domingo, 26 de enero de 2020

La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en la película “La sombra de la Ley”

Visionando la película española, “La sombra de la Ley”, estrenada en 2018, nos encontramos con otro claro ejemplo de la falta de rigor a la hora de ambientar una película que aborde la temática policial. 


La trama del film, se desarrolla en la convulsa Barcelona de 1921, con los enfrentamientos entre los anarquistas de la CNT y los pistoleros del Sindicato libre, que se saldaron con decenas de muertos y atentados de toda índole, incluso hasta el del primer coche bomba que, afortunadamente, no llegó a explosionar, gracias a la intervención policial, y que habría causado cientos de muertos. 

Los Guardias de Seguridad que aparecen en la película (fotograma tomado del trailer colgado en internet)

Independientemente de otros aspectos, todos ellos de claro matiz político-propagandístico inspirado por los sectores de la izquierda que, al parecer, son los que dirigen y gobiernan la tendencia del cine patrio, en los que se repiten los cansinos estereotipos de “policías y militares”, malos, y “anarquistas e izquierdistas”, buenos, algo que en esta cinta tiene un tufillo de manipulación que asusta hasta el punto de, un afán de reescribir la historia, culpar al General Severiano Martínez Anido, Gobernador de Barcelona, del asalto a un tren militar cargado de armas para con ello culpar a los “buenos” y así justificar la acción desmedida de los “malos”. Un arquetipo que, lamentablemente, se repite hasta la saciedad, tendiendo a la constante manipulación de los hechos a la que nos tienen acostumbrados los directores de nuevo cuño del cine español. 

Sobre el asalto al precitado tren, sin duda una ficción cinematográfica, la única constancia histórica que hay registrada es el asalto perpetrado, el 1 de septiembre de 1922, en Pueblo Nuevo, a un convoy comercial que transportaba una caja conteniendo 149.150 pts. Hecho cometido por un grupo anarquista capitaneado por Ramón Recasens Miret, dado a la fuga, y del que formaban parte Victoriano Queró, muerto en el asalto, y otros individuos más que lograron huir a Francia con el dinero. 

Pero si, de por sí, la trama está manipulada, mucho peor es la ambientación. Somos de los que creemos que, cuando se trata de una película basada en un momento histórico concreto -esta lo está en el tristemente célebre 1921- y en ella aparecen personajes pertenecientes a Cuerpos, tanto de carácter policial como militar, se hace necesario buscar el pertinente asesoramiento de alguien que realmente conozca la evolución de los Cuerpos que se trata de representar en la cinta para tratar de representarlos de la forma más fidedigna posible. 

En este caso, se trata del Cuerpo de Seguridad cuyos miembros aparecen en varias escenas de la película, aunque siempre de forma colateral. A estos, se les dota de un uniforme de color azul, efectivamente de este color era el del Cuerpo de Seguridad, al menos el de la temporada invernal por estos años; sin embrago, no se observan los tresillos a la granadera en las bocamangas, muy característicos en este uniforme y, lo que es peor, se les dota de una gorra de plato en lugar del característico casco de fieltro inglés que fue de uso obligatorio hasta 1931, aunque es verdad que en las últimas tomas de la cinta aparecen algunos utilizando este casco, como si solamente fuese de uso con motivo de una alteración de orden público, cuando en realidad lo era para todo tiempo.

Algo similar sucede con las defensas que se ve utilizar al personal del Cuerpo de Seguridad, tampoco de uso en estas fechas en las que se utilizaba el machete policial modelo 1907, ya que las defensas de caucho comenzaron a emplearse en 1930. 

Incluso, ni se ha cuidado la emblemática, ya que las cifras “CS” de los cuellos, ni tan siquiera son las reglamentarias, ni se les perece.

Por lo que respecta al Cuerpo de Vigilancia, todavía es mucho peor. Además de representarlos a todos, salvo al Comisario Jefe, como un grupo de delincuentes de la peor estofa, corruptos y desalmados, algo absolutamente incierto, se observan fallos de bulto en sus entradas en escena.

Por ejemplo. La Unidad del Cuerpo de Vigilancia que se encargaba de la represión del anarquismo era la Brigada de Servicios Especiales; existía, igualmente, la Brigada Social, dedicada a su especialidad. Por otra parte, para acreditar la identidad de cada integrante del Cuerpo, se utilizaba un carné profesional y a partir de noviembre de 1920 ya era de uso reglamentario la Placa-insignia, elemento identificativo recuperado tras varios años de estar fuera de uso.

En la película, el protagonista se presenta como Inspector de la Brigada de Información y se identifica por medio de una hoja de papel, único medio que utiliza para presentarse en su nuevo destino en Barcelona.  

Pero aun hay más. Por lo que se percibe en los diálogos, nos encontramos en julio de 1921, fecha en la que se produjo el llamado “Desastre de Annual”; por lo tanto, la fuerza, debería vestir el uniforme de la modalidad de verano que como señala la Cartilla de Uniformidad de 20 de septiembre de 1920, era de algodón gris oscuro y rayita menuda, con las granaderas de paño en las bocamangas y el casco forrado con funda de tela blanca. 

En fin, un auténtico despropósito en el que diferentes Administraciones han aportado importantes cantidades de dinero para su financiación. 

Es este, el de los detalles, un aspecto que el cine español, en la mayoría de los casos, tiene lamentablemente olvidado, sin importar para nada el contexto histórico en el que se desarrolla la trama. Basta con montar un argumento, a ser posible con los estereotipos ya mencionados de “buenos” y “malos”, por cierto, siempre los mismos, para sacar adelante un proyecto cinematográfico. 

Habrá quien piense que estos detalles son nimios y carecen de importancia. Sin embargo, cabe pensar que si nos engañan en una cosa, en apariencia, de tan poca trascendencia como la uniformidad, qué no harán con la trama histórica, constantemente manipulada por claros intereses ideológicos, siempre de la misma tendencia. 


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