sábado, 29 de diciembre de 2018

1991. ETA asesina en Barcelona a los Policías Nacionales Francisco Javier Delgado González-Navarro y José Ángel Garrido Martínez

El 13 de diciembre la banda terrorista ETA asesinaba en Barcelona a los Policías Nacionales Francisco Javier Delgado González-Navarro y José Ángel Garrido Martínez. 

Los dos agentes fueron tiroteados en el interior de un taller de instalación de radios de coche situado en el número 58 de la calle de Caballero, cuyo propietario era amigo personal del agente Francisco Javier Delgado. El propietario del taller Autorradios Barcelona, principal testigo del atentado, entre sollozos, explicó a la Policía lo sucedido: "Los agentes estaban patrullando en la calle y al verlos, les llamé, pues tenía amistad con el policía Francisco Javier Delgado, quien vivía en un piso de la zona, para que fueran a ver un coche sospechoso, un Citroen CX, con matrícula de Zaragoza, que se encontraba mal aparcado desde la tarde del día anterior en la esquina de la calle Caballero con calle Guitart, pues daba muy mala espina, ya que parecía abandonado, con una ventanilla, rota”. 

Policía Francisco J. Delgado González-Navarro

"Ellos fueron a revisar el coche y después vinieron al taller. Cuando llevaban unos cinco minutos charlando conmigo y con mi ayudante, me dirigí a la mesa del fondo para coger el paquete de tabaco que tenía en la americana y en ese mismo momento, por el espejo retrovisor que tengo para controlar la entrada de clientes, vi cómo entraban dos personas de prisa y, con gestos seguros, sacaban dos pistolas y comenzaban a disparar a bocajarro. Cuando me volví, apenas tuve tiempo de ver a uno de ellos disparando las últimas balas. Era alto, aproximadamente de 1,80, moreno y mayor de 30 años. El otro era algo rubio, vestían téjanos y chaquetas de chándal azules y ambos podían tener entre 25 y 30 años. “Vinieron a por los policías, eso estaba claro, porque no abrieron la boca, dispararon sin vacilar y no les dieron tiempo ni a intentar defenderse. Salí corriendo detrás de ellos, vi que subían a un coche aparcado en doble fila a unos 20 metros y se iban” 

Una vez que los dos terroristas realizaron los disparos, salieron corriendo y se dieron a la fuga en un coche marca Ford Fiesta, matrícula B-4561-FX, de color azul claro, donde les esperaba un tercer terrorista. Dicha matrícula correspondía a un vehículo que había sido robado el pasado 24 de noviembre, tal como constaba en la denuncia presentada en su día en la comisaría de Horta. Sin embargo, cuando fue encontrado el automóvil, que los terroristas abandonaron en la confluencia de las calles de Valencia y Llançá. se comprobó que el número de bastidor era diferente del de la matrícula, y que también había sido sustraído. Esta forma de operar, robar un coche y colocarle las placas de otro, de igual modelo y color, era típica de ETA. 

Policía José A. Garrido Martínez

José Ángel Garrido, que estaba realizando las prácticas en el Cuerpo Nacional de Policía tras haber superado, meses antes, las últimas pruebas en la Escuela de Policía de Ávila y había sido enviado a Barcelona para reforzar el dispositivo de seguridad con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992, murió al instante. Un joven que pasaba por la acera practicó la respiración artificial y un masaje cardiaco a Francisco Javier Delgado, que se encontraba malherido y fue ingresado a las 12.30 en el hospital Clínico, donde falleció una hora y media después. El agente, había sido alcanzado por cinco balas, que fueron mortales de necesidad, pues le alcanzaron el hígado, la arteria aorta abdominal, la vena cava caudal, varias arterias lumbares y el colon. 

La Policía Nacional encontró en el taller casquillos de munición, que correspondía a un arma automática de 9 milímetros parabellum, Ésta era la munición que ETA utilizaba habitualmente. Posteriormente las Fuerzas de la Policía Nacional establecieron controles en todas las salidas de la ciudad, con lo que el tránsito quedó totalmente colapsado. Mientras tanto, una amplia zona alrededor del lugar del atentado quedó aislada por un cordón de seguridad durante casi tres horas. Mientras se efectuaba el levantamiento del cadáver y se tomaban las filiaciones de los testigos, la policía comprobó que el coche mal aparcado con matricula de Zaragoza, no contenía ninguna carga explosiva. 

