domingo, 22 de marzo de 2020

1934. Entusiástico recibimiento a la 16 compañía de la Guardia de Asalto Coruñesa que reprimió la revolución de Asturias. Homenaje al Ejército y a las Fuerzas del Orden

Nuestro buen amigo, colaborador y compañero de la directiva de la Orden de la Placa y el Mérito, Carlos Fernández Barallobre, nos remite este interesante trabajo sobre el regreso de la 16ª Compañía de Asalto a La Coruña, tras su actuación en los sucesos revolucionarios de Asturias de 1934.

La Coruña honró su tradición liberal tributando una acogida fervorosa a las fuerzas de la 16 compañía de la Guardia de Asalto con base en La Coruña, que habían sido movilizadas para sofocar la cruel rebelión, un auténtico golpe de estado contra la república, efectuado y organizado por socialistas, comunistas y anarquistas en el vecino principado de Asturias. Oviedo quedó arrasado por el fuego y la metralla de un movimiento subversivo, proyectado para tener consecuencias en toda España y que se ciñó exclusivamente a Cataluña y a las cuencas mineras de Asturias y León. 

La 16ª Compañía de Asalto en la Plaza de María Pita (col. Carlos Fernández)

Una guerra civil de quince días, con alto protagonismo del Ejército, Guardia de Asalto y Guardia Civil, que tuvieron que emplearse a fondo ante los marxistas, para detener y doblegar la sangrienta y artera revolución perpetrada contra la propia república.

Los efectivos de la 16 compañía de Asalto, entraron en la Plaza de María Pita cuando el reloj de la torre del palacio Municipal marcaba las doce y media del día 26 de octubre. En la puerta del Ayuntamiento esperaban el General de la División Orgánica nº 8, General La Cerda, el gobernador civil, señor Novoa, el alcalde accidental, señor Paradela, así como el comisario jefe de Policía señor Ortiz Moreno y otras autoridades civiles y militares. 

En un automóvil descubierto marchaba en primer término el comandante Benítez con jefes del cuerpo. Le seguían dos autobuses que tomaron parte en la contienda, con los parabrisas acribillados a impactos y a cada lado banderas republicanas con crespones negros. En ellos iban 30 guardias y el teniente José Galán Fontenla, que se había distinguido de forma valerosa en el conflicto y venía herido del frente. Con ellos el sargento López Arias y los cabos Suárez Pensado, González y Villauríz. Traían consigo material arrebatado a los revoltosos asturianos, varios cascos, fusiles máuser, revólveres, cartuchos de dinamita. El balance de bajas fue de cuatro muertos y diez heridos. 

La plaza se encontraba llena de gente que ovacionó calurosamente a los Guardias de Asalto. En el salón de sesiones del ayuntamiento, el alcalde accidental, señor Paradela, que dirigiéndose a las Fuerzas del Orden, manifestó: “Al recibiros en esta casa que es el hogar de todos, cumplo el grato deber de expresaros mi fervorosa felicitación en la cual va envuelta la de la ciudad que por circunstancias excepcionales represento en este momento, por el comportamiento heroico que habéis observado en la defensa del orden y de la paz, obedientes a los dictados de vuestras obligaciones, respondiendo a una pública demanda que pedía el restablecimiento de la normalidad, tristemente interrumpida en nuestra patria y más gravemente en la bella región asturiana”. “Supisteis sacrificaros en aras del bienestar social y la sociedad os debe un justo tributo. La Coruña ya os ha recibido con todo el cariño de esas miles de personas que os han vitoreado por las calles. Nosotros os lo ofrecemos hoy aquí en este salón, poniendo en ella la más viva estimación hacia cuanto vuestro sacrificio representa y vale. Hagámoslo de todo corazón como lo hacen el Ayuntamiento y su alcalde”. 

Al finalizar el alcalde su parlamento, el General de la División, La Cerda dijo. “Por España, un abrazo” y descendiendo de la presidencia abrazó uno a uno a los guardias y al oficial Galán.

La 16ª Compañía de Asalto en el Palacio Municipal de La Coruña (col. Carlos Fernández)

El Alcalde, en unión del comandante Benítez, teniente José Galán y de las primeras autoridades, salieron posteriormente al balcón principal del ayuntamiento para recibir una atronadora ovación del público que atestaba la plaza. Desde los balcones de las casas colindantes, los vecinos saludaron a los héroes con pañuelos blancos. En los vítores y aclamaciones que se escucharon, se expresaba así por parte de los coruñeses el sentir y la condenación de los crímenes cometidos por los enemigos de la república. También en esos aplausos iba la exaltación del valor de las tropas que habían defendido de manera tan digna y heroica a España, a la república y al orden constituido. El alcalde, Paradela ofreció un vino de honor a todos los presentes. 

