viernes, 6 de noviembre de 2020

Hoy, sigue presente

Hoy recordamos al Policía Nacional Alberto Lisalde Ramos, asesinado en Éibar (Guipúzcoa) por tres terroristas de la banda asesina ETA, el día 6 de noviembre de 1980, 

Pasadas las diez de la noche del jueves 6 de noviembre de 1980, tres miembros de la banda terrorista ETA asesinaban a tiros en Éibar al Policía Nacional José Alberto Lisalde Ramos y a su amigo, el peluquero Sotero Mazo Figueras. 

Policía Alberto Lisalde Ramos


Los terroristas habían estado horas antes apostados en la puerta del cine Coliseo de la localidad guipuzcoana pensando, erróneamente, que varios agentes de Policía estaban dentro de la sala contemplando una película. Su objetivo era atentar contra ellos cuando terminase la sesión de cine y saliesen del local, pero al terminar la proyección, comprobaron que los agentes no había acudido a la función. Por ese motivo, los tres miembros de ETA decidieron regresar al domicilio del etarra Fidel González García, donde se alojaban. Al llegar a la calle Virgen del Carmen vieron estacionado un vehículo propiedad de un Policía Nacional y, sobre la marcha, decidieron esperar y atentar contra él. El vehículo ya lo tenían fichado gracias a la labor de chivato que había realizado el propio González García, tal y como se recogió en la sentencia de 2003 por la que se condenó a Pedro José Picabea Ugalde. 

Alberto Lisalde y su amigo Sotero Mazo salieron del domicilio de Sotero y se subieron al vehículo, un Seat 124 Sport, propiedad del agente de Policía. El atentado se produjo cuando el automóvil, en que viajaban las víctimas, se detuvo en la confluencia de las calles Carmen y Urquiza, cerca de la salida de la carretera de Elgóibar. En ese instante cuatro hombres jóvenes dispararon con pistolas contra el vehículo, desde muy cerca, alcanzando a los ocupantes. José Alberto murió en el acto, mientras que Sotero lo hizo poco después, antes de que pudiera ser trasladado a un centro sanitario, según pudo constatar un sacerdote carmelita avisado por alguien que presenció lo ocurrido y les administró la Extremaunción. 

El cadáver del Policía Nacional fue trasladado de inmediato al hospital militar San Sebastián, donde quedó instalada la capilla ardiente. En el lugar del atentado la policía recogió cinco casquillos de bala de 9 milímetros Parabellum, marca SF-Gelot, de fabricación francesa. Tras cometer el asesinato, los tres terroristas huyeron en el vehículo de González García y se refugiaron en su domicilio. 

Un día después del atentado, los padres y hermanos de Sotero Mazo pidieron públicamente explicaciones a los autores del atentado con una carta abierta en la que recordaba cómo sentían, como miles de inmigrantes venidos de fuera, a la tierra vasca como suya y cómo la peluquería de Sotero fue un punto de encuentro clave para su integración. Él asesinato fue reivindicado por ETA mediante un comunicado en el que acusaba a Sotero Mazo de ser "miembro de la red de confidentes de la Policía en Éibar". 

Un compañero del Policía asesinado declararía a los medios informativos a cerca de la personalidad de Alberto Lisalde que: “era de una cortesía, de una educación y de un cariño hacia sus compañeros y ciudadanos sin límites. Su humanidad desmesurada le llevaba a efectuar por los demás los más arriesgados sacrificios, sin esperar respuesta ni agradecimiento a cambio. Su generosidad y comprensión estaban siempre al servicio de los demás, como un padre diligente y humanísimo; su amor por los animales, por la naturaleza y por todo aquello que representara la obra creadora del Altísimo afloraba siempre por sus ojos llenos de luz y de cariño hacia todos. Que Dios perdone a sus asesinos”. 

Al día siguiente en el acuartelamiento de la Policía Nacional de Basauri (Vizcaya) tuvo lugar el funeral de cuerpo presente en memoria del agente de dicho cuerpo Alberto Lisalde. A la ceremonia fúnebre, que se inició a la inoportuna hora de las 15.30 horas, en la onda de la cobardía de los gobiernos de la UCD que le molestaban las víctimas, asistieron, aparte de los familiares de la víctima, el gobernador general, Marcelino Oreja; el general Sáenz de Santamaría, los gobernadores civiles de Vizcaya y Guipúzcoa y diversos mandos militares, Cuerpo Superior de Policía, Policía Nacional y Guardia Civil. También estaban presentes sendas representaciones de los partidos AP y UCD. 

El féretro, portado por seis compañeros del fallecido, envuelto en la Bandera Nacional, fue instalado en un pequeño túmulo colocado junto al altar y ante la que fue depositada una decena de coronas. En el patio del acuartelamiento formaban una compañía de la Policía Nacional y otra de la Guardia Civil con banda de música. 

Terminado el oficio religioso y tras ser entonados los Himnos de la Policía e Infantería, el féretro que contenía los restos de Alberto Lisalde fue trasladado al aeropuerto de Sondica, de donde partió por vía aérea hacia Granada, donde sería enterrado en la intimidad familiar en el pueblo de Orgiva, de donde era natural. José Alberto Lisalde Ramos, de 27 años, estaba casado y tenía dos hijos de muy corta edad 

¡¡Dulce et decorum est pro patria mori!! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario