Del Boletín "Emblema" de agosto, tomamos este interesante artículo de nuestro buen amigo y compañero el Comisario (R) Angel Alcázar Sempere.
He elegido esta archiconocida frase utilizada por Adolfo Suarez, candidato a la presidencia del Gobierno de España durante su discurso electoral del 13 de junio de 1977, por el recurso retórico que emplea, útil para lo que quiero transmitir mediante estas líneas, a pesar de que dicho personaje no haya sido para mi “santo de mi devoción”.
Corpus Christi en el Palacio del Pardo en 1974 (col. Angel Alcázar Sempere) |
Descubro mis cartas antes de tiempo.
Vaya mi reconocimiento a la Organización Juvenil Española (O.J.E) y a su Carta de Compromiso, conocida como “La Promesa”, ejemplo poético de lo que como “Mandamientos” tuvo para sus integrantes.
Ahora que por razón de edad, la nostalgia empieza a asomar con mayor frecuencia a mi vida, es el momento de sacar de mi interior un episodio vital que siempre he recordado con mucho cariño, y que fue una extraordinaria Escuela de Valores que me ha resultado muy beneficiosa a lo largo de mi vida. Hablo de mi paso activo por la O.J.E.
Me “alisté” en el año 1969, casi al comienzo de la agonía del Régimen anterior. Me fui en 1976, no recuerdo el mes, una vez fallecido el general Franco, sostén y tutela último de esa Organización. La O.J.E, o dejaba de existir como tal, o desde luego no sería ni parecida en lo venidero, tal y como ha sucedido.
Además de Escuela de Valores, también fue Escuela de Formación Humana y Cívica, no así de política. A pesar de que pudiera parecer otra cosa, en esos momentos solo se mantenían los rituales originarios del Frente de Juventudes. Para la reflexión política existían otros foros en esa España que se preparaba para un cambio trascendente en todos los sentidos.
En la O.J.E, los mandos nos inculcaban valores que distan mucho de considerarse “de carácter político”, sino como digo, humanos y cívicos, algunos son: el amor a la Patria, la lealtad, la abnegación, el sentido de la responsabilidad, la solidaridad, el compañerismo, el respeto por la naturaleza, la puntualidad, el respeto a los mayores, a los superiores, a la justicia, y muchos otros que me quedaron impresos de forma indeleble; y por lo visto y oído, en otros muchos muchachos que pasaron también por dicha organización.
Acabo de terminar de leer un libro corto y de fácil lectura que me ha hecho volver a vivir maravillosas experiencias en las que la juventud, la ilusión y la alegría, caracterizaban ese periodo de mi vida. El libro se titula “Nostalgia de la O.J.E” , escrito por Eduardo O Connolly y editado por la Editorial FIDES SL. El librito es recomendable tanto para los que servimos en la O.J.E, como para los que no lo hicieron. A los primeros les refrescará, sin duda, la memoria. A los segundos les abrirá, con toda seguridad, alguna nueva perspectiva sobre dicha organización juvenil, que se decía era la “obra predilecta del Régimen franquista”.
Pero vamos a su PROMESA. Recuerdo haberla realizado con toda solemnidad, al menos en dos ocasiones, ambas en el Estadio Vallehermoso del barrio de Chamberí en Madrid capital. Estos eventos se solían realizar sobre el 30 de mayo en toda España por celebrarse ese día San Fernando, Patrón de la Juventud.
La Promesa constituía un conjunto de normas, pautas, consejos, instrucciones o como en ella se dice en su artículo final, afirmaciones, que fueron la base espiritual de la organización. Su cumplimiento en mayor o menor medida configuraba carácter y, desde luego, definía un estilo a aquellos que lo ponían en práctica. Vamos con sus once artículos.
Prometo:
Amar a Dios y levantar sobre este amor todos mis pensamientos y acciones.
Servir a mi Patria y procurar la unidad entre sus tierras y entre sus hombres.
Hacer de mi vida, con alegría y humildad, un acto permanente de servicio.
Sentir la responsabilidad de ser español dentro de la necesaria comunidad de los pueblos.
Recordar que el estudio y el trabajo constituyen mi aportación personal a la empresa común.
Vivir en hermandad con mis camaradas y ser sobrio en el uso de mis derechos y generoso en el cumplimiento de mis deberes.
Defender la Justicia y luchar por imponerla, aunque su triunfo signifique un mayor sacrificio para mí.
Afirmar la libertad en cada hombre sometiendo la mía al imperio de la norma justa y al respeto