El pasado lunes, 16 de diciembre, el Boletín Oficial del Estado insertaba el anuncio de un concurso-licitación para la adquisición, por parte de la División Económica y Técnica de la D.G.P., de un camión carrozado y transformado como lanza agua, con destino al parque del C.N.P.
Lo que a primera vista, para muchos profanos, podría resultar una novedad, realmente no lo es ya que la Policía Española viene contando, desde hace muchos años, con este tipo de medios móviles. Habría que remontarse a la época de la II República para encontrar el primer vehículo de estas características adquirido por la entonces Dirección General de Seguridad, aun cuando el proyecto de compra es anterior.
Lo que a primera vista, para muchos profanos, podría resultar una novedad, realmente no lo es ya que la Policía Española viene contando, desde hace muchos años, con este tipo de medios móviles. Habría que remontarse a la época de la II República para encontrar el primer vehículo de estas características adquirido por la entonces Dirección General de Seguridad, aun cuando el proyecto de compra es anterior.
De hecho, aunque hoy se encuentran, al menos por lo que al Cuerpo Nacional de Policía se refiere, prácticamente en desuso, dada su antigüedad, durante muchos años los vehículos lanza-aguas, conocidos como "bussing" y cariñosamente apodados como "botijos", fueron utilizados reglamentariamente tanto por el Cuerpo de la Policía Armada, como posteriormente por el de la Policía Nacional, llegando a poseer alguna unidad de este tipo el Cuerpo Nacional de Policía que creemos han sido ya dados de baja y caso de mantener todavía alguno en parque suponemos que muy próximos a pasar a esta situación.
Guardia de Caballería del Cuerpo de Seguridad durante unos altercados (prensa de la época) |
Este tipo de material constituía una especie de imagen estereotipada en los desfiles militares de los años 60 y 70 del pasado siglo en que las Fuerzas de la Policía Armada, al formar parte de las FF.AA., los cerraban exhibiendo los medios más modernos y potentes con los que contaban, destacando los diferentes vehículos lanza-aguas de varios modelos y fabricación de que disponía el parque del Cuerpo en la Capital de España. Más tarde, con la creación del Cuerpo de la Policía Nacional muchos de aquellos vehículos mutaron su color gris por el marrón y otros, simplemente, se dieron de baja siendo sustituidos por unos más modernos, todos sobre chasis de fabricación nacional.
El Cuerpo Nacional de Policía heredó algunos de aquellos camiones, muchos de los cuales no fueron siquiera cambiados de color; algo que no sucedió con los procedentes de la firma URO, construidos en su fábrica santiaguesa a principios de los 80, que, adscritos a la Jefatura de Unidades de Intervención (JUIP), si lucieron el color azul policial, permaneciendo operativos hasta el inicio de los 2000 y participando en algunas de las paradas organizadas con motivo del Día de los Santos Angeles Custodios, patronos del Cuerpo. En la actualidad, como hemos dicho, creemos que han sido ya dados de baja o, por lo menos, permanecen en parque fuera de uso, dada su manifiesta antigüedad y, en consecuencia, sus limitaciones operativas.
Sin embargo el origen de la utilización de estos medios en España se remonta mucho más atrás en el tiempo y hay que buscarlo en los últimos días del reinado de S.M. D. Alfonso XIII, si bien, aunque de modo anecdótico, existe un antecedente más remoto, dentro del mismo período, que nos permite determinar cuándo por vez primera se empleó el agua como medio capaz de disolver concentraciones de masas o manifestaciones en España ya que en otros Países de nuestro entorno venía utilizándose con pleno éxito algún tiempo antes.
La anécdota la refiere el Comisario Pral. Antonio Viqueira en su "Historia y anecdotario de la Policía Española", señalando que con motivo de las algaradas estudiantiles que tuvieron como escenario Madrid a mediados de noviembre del año 1922 se dispuso el uso de una manguera de riego para disolver a los manifestantes evitando, así, que la fuerza pública tuviese que emplear otro tipo de recursos más contundentes para alcanzar el mismo fin.
Estos hechos tuvieron lugar entre los días 13 y 14 de noviembre de 1922 con motivo de la llegada a Madrid del entonces Teniente Coronel José Millán Astray, fundador dos años antes de la Legión Española, quien concurría a la Corte con el fin de solicitar su baja en el Ejército por las discrepancias que mantenía con la Junta de Defensa del Arma de Infantería.
Estas Juntas de Defensa se habían creado en 1916 con el fin de defender los intereses de la Institución militar, especialmente en materia de ascensos y sueldos, alcanzando gran notoriedad y peso específico entre el personal del Ejército, convirtiéndose en un auténtico poder fáctico; sin embargo, tras el descalabro de Annual en el verano de 1921, algunas voces se alzaron contra las Juntas a las que culparon de aquel desastre, provocando una riada de desafecciones entre los Mandos militares, especialmente los africanistas más jóvenes, que solicitaron su baja en las citadas Juntas de Defensa.
