miércoles, 25 de noviembre de 2020

Policías y escritores (V)

Nuestro buen amigo, compañero y miembro de la Junta Directiva de la Orden de la Placa y el Mérito, Antonio Alonso Rodríguez, nos remite esta quinta entrega de la serie "Policías y escritores". Un magnífico trabajo de muy gran amigo Antonio a quien agradezco su valiosa aportación a la historia corporativa.

Comisario Honorario del Cuerpo Nacional de Policía Antonio VIQUEIRA HINOJOSA 

En esta entrega de la serie Policías-escritores tenemos el honor de escribir sobre una figura legendaria de la Policía moderna española. Nos estamos refiriendo a Antonio VIQUEIRA HINOJOSA, gran investigador que estuvo destinado toda su vida en la Brigada de Investigación Criminal y que esclareció cientos de delitos, un gran profesor que impartió clases de Técnica de Investigación Criminal en la Academia de Policía formando a las nuevas generaciones de agentes, conservador del Museo del cuerpo, actualmente en Ávila y finalmente uno de los más importantes historiadores sobre la Policía española.


Comisario Antonio Viqueira Hinojosa


Nace Antonio VIQUEIRA en Madrid el 20 de octubre de 1916 y vivió durante toda su vida en la Plaza de las Salesas número 8.

Miembro de una familia de clase media, su padre Eduardo Viqueira López Acevedo era abogado y funcionario del Estado que desempeñó su función en el Ministerio de Fomento y en el Ministerio de Agricultura, figurando en la Guía Oficial de España del año 1935 como Jefe de Negociado en la Dirección General de Ganadería e Industrias Pecuarias. Su madre, Esperanza Hinojosa se dedicó a la gestión del hogar y al cuidado de sus hijos. Ella era hija de Eduardo Hinojosa y Naveros, académico de la Real Academia Española y uno de los padres del Derecho Español. 

A finales de julio de 1936, cuando sólo tenía 19 años fue detenido junto con su padre y le ingresaron el 30 de ese mismo mes en la Prisión de Ventas situada en la calle Marqués de Mondéjar número 2, establecimiento fundado por Victoria Kent en 1931 destinado como cárcel de mujeres, pero que al iniciarse la guerra fueron sustituidas por hombres, y recibió la denominación oficial de “Prisión habilitada número 1”. 

Durante su detención padeció maltratos y persecuciones por parte de los milicianos que le custodiaban, principalmente ocasionadas por abyectos personajes como Alberto Pajuelo Caravaca, jefe del Comité de la cárcel de Ventas, que en principio dijo ser falangista, luego socialista y siempre traidor, que entre sus fechorías se encontraba, por ejemplo, orinar en la comida de los detenidos o cortarles “la cabellera” (pelarles el pelo “al cero”) cuando se encontraba aburrido; o su consorte Hipólito Ruíz, alias “El polo”, jefe de la guardia exterior de la cárcel que entre otras fechorías se dedicaba a agredir sexualmente a las mujeres e hijas de los detenidos cuando iban a visitarlos al recinto con la excusa de cachearlas para evitar que introdujeran objetos prohibidos en la cárcel. 

Fue testigo de las primeras sacas de detenidos para su ejecución que comenzaron el 3 de octubre. Presenció los malos tratos que sufrió Ramiro de Maeztu antes de su traslado para ser asesinado, de los sufridos por Ramiro Ledesma Ramos, ejecutado y profanado su cadáver posteriormente y de otros muchos. Estas “sacas” duraron hasta el 2 de diciembre cuando el anarquista Melchor Rodríguez García prohibió las extracciones de presos de las cárceles bajo la excusa de su traslado a otros establecimientos o su puesta en libertad. Según la declaración ante la Causa General de Antonio Garay Lucas, director durante ese periodo de la Cárcel de Ventas “…Melchor Rodríguez ordenó al dicente que tuviera por nula toda orden de libertad de la Dirección General que no estuviera avalada por el sello de la Inspección que Rodríguez ejercía”. 

El 12 de diciembre de 1936, sorprendentemente, es puesto en libertad y se dirige a su domicilio en la Plaza de las Salesas, llevando aún el mono que había usado en la cárcel. Cuando está en la escalera que lleva a su domicilio escucha como entran en el portal atropelladamente una patrulla de milicianos. Sospechando que le busquen a él para proceder nuevamente a su detención, se arremanga el mono y simula estar revisando la instalación eléctrica del edificio, logrando de esa manera esquivar un nuevo arresto y su más que posible asesinato. 

