jueves, 15 de abril de 2021

Un policía llamado Jacobo Morcillo o la increíble historia de “Mi vaca lechera“

Nuestro buen amigo y compañero, el Comisario Pral. Mario Sánchez Santos, nos remite este texto, escrito en 2004 por el Inspector Jefe del C.N.P., Ricardo Cáceres Caballero, destinado en la Comisaría Provincial de Murcia, como homenaje póstumo a un policía inmortal: El Comisario Pral. Jacobo Morcillo Uceda.

Constituye para nosotros un honor poder recordar, en las páginas de este blog, a insignes policías, como el Comisario Morcillo, que, además de prestar valiosos servicios a la Institución, dedicaron su vida al servicio de España en otras facetas de sus vidas.

Transcribimos el texto del artículo.

El pasado martes, 12 de octubre -2004-, de madrugada, falleció en el hospital de Torrelodones, Madrid JACOBO MORCILLO UCEDA, policía, escritor, poeta, letrista de canciones y anuncios publicitarios. Llegó según fuentes familiares. A registrar mas de 282 obras de los más variados géneros literarios, musicales, novela, teatro, folletines policiacos por entregas en los que, por cierto, para evitar problemas con sus jefes firmaba con el seudónimo de “El cautivo Jacmor“, poesía, canción infantil, copla española, boleros, y la superfamosa y celebérrima canción “Mi vaca lechera”.

Carné profesional del Comisario Pral. Jacobo Morcillo Uceda


El 12 diciembre de 2004, este prolífico autor hubiera cumplido 87 años.

Es difícil en apenas un par de paginas esbozar, aun cuando solo sea por encima, la semblanza de un gran hombre, y Jacobo Morcillo Uceda, que duda cabe, lo fue. Un hombre idealista, dotado de un ingenio y una simpatía fuera del común y con una voluntad de hierro que le hizo superar momentos verdaderamente difíciles, que otros, sin su fe y ganas de vivir, no lo habrían conseguido.

Jacobo fue condenado a muerte en dos ocasiones. La Primera vez fue a comienzos de la Guerra Civil, cuando una tarde se personaron en su casa unos milicianos y se lo llevaron detenido junto con su hermano Enrique. Cuando iban a ser fusilados, ya de espaladas al paredón, el jefe del pelotón reconoció a Enrique -con quien jugaba todas las noches al billar– y los sacó de la fila, librándolos así de una muerte segura. No obstante, la alegría de ese salvamento milagroso pronto se troco en tristeza, pues, al volver a casa, ambos hermanos comprobaron que su padre había fallecido, a consecuencia de la detención de sus hijos.

La segunda vez que se vio en un trance similar fue, cuando llevado por sus ideas políticas, se infiltro entre los anarquistas -le escribía los discursos a Durruti-, y se pasaba los días saboteando sus ficheros, a cuyas fichas cambiaba nombres y direcciones de futuros candidatos a ser fusilados, logrando de esta manera salvar la vida a muchos. Sin embargo, lo descubrieron y fue detenido. Trasladado a una de las numerosas checas que había en Madrid, fue interrogado y torturado salvajemente. Tras un juicio sumarísimo Jacobo fue condenado a muerte. Lo llevaron a la prisión de Alcalá de Henares, la sentencia no llego a cumplirse gracias a la amistad que hizo con uno de los carceleros, quien dijo que había muerto por la tisis.



Jacobo había aprobado las oposiciones al Cuerpo de Vigilancia e Investigación poco antes de estallar la Guerra Civil, su ingreso quedo paralizado, Terminada la guerra, fue llamado para tomar posesión de su cargo, que duró poco, pues se alistó en la División Azul.

Una vez en Rusia, dada su condición de policía, fue llamado para formar parte de la escolta personal del General Muñoz Grandes, donde surgió una gran amistad y lo visitaba con frecuencia. Un día Muñoz Grandes siendo ya vicepresidente del Gobierno, le dijo “Jacobo, todos vienen a verme para pedirme algo, y tú nunca me pides nada”. Cuando falleció Muñoz Grandes fue llamado por la familia para que vistiese el cadáver.

