Nueva entrega de la "Crónica negra de La Coruña", original de nuestra buena amiga y colaboradora Mª Jesús Herrero García.
El 21 de mayo de 1915, cuando anochecía, en un estrecho camino que desde el paso a nivel de la Gaiteira conduce al lugar de la Cúbela, fue asesinado de un balazo en el lado izquierdo del pecho un muchacho de dieciocho años, de identidad José López Rivas, conocido más bien por los alias “Golfín” o “Chaladero”. Lo mató otro rapaz de la misma edad llamado José Iglesias Corral, vendedor ambulante de cacahuetes y churros.
Revólver "Velodoc" calibre 7 mm. |
Esta es la triste historia de José López Rivas y José Iglesias.
Hacia unos ocho días que José López Rivas había arrebatado a Iglesias Corral, en el muelle de Linares Rivas, uno de los churros que llevaba en un cesto colgado al cuello, huyendo sin pagárselo.
El día 21 a las seis de la tarde se encontró José Iglesias con el “Golfín” en el corralón de la Gaiteira, acompañado de Eduardo Babío, José García Borrazás alias “Nacho” y Román Garigoitia, todos menores de veinte años y que formaban una pandilla sobradamente conocida de la policía por el sin fin de hurtos que venían cometiendo en el muelle de Linares Rivas. Iglesias Corral llevaba en un cesto varios cartuchos de cacahuetes, que vendía a cinco céntimos. “Golfín” se acercó a comprarle uno de ellos, sacando de su bolsillo una moneda de diez céntimos para pagar dicha compra. Iglesias le recordó el hurto del churro diciéndole que la “perra” sobrante quedaba para cobrarse del mismo. En ese preciso momento rodearon al vendedor los cuatro citados individuos y se apoderaron de otros tantos cartuchos de cacahuetes. Iglesias les recriminó para que se los devolviesen, pero en vez de hacerlo, los muchachos lo apedrearon y huyeron. Parece que todo esto fue presenciado por el consumero del muelle allí de servicio.
Iglesias Corral debía llevarle la merienda a su amo, Agustín Fernández, que vivía en la calle del Lagar nº. 8, el cual tenía un puesto de venta de café en el muelle de Linares Rivas, pero Iglesias se dirigió a su casa, cogió un revólver “velodoc” del calibre siete con sesenta y cinco mm, que cargado con dos proyectiles guardaba en un baúl.
Iglesias volvió a salir en busca del “Golfín” y de los que lo acompañaban. Los halló en el citado corralón, cerca del portalón por donde pasa la vía férrea. Les pidió que le diesen los veinte céntimos, importe de los cartuchos de cacahuetes que le habían llevado. Se mofaron de él, burlándose, y engañándolo lo llevaron por la vía férrea, y abandonando ésta, se metieron todos por el mencionado camino que conduce a la Cúbela.
Ya en este lugar, el “Golfín”, sujetando por el hombro izquierdo a Iglesias Corral y rompiéndole la blusa que llevaba puesta, le dijo: “¿Qué queres? Vaite que vas a cobrar de vez!“. Los otros tres “golfos” rodearon al pobre vendedor en actitud amenazadora. Atemorizado, José Iglesias sacó el revólver y disparó un tiro a quemarropa contra López Rivas, que seguía sujetándole por el hombro, “Golfín” se tambaleo unos momentos y cayó en el suelo moribundo.
Sus compañeros entonces lo recogieron y en brazos lo llevaron hasta el camino que va de la Cúbela a Monelos, donde volvieron a dejarlo en el suelo. Trataron de hacer que bebiese agua, pero ya había muerto.
Allí permaneció entre ellos José Iglesias Corral, quien al darse cuenta de lo que había hecho rompió a llorar y pedio perdón, diciendo que no había sido su Intención matarlo.
Se reunió allí un buen número de personas, entre ellas el maestro de Instrucción de Primaria, Manuel Pérez Linares. Fue éste quien recogió el revólver y cuidó de que Iglesias Corral no se fuese, entregándolo poco después con el arma al guardia de Seguridad Dositeo Castro, que fue el primer agente de la autoridad que se presentó en el lugar del suceso.
Los compañeros del “Golfín” se habían marchado momentos antes. Poco después acudía allí el vigilante de la Policía Sr. Pajares y el Sargento de Seguridad Sr. Calvo con varios guardias y el Inspector de Vigilancia Sr. Vargas. No tardó en comparecer también en el mismo punto el médico de Oza D. Juan Rodríguez Paz, quien certificó que López Rivas era cadáver.
Se personaron también allí el Juez Municipal de Oza y el Juez de Instrucción Sr. Morandeira con el Secretario Sr. Couceiro Vales y el auxiliar D. José Diz. Estos funcionarios estuvieron en la Cúbela tomando declaraciones hasta las once de la noche.
El cadáver del “Golfín” fue llevado al cementerio de Oza para practicarle al día siguiente por la mañana la autopsia.
El autor de la muerte fue ingresado en la cárcel de La Coruña. Sus padres eran labradores y vivían con sus otros cuatro hijos en el lugar de Presaras, de la comarca de Vilasantar.
Los antecedentes del “Golfín” que había en la Inspección de Vigilancia eran pésimos, nada menos que catorce veces estuvo allí detenido por hurtos, riñas con lesiones, escándalo, etc. por los cuales ya había sufrido varios arrestos. Los otros tres sujetos que le acompañaban tenían también antecedentes parecidos a los del “Golfín” en el mismo centro de policía.
Defendió al reo el Sr. Juega y actuó como Fiscal Jefe Sr. Pascual. El Tribunal Popular en cuanto oyó el resumen que hizo el Sr. Lecea, se retiró a deliberar, emitiendo veredicto tras media hora de deliberaciones. Se dictó veredicto de inculpabilidad y la sentencia dictaminó la absolución de José Iglesias.
Mª Jesús Herrero García.
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