Gracias a las gestiones realizadas por su familia mientras estaba detenido, cuando fue puesto en libertad, pudo refugiarse en la Legación diplomática de Noruega, que se encontraba en la calle José Abascal número 27. Ese establecimiento diplomático estaba dirigido en ese momento, ya que el embajador se encontraba fuera de Madrid al iniciarse la guerra, por el Cónsul Honorario Félix Schlayer que una vez acabado el conflicto escribió unas interesantes memorias publicadas en España en 2006 con el título “Matanzas en el Madrid republicano”. Permanece en la legación noruega hasta el final de la guerra, mientras, su padre, en principio detenido también, fue sancionado por el Gobierno del Frente Popular, primero, con la suspensión de empleo y sueldo y, después, con la jubilación forzosa lo que llevó a su familia a pasar auténticas calamidades y privaciones para poder sobrevivir en esos momentos tan duros. 

Una vez acabada la guerra decide ingresar en la Policía. En el Boletín Oficial del Estado de 14 de noviembre de 1941 aparece el nombramiento de Antonio Viqueira Hinojosa como Agente de 3ª Clase del Cuerpo General de Policía. Su primer destino es la Comisaría del Cuerpo de Vigilancia de la calle Fernanflor, en el distrito policial de Congreso. Posteriormente es nombrado Agente de 2ª Clase el 2 de diciembre de 1943. 

En 1944 contrae matrimonio con María del Carmen Garrido Pedrero, una cordobesa de Palma del Rio residente en Madrid, a la que conoció mientras realizaba una investigación para detener a una mujer que ejercía la mendicidad usando como cebo a una niña de 5 años. Mª del Carmen Garrido acompañó a Antonio Viqueira hasta el final de sus días y fruto de su unión nacieron dos hijos, Antonio y Eduardo.

Antonio Viqueira Hinojosa, con el uniforme de gala del Cuerpo General de Policía, el día de su boda con María del Carmen Garrido Pedrero. Luce en su uniforme la Medalla de Sufrimientos por la Patria, con cinta azul.


Tras cuatro años en su primer destino, fue destinado a la Comisaría de Centro y posteriormente pasa a formar parte de la mítica Brigada de Investigación Criminal de Madrid en esos momentos dirigida por otro gran policía, el Comisario Eugenio Benito Poveda, el célebre Comisario Poveda, uno de los grandes policías “de calle” que han servido en la Policía Española. 

Junto a éste y a otros grandes profesionales de la Policía va forjando su deontología policial con las cualidades que el Comisario Poveda (1) cree necesarias para un buen agente de Policía: Vocación sin límites, sentido común, voluntad férrea, conciencia para distinguir lo bueno de lo malo, rectitud y honradez. 

Pronto pone de manifiesto sus grandes dotes para la investigación policial trabajando en todos los delitos asignados a su unidad. Estafas, robos con fuerza o con violencia, homicidios, etc. Dotado de una memoria privilegiada, al igual que otros grandes investigadores que le precedieron en la Brigada de Investigación Criminal, como Pedro Herráiz Carrero o Eugenio Benito Poveda, une otras dos importantes cualidades: Tenacidad y constancia. 

Esa tenacidad y constancia para investigar los delitos, unida a su firme creencia de la necesidad de realizar una correcta y exhaustiva inspección ocular en el lugar donde se ha cometido el delito como la base para su resolución, le lleva a esclarecer hechos delictivos que de otra manera habrían quedado impunes. 

Varios de estos casos los relata Belén Viqueira en un artículo publicado en la revista «El ojo crítico» en el 2003 (2). Detalla cómo tras un robo con violencia, se encontró en la inspección ocular realizada trozos de cristal de unas gafas graduadas que presumiblemente pertenecían a uno de los autores del delito, consigue, primero, que un experto óptico determine la graduación que tendrían los cristales de las gafas y posteriormente, tras visitar durante meses distintos establecimientos que habían vendido gafas con esa graduación, consigue identificar a su propietario y autor del delito, así como a su cómplice. 

