jueves, 5 de noviembre de 2020

Jalisco, el asesino múltiple

Del boletín "Emblema", de la Orden de la Placa y el Mérito, extraemos este trabajo, realizado por nuestro buen amigo y colaborador, Carlos Fernández Barallobre. 

A las ocho y media de la mañana del día 23 de septiembre de 1948, en una finca denominada “La Brava” una finca de 19.000 metros cuadrados en la que se ubica un pazo, construido en 1874, situado en el lugar de Arillo, parroquia de Dorneda del término Municipal de Oleiros en la provincia de La Coruña, tenía lugar un triple asesinato. Un individuo llamado José García Peña alias “Jalisco”, (oriundo de ese estado de Méjico), asesinaba a puñaladas a su mujer María Docampo, de 30 años de edad, a su suegra María Ramos y a su cuñada Encarnación. A María Docampo le asestó 17 puñaladas, a su suegra 15 y a su cuñada, 2. Tras ello prendería fuego a la casa, tras quemas papeles y fotografías. 

María Docampo, segunda por la izquierda, junto al matrimonio Castelao y un amigo, en Central Park de Nueva York en 1938

 

Las llamas fueron sofocadas por los vecinos, que llamaron a la Guardia Civil, que detendría a Jalisco. El múltiple asesinato se inició con el brutal apuñalamiento de su esposa en la alcoba matrimonial. Tras ello asesinaría a su suegra María Ramos, quien nada pudo hacer para defenderse y posteriormente a su cuñada, Encarnación Docampo, que habían acudido a la habitación alarmadas por los gritos de María. 

García Peña se autolesionó aquella mañana y, tal y como recoge el sumario, necesitó asistencia médica, siendo trasladado a la Casa de Socorro del barrio de Santa Lucía de La Coruña por una pareja de la Guardia Civil del puesto de Mera, “un sujeto herido, autor a su vez de la muerte de su esposa, cuñada y madre política·, puede leerse en el sumario del Juzgado de Instrucción número 1 de La Coruña y cuyo documento, se encuentra en la actualidad en el Archivo del Reino de Galicia. Hasta la casa de Socorro se desplazaron funcionarios del juzgado que tomaron la primera declaración al herido detenido, que ingresaría en prisión a la espera de juicio. 

Jalisco y María se habían casado en 1947 en la en la iglesia de Guadalupe, en Ciudad de Méjico. Ella era hija de Francisco Docampo, un vecino de Bergondo que había emigrado a Estados Unidos y de María Ramos, vecina de Oleiros, también emigrante. María y su hermana Encarnación eran norteamericanas. María había trabajado como traductora y secretaria para Alfonso Rodríguez Castelao durante la estancia en Nueva York del escritor, según relató en su día el intelectual republicano coruñés Emilio González López, que el verano de 1941 viajó a Panamá a un curso sobre derecho penal y en el hotel se encontró con el profesor y economista Edmund Peevy que le preguntó si conocía "a una tal María Docampo", de la que le contó que había sido su secretaria en "Servicios Especiales” y que pertenecía al servicio de información militar de los Estados Unidos, que se convertiría posteriormente en la CIA. 

La CIA habría encargado a la esposa de García Peña el espionaje del antiguo líder separatista gallego, quien antes de llegar, en julio de 1938, a la ciudad que nunca duerme, había visitado por encargo del presidente del gobierno del Frente Popular, Juan Negrin, la Unión Soviética, donde se había convertido al comunismo. Tras finalizar la contienda y convertirse Castelao en exiliado, la joven María Docampo desapareció de la vida del líder separatista sin dar ningún tipo de explicaciones. 

José García Peña, a pesar de que estaba en plena vigencia la pena de muerte, sería condenado a tan solo 36 años de cárcel por los tres asesinatos, de los que solamente cumpliría 15, la mayor parte de los cuales estuvo en la antigua prisión provincial coruñesa, siendo trasladado luego a una prisión en Canarias, quedando, años después, en libertad. En 1950, cuando llevaba dos años de condena, manifestó que se sentiría “arrepentido y avergonzado” por aquellos asesinatos. 

Una vez en libertad quiso rehacer su vida, afincándose en Las Palmas de Gran Canaria, Allí volvería a casarse, en 1965, con Irene Quevedo, de cuyas relaciones nacería Yolanda Peña. 

El 6 de junio de 1976, cuando contaba 58 años, el tristemente célebre Jalisco asesinaría a su hija Yolanda Peña, de tan solo diez años de edad, y a su mujer Irene. Al igual que en la finca de Oleiros, 28 años atrás, Jalisco se ensañaría con sus dos víctimas, propinándoles grandes golpes en la cabeza con un objeto contundente, dejándolas inconscientes, para rematarlas, con posterioridad, clavándoles un estilete en el corazón. Con su esposa e hijas muertas, Jalisco pasaría la noche, como si nada hubiera pasado, en la vivienda familiar, tomando un vuelo, al día siguiente, desde el aeropuerto de Gando, de las Palmas de Gran Canaria, con destino a Barcelona, que haría escala técnica en Madrid. 

Jalisco intentó establecer en su segundo crimen, el mismo modus operandi del asesinato de Oleiros. Es decir, quiso prender fuego a la casa, para entorpecer la labor de la Policía. Dispuso todo para que el fuego se iniciase cuando él ya estuviese en Barcelona. Pero calculó mal y el incendio comenzó cuando volaba hacia Madrid. Ello supuso que la Policía encontrase los cadáveres de Irene y Yolanda, conociese la identidad de García Peña y alertase a compañeros de la Brigada de Madrid, para que procediese a su detención, cuando el vuelo Las Palmas-Barcelona, hiciese escala técnica en la capital de España, como así sucedió. Ante de ello, Jalisco, originó un pequeño fuego a bordo del avión en el que viajaba, que a punto estuvo de causar una enorme tragedia. Con su detención en el aeropuerto de Barajas, se ponía fin a la carrera criminal de José García Peña. Los médicos que lo examinaron detectaron que Jalisco padecía una severa dolencia psíquica, pue era incapaz de sentir remordimientos ni tampoco un mínimo de compasión por sus víctimas. Preso de su pasado, sus remordimientos, Jalisco se suicidaría en el centro psiquiátrico en donde se hallaba recluido, en 1979.

Carlos Fernández Barallobre.

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