Uno de ellos fue, precisamente, el Teniente Coronel Millán Astray quien con fecha 7 de noviembre en un escrito dirigido al Ministro de la Guerra manifestaba su clara y beligerante actitud contra las Juntas, a la vez que solicitaba formalmente la baja en el Ejército.
Fueron muchas las adhesiones que, provenientes de toda España, recibió, por aquellos días, el fundador de La Legión; no solo Unidades militares, sino también Entidades sociales y culturales, estudiantes universitarios, etc., manifestaron su apoyo al Teniente Coronel Millán Astray y su beligerancia con las Juntas de Defensa.
Ciudades como Barcelona o Sevilla fueron escenario, los días 13 y 14 de noviembre, de importantes algaradas callejeras protagonizadas por grupos de estudiantes que se manifestaron en apoyo a Millán Astray y contra las Juntas de Defensa y el Gobierno; sirva como ejemplo Barcelona donde fue necesario el empleo de 100 Guardias de Seguridad de infantería y caballería para devolver el orden a las calles.
Madrid también fue escenario de estos desórdenes protagonizados, mayoritariamente, por grupos de estudiantes de las diferentes Facultades y Escuelas de la Universidad madrileña que, en la noche del 13 de noviembre, se concentraron en la plaza del Dos de Mayo iniciando un recorrido por diferentes calles de la zona hasta llegar a la de Fuencarral donde fueron disueltos por efectivos del Cuerpo de Seguridad.
Otro grupo de la misma procedencia se concentró en la Puerta del Sol iniciando su recorrido por la calle Montera hasta la Gran Vía, deteniéndose delante del Casino Militar donde se encontraban varios números del Cuerpo de Seguridad con el fin de proteger este centro recreativo contra un eventual ataque de los manifestantes. Como quiera que los ánimos se caldeasen y temiendo que pudiese producirse un intento de asalto al mencionado Casino Militar, se dispuso el concurso de un empleado municipal que, protegido por los Guardias de Seguridad presentes en el lugar, enchufó una manguera a un hidrante público para dirigir el chorro de agua contra los manifestantes que fueron rápidamente disueltos, siendo esta la primera vez que se empleó este medio de disuasión en España.
Camión lanza-aguas Mercedes Benz encargado por el General Mola 1931 (Instituto de Estudios de la Policía) |
Ignoramos si después de aquel episodio volvió a registrarse el uso de este sistema con el fin de disolver a grupos de revoltosos, aunque vistos los resultados satisfactorios y el hecho de que este tipo de medios fuese empleado con cierta asiduidad por otras Policías de nuestro entorno parece indicar que si pudo haberse utilizado con posterioridad a esta fecha bien en Madrid, bien en otra de las grandes ciudades españolas.
Lo que sí sabemos es que la grave situación de deterioro del orden público en la que se sumió España tras la dimisión del General Primo de Rivera al frente del Gobierno y muy especialmente los gravísimos disturbios acaecidos el 24 de marzo de 1931 en la Facultad madrileña de San Carlos en la que grupos de estudiantes, alentados por la FUE, atacaron a la fuerza pública incluso con armas de fuego, debieron influir para que la Dirección General de Seguridad, a cuya cabeza se encontraba el General Mola, decidiese la compra urgente, por un importe de 100.000 pts., de un camión-tanque lanzador de agua a presión con el fin de utilizarlo para reprimir este tipo de disturbios lo que evitaría, en buena medida, el uso por parte de la Fuerza de otras armas o instrumentos mucho más contundentes. Sin duda se trataba, dada la urgencia de la compra, de un vehículo en stock, disponible en alguna firma automovilística extranjera, utilizado por algún otro Cuerpo policial, toda vez que no hemos encontrado referencia alguna a sus especificaciones técnicas ni a su diseño, así como tampoco a la autorización de su compra.
Muy poco o nada sabemos de este camión-tanque cuya única referencia, hasta ahora, la hemos encontrado en la Revista Policía Española que en su número correspondiente al 28 de marzo de 1931 inserta una fotografía de este vehículo, posiblemente un Mercedes habida cuenta del distintivo que presenta en su morro, con un pie de foto en el que refiere que "los estudiantes van a tener, dentro de unos días, un nuevo enemigo. Pacífico, hidroterápico... Este tanque (en referencia al que aparece en la fotografía que ilustra el comentario), en el que el Estado se gasta cien mil pesetas - agua aparte -, está acondicionado para lanzar violentísimos chorros de agua que disolverán (y nunca mejor dicho) a los manifestantes. Ha sido encargado hoy por cable, y ya viene de camino..." lo que nos lleva a suponer, como ya hemos señalado, que no se trata de un camión encargado "ad hoc", sino de uno ya comercializado para su uso por otras Policías y de fabricación no nacional.