Otro ejemplo de su tenacidad en la investigación de los delitos lo tenemos tras la aparición en 1965 de una mujer en una calle del madrileño barrio de Carabanchel gravemente herida y que posteriormente falleció. La primera impresión de los policías era que se trataba de un homicidio y así se investigó quedando momentáneamente archivado hasta que se encontraran nuevos indicios. El entonces inspector Viqueira, con esa tenacidad en la búsqueda de la verdad que le caracterizaba, no se quedó conforme y se desplazó al lugar donde se encontró a la mujer. Tras realizar una búsqueda en las inmediaciones localizó un trozo de metal en el suelo que le llamó la atención y tras su estudio determinó que se trataba de un embellecedor que pertenecía a un vehículo biscúter. Tras ese descubrimiento montó un servicio de vigilancia en el lugar, usando el único coche del que disponía la Brigada de Investigación Criminal, hasta que observó circular por la zona un vehículo de esas características, procediendo a su detención y tras un hábil interrogatorio, por cierto, otras de las habilidades que caracterizaban a Antonio Viqueira, se descubrió la verdad. El presunto asesinato resultó ser al final un atropello con fuga que dejo a la desafortunada mujer tirada en el suelo sin prestarle auxilio. 

Para él no existía el crimen perfecto, lo que existía generalmente eran unas primeras actuaciones en el escenario del crimen imperfectas. Publicó numerosos artículos en revistas profesionales donde enseñaba que los objetos hablaban y que una incorrecta inspección ocular podía ocasionar que el crimen quedara impune. Según escribió el eminente médico, antropólogo e investigador José Manuel Reverte Coma, el Comisario Viqueira fue “[…] el hombre que mejor supo realizar una minuciosa inspección ocular, base de toda buena investigación policial, técnica que enseñó a sus alumnos. Hizo así fructificar un gran semillero del que han salido muchos de los excelentes policías españoles que recuerdan con orgullo el honor de haberle tenido como maestro. Y tuvo la fortuna de dejar tras de sí la herencia de una nueva generación representada por otro gran policía, con sus mismas cualidades, su hijo Antonio, que ha tomado en sus manos el relevo con el mismo vigor que su padre.”(3). Su hijo, Antonio Viqueira, también miembro de la Policía, desarrolló su actividad en unidades de la Policía Científica. 

Con esta metodología, es decir, tenacidad y constancia, una correcta inspección ocular, hábiles interrogatorios, una memoria prodigiosa y una dedicación total a la función policial, el Comisario Viqueira cosechó innumerables éxitos en su carrera. Consiguió por ejemplo, junto con el resto de sus compañeros de Brigada, esclarecer en un solo día el terrible crimen cometido sobre 4 personas, una de ellas una mujer embarazada, en 1958 cometido por José Manuel Jarabo Pérez. 

También, años más tarde, en 1964, tras tener noticia que habían muerto dos niñas mellizas de 13 días de edad tras caer por una ventana, y no dando crédito a la versión contada por la madre, procedió a una reconstrucción de los hechos demostrando la falsedad de lo relatado por ella. Tras un intenso interrogatorio no sólo descubrió que las niñas habían sido lanzadas al vacío intencionadamente sino que años antes, esa misma mujer, había asesinado a otras dos de sus hijas, una de 22 días, a causa de una extraña pulmonía y otra a los 14 días de edad por asfixia por “haberla abrigado demasiado”. 



Sus dotes de investigación le llevaron a ser llamado para los asuntos más complejos o delicados, como pasó tras la aparición de dos cadáveres, un hombre y una mujer, en abril de 1965 en Villanueva de Fresno (Badajoz) a un kilómetro de Portugal. Estos cadáveres, tras su identificación, resultaron ser el general Humberto Delgado, jefe de la disidencia contra la dictadura de Antonio Oliveira Salazar, y su secretaria, de nacionalidad brasileña, Arajaryr Moreira de Campos. Tras las primeras investigaciones se observa que esas personas han sido asesinadas y posteriormente cubiertos con cal y ácido para dificultar su identificación. Aunque el sumario del crimen quedó archivado al estar los asesinos protegidos por el régimen dictatorial existente en ese momento en Portugal, y los criminales quedaran impunes, la profesional investigación realizada por Antonio Viqueira Hinojosa y de su compañero Juan Manuel Barberán Cereceda, identificando a los autores del delitos y esclareciendo como lo cometieron dejó a España, y al trabajo de la Policía española, en un magnífico lugar (4)

