sábado, 27 de enero de 2018

1983. Un comando del GRAPO asesina en Valencia al Teniente de la Policía Nacional Emilio García Martínez

A las 8,35 de la mañana del martes 19 de abril, una bomba colocada por los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (Grapo), en los bajos del automóvil del teniente de la Policía Nacional Emilio García Martínez, causaba su fallecimiento en un estacionamiento privado de Valencia.

El oficial se disponía, con la llave en el contacto, a poner en marcha su coche, un RenauIt-8 bastante viejo, cuando se produjo una fuerte explosión debajo del asiento, destrozando el automóvil. La bomba, un paquete de aproximadamente un kilo de peso, estaba colocada fuera del coche, debajo del asiento de detrás del conductor, y estaba compuesto de cloratita con metralla.

Teniente Emilio García Martínez

La explosión se produjo sobre las 8.35 de la mañana, cuando el teniente se disponía a trasladarse a su lugar de trabajo. Fue escuchada por su hijo, ya que la vivienda familiar estaba a escasos metros del aparcamiento, quien acudió inmediatamente y encontró a su padre en el coche malherido y semi inconsciente. Se dio rápidamente aviso al 091 y acudió una ambulancia que trasladó al teniente García Martínez a la Ciudad Sanitaria de la Seguridad Social La Fe, donde se le apreciaron heridas en zona lumbar izquierda con gran destrozo, fracturas costales, y quemaduras de tercer grado en espalda, cabeza y costado derecho; fractura de pierna, gran hemorragia, pérdida de líquidos y lesiones en bazo e hígado. Se le practicó una transfusión sanguínea pero falleció antes de ser operado, poco después de las diez de la mañana. El cadáver fue trasladado al Hospital Clínico, donde se le practicó la autopsia, y de ahí al cuartel de Policía Nacional de la Alameda.

El aparcamiento donde se produjo la explosión tenía dos plantas y 150 plazas, por lo que dada la hora, la explosión podía haber causado más víctimas. Se dio la circunstancia de que el teniente fallecido había reservado la plaza de aparcamiento en ese lugar tan sólo nueve días antes del atentado. Artificieros de la Policía Nacional comprobaron la existencia de trozos de metralla en el lugar, así como el hecho de que la explosión se registró de adentro hacia afuera. Un artificiero informó que el material usado en el atentado podía ser cloratita, de alto poder de detonación, habitualmente utilizado por el GRAPO.

Tras tener conocimiento del atentado, el ministro del Interior, José Barrionuevo, se trasladó a Valencia, con el objeto de asistir al funeral que se celebró al día siguiente, miércoles 20 de abril. 

La capilla ardiente quedó instalada el 19 de abril por la tarde en el cuartel de Policía Nacional de la Alameda en Valencia por donde pasaron autoridades y centenares de valencianos anónimos que quisieron testimoniar su condolencia y pesar a las Fuerzas de la Policía Nacional. El gobernador civil de Valencia, Eugenio Burriel, que también se trasladó inmediatamente al lugar de los hechos y más tarde a la ciudad sanitaria, calificó el atentado de "salvaje e inhumano, absolutamente inútil e increíble". El presidente de la Comunidad valenciana, el socialista Joan Lerma, hizo pública su condena del atentado tan pronto tuvo noticia del mismo, y comunicó inmediatamente su condolencia a las autoridades gubernativas y los jefes de la policía Nacional.

Alrededor de 3.000 personas asistieron a primera hora de la tarde del día 20, a la misa funeral en memoria del teniente de la Policía Nacional, Emilio García Martínez. A la ceremonia de «corpore insepulto, concelebrada en la parroquia de San Pascual Bailón por el arzobispo de Valencia, Miguel Roca Cabanilles, a quien ayudaron 15 sacerdotes, asistió el ministro del Interior, José Barrionuevo, y en lugar destacado, frente al féretro cubierto por una bandera nacional, se situaron la esposa y los dos hijos del policía fallecido. Junto al responsable de interior se hallaban presentes el el director general de la Policía Rafael del Rio; presidente de la Generalidad Valenciana Joan Lerma; el Capitán General de Valencia Teniente General Vallespin, otras autoridades civiles y comisiones militares de los tres ejércitos, Guardia Civil y Policía Nacional Dirigiéndose a los congregados en el templo, el arzobispo condenó toda violencia y afirmó que “es lógico que pueblo estime y quiera a las Fuerzas de Orden Público porque sabe que ningún otro cuerpo social ha ofrecido tanto por los valores del orden y la seguridad en España”. 

