domingo, 13 de diciembre de 2020

Hoy, sigue presente

Hoy recordamos a los Policías Nacionales Francisco Javier Delgado González-Navarro y José Ángel Garrido Martínez, asesinados por dos terroristas de ETA el día 13 de diciembre de 1991 en Barcelona. 

El 13 de diciembre la banda terrorista ETA asesinaba en Barcelona a los Policías Nacionales Francisco Javier Delgado González-Navarro y José Ángel Garrido Martínez. 

Policía Francisco Javier Delgado González-Navarro


Los dos agentes fueron tiroteados en el interior de un taller de instalación de radios de coche situado en el número 58 de la calle de Caballero, cuyo propietario era amigo personal del agente Francisco Javier Delgado. El propietario del taller Autorradios Barcelona, principal testigo del atentado, entre sollozos, explicó a la Policía lo sucedido: "Los agentes estaban patrullando en la calle y al verlos, les llamé, pues tenía amistad con el policía Francisco Javier Delgado, quien vivía en un piso de la zona, para que fueran a ver un coche sospechoso, un Citroen CX, con matrícula de Zaragoza, que se encontraba mal aparcado desde la tarde del día anterior en la esquina de la calle Caballero con calle Guitart, pues daba muy mala espina, ya que parecía abandonado, con una ventanilla, rota”. "Ellos fueron a revisar el coche y después vinieron al taller. Cuando llevaban unos cinco minutos charlando conmigo y con mi ayudante, me dirigí a la mesa del fondo para coger el paquete de tabaco que tenía en la americana y en ese mismo momento, por el espejo retrovisor que tengo para controlar la entrada de clientes, vi cómo entraban dos personas de prisa y, con gestos seguros, sacaban dos pistolas y comenzaban a disparar a bocajarro. Cuando me volví, apenas tuve tiempo de ver a uno de ellos disparando las últimas balas. Era alto, aproximadamente de 1,80, moreno y mayor de 30 años. El otro era algo rubio, vestían téjanos y chaquetas de chándal azules y ambos podían tener entre 25 y 30 años. “Vinieron a por los policías, eso estaba claro, porque no abrieron la boca, dispararon sin vacilar y no les dieron tiempo ni a intentar defenderse. Salí corriendo detrás de ellos, vi que subían a un coche aparcado en doble fila a unos 20 metros y se iban” 

Policía José Angel Garrido Martínez


Una vez que los dos terroristas realizaron los disparos, salieron corriendo y se dieron a la fuga en un coche marca Ford Fiesta, matrícula B-4561-FX, de color azul claro, donde les esperaba un tercer terrorista. Dicha matrícula correspondía a un vehículo que había sido robado el pasado 24 de noviembre, tal como constaba en la denuncia, presentada en su día, en la comisaría de Horta. Sin embargo, cuando fue encontrado el automóvil, que los terroristas abandonaron en la confluencia de las calles de Valencia y Llançá, se comprobó que el número de bastidor era diferente del de la matrícula, y que también había sido sustraído. Esta forma de operar, robar un coche y colocarle las placas de otro, de igual modelo y color, era típica de ETA. 

José Ángel Garrido, que estaba realizando las prácticas en el Cuerpo Nacional de Policía, tras haber superado, meses antes, las últimas pruebas en la Escuela de Policía de Ávila y había sido enviado a Barcelona para reforzar el dispositivo de seguridad con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos, al año siguiente de 1992, murió al instante. Un joven que pasaba por la acera practicó la respiración artificial y un masaje cardiaco a Francisco Javier Delgado, que se encontraba malherido y fue ingresado a las 12.30 en el hospital Clínico, donde falleció una hora y media después. El agente, había sido alcanzado por cinco balas, que fueron mortales de necesidad, pues le alcanzaron el hígado, la arteria aorta abdominal, la vena cava caudal, varias arterias lumbares y el colon. 

