martes, 26 de septiembre de 2023

Salamanca 2023. Una experiencia inolvidable

En fechas pasadas, con motivo de la celebración de los actos centrales de la festividad de los Santos Angeles Custodios, Patronos de la Policía Nacional, fui amablemente invitado, por la Fundación Policía Española, a participar, en la hermosa e histórica ciudad de Salamanca, en algunos de los eventos programados por la Dirección General de la Policía.

Constituyó, para mí, un honor y un orgullo poder ofrecer una charla, en la que abordé algunos aspectos relacionados con la evolución de la uniformidad policial a lo largo de sus dos siglos de historia, teniendo como marco incomparable el Paraninfo de la histórica Universidad salmantina, una tribuna desde la que ofrecieron sus doctas lecciones grandes eminencias del saber hispano a lo largo de los años.

Los uniformes históricos en la Plaza Mayor de Salamanca

Fueron unos días inolvidables, en un ambiente de franca amistad y camaradería, en los que tuve ocasión de reencontrarme con grandes amigos y compañeros que contribuyeron a hacer mi estancia todavía más agradable, si cabe.

Salamanca es una ciudad de esas que merece la pena visitar y conocer, de esas en las que nunca te cansas de volver. Sus calles, sus monumentos, sus recuerdos son fieles testigos del esplendoroso pasado de nuestra amada España y sus gentes, siempre acogedoras, contribuyen a que el visitante se sienta como en su propia casa.

Fue un acierto, por parte de la Dirección General de la Policía, elegir, este año, la ciudad de Salamanca, como sede de los actos centrales del Día de la Policía 2023, a sabiendas de que todas las actividades organizadas iban a constituir un éxito, al contar con la presencia de cientos de salmantinos que se volcaron en la celebración, teniendo como marcos lugares tan señeros como su igualable Plaza Mayor, la Plaza Mayor de España, su universal Plaza Mayor.

Creo, al menos es esa mi apreciación, que todo el programa de actos -exposición, concierto, demostraciones policiales, conferencias, entrega de premios y acto central- se desarrolló dentro de los cánones que exige la elegancia y el saber hacer que corresponden a un Cuerpo con tanta solera como el nuestro, casi dos siglos de historia ininterrumpida al servicio de España y de los españoles. Por ello, vaya, desde aquí, mi más efusiva felicitación a todos los responsables de su organización.

Todo resultó muy emotivo, especialmente el Acto central con los honores a la Bandera Nacional y el homenaje a los Policías de todos los tiempos muertos por España. Sin embargo, si, además de esto, algo tuviese que destacar sería la emoción que me produjo ver desfilar los nuevos uniformes históricos, un recorrido, cuidado con esmero y con una visión muy plástica, a lo largo de una buena parte de nuestra historia corporativa y en cuyo diseño tuve el honor de participar en unión de otros amigos y compañeros que, durante meses, trabajamos para hacer realidad este propósito.

Ha sido para mi un alto honor poder participar en este proyecto y agradezco a quienes han confiado en mí, incorporándome a la comisión encargada de sacar adelante este trabajo.

No puedo dejar pasar la oportunidad para agradecer el afecto y amistad que me demuestran amigos y compañeros como la Comisaria Mª Jesús Llorente, el Comisario Fernando Barrantes, los Inspectores Jefe Alejo Bermejo y Fernando García, los Inspectores Carmen Baz y Javier Tirado, la Subinspectora Marisol Luque y la Policía Verónica Sánchez y junto a ellos, los restantes a los que he acompañado en la ejecución del proyecto, el Comisario Pral. Iñigo Echauri, los Inspectores Jefe Martín Turrado y Antonio G. Clavero y el Subinspector Vicente Cabo, todos ellos, grandes profesionales de la Policía Española, enamorados de nuestro glorioso Cuerpo, con los que he tenido el honor de compartir esta maravillosa experiencia de vivir, en primera persona, un acontecimiento irrepetible como es celebrar el segundo centenario de la Policía. Muchas gracias a todos, es un gran honor trabajar a vuestro lado.

La Policía es algo más que un trabajo, en una sagrada vocación a la que hemos consagrado nuestras vidas y, por tanto, sus éxitos son los de todos y nuestro deber seguir sirviéndola mientras Dios nos de vida para ello.

Eugenio Fernández Barallobre.

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