Su faceta didáctica es impresionante. Fue durante años profesor titular de Técnica de Investigación Criminal en la Escuela Superior de Policía (por cierto, fue profesor de esta asignatura de nuestro admirado Eugenio Fernández Barallobre, presidente de la Orden de la Placa y del Mérito de Estudios Históricos de la Policía, que no lo debió hacer mal ya que recibió una calificación de 9,5 en su nota final), Jefe de la sección científica e Investigación del Instituto de Historia de la Policía, instituto del que fue cofundador, profesor de Criminalística de la Academia de Policía Municipal del Ayuntamiento de Madrid, impartió formación a agentes del Servicio Especial de Vigilancia Fiscal del Ministerio de Hacienda así como profesor en la escuela de comisarios de la Policía portuguesa. 

Como buen profesor que fue, sabía que la formación profesional debía ser permanente y no dudaba en realizar todos los cursos que pudieran aumentar sus conocimientos profesionales, diplomándose en 1964 en Investigación Criminal por la Escuela de Medicina Legal de la Universidad de Madrid, curso dirigido por el prestigioso doctor Blas Aznar González, catedrático de Medicina Legal y jefe de la sección de Investigación Criminal Forense de la Escuela de Medicina Legal durante muchos años (5). 



Siempre intentó mantener una relación fluida con la prensa. En 1951 se produce un crimen que conmocionó la sociedad madrileña de la época y que despertó el interés de los medios de comunicación. Una mujer, llamada Juana Arribas García, fue asesinada durante un robo. Tras una rápida investigación la Policía detiene al autor: Ramón Oliva Márquez, conocido como “El Monchito”. Este individuo gracias a que trabajaba ocasionalmente en el taller que regentaba el marido de la víctima conocía que en ese domicilio se guardaban importantes cantidades de dinero, por ese motivo golpeó brutalmente a Juana Arribas hasta la muerte y se apropió de unas 75.000 pesetas así como diversas joyas. Esta noticia fue seguida por un reportero de sucesos que frecuentaba las dependencias policiales en busca de noticias llamado Eugenio Suárez Gómez, que al año siguiente fundó y dirigió el semanario “El Caso”. Éste «… periodista mantuvo el contacto con el inspector [...], Antonio Viqueira, con el que entablaría una amistad que duraría décadas. Suárez, que reconoce haber quedado “enganchado” por la personalidad del policía, al que define como una mezcla de Maigret y Colombo, comienza a publicar sucesos en el diario Madrid narrados por la extraordinaria memoria del agente» (6).

A esta relación que se establece entre Eugenio Suárez y Antonio Viqueira, pronto se unen otros periodistas especializados en la crónica de sucesos. En 1953, a instancias del Jefe de la Brigada de Investigación Criminal de Madrid Eugenio Benito Poveda, Encarnación Margarita Isabel Verdugo Díez, conocida popularmente como Margarita Landi, es “agregada “ al Grupo VII de la BIC y aprende de cerca el trabajo policial, le siguen otros grandes del periodismo de sucesos como “…Pérez Abellán, Julio Camarero, Enrique Rubio, Manuel Carballal, Miguel Blanco con el que tenía un programa de radio en Radio Voz, en fin, con una gran cantidad de periodistas que buscaban su ayuda y su sabiduría” (7). Participó en más de cien programas en diversos medios de comunicación, así como en numerosas mesas redondas, coloquios y conferencias. 

Conservador del Museo de la Policía, que se ubicaba en la última planta de la vieja Escuela de Policía en la calle Miguel Ángel número 5 de Madrid, que en principio solo era utilizado por los alumnos para familiarizarse con las herramientas y técnicas que usaban los delincuentes para cometer sus delitos y que ahora es público y está situado en la Escuela Nacional de Policía de Ávila. Por cierto, en ese Museo de la Policía, muchos de cuyos fondos se han conservado gracias al enorme trabajo que hizo el Comisario Viqueira mientras era conservador del mismo, no hay ninguna referencia a su persona. Parece claro que entre las virtudes de la Policía Española, como institución, no se encuentra el agradecimiento al trabajo de sus miembros. 