Esta vez los asesinos de ETA no contaron con las cámaras de seguridad de una sucursal bancaria próxima al comercio que grabaron su llegada y su huida del lugar. Tras ver la película con la grabación, los testigos presenciales reconocieron sin ninguna duda a los miembros de ETA José Luis Urrusolo Sistiaga y Juan Jesús Narváez Goñi. 

La capilla ardiente de los dos Policías Nacionales asesinados, se instaló en el Gobierno Civil de Barcelona, adonde se acercaron numerosos barceloneses para rendir homenaje a los dos policías. 

El funeral por Francisco Javier Delgado y José Ángel Garrido tenía lugar al día siguiente en el patio de Gobierno Civil de Barcelona, con la presencia de Rafael Vera, secretario de Estado para la seguridad; el presidente del Parlamento de Cataluña y el alcalde de Barcelona, Pascual Maragall, entre otras muchas autoridades civiles y militares y más de un millar de personas. El presidente de la Generalitat acudió a primera hora, pero excusó su presencia en el funeral por tener otros compromisos adquiridos con anterioridad. 

Funeral por los Policías asesinados

Los féretros de los dos Policías Nacionales asesinados, envueltos en la Bandera Nacional, fueron colocados ante el altar por miembros de los cuatro cuerpos policiales (Policía Nacional, Guardia Civil, Mozos de Escuadra y Guardia Urbana). Todo el funeral, celebrado por el arzobispo de Barcelona, Ricardo María Caries, se vivió con una gran intensidad emocional. Monseñor Caries afirmó que "el grito de la sangre de vuestras víctimas, Francisco Javier y José Ángel, clama al Señor desde ayer al mediodía". "La violencia está muy lejos de la idiosincrasia del pueblo catalán, pueblo de pacto y de diálogo. No está aquí vuestro camino". Monseñor Caries se mostró muy afectado. El arzobispo afirmó que "con la muerte de Francisco Javier Delgado y José Ángel Garrido, habéis dejado dos esposas hundidas por el dolor: una de ellas hacía sólo 17 días que se había casado" Mientras, muchos de los asistentes, en especial a los compañeros de los agentes muertos, lloraban desconsoladamente 

Al finalizar el funeral, los dos féretros fueron sacados a la calle, mientras sonaba la marcha La Muerte No es el Final” y el toque de Oración e introducidos en dos furgones funerarios que los trasladarían desde Barcelona hasta Valencia en una misma comitiva fúnebre. Cuando se llevaban a Francisco Javier Delgado, entre los aplausos de los más de tres mil asistentes, su esposa, que también era agente de la Policía Nacional, no pudo resistir la tensión y se desvaneció. 

Al concluir los funerales por los agentes asesinados. Rafael Vera dijo que "tengo pocas dudas sobre la autoría del atentado: es obra de la banda terrorista ETA". 

En 2004 la Audiencia Nacional condenaba a José Luis Urrusolo Sistiaga a 30 años de reclusión mayor como autor responsable de dos delitos de asesinato. 

Jesús Narváez Goñi, alias Pajas, figuraba en 2002 en el listado de terroristas del Departamento del Tesoro de los EEUU, que lo situaba al mismo nivel que los terroristas de Al Qaeda en el sentido de poder bloquearle las cuentas bancarias e impedirle hacer cualquier transacción financiera. En octubre de 2011 Narváez Goñi figuraba en el listado de terroristas de la Unión Europea, junto a otros 32 miembros de la banda. 

En febrero de 2014 La Policía Nacional y las autoridades policiales mexicanas detenían en Méjico a los etarras Juan Jesús Narváez Goñi, alias Pajas, y a Iciar Alberdi Uranga, alias María, a quienes se considera como los miembros de la banda terrorista ETA reclamados por la Justicia con mayor número de asesinatos cometidos. 

Las detenciones se llevaron a cabo en Puerto Vallarta, en el Estado mexicano de Jalisco, en una operación conjunta de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CICEN) de México. 

Ambos etarras habían huido tras ser desarticulado el comando Ekaitzde la organización terrorista, con el que llegaron a cometer 18 asesinatos en un solo año. Llevaban 22 años en paradero desconocido. 

En marzo de 2015 la Audiencia Nacional condenaba a 60 años de cárcel al etarra Juan Jesús Narváez Goñi por el asesinato de los policías Nacionales José Ángel Garrido y Francisco Javier Delgado en diciembre de 1991, cuando, acompañado de otro etarra, les dispararon 20 tiros a bocajarro en un establecimiento de Barcelona. 

La sección tercera de la Sala de lo Penal consideraba a Narváez Goñi autor del asesinato de los policías José Ángel Garrido y Francisco José Delgado el 13 de diciembre de 1991, una acción que perpetró acompañado del otro etarra José Luis Urrusolo Sistiaga, ya condenado por estos hechos. 

La sala también le imponía una indemnización por responsabilidad civil de 500.000 euros para las familias de cada uno de los agentes. 

El tribunal consideraba probado que el etarra formaba parte del comando de liberados Ekaitz, que cometió 18 asesinatos en un año, y que ese día se percató de la presencia de los policías al pasar con el otro etarra junto un establecimiento llamado "Auto-Sonido Barcelona". 

Tras rebasar este comercio, los dos pasaron por delante de una oficina de una caja de ahorros, cuya cámara les grabó y, poco después, entraron en el establecimiento "con el propósito de asesinar a los miembros de las fuerzas de seguridad del Estado, toda vez que la acción en cuestión no estaba previamente planeada". 

Así, se aproximaron a los agentes cuando "se hallaban vueltos de espaldas, absolutamente desprevenidos y hablando de forma despreocupada con el dueño y el dependiente del comercio". 

Tras descargar 20 disparos contra ellos, el policía José Garrido, funcionario de prácticas de la Escala Básica del cuerpo, murió instantáneamente, mientras que Francisco José Delgado, también funcionario de prácticas, falleció durante el traslado al hospital. 

Después de cometer el atentado, los dos terroristas se dieron a la fuga en un Ford Fiesta y una de las personas que se encontraba en ese momento en el establecimiento anotó la matrícula y se la facilitó a la Policía. 

El vehículo, que habían sustraído un día antes, fue abandonado a unos 900 metros, en la confluencia de las calles de Valencia y Llanca, con las placas de matrícula de otro coche que también habían robado en noviembre de ese mismo año. Posteriormente del coche se extrajeron 14 huellas digitales de las manos de Narváez. 

En la actualidad Narváez Goñi cumple condena. 

En febrero de 2016, el antiguo miembro de ETA José Luis Urrusolo Sistiaga, salía de la prisión alavesa de Zaballa y quedaba definitivamente en libertad tras cumplir 19 años de cárcel de los más de 900 años a los que había sido condenado. Urrusolo Sistiaga "el hombre de las mil caras" por su habilidad para camuflarse, redimió pena por estudios y trabajo, y el Tribunal Supremo tuvo en cuenta los seis años cumplidos en Francia, donde fue detenido en 1997, para descontarlos de su condena. Urrusolo, expulsado de la banda terrorista, se acogió a la vía Nanclares, a la que se adhirieron otro etarras partidarios del fin del terrorismo. 

José Ángel Garrido había nació en Valencia hace 28 años. Estaba en periodo de prácticas y había llegado a Barcelona el pasado verano. Se había casado hacía 17 días. 

Francisco Javier Delgado era natural de Fregenal de la Sierra (Badajoz), tenía 27 años y Barcelona fue su primer destino, al que llegó en 1987. Estaba casado con otra funcionaría de policía, destinada-en la Brigada de Policía Judicial, y se daba la circunstancia de que vivía en la misma calle donde se produjo el atentado. Los dos policías muertos estaban destinados en la Brigada de Seguridad Ciudadana, en la Unidad de Radio patrullas. No siempre cumplían el mismo turno, y tampoco estaban adscritos a una comisaría concreta, por lo que su presencia en el lugar donde murieron fue meramente casual. 

De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se concedió a Francisco Javier Delgado y José Ángel Garrido, la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior les concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo. 

Carlos Fernández Barallobre. 



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