Aspecto del vehículo del Teniente García Martínez tras el atentado que le costó la vida

Un fuerte contingente de la Policía Nacional se había estacionado en los accesos de la Iglesia desde minutos antes de que llegara el féretro, precedido por dos furgonetas de la Policía Nacional con numerosas coronas de flores. 

A punto de finalizar la Misa y cuando miembros de la Policía Nacional izaron a hombros el féretro del Teniente García Martínez, se oyeron, en el interior de la iglesia, gritos contra los responsables del gobierno de la Nación. Los gritos arreciaron una vez la comitiva estuvo en la calle, y los allí se escucharon incesantes vivas a España, a la Policía nacional, a José Antonio Primo de Rivera y Franco, y continuos “¡fuera!”, “¡fuera!”, dirigidos al ministro, y otros gritos como “La Policía, con Franco no moría”, y “No amnistía ni perdón, ETA y GRAPO al paredón”. La Policía Nacional tuvo que realizar un estrecho pasillo que aislaba al público concentrado en las inmediaciones del templo de las autoridades que abandonaban el mismo entre numerosos insultos. Una vez finalizado el funeral, el ministro del interior se trasladó con los familiares del servidor del orden asesinado al cementerio municipal, donde hizo entrega a la esposa del fallecido de una bandera Nacional, antes de que los restos mortales del Teniente García recibiesen cristiana sepultura.

El teniente Emilio García Martínez había ingresado como número en la Policía Nacional y había ascendido a teniente en 1980. Estaba destinado en Paterna desde 1981 y sus destinos anteriores habían sido Valencia, Madrid y Vitoria. Casado, tenía dos hijos, uno de 19 años y otra de 17, Emilio estaba adscrito a la guarnición de Paterna, jurisdicción de la que dependía el recinto de la Institución Ferial Valenciana, y a cuyo cargo estaba la seguridad del recinto.

En agosto de ese año eran detenidos en Valencia los sanguinarios terroristas miembros del GRAPO Anastasio González Cardiel y María del Carmen Muñoz Martínez y en cuya operación la policía encontró cinco pisos francos utilizados por los terroristas y abundante armamento. Los detenidos confesaron estar implicados en el asesinato del teniente de la Policía Nacional Emilio García Martínez en Valencia. En septiembre sería detenida en Barcelona Josefina García Aramburu quien también confesaría estar implicada en el atentado que había costado la vida al Teniente de la Policía Nacional. En enero de 1985, en el pueblo de Corullón, una pequeña localidad leonesa, cercana a Ponferrada, era detenida por miembros de la Brigada Central de Información de Madrid y varios funcionarios de la comisaría de policía de Ponferrada, la activista de los GRAPO Mercedes Padrós Corominas. 

El 28 de octubre de 1985, ante la Audiencia Nacional, las militantes de los GRAPO Mercedes Padrós Corominas y Josefina García Aramburu, se confesaron autoras de la colocación el 19 de abril de 1983 de una bomba en el coche del teniente de la Policía Nacional Emilio García Martínez, que murió pocas horas después. El fiscal pidió para cada una de ellas 32 años de prisión. Según el escrito de conclusiones provisionales del fiscal, Josefina García Aramburu, Joaquín Calero Arcones y José Balmón, que eran en aquellos momentos los máximos dirigentes de los GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre), miembros de su comité central, y los tres ordenaron a Anastasio Gonzalo Cardiel, Carmen Muñoz y Mercedes Padrós la realización del atentado contra el Teniente de la Policía. Josefina facilitó el artefacto, que fue colocado en el Renault 8 del teniente García, e hizo explosión cuando éste intentaba poner el vehículo en marcha. El oficial dejó viuda y dos hijos. Aparte de las penas solicitadas para los acusados, el fiscal pidió una indemnización de 10 millones de pesetas para los herederos de la víctima. Mercedes Padrós confesó que recibió la orden de atentar contra el teniente de Josefina García Aramburu, lo que ésta ratificó. Padrós añadió que había vigilado al policía por su cuenta, y que colocó la bomba debajo del asiento del conductor. Ambas terroristas fueron condenadas a más de 20 años. García Aramburu salió de la cárcel en 2001 pero en 2002 fue de nuevo detenida en Francia, siendo condenada a cinco años y extraditada a España. En 2010 por enfermedad abandonó la prisión. Mercedes Padrós Corominas permaneció dieciséis años en la cárcel y salió en libertad del penal de Brieva en 2001.

De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió al Teniente Emilio García la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.

Carlos Fernández Barallobre. 

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