La jornada del 10 de mayo de 1931, tan solo veintisiete días después de la proclamación de la II República, puso de manifiesto las carencias del nuevo régimen en materia de orden público. En aquella jornada, solo en Madrid, elementos radicales de izquierdas quemaron diez conventos, algunos de los cuales quedaron totalmente destruidos, sin que el Gobierno, a instancias de Manuel Azaña, según consta en las memorias de Maura, tomase medida alguna para evitarlo.
No fue hasta la jornada del 11, cuando ya una buena parte de los conventos madrileños habían sido pasto de las llamas y la intolerancia de la izquierda bolchevique ya se había extendido por toda España, cuando el Gobierno declaró el estado de guerra.
Conduciendo a un detenido (Ahora) |
En la fotografía, aparecida en el diario “Ahora”, correspondiente al 12 de mayo, tres Guardias de Seguridad trasladan a un detenido que fue sorprendido robando en uno de los conventos incendiados.
Se aprecia la supresión de la corona real en las chapas de los cascos de los Guardias.
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