Al término de la recepción se volvió a formar la comitiva para dirigirse al cuartel de Asalto situado en la calle de García Prieto. Unos muchachos de Acción Popular, el partido de Gil Robles, sacaron en hombros desde el palacio municipal al teniente Galán y lo pasearon durante largo rato por las calles coruñesas. Tras ellos iban el automóvil del comandante Benítez y los dos autobuses con los bravos guardias de asalto. Les acompañaban varios Guardias civiles, que se ganaron también grandes aplausos de la muchedumbre que llenaba todas las calles. El cortejo discurrió por Riego de Agua, Capitán Fermín Galán (Calle Real), Cantones, Linares Rivas, Primo de Rivera, Palloza, hasta el citado cuartel. En la plaza de Mina, el teniente Galán, se acomodó en el automóvil del comandante Benítez continuando así hasta el cuartel. 

A la noche por los micrófonos de Radio Coruña, habló el teniente Galán Fontenla, quien dijo que interpretaba los grandes aplausos recibidos como expresión de que había hecho uso de la autoridad que se les confirió. Relató cómo fue herido en la difícil ocupación de edificio de la telefónica de Oviedo, donde resistían los rebeldes. Tuvo un recuerdo para los muertos y para el comandante Silva, al que tuvieron que amputarle una pierna. En todos los lugares donde pelearon, Oviedo, Lugones, Mieres, Llanera, lo hicieron con ánimo debido y decisión sin límites, pese a la abrumadora superioridad del enemigo en diversos momentos de la contienda. Insistió en sus alabanzas al Ejército, a la Guardia Civil y terminó diciendo: “Mientras aliente en La Coruña un soldado o un número de las fuerzas de seguridad, la ciudad habrá de estar defendida”. 

Desfile de homenaje al Ejército y a las Fuerzas del Orden en La Coruña en 1934 (col. Carlos Fernández)

A la semana siguiente, concretamente el jueves 1 de noviembre, La Coruña rindió un gran homenaje a las Fuerzas Armadas de la Nación para expresarle su gratitud y admiración con motivo de los sucesos revolucionarios de Asturias donde se comportó de forma heroica, contra anarquistas, comunistas y socialistas, para restablecer el orden constitucional.

La Voz de Galicia en su primera plana se adhería sin reservas al homenaje patriótico de la ciudad. “No hay que ser, decía, militarista para sentir sin asomo de partidismo político la máxima cordialidad hacia el Ejército y la Armada que en trances supremos como estos por los que acaba de pasar el país, responden siempre -dentro de su misión estricta- a la alta y patriótica acción que les está encomendada. Ruda y sangrienta fue ahora la prueba, pero el valor sereno, la pujanza característica de las tropas opusieron a la subversión un valladar infranqueable”. 

A las diez de la mañana las calles ya presentaban una grandísima animación. Era casi imposible circular por las aceras ya tomadas por una ingente concurrencia. El comercio echó el cierre a las diez y media, para sumarse al magno desfile que iba a producirse. Los edificios públicos y las sociedades recreativas, tenían izada la bandera Nacional además de reposteros y colgaduras. 

A la entrada de la calle de Fermín Galán (hoy Real) un artístico arco de luces de colores daba la bienvenida a los bravos soldados con la inscripción: “A los defensores de España”. Los escudos de España y La Coruña remataban tan elegante obra. 

El crucero Libertad había arribado a las ocho y media de la mañana al muelle de la Palloza. A bordo traía a miembros de las dotaciones de los cinco buques de guerra que había participado en las operaciones del puerto de Gijón para sofocar el órdago revolucionario. Eran en total 115 marineros que pertenecían, además de al propio Libertad, a los Cruceros Miguel de Cervantes, Almirante Cervera, Acorazado Jaime I y destructor Churruca. 

Antes de la gran parada militar las autoridades giraron visita al hospital militar donde se reponían, heridos de diversa consideración, varios soldados que participaron en los graves sucesos asturianos. 

A las once de la mañana, en el Campo de la Estrada, quedaron formadas todas las tropas que iban a intervenir en el homenaje. Al mando del coronel del Regimiento de Infantería Zamora 8, Isidoro Pereira, formaron los siguientes efectivos: un batallón del Regimiento Zamora 8 con escuadra, bandera, banda y música; 115 marinos pertenecientes a los buques anteriormente nombrados con banda y música; una sección del regimiento de artillería de costa nº2; una sección del parque divisionario de artillería nº8; una compañía del grupo de Intendencia nº 8; una compañía del cuarto grupo de la primera Comandancia de Sanidad Militar; una sección de Carabineros; una compañía de Asalto; una compañía de Seguridad; un grupo con dos baterías del regimiento de artillería ligero nº 16 con estandarte, banda y música; una compañía de asalto en tres camiones y un escuadrón de la Guardia Civil. 

