Del boletín "Emblema" de septiembre, tomamos este trabajo de nuestro buen amigo y compañero, Silvestre Barquero Baños.
Este mes de Septiembre, se cumplirán noventa y cinco años de aquel pavoroso incendio que dejo una profunda huella en el Madrileño barrio de La Latina. Como un martillo pilón quiso el aura de la coincidencia que fuera el noveno mes del año, el que viera el renacer y desaparición de este Teatro, mas conocido por los madrileños como El Coliseo.
Guardia de Seguridad Isidro Orgaz Gaitán (col. Barquero Baños) |
Se preguntará el afinado lector, ¿que tiene que ver esta catástrofe con la Policía Gubernativa?. Si me lo permite usted, se lo desgranare en las siguientes líneas que al igual de estremecedoras le parecerán ciertamente inéditas, así como los documentos gráficos, A mi al menos, así me parece.
Este Teatro, anteriormente Cuartel de Caballerías fue inaugurado por la Reina Isabel II hacia el tercer tercio del siglo XIX, un mes de Septiembre. El mismo mes del año 1.928 desapareció tras un incontrolado incendio, dejando mas de ochenta muertos y sobre los doscientos heridos. Una de las mayores catástrofes sufridas por la capital de la nación. Veamos las reseñas del momento y su relación con la Policía Gubernativa;
“ Dia de luto para la capital de España y para la nación entera, fue el del domingo dia 23 de este mes: en las primeras horas de la noche, en el espacio de un par de horas y en el mas popular teatro de Madrid, se consumo la horrible tragedia: el incendio, la multitud enloquecida, que sin otra luz que la de las llamas y sin otro guía que el del instinto, huye en busca de la salvación, y en la huida desordenada, a diez pasos de la vida que estaba en la calle, encuentra la muerte por asfixia, por magullamiento, por el desplome de materiales, por el fuego voraz qué alcanza a los que caen, se alimenta con ellos y eleva retadora su roja cabellera, a centenares de metros de altura, tiñendo de rojo las nubes bajas, dejándose ver desde todos los lugares de Madrid como un enorme brasero, como una pira. Que pone espanto en todos los corazones.
Las desgarradoras escenas de la tragedia son conocidas y no hay que volver sobre ellas. ¡Paz a los muertos, resignación para los deudos que los lloran acompañados en su dolor por millares de seres y serenidad para los testigos de la catástrofe que nunca olvidarán los minutos de angustia que sufrieron ! ¡Cerca de cien muertos ! ¡Mas de doscientos heridos!…
Entre las victimas figura un funcionario de Seguridad: D. Isidro Orgaz Gaitán, que en unión de su compañero D. Crescencio Vergara Onrutia – ambos de la novena compañía, distrito de Palacio – presenciaba el espectáculo. Cuando se declaro el fuego, los dos guardias – que en todo momento se consideran en función de servicio y saben cuál es el puesto que exige su deber – se unieron a los acomodadores del anfiteatro principal, encauzando la salida del público; muchos fueron salvados por los esfuerzos y serenidad de ambos funcionarios, que atentos a su deber, no pensaron en su propia salvación; y cuando las ultimas avalanchas, presa de verdadera locura, arrollaban todo lo que se oponía a su paso, y desoía toda voz que aconsejaba serenidad, Vergara fue arrollado y empujado hasta la calle, sin machete, sin casco, con el uniforme destrozado y con lesiones de pronostico reservado de las que fue curado en la Clínica de la Plaza Mayor… y Orgaz Gaitan, el esforzado compañero, fue hallado muerto, completamente carbonizado, junto a la puerta donde tantas vidas ayudó a salvar… olvidándose- ¡ heroico olvido ! - de salvar la suya…
El guardia Orgaz contaba veintisiete años, era natural de Álamo, sirviendo en Artillería, donde fue cabo y por su compor-tamiento en África se hallaba en posesión de una Cruz al Merito Militar pensionada. Hace seis meses contrajo matrimo-nio con Eugenia Fernández de Pablo, que por encontrarse indispuesta no le acompaño al teatro.
El día 26 se celebró el triste acto de dar sepultura al guardia D. Isidro Orgaz Gaitán. Durante la noche anterior fue velado por su esposa, padres y Jefes, Oficiales y compañeros que desfilaron ante el cadáver. La Dirección General de Seguridad, en cuanto tuvo conocimiento del fallecimiento de Orgaz, dio las órdenes oportunas para que todos los gastos del entierro corrieran a su cargo. Momentos antes de salir el cadáver llegaron a rendirle el último tributo todo el personal franco de servicio de los Cuerpos de Vigilancia y Seguridad, una represennación de la Guardia Municipal montada, compuesta por cinco guardias de cada distrito, al frente de los que se hallaban los Sres. González Bravo, el Capitán Lobos y el Jefe de la Circulación Sr. Abarca.
También acudieron el Director general de Seguridad Sr. Bazán; el Jefe superior Sr. del Valle; el Subdirector Sr. Caparrós; los Comisarios, letrados asesores y los alumnos de la Escuela de Policía. Se recibieron dos coronas: una de la viuda y otra de sus compañeros y Jefes, de la que pendían unas cintas con los colores nacionales, en las que se leía la siguiente inscripción:
“ Al guardia de Seguridad Isidro Orgaz Gaitán, muerto en el cumplimiento de su deber, sus Jefes y compañeros “.