Antonio Viqueira Hinojosa en el Museo de la Policía de la calle Miguel Ángel



A lo largo de su carrera fue condecorado con numerosas distinciones y felicitaciones. En 1958 se le concedió la Medalla del Mérito Policial, en su categoría de plata “…en atención al magnífico historial y méritos contraídos en su actuación profesional” y en 1965 con la Encomienda de Número de la Orden del Mérito Civil.



Antonio Viqueira Hinojosa de uniforme celebrando el día del Patrón en la Basílica de San Francisco el Grande de Madrid portando la Medalla del Mérito Policial, de Plata,  la Medalla de Sufrimientos por la Patria, con cinta azul y bajo ellas, la Encomienda de Número de la Orden al Mérito Civil


Jubilado por edad en 1981, continuó vinculado al Cuerpo escribiendo artículos y dando conferencias e incluso en alguna ocasión fue requerido para colaborar en investigaciones complicadas, como por ejemplo el secuestro y posterior desaparición de Rosa Santos Vega realizado con un “Modus operandi” similar al de otros casos investigados por el Comisario Viqueira.

Falleció el 5 de agosto de 1997, a la edad de 81 años, tras una rápida enfermedad. A su funeral acudieron su familia y sus innumerables amigos y compañeros, uno de ellos, policía holandés se desplazó expresamente a España para rendirle un último homenaje. Para hacernos una idea de la calidad humana de Antonio Viqueira, nos cuentan sus familiares que al funeral asistieron personas desconocidas para ellos pero que, al estrechar su mano para darles el pésame, les manifestaron que habían sido detenidas en algunas de las innumerables intervenciones del Comisario Viqueira y después, gracias a su ayuda y a su consejo, rectificaron su vida y se convirtieron en ciudadanos honrados útiles para la sociedad.

ANTONIO VIQUEIRA HINOJOSA ESCRITOR

La principal faceta como escritor de Antonio Viqueira fue sus innumerables artículos y colaboraciones en revistas profesionales sobre investigación criminal y técnicas policiales. Escribió para la revista «Policía», editada por la Dirección General de la Policía, así como para la revista oficial de la Guardia Civil, para la revista de la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol), para la revista holandesa «Excerpta criminológica» y otras más de Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Italia, Portugal e incluso de la India y de las Bermudas. 

Muchos de sus artículos estaban relacionados con los casos en que había participado. Así en 1966 escribió un artículo en «Excerpta criminológica» sobre “Infanticidio”, cuando en 1964 había resuelto el cometido por una madre sobre sus hijas de 13 días o artículos sobre secuestros, como el titulado «Estudio criminológico e investigación criminal del secuestro de personas» publicado en la revista «Policía» en tres capítulos (1974, 1976 y 1977) o el llamado «Secuestro de personas y síndrome de Estocolmo» publicado en los “Cuadernos del Instituto Vasco de Criminología” ya que había participado en varios de ellos, como por ejemplo el cometido sobre la pareja formada por José Bergaz y María Trujillo (nieta del Presidente de la República Dominicana Leónidas Trujillo) que fue felizmente resuelto o el de Francisco Simón Cabezas, piloto de carreras, que por desgracia en principio quedó sin aclarar, perdiéndose el dinero y no encontrando al secuestrado, sospechando el Comisario Viqueira, ya que con la tenacidad que le caracterizaba continuó durante años las investigaciones, que ambos secuestros habían sido organizados por un personaje sin escrúpulos llamado Cesidio Asensio Escudero y que éste había asesinado al infortunado Simón Cabezas tras quedarse con el dinero del rescate.



Este Cesidio Asensio, tras arduas investigaciones que duraron cuatro años, gracias a la tenacidad una vez más del Comisario Viqueira, pudo ser llevado ante la Justicia y condenado por el secuestro y la desaparición de Simón Cabezas a 25 años de prisión. Al salir de prisión, tras cumplir sólo una parte de la condena, continúo su vida delictiva, y fue varias veces detenido por extorsión y chantaje. Se le relacionó en 1985 con el secuestro y desaparición de Rosa Santos Vega, casada con Then Paw Jung Kuo, propietario de varios restaurantes chinos, aunque finalmente no se pudo demostrar. Al saberse perseguido por el Comisario Viqueira, que conocía perfectamente su registro delictivo y por ello le relacionaba con el nuevo secuestro, le amenazó de muerte, amenaza que, visto los antecedentes de ese miserable, resultaba bastante creíble (8). 