Sin embargo, con el advenimiento de la II República, tan solo diecisiete días después, y la inmediata destitución de Emilio Mola al frente de la D.G.S., el nuevo Gobierno debió entender que el cambio de régimen provocaría una modificación cualitativa en el escenario del orden público, lo que sin duda trajo como consecuencia que se anulase el encargo de este camión-tanque del que no volvemos a encontrar referencia alguna.
Tienen que pasar nueve meses para encontrarnos, una vez ya consolidada la República, con una Ley fechada el 30 de enero de 1932 que prevé la adquisición de vehículos lanza-aguas, con sus accesorios, destinados a la Dirección General de Seguridad, adjudicándole un precio idéntico al consignado el año anterior; todo ello prueba que el vehículo pretendidamente adquirido en los últimos días del reinado de S.M. D. Alfonso XIII jamás fue recepcionado ya que carecería de sentido gestionar la compra de un vehículo de similares características cuando ya se disponía de uno con menos de un año de antigüedad.
En esta ocasión, sin embargo, si se establecen una serie de especificaciones técnicas que deberá poseer el vehículo en cuestión y así, el 5 de mayo siguiente, la Gaceta inserta en sus páginas el pliego de condiciones para la adquisición de un camión tanque de agua a presión con destino a los servicios de la Policía.
Según las especificaciones contenidas en el pliego de condiciones, este vehículo deberá estar construido de manera que los dispositivos de lanza agua puedan trabajar eficazmente a corta o larga distancia; con el fin de poder disolver aglomeraciones a larga distancia dispondrá de un tubo lanza-aguas horizontal, montado sobre una torre giratoria y blindada, con rendijas laterales para la observación, situada entre la cabina y el tanque, pudiendo moverse el tubo también en sentido vertical; igualmente, en la parte baja del vehículo, a ambos lados y en la zona trasera, dispondrá de mecanismos para el lanzamiento de agua horizontalmente a poca altura y corta distancia. El tanque-depósito, incorporado en la parte trasera del vehículo, tendrá una capacidad de 4.000 a 5.000 litros. Con relación a la construcción de su carrocería se tendrá en cuenta que nadie pueda manipular desde fuera los dispositivos del vehículo.
La cabina del conductor, que formará un todo único con la torreta giratoria, tendrá el mismo aspecto exterior que las cabinas normales; estará blindada y su disposición interior permitirá, en todo momento, que tanto el conductor del vehículo como el encargado de manejar los dispositivos de lanzamiento del agua puedan estar en contacto y entenderse sin dificultad.
El parabrisas estará protegido por una persiana de chapa de hierro abatible, como también lo serán los estribos para evitar que puedan acceder a ellos cualquier tipo de personal ajeno al servicio. En lugar de ventanillas, la cabina, llevará planchas de chapa; igualmente se protegerá de manera especial el radiador del vehículo.
El espacio destinado a situarse la persona que sirva el tubo lanza-aguas y los surtidores laterales y traseros, estará protegido por fuertes chapas y la cúpula de la torre será blindada.
El tubo lanza-aguas, situado en el centro del interior, tendrá sus manivelas de servicio colocadas a una altura de un metro; estas manivelas permitirán manejar el giro de la torre y el tubo lanzador, permitiéndose el movimiento vertical del mismo por medio de una palanca. Un conjunto de cierres rápidos facilitará el paro instantáneo de los dispositivos lanzadores. Por su parte, la torre, llevará rendijas horizontales para la observación exterior.
Sobre el tanque se situará una tapa con su cierre correspondiente. En su interior, para evitar el bandeo del agua, se dispondrá de dos paredes y un tubo de desagüe. En la cabina del conductor se colocará un dispositivo que indicará el nivel del agua.
La bomba se situará al final del bastidor y tendrá un rendimiento de 800 litros por minuto, a una altura total manométrica de 200 metros. Esta bomba se accionará por un eje secundario de la caja de cambios manejado por una palanca especial. Tanto la bomba como las tuberías y las armaduras, que se encuentren entre el tanque y el bastidor, irán protegidas por un revestimiento de chapa balístico lo suficientemente fuerte como para impedir que puedan ser agujereadas por un proyectil de arma corta.
La bomba centrífuga de alta presión provista de un dispositivo para la evacuación de aguas servirá también para la captación del líquido elemento en estanques, ríos, etc. El tiempo de empleo para efectuar una carga de 5.000 litros de agua no superará los seis minutos.
En cuanto al vehículo será de 5 toneladas de carga; 25 km./hora de velocidad; fuerza de 100 C.V.; distancia entre ejes 4.500 mm.; ancho de vía 1.800 delante y 1.700 atrás; consumo máximo de un 30%, con un gasto de aceite de 1,5 a 2 litros cada 100 km. El coste no superará las 100.000 pts.
Vehículo lanza-aguas construido por la S.E.C.N. para el Gobierno de la República (Vehículos blindados españoles. Ed. Quirón) |
El vehículo se adquirirá entre productos nacionales con un plazo de entrega de tres meses, libre de gastos y colocado en el Parque Móvil de la Policía Gubernativa de Madrid.
A continuación se expresan las características del concurso, documentación exigida, certificaciones, avales, etc.
Con fecha 1º de agosto siguiente se resolvió la subasta, celebrada el día 16 de mayo, resultando ganadora la firma comercial "Sociedad Española de Construcción Naval" (SECN), domiciliada en Madrid, por un importe de 87.000 pts.
Se cumpliese o no el plazo de entrega, lo que sí sabemos es que con fecha 2 de agosto de 1933, la revista "Policía Española" informa de los ejercicios realizados con este nuevo vehículo que tiene su base en el Parque situado en la madrileña Avd. de Menéndez Pelayo. La noticia habla de las pruebas con resultado satisfactorio realizadas por el nuevo camión-tanque, adscrito a la plantilla de la Capital de España, del que dice "no tiene nada que envidiar a los de otras ciudades del extranjero".
También la noticia refiere que hasta la fecha de su publicación, el camión-tanque no ha tenido que intervenir con motivo de alteraciones del orden, lo que nos permite suponer que el vehículo había sido recibido con anterioridad.
Nada hemos encontrado sobre la participación de este camión lanza-aguas en algún despliegue policial con motivo de los disturbios habidos a lo largo de los años siguientes, pese a todo creemos que si debió estar presente en alguna de las intervenciones de las fuerzas de Seguridad y Asalto a lo largo del periodo republicano aunque solo fuese constituyendo un elemento de reserva merced a su alto valor disuasorio.
Tampoco hemos logrado localizar la fecha de su baja en el Parque móvil de la Dirección General de Seguridad, así como tampoco dato alguno que nos permita conocer el final de este singular vehículo.
Como dato anecdótico referiremos, andando el tiempo, que tras la creación de la Policía Especial de Tánger, en marzo de 1953, y muy probablemente a instancias de la otra potencia administradora - Francia -, se asigna al denominado Escuadrón Español, entre otros medios móviles, dos vehículos lanza-aguas de los que desconocemos datos y características y que, una vez finalizado el despliegue de esta Policía, poco después de la declaración de independencia de Marruecos, son devueltos a España pasando a alojarse en el Cuartel de Francos Rodríguez en el que se construye un garaje especial para ellos cuyas obras son convocadas en pública subasta con fecha 13 de mayo de 1956, pasando desde entonces a prestar servicio en la Policía Armada de la plantilla de Madrid; posiblemente se trate de los dos primeros vehículos de estas características con los que fue dotada la Policía Armada.
Hoy estos medios, aunque empleados por otras Policías de nuestro entorno, han dejado ser utilizados por lo que al Cuerpo Nacional de Policía se refiere, hasta el punto de haber localizado algún anuncio en el que se ofrece en venta uno de estos camiones, todavía con los indicativos numerales de la JUIP y con los colores policiales, lo que indica incluso la posibilidad de su completa desaparición de nuestro parque. En este sentido, abogamos, si aun es posible, por la recuperación de uno de estos vehículos que, como legado histórico, bien podría pasar a incrementar la colección de material móvil policial histórico que se suele mostrar con ocasión de la celebración de exposiciones estáticas.
Sea como fuere, lo cierto es que ahora, en vísperas de contar nuevamente con este tipo de material, parece un buen momento para volver la vista atrás y recordar que medios como los que ahora son objeto de cierta controversia por parte de la opinión pública no son nuevos en la Policía Española que ya los empleó en diferentes periodos de su historia, incluso en momentos históricos tan dispares como el reinado de D. Alfonso XIII, la II República, el Gobierno del General Franco y el actual periodo democrático.
Bibliografía:
Gaceta. Colección histórica del B.O.E.
Boletín Oficial de la Zona de Protectorado Español en Marruecos
Historia y anecdotario de la Policía Española. Antonio Viqueira Hinojosa.
Vehículos blindados españoles. Un siglo de historia. Ed. Quirón.
Revista "Policía Española"
Hemeroteca de ABC
El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII (1908-1931). Mismo autor. Fundación Policía Española.
José Eugenio Fernández Barallobre,
(artículo publicado en la Revista "Policía")
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