martes, 16 de enero de 2018

El crimen de la calle Gravina (1909)

A primeras horas de la madrugada del domingo 11 de julio de 1909, la calle Gravina de Madrid se vio sobresaltada por la aparición de una joven muerta en el piso 2º del inmueble nº 20 de la calle, habitado por el Agente del Bolsa José Mª del Valle y su mujer.

El matrimonio tenía como sirvienta a Valentina Jímenez a quien había dejado sola en casa a las nueve y media de la noche del sábado día 10, encontrándola degollada, sobre un gran charco de sangre, en el salón de la casa, a las doce y media cuando regresaron al domicilio.

Valentina Jiménez, la víctima (Nuevo Mundo)

El cadáver presentaba dos heridas incisas con arma blanca en la parte lateral del cuello, una de seis centímetros de longitud localizada entre el occipucio y el maxilar inferior, dejando a la vista la columna vertebral, y otra de entre diez y doce centímetros, con dirección transversal entre la región cervical posterior y la infrahioidea, encontrándose amordazado con un pañuelo.

Conocido el crimen se personaron en el lugar de los hechos, además de la Autoridad judicial, el Jefe Superior de Policía de Madrid, Méndez Alanis; el Comisario General, Millán Astray y el Comisario del Distrito de Hospicio, Sánchez Vidal, junto a efectivos de los Cuerpos de Vigilancia y Seguridad.

Tras las primeras comprobaciones en el domicilio del suceso se pudo determinar que habían sido sustraídas varias joyas propiedad de la esposa de José Mª del Valle lo que llevo a establecer el robo como móvil del hecho que concluyó con la muerte de la criada.

Manuel Gamarra, autor del crimen (Nuevo Mundo)

Iniciadas las pesquisas por el personal del Cuerpo de Vigilancia de Madrid, las primeras sospechas recayeron en José Boixader, hermano de la esposa del propietario del inmueble, quien aquella noche había acudido al domicilio de su hermana. Si bien descartadas estas sospechas todas comenzaron a recaer en un tal Manuel Gamarra, primo también de los propietarios del piso, y que igualmente hizo acto de presencia en la escena del crimen en la noche de su comisión.

Activadas las gestiones y verificada por testigos la presencia de Gamarra en el inmueble de la comisión del hecho, se ordenó su localización y detención. Las primeras averiguaciones permitieron, en la tarde del día 11, a los Agentes de Vigilancia Fagoaga y Herráiz la detención de su cómplice, Felipe Martín Figueredo, quien manifestó que efectivamente había acompañado a Gamarra a casa de sus primos aguardándolo mientras cometía el crimen y que tras conocer los hechos le recomendó que se presentase a la Policía.

Por su parte, los Agentes Moreno Torres y Palacio procedieron, en la calle Barquillo, poco después de las doce de la noche, a la identificación y detención de Manuel Gamarra quien confesó la autoría del asesinato 

Martín Figueredo, cómplice del crimen, custodiado por un Guardia de Seguridad que viste el uniforme estival de rayadillo declarado reglamentario en 1903

Una vez detenido e interrogado, Manuel Gamarra confesó la responsabilidad en el hecho, aduciendo que se encontraba en una difícil situación económica lo que le obligó a trasladarse a casa de sus familiares para pedirles dinero: Al no encontrarlos en casa pidió a la criada, Valentina Jiménez, que le sirviese un vaso de agua y en ese instante, extrayendo una navaja barbera que llevaba el bolsillo le asestó un tajo en el cuello, procediendo a amordarzarla para evitar que gritase antes de volver a acuchillarla en el cuello, causándole la muerte.

De esta manera, merced a un rápida y sagaz intervención de la Policía se esclareció, en menos de cuarenta y ocho horas, este crimen execrable poniendo al autor y a su cómplice a disposición de la Justicia.  



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