Especial interés tienen los artículos que Antonio Viqueira escribió sobre lo que él vino a denominar “Criminalidad esotérica” y que fueron publicados en las revistas profesionales de la Policía, de la Guardia Civil y de Interpol. En estos artículos exponía que las investigaciones relacionadas con el esoterismo y lo paranormal estaban llamadas a alcanzar un gran protagonismo en la investigación policial y estaba muy preocupado por la evolución delictiva a la que podían degenerar muchas sectas o grupos seudo-religiosos (9). 

Publicó en 1976 la obra «El interrogatorio Policial» que resultó ganadora ese año del concurso convocado por el Instituto de Estudios de la Policía y en 1985 «Técnicas del interrogatorio para la investigación policial» editado en Argentina y que mereció elogiosas críticas en las revistas de la Interpol «Revue Internacionale de Police Criminelle» en 1986. 



En 1988 presentó una obra titulada «Una historia diferente» al premio literario “Espejo de España” quedando tercer finalista (10). 

Pero a nuestro juicio, el principal trabajo como escritor del Comisario Antonio Viqueira Hinojosa se corresponde con sus trabajos sobre la historia de la Policía. En 1989 presentó el libro «Historia y anecdotario de la Policía Española 1833-1931» publicado por la Editorial San Martín y luego una continuación que estudiaba la historia de la Policía entre 1931 hasta el comienzo de la Guerra Civil, que fue entregado en fascículos, como separata, en la revista «Policía» iniciándose en el número 86 del mes de marzo-abril de 1993 y finalizando en el número 140 correspondiente al mes de noviembre de 1999. 



Los motivos y objetivos de estos trabajos los señala el propio Antonio Viqueira en el prólogo de la obra (11). 

“La publicación de la «Historia y Anecdotario de la Policía Española» acaso contribuya al conocimiento de los profesionales y personas interesadas en el tema, de lo que ha sido y es la misma, sin convertirla en una masiva descripción o recopilación de leyes, decretos, reglamentos, etc. Pues ello cansaría innecesariamente al lector.

Con esta finalidad. A través de sus páginas, pueden ser conocidas famosas figuras de la Policía española, hoy inéditas e ignoradas; los éxitos, vicisitudes y actos ejemplares y heroicos que les dieron celebridad; sus comportamientos en sucesos y críticas situaciones y, en suma, el reflejo de sus vidas como tales policías. Y su participación en muchos de aquellos que ya forman parte de la Historia Contemporánea de España

E igualmente, conseguir no continúen más, olvidados y desconocidos cuantos cayeron víctimas del cumplimiento del deber en defensa de la sociedad —con toda dignidad y honor— a quienes nadie recuerda, mientras —en algún caso— se ha glorificado y homenajeado a sus victimarios. […]

Figuran en esta publicación histórica rasgos personales; datos de tipos y sujetos pintorescos; descripción de ambientes en cada ciclo en donde la Policía actuó; casos criminales célebres, etc, que en ocasiones aminoraron el dramatismo de algunos hechos. El policía es actor y protagonista, o bien testigo, de sucesos y situaciones donde ocurren cosas que pasan desapercibidas para los demás y él capta”.

El caso es que sus objetivos se consiguieron. Sus obras sobre la Policía se han convertido en un documento histórico de primer orden, referencia para todos los que quieran acercarse a la historia de la Policía y aún más, y sobre todo los volúmenes que comprenden el periodo entre 1931 a 1936, imprescindibles para el que quiera conocer el ambiente político y social durante esos convulsos años, ya que como también dice en el prólogo del primer libro: “Un firme propósito guió al autor al escribir esta obra: que la imparcialidad imperase en la relación de los hechos, y fuera el propio lector quien los enjuiciara al leerlos” (12).



