacionales Modesto Rico y Daniel Villar. Según Interior, el detenido Kepa del Hoyo Hernández había participado en la colocación en Bilbao de una bomba-lapa en el coche particular de un policía, que fue desactivada, y en otra que acabó con la vida del también Policía Nacional Modesto Rico Pasarín. 

Intervino en el robo de los vehículos Renault-11 y Renault-19 que fueron utilizados en los asesinatos del inspector Luis Andrés Samperio Sañudo, en Bilbao, y del guardia civil, José Manuel García Fernández, en la localidad vizcaína de Ciérvana, en abril y mayo de 1997, respectivamente. Estos vehículos fueron escondidos en una lonja que, previamente, había alquilado Del Hoyo. 

En 1999 la Audiencia Nacional condenó a 25 años de prisión al etarra Pedro (Kepa) del Hoyo Hernández como autor del atentado que acabó con la vida de Daniel Villar. Del Hoyo Hernández formaba parte del grupo Vizcaya de ETA, desarticulado tras la muerte de dos de sus dirigentes en un enfrentamiento con la Guardia Civil el 23 de septiembre de 1997, pocos días después del asesinato de Daniel Villar. Los dos etarras muertos, José Miguel Bustinza Yurrebaso, alias Iván y El Viejo, y Salvador Gaztelumendi Gil, alias Gaizka, captaron a un gran número de etarras como colaboradores con la misión de facilitar alojamiento, robar vehículos, elaborar información de objetivos de la banda terrorista y guardar las armas y explosivos del grupo en lonjas alquiladas para ello. 

La desarticulación del grupo Vizcaya llevó al banquillo a veintitrés etarras en febrero de 2000. Antes de su desarticulación, el grupo Vizcaya cometió numerosos atentados, entre los que figuraban el asesinato de los funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía Modesto Rico Pasarín (el 17 de febrero de 1997), Luis Andrés Samperio Sañudo (el 24 de abril de 1997) y Daniel Villar Enciso, así como el del guardia civil José Manuel Garcia Fernández (el 3 de mayo de 1997). 

Daniel Villar Enciso, de 39 años, era natural de Madrid, aunque llevaba varios años residiendo en Basauri. Estaba casado con Socorro López Zarra y tenía dos hijos de 11 y 10 años. En varias ocasiones sus superiores le habían propuesto trasladarse a otras zonas de España, pero el agente declinó estos ofrecimientos pues estaba muy integrado en el País Vasco. Pertenecía a la Escala Básica del Cuerpo Nacional de Policía y estaba destinado en el Servicio de Seguridad del cuartel de la Policía de Basauri. 

Daniel Villar fue enterrado en Orgaz (Toledo), de donde era natural su viuda y donde la familia solía pasar las vacaciones. Una calle de la localidad lleva el nombre del agente asesinado. Más triste es que en 2003, al cumplirse el quinto aniversario del asesinato de Daniel Villar, el Ayuntamiento de Basauri, gobernado por el PNV, rechazó dedicar una plaza del pueblo al policía asesinado por la banda ETA. 

De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se concedió a Daniel Villar Enciso la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedió también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo. 

Carlos Fernández Barallobre. 

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