La Bandera en el desfile de La Coruña (col. Carlos Fernández)

La fuerza se dirigió por diversas calles hacia Los Cantones. A lo largo del trayecto miles de coruñeses aplaudieron sin cesar el paso de la unidades. 

En la calle de Juan de Vega quedó formado el contingente de tropas en orden de parada cuyo desfile iba a discurrir por los Cantones, Fermín Galán, Riego de Agua y Plaza de María Pita. 

A la altura del Obelisco estaba situada la tribuna de autoridades civiles y militares, jefes y oficiales de la guarnición, representantes de entidades oficiales, sociedades recreativas, cuerpo consular, corporación municipal de La Coruña, alcaldes y concejales de numerosos ayuntamientos de la provincia y señores diputados. Iba a presidir el acto el Gobernador civil, señor Novoa, acompañado por los generales La Cerda y Martínez Monje, jefes respectivos de la División Orgánica nº 8 y de la Brigada de Infantería y Gobernador Militar de la Coruña; alcalde de La Coruña, Atanagildo Pardo de Andrade; presidente de la Diputación, señor Goyanes; presidente de la Audiencia; Teniente General Pérez Herrera; el Arcipreste Barro; Diputados Aperribay y Blanco Rajoy; comandante del Crucero Libertad, Capitán de Navío Fontenla y el comisario jefe de Policía señor Ortiz, entre otros. 

Antes del inicio de la parada militar, el Gobernador Civil, Novoa, ofreció el homenaje. Se situó dando frente a la Bandera del Crucero Libertad que iba a encabezar la marcha y dijo: “Ante la Bandera de España, símbolo glorioso de la Patria y de la República como representante legítimo del poder civil constituido, hago solemne ofrecimiento de este homenaje popular, efusivo y sincero, de admiración y afecto, a todos los cuerpos defensivos del Estado. Este magnífico homenaje que os tributa La Coruña no se encamina a ensalzar vuestro valor ni vuestra bravura; es simplemente el más hermoso homenaje popular que todo pueblo, en pie, puede dispensar a sus hermanos y defensores por la prueba inestimable de lealtad al saber responder en momentos difíciles y de angustia a las más supremas demandas de la Patria”. 

El desfile fue apoteósico, vibrante, emocionante. Miles y miles de coruñeses aplaudieron y vitorearon a los soldados de España. Cientos y cientos de flores cayeron al paso de las unidades, especialmente sobre la Guardia civil y las Fuerzas de Asalto. 

Una vez dislocado el desfile en la Plaza de María Pita, el Ayuntamiento y la Diputación ofrecieron sendos almuerzos en los acuartelamientos de Atocha y Zalaeta. En ambos ágapes estuvieron presentes las bandas de música militares, que amenizaron las comidas con vibrantes marchas patrióticas. Al mismo tiempo, se celebraron otras comidas extraordinarias en el Asilo de Ancianos y en el Hospicio. 

En el almuerzo celebrado en el cuartel Atocha, a los postres, el General Jefe de la División Orgánica, Pedro de La Cerda, agradeció con sentidas palabras las enormes muestras de cariño de toda la ciudad. “Os agradezco sinceramente el afecto que hacia las fuerzas participantes en este brillante acto habéis mostrado el noble pueblo coruñés y las representaciones de toda Galicia que patentizaron en forma brillantísima el afecto inquebrantable y el amor sincero a todo lo que represente una ordenación y fraternidad comprensiva en bien de todos”. 

A la noche, emitido por la emisora Radio Coruña, la Banda Militar, dirigida por Cándido Sáenz, interpretó un magnífico concierto como homenaje al pueblo de La Coruña por su cariñosa y vibrante respuesta al homenaje a las Fuerzas Armadas. El Real club Deportivo también quiso sumarse al homenaje e invitó a las tropas a presenciar un encuentro de fútbol. Igualmente la empresa que gestionaba el Teatro Rosalía de Castro, obsequió a los soldados con varias funciones de cine, que tuvieron lugar, además de en el mencionado teatro, en los cines Doré, Ideal Cinema y salón Victoria. El maestro pastelero, Ramón Benigno Gómez envió cientos de pasteles para todos los participantes en la gran parada militar. 

El desfile había constituido un incuestionable acto de afirmación nacional, donde el pueblo de La Coruña vibró, conmovida el alma, al paso de los leales y valerosos servidores y salvadores de la Patria, ante la agresión artera y sediciosa del partido socialista, principal motor de tamaña acción injustificable, un auténtico golpe de estado contra la república del partido de los cien años de honradez y ninguno más. De aquellas aguas turbias, llegarían los lodos que todo lo anegaron, dos años después en el trágico verano de 1936. 

Carlos Fernández Barallobre 



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