En 2001 un diputado del PSOE, cuyo principal mérito consistía en haber sido perseguido duramente por el franquismo que le obligó a estudiar en un buen instituto que le dio muy buena formación en Cáceres, luego la carrera de Derecho en Madrid, posteriormente presentarse y aprobar la oposición al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado y que, para colmo de crueldad, le nombró subdirector general de Ordenación Académica de Universidades en el Ministerio de Educación y Ciencia en 1967 (13), protagonizó una grotesca intervención en la Comisión de Justicia e Interior que quedó reflejada en el Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Esta víctima del franquismo, ese gran luchador contra la dictadura, llamado Victoriano Mayoral Cortés, que parece mismamente el personaje del libro «De camisa vieja a chaqueta nueva» de Fernando Vizcaíno Casas, al que se le despertó su ideologia socialista en 1975, hizo una pregunta al Secretario de Estado de Seguridad, Pedro Morenés Eulate, acusando de publicar en la revista «Policía» un “… relato histórico, pseudohistórico más bien diría yo […], atentatoria en todo caso contra los principios de pluralidad y de neutralidad política que debe existir” (14).. ¿Y qué había publicado la revista «Policía» que tanto molestó al diputado socialista? Pues simplemente relatar, en la penúltima entrega del fascículo «Historia de la Policía 1931-1936», de manera detallada, y verídica agregaríamos, la detención y posterior asesinato del diputado derechista José Calvo Sotelo. Además precisamente en ese triste episodio de la historia de España, donde un grupo de Guardias de Asalto mandados por un Capitán de la Guardia Civil, detuvo (o mejor aún secuestró) a un diputado electo, lo asesinó a sangre fría con dos tiros en la nuca un escolta de otro diputado, Indalencio Prieto, y luego arrojaron el cuerpo en la puerta del cementerio del Este, es uno de los episodios narrados con mayor rigor, si cabe, en toda la obra. Además, una de las personas que tuvo un gran protagonismo en ese suceso, el doctor Blas Aznar González, jefe de la sección de Investigación Criminal Forense de la Escuela de Medicina Legal, que durante años fue un gran colaborador y amigo de Antonio Viqueira, fue una de las personas que realizó las primeras investigaciones preliminares antes de proceder a la autopsia a Calvo Sotelo (15) y seguramente facilitó al Comisario Viqueira información veraz y detallada de los sucedido de primera mano.

Al parecer a ese gran diputado, que luchó contra la dictadura desde dentro, igual que un gusano que se come la manzana, le molestaba lo escrito ya que, según él “… se hurga en heridas que todos queremos y debemos dar por superadas, que debieran estar superadas” (16). ¡Quién los ha visto y quién los ve ahora! Queda claro que para algunos, cuando la verdad no gusta, es preciso ocultarla o mejor aún, crear una ley, que se llame por ejemplo, de memoria histórica o de memoria democrática, para prohibirla y luego reescribir esa “verdad” y acomodar la realidad a lo que quieren que sea.

La primera obra se puede conseguir, con alguna dificultad, en librerías de lo viejo, pero la segunda, la entregada en fascículos en la revista «Policía» y que comprende los años 1931 a 1936 es muy difícil de conseguir, por no decir imposible ya que los que la tienen en propiedad difícilmente se desprenden de ella. En nuestro caso, que conseguimos la publicación al estar suscrito a la revista «Policía», la tenemos encuadernada y la enseñamos como una de las mejores obras de nuestra biblioteca. 

Comisario Antonio Viqueira Hinojosa


No sería una locura reeditar ambos libros para que tuvieran una mayor divulgación y las nuevas generaciones de policías pudieran aprender un poco de historia del Cuerpo al que pertenecen ya que «no se puede amar lo que no se conoce, ni defender lo que no se ama», aunque, seamos sinceros, debido a los tiempos que corren, donde la verdad y la objetividad tienen poca aceptación en el mundo editorial, tenemos pocas esperanzas.

En definitiva, Antonio VIQUEIRA HINOJOSA fue un hombre que vivió por y para la Policía hasta el final de sus días, un ejemplo a seguir para todos los defensores de la Ley y el Orden, que trabajó toda su vida en defensa de los demás, y que ayudó a cientos de agentes de policía formándolos y mejorando sus protocolos de trabajo.

También fue uno de los precursores en realizar un estudio serio sobre la historia de la Policía, esa gran asignatura pendiente en el Cuerpo de Policía Nacional que precisamente nuestra asociación de la Orden de la Placa y del Mérito de Estudios Históricos de la Policía intenta relanzar.