Momentos antes de ponerse en marcha la comitiva rezó un responso el capellán honorario del Cuerpo D. Ladislao López. Abrían marcha guardias a caballo, que iban seguidos por el coche fúnebre, tirado por cuatro caballos. Detrás marchaban un sargento, un cabo y cuatro números, que daban guardia de honor al cadáver. A continuación iba la presidencia, formada por el Director general de Seguridad, el Coronel del cuerpo, el padre, hermanos y otros deudos del fallecido.
Al llegar la fúnebre comitiva a la plaza de la Independencia, se despidió el duelo oficialmente; pero muchos de los que en ella formaban marcharon hasta el cementerio del Este, donde recibió cristina sepultura el cuerpo del desventurado guardia de seguridad Isidro Orgaz Gaitan.
Reconociendo a los muertos en la tragedia (col. Barquero Baños) |
De como trabajaron en la noche trágica los funcionarios de la Policía gubernativa, en unión de los bomberos ( estos beneméritos y heroicos bomberos madrileños ), de los empleados de Juzgados, de los soldados, individuos de la Cruz Roja, etc., dan fe las palabras del Presidente del Consejo, que los vio trabajar, y de las altas autoridades que organizaban trabajos de salvamento, dirigidas por el Director general de Seguridad D. Pedro Bazán, cuya actuación acertadísima en todo momento es digna de aplauso.
Entre los Jefes que dirigían trabajos, se hallaba el comandante de Seguridad Sr. Panguas; dos móviles le llevaban a los lugares de mayor peligro: el cumplimiento de su deber como autoridad y su ansiedad personal , pues en el teatro se encontraba su esposa y dos hijos; su angustia, que ni por un momento entorpeció su actuación, cesó a las once de la noche, cuando le fue comunicada la noticia que sus familiares, sólo con ligeras contusiones, se hallaban ya en su domicilio.
El agente de servicio en el teatro era D. Tomás Morán Barruecos, cuyo parte dando cuenta del suceso, sirve de cabeza a la actuación judicial; por cierto que la prensa en sus primeras informaciones le dio por muerto; afortunadamente no ha sido así; tal vez la versión tuvo su origen en su actuación heroica, permaneciendo en el local incendiado orientando a la gente hacia la salida, hasta la casi total evacuación de los que lograron salvarse.
Otros muchos rasgos de serenidad y heroísmo se relatan, entre ellos el del agente de la Comisaria de Buenavista, D. Albino Arias, que trabajó con gran espíritu de abnegación y sacrificio en organizar las evacuaciones de la sala de butacas y salvó personalmente a mujeres y niños imposibilitados de valerse; los guardias Francisco Lopo y Manuel Villa, dedicados al salvamento de personas que fueron retiradas con síntomas de asfixia y otros muchos, todos – porque habría que citar a todos los presentes para ser justos – que trabajaron con desprecio de sus vidas.
“ Ha sido una noche de prueba – decia D Galo Ponte – en la que todos han extremado su celo, y mi reconocimiento es mayor aún, si cabe, para los modestos funcionarios anónimos auxiliares y subalternos de los juzgados, bomberos, agentes de Vigilancia, guardias de Seguridad y municipales, conductores de ambulancias sanitarias, mozos del deposito de cadáveres y de los Hospitales y Casas de Socorro, que han realizado una labor ímproba y meritoria, removiendo y transportando muertos y heridos. Quisiera conocer los nombres de todos para expresarles mi satisfacción y mi gratitud; en la imposibilidad de que así sea, reciban expresión de ellas los jefes y dígnense transmitirlas a sus subordinados”.
Terminare este articulo citando el Boletín Oficial del día 2 de Octubre, donde se publica la siguiente disposición;
En el sepelio del Guardia fallecido (col. Barquero Baños) |
“El Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación , en Real Orden de esta fecha, me dice lo siguiente:
Excmo. Sr.: Me ha sido muy grato conocer por medio de su oficio fechado el 27 del actual, el juicio, la apreciación de V.E. del plausible proceder observado en ocasión del incendio del Teatro Novedades, tanto por el personal del Cuerpo de Bomberos, fuerzas del Ejercito, Guardia civil, Cruz Roja y Guardia municipal, como por la Policía gubernativa, integrada por los Cuerpos de Vigilancia y Seguridad que V.E. tan dignamente dirige, y le ruego participe a todos y cada uno de los citados Cuerpos y Entidades, la satisfacción que tanto a mí como al Gobierno todo, le ha ocasionado tan loable proceder en el cumplimiento de sus deberes. De Real orden lo participo a V.E. para su conocimiento y efectos.
Lo que, en cumplimiento de lo ordenado, se inserta en este Boletín Oficial, para general conocimiento “.
Hasta aquí lo acontecido en uno de los hechos mas tristes sufridos por la capital Madrid en el siglo XX. En el actual Barrio de La Latina se encuentra en el mismo sitio que ubicaba aquel teatro una placa que recuerda la tragedia, al igual que en madrileño cementerio de la Almudena se encuentra un monumento que recuerda a las victimas, muchas de ellas sepultadas en fosa común al no ser identificadas.
Espero haber acercado alguna anécdota o dato desconocido por el lector.
Silvestre Barquero Baños.
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