jueves, 3 de junio de 2021

El Comisario Ramón Fernández Luna y el caso del tesoro del Delfín

Del boletín "Emblema" de la Orden de la Placa y el Mérito, tomamos este interesante artículo firmado por nuestro buen amigo, compañero y colaborador Jesús Longueira, que publicamos íntegro. 

Una de las pinacotecas más importantes a nivel mundial, si no la mejor y la que más obras expone y guarda en sus fondos, es nuestro bienquerido Museo del Prado, dicho esto no por quien les escribe estos párrafos, si no por los mayores entendidos en arte que podemos encontrar, acrecentado si cabe con la reciente ampliación y adición de los vecinos edificios del Salón de Reinos y Casón del Buen Retiro.

El 20 de septiembre de 1918, en el contexto de la “Gran Guerra” en la que se empleaban nuestros vecinos y la mal llamada Gripe Española, se reincorpora, tras enfermedad de varios meses su director D. José Villegas Cordero, que se dispone a realizar una ronda por lo que el mismo denominaba “su museo”, en uno de los pasillos le parece ver fuera de sitio o desordenadas unas piezas que contenían el mencionado tesoro, por lo que se dispone a realizar un recuento minucioso.

El tesoro en la actualidad (Museo del Prado)


Es esa misma tarde cuando tras la presentación de la pertinente denuncia y sin más dilación, entra en el caso el Policía más afamado de la época, el Comisario Ramón Fernández Luna, denominado por la prensa el “Sherlock Holmes Español”, figura legendaria que además de resolver con éxito los casos más importantes del momento, lo hace utilizando las técnicas más modernas de investigación policial, de las que había sido ya pionero e introductor en España.

Una de sus primeras medidas es el cierre de la zona donde se encontraba el tesoro, e iniciar un meticuloso recuento que da como resultado la ausencia de varias piezas y algunos daños irreparables en otras. Junto a sus colaboradores procesa la escena del crimen, con recogida de indicios tal cual si fuera en la época moderna. Además, en lo que resta de ese día y las jornadas siguientes toma declaración a todo el plantel del museo, vigilantes, conserjes, etc, (tengamos en cuenta que en ese momento no se contaba con los sistemas electrónicos de guarda y vigilancia de hoy en día). Repara igualmente en un andamiaje de unas obras en una zona cercana.

Además, otros de sus colabores se ponen a trabajar los “bajos fondos”, peristas, soplones, casas de empeño, etc.

Foto aparecida el 25/09/1918 (Mundo Gráfico)

Ya en los primeros momentos llega a la conclusión de que el robo era imposible que se cometiera en un único día, como los genios, que además de por su inspiración lo son a base de trabajo, Fernández luna tenía en su casa copia de todas las diligencias en las que trabajaba, por si a cualquier hora del día, al darse cuenta de algún detalle, debiera trabajarlo, y así es que una madrugada compara la declaración de uno de los vigilantes con una de las fotografías tomadas en la escena del robo, y tras volver a citarlo, este declara que dos meses antes del robo le pareció notar que una de las piezas estaba movida.

A partir de aquí relaciona este hecho con un tal Rafael Coba, despedido como celador del museo meses antes de que el robo saliera a la luz, si bien otras pistas le indican que pudo haber sido “ayudado” por alguien más, cree además que el robo continuó una vez que el sospechoso había cesado en su puesto.

Foto aparecida el 25/09/1918 (Mundo Gráfico)

Simultáneamente a lo anterior, tras ser interrogado en repetidas ocasiones es recuperada el día 24 en casa de un perista/anticuario, una de las piezas de la colección, tras ser detenido e interrogado de nuevo reconoce que fue Rafael Coba quien se la vendió, al que por otro lado se busca por todo Madrid estando desaparecido desde el día en que los periódicos publican la noticia, en su domicilio habitual su novia Ascensión manifiesta que hace días que no sabe nada de él, es detenida junto a otros tres celadores ya que en el registro se recupera alguna pieza menor del tesoro y unas pequeñas piezas de aluminio que despiertan el interés de nuestro antecesor Sr. Fernández Luna.

La investigación se centra en una maleta con el resto de las piezas que se sabe que acompaña al perseguido, por intuición policial comisiona a varios agentes a las localidades de Zaragoza, Maqueda, (Toledo), y La Carolina, (Jaén), donde finalmente es localizado en el interior de una mina abandonada, donde unos familiares le prestaban asistencia.

Foto aparecida el 16/10/1918 (Mundo Gráfico)

Trasladado a Madrid junto con la maleta, en la que faltaban algunas piezas, Rafael Coba no admite la autoría del hecho, siendo demostrada su culpabilidad sin género de dudas al cotejar sus huellas con las halladas en el interior de la estanterías, y también en aquellas mencionadas “piezas de aluminio” encontradas en casa de Ascensión, que trasladadas al museo se refleja en Diligencia que las formas de sus extremos corresponden a las marcas dejadas al forzar los cierres para acceder al tesoro, siendo nuestro Comisario Ramón Fernández Luna pionero y creador de lo que hoy en día conocemos en ciencia policial como “trazas instrumentales”.

Los otros tres celadores, su novia Ascensión y el perista Isidro Agruña fueron también condenados como encubridores del hecho, se demostró finalmente que una vez cesado en su puesto, penetró de nuevo en el museo trepando por el andamio de obra en el que reparó el primer día nuestro Comisario.

Un homenaje desde estas páginas a nuestro Antecesor, les recomiendo este documental de TVE por si alguien se queda con ganas de ilustrarlo de otra manera:

https://www.rtve.es/alacarta/videos/guardianes-del-patrimonio/operacion-delfin/5902316/.

Jesús Longueira.

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