Seguramente, si en nuestra Patria, que muchas veces en vez de madre parece madrastra, se honrara a los que la han servido bien, Antonio VIQUEIRA HINOJOSA, Comisario Honorario del Cuerpo de Policía Nacional, sería una de las personas que más se merecerían esos honores. Su labor didáctica tendría que ser reconocida con una mención en todos los centros docentes de la Policía, su nombre debería figurar en un sitio de honor en el Museo de la Policía e incluso debería haber un premio para los trabajos históricos o literarios sobre la Historia de la Policía, llamado, por ejemplo, «Premio Comisario Antonio Viqueira de estudios históricos de la Policía».

Pero desgraciadamente no es así, por eso, en la medida de nuestras posibilidades, desde nuestra asociación, intentamos rescatar las biografías de esos grandes POLICÍAS, con mayúscula, que nos han precedido y que son el espejo en el que intentamos reflejarnos.

Finalmente damos las gracias a la familia del Comisario Viqueira, especialmente a su nieta Belén, sin cuya ayuda este artículo no se habría podido realizar.


                                                                    Antonio Alonso Rodríguez.

Nota del administrador del blog.

Tuve el inmenso honor de conocer y ser discípulo, en la Escuela General de Policía, del inolvidable y genial D. Antonio Viqueira, ejemplo de policías, que me hizo cambiar la perspectiva que tenía de la profesión. Hombre honesto, valiente, elegante, magnifico comunicador, un hombre sabio. Un auténtico caballero en toda la expresión de la palabra.

¡Muchas gracias, Don Antonio!  

Notas:

[1] BENITO POVEDA. Eugenio (1943). Apuntes de Practica de Policía. Escuela General de Policía. Madrid.

[2] VIQUEIRA, Belén (2003). El Ojo Crítico. Cuaderno de investigación para investigadores números 40 y 41. «Los casos del Comisario Viqueira»

[3] http://www.gorgas.gob.pa/Documentos/museoafc/loscriminales/biografias/viqueira.html

[4] Para más información sobre este asunto consultar a VIQUEIRA, Belén (2003). El Ojo Crítico. Cuaderno de investigación para investigadores número 40. «Los casos del Comisario Viqueira», pag 3.

[5] GONZALEZ-SANTANDER MARTINEZ, Marta (1993) Blas Aznar González: Una figura eminente de la medicina legal española contemporánea. Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid.

[6] GOMEZ GARCIA, Concepción (2011) La crónica de sucesos criminales en el cine español (1912-1982). Tesis doctoral. Universidad Carlos III, Departamento de Periodismo y Comunicación Audiovisual. Getafe (Madrid)

[7] VIQUEIRA, Belén (2003). El Ojo Crítico. Cuaderno de investigación para investigadores número 40. «Los casos del Comisario Viqueira», pag 1.

[8] Ver diario Lo Pais https://elpais.com/elpais/2009/08/08/actualidad/1249719424_850215.html y https://elpais.com/diario/1985/10/29/madrid/499436656_850215.html y diario El Español https://www.elespanol.com/reportajes/grandes-historias/20160923/157735099_0.html y

[9] VIQUEIRA, Belén (2003). El Ojo Crítico. Cuaderno de investigación para investigadores número 41. «Los casos del Comisario Viqueira», pag 18.

[10] Ese año ganó el premio “Espejo de España” Agustín Sánchez Vidal con el libro «Buñuel, Lorca, Dalí: el enigma sin fin».

[11] VIQUEIRA HINOJOSA; Antonio (1989). Historia y anecdotario de la Policía Española 1833-1931. Editorial San Martín (Madrid), pagina 19 y sg.

[12] Ídem, página 20.

[13] Agregamos, por si alguien no lo sabe, que Francisco Franco murió en 1975. Este diputado socialista fue nombrado para un alto cargo del régimen, 7 años antes de la muerte del General Franco.

[14] Diario de sesiones del Congreso de los Diputados, VII Legislatura, Comisiones, número 401, año 2001. Número de expediente 181/001092, pag 13086.

[15] GONZALEZ-SANTANDER MARTINEZ, Marta (1993) Blas Aznar González: Una figura eminente de la medicina legal española contemporánea. Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid, página 49.

[16] Ídem


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