Un hecho macabro, de singulares características, tuvo a Madrid como principal protagonista en los últimos días de enero de 1954 y que ha pasado a la historia como uno de los hechos más espeluznantes de la criminalística española.
Fue en la jornada del 30 cuando, tras un registro realizado por Inspectores de la Brigada de Investigación Criminal del Cuerpo General de Policía en el piso 3º derecha, del inmueble nº 72 de la calle de la Princesa, fue hallada una mano de mujer en el domicilio ocupado por Margarita Ruíz de Lihory Resino.
Margarita Ruiz de Lihory en su juventud (Criminalia) |
Iniciadas las gestiones, se pudo determinar que el miembro amputado, hallado en el inmueble, podía pertenecer a Margot Shelly Ruiz de Lihory, de 42 años -algunos medios le asignan 37 años de edad-, hija de la propietaria del inmueble y fallecida el 19 anterior a consecuencia de una hemorragia cerebral.
Al parecer, el origen de esta diligencia de registro en la que fue hallada la mano, se debió a una denuncia presentada por un hermano de la fallecida, en la que advirtió a las autoridades la posibilidad de que su madre, la citada Margarira Ruiz de Lihory, hubiese profanado el cadáver de su hermana antes de ser enterrada.
Ordenada la exhumación del cuerpo, se pudo comprobar que, efectivamente, le faltaba la mano derecha, verificando, igualmente, la falta de ambos ojos y de un trozo de lengua, lo que motivó un nuevo registro, merced al cual fueron hallados ambos restos.
Este hecho provocó que corriesen ríos de tinta sobre la motivación que llevó a la mujer a realizar estas amputaciones en el cuerpo de su hija fallecida, constituyendo uno de los sucesos más relevantes de la crónica negra española.
Se especuló sobre posibles rituales llevados a cabo por la citada Margarita Ruiz, especialmente con animales, de hecho, en su domicilio fueron hallados varios animales disecados y otros objetos que confirmaron el extraño carácter de Margarita Ruiz de Lihory.
Las investigaciones fueron llevadas a cabo por el Grupo al mando del Inspector-jefe Fernández Rivas, integrado por los inspectores Alcocer, Gallego, Ruiz, Barroso, Ojeda y Ares.
Pese a que Margarita Ruiz de Lihory siempre mantuvo su inocencia, alegando que todo había sido tramado por su hijo Luis por un móvil de venganza, la Audiencia de Madrid condenó el 15 de mayo de 1964 a Margarita Ruíz de Lihory a seis meses de arresto mayor y 5.000 pesetas de multa, y a su marido José María Bassols, a tres meses de arresto mayor y 2.000 pesetas de multa, como autores de un delito de profanación de cadáveres y otro contra la salud pública, con la agravante de parentesco respecto a la procesada.
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