La Policía Nacional encontró en el taller casquillos de munición, que correspondía a un arma automática de 9 milímetros parabellum, Ésta era la munición que ETA utilizaba habitualmente. Posteriormente las Fuerzas de la Policía Nacional establecieron controles en todas las salidas de la ciudad, con lo que el tránsito quedó totalmente colapsado. Mientras tanto, una amplia zona alrededor del lugar del atentado quedó aislada por un cordón de seguridad durante casi tres horas. Mientras se efectuaba el levantamiento del cadáver y se tomaban las filiaciones de los testigos, la policía comprobó que el coche mal aparcado con matricula de Zaragoza, no contenía ninguna carga explosiva. 

Esta vez los asesinos de ETA no contaron con las cámaras de seguridad de una sucursal bancaria próxima al comercio que grabaron su llegada y su huida del lugar. Tras ver la película con la grabación, los testigos presenciales reconocieron sin ninguna duda a los miembros de ETA José Luis Urrusolo Sistiaga y Juan Jesús Narváez Goñi. 

La capilla ardiente de los dos Policías Nacionales asesinados se instaló en el Gobierno Civil de Barcelona, adonde se acercaron numerosos barceloneses para rendir homenaje a los dos policías. 

El funeral por Francisco Javier Delgado y José Ángel Garrido tenía lugar al día siguiente en el patio de Gobierno Civil de Barcelona, con la presencia de Rafael Vera, secretario de Estado para la seguridad; el presidente del Parlamento de Cataluña y el alcalde de Barcelona, Pascual Maragall, entre otras muchas autoridades civiles y militares y más de un millar de personas. El presidente de la Generalitat acudió a primera hora, pero excusó su presencia en el funeral por tener otros compromisos adquiridos con anterioridad. 

Los féretros de los dos Policías Nacionales asesinados, envueltos en la Bandera Nacional, fueron colocados ante el altar por miembros de los cuatro cuerpos policiales (Policía Nacional, Guardia Civil, Mozos de Escuadra y Guardia Urbana). Todo el funeral, celebrado por el arzobispo de Barcelona, Ricardo María Caries, se vivió con una gran intensidad emocional. Monseñor Caries afirmó que "el grito de la sangre de vuestras víctimas, Francisco Javier y José Ángel, clama al Señor desde ayer al mediodía". "La violencia está muy lejos de la idiosincrasia del pueblo catalán, pueblo de pacto y de diálogo. No está aquí vuestro camino". Monseñor Caries se mostró muy afectado. El arzobispo afirmó que "con la muerte de Francisco Javier Delgado y José Ángel Garrido, habéis dejado dos esposas hundidas por el dolor: una de ellas hacía sólo 17 días que se había casado" Mientras, muchos de los asistentes, en especial a los compañeros de los agentes muertos, lloraban desconsoladamente. 

Al finalizar el funeral, los dos féretros fueron sacados a la calle, mientras sonaba la marcha La Muerte No es el Final” y el toque de Oración e introducidos en dos furgones funerarios que los trasladarían desde Barcelona hasta Valencia en una misma comitiva fúnebre. Cuando se llevaban a Francisco Javier Delgado, entre los aplausos de los más de tres mil asistentes, su esposa, que también era agente de la Policía Nacional, no pudo resistir la tensión y se desvaneció. 

José Ángel Garrido había nació en Valencia hace 28 años. Estaba en periodo de prácticas y había llegado a Barcelona el pasado verano. Se había casado hacía 17 días. 

Francisco Javier Delgado era natural de Fregenal de la Sierra (Badajoz), tenía 27 años y Barcelona fue su primer destino, al que llegó en 1987. Estaba casado con otra funcionaría de policía, destinada-en la Brigada de Policía Judicial, y se daba la circunstancia de que vivía en la misma calle donde se produjo el atentado. Los dos policías muertos estaban destinados en la Brigada de Seguridad Ciudadana, en la Unidad de Radio patrullas. No siempre cumplían el mismo turno, y tampoco estaban adscritos a una comisaría concreta, por lo que su presencia en el lugar donde murieron fue meramente casual. 

¡¡Dulce et decorum est pro patria mori!!

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