Así era Jacobo un hombre sencillo que nunca se aprovechó de sus amistades, y que todo lo que consiguió fue por su esfuerzo, tesón y su inagotable ingenio. Una persona generosa y altruista que entendió que los valores esenciales del hombre estaban por encima de él, los actos de su vida estuvieron marcados por el valor y la generosidad. Destacó su bondad y su sentido del deber.

En su destinado como Inspector de Policía estuvo en la Brigada Móvil. Durante las horas que pasaba en los trenes, movido por su afición y sus ratos libres, empezó a componer letras para canciones.

Siguiendo su afición a la música y sus posibilidades de componer canciones, solía frecuentar salas de fiestas y lugares donde se reunían cantantes, actores y músicos. Sobre todo, frecuentaba una sala de fiestas en la Gran Vía, allí conoció al maestro Fernando García Morcillo con el que entabló amistad.

Una de las obras escritas por el Comisario Morcillo y estrenadas en Madrid


Durante su trabajo en un viaje a Galicia, al ver los prados y las vacas, se le ocurrió componer la letra de una canción y se la llevó al maestro Morcillo, para que le pusiera música, sin embargo, el maestro, la consideró absurda, pero Jacobo siguió insistiendo

El maestro decidió quitárselo de encima y le compuso una melodía al piano y se la entregó. Jacobo preguntó cuándo se estrenaba y esa noche fue cantada por José Torregrosa, inicio la interpretación “Tengo una vaca lechera, No es una vaca cualquiera. Me da leche…”, todo el público empezó a cantar con Jacobo que tocaba un gran cencerro. Aquello fue una bomba, la gente no paraba de cantar. Fue un éxito y pidió su repetición.

De esta forma una noche del año 1945 nació la canción “MI VACA LECHERA”, se hizo famosa en toda España. En Sevilla la tocaban por bulerías y en Gibraltar la tradujeron al inglés, en Francia está en el repertorio de los niños.

Jacobo y el maestro Morcillo se convirtieron en colaboradores. Le entregó una letra titulada MARIA DOLORES que decía “Dios te ha dado a la gracia del cielo, María Dolores”, así empezó el bolero que dio la vuelta al mundo, fue popularizada por Jorge Sepúlveda, también la cantaron Gloria Laso y Joan Báez en la isla de Wight, ante 300.000 hippies.

En los años 60 trabajó con Augusto Alguero-padre y ayudo con los primeros contratos a Julio Iglesias, como representante.

A la largo de su vida inventó ritmos y escribió muchísimas cosas, que mas de uno de nosotros hemos cantado alguna vez porque eran estribillos pegadizos de spots publicitarios, que la televisión hizo famosos. Suyas fueron las letras del anuncio de La Casera, AEG, Brandy 103, Cafés La Estrella, Kelvinator, Cristasol, Duralex, Fagor, Torrefacto El Cafeto, Philips, Flan Royal, Galletas Toast, y muchas más. También de su imaginación salieron lemas publicitarios como “Esta noche, ¿Qué? Esta noche, Flex”. “Se ve la naranja, sabe a naranja. Es Shweppes de naranja” o “A mi plin, yo duermo en Pikolin “.

Además de artista, Jacobo fue un hombre dinámico y emprendedor, Durante muchos años estuvo muy ligado a la Sociedad de Autores -de la que fue Consejero Delegado- y fue el que creó el Departamento Antipiratería Musical. Desde este Departamento, fue el primero que luchó en este país contra la piratería musical en defensa de los derechos de músicos e intérpretes. Por este motivo la Comisaria de Retiro, mandada por él en aquellos años, recibió de la citada Sociedad de Autores un disco de oro, como felicitación a sus funcionarios por la labor realizada en este campo.

Hasta aquí, la descripción de este gran compañero Jacobo Morcillo.

Ricardo Cáceres Caballero.

1 comentario:

  1. Muy interesante y curiosa la vida de este señor. Un gran artista y creador de innumerables obras artísticas de todo tipo, con la de veces que hemos cantado "tengo una vaca lechera " con los payasos de la tele de pequeño.
    Gracias de nuevo siempre por relatarnos estas historias tan enriquecedoras de personas perteneciente a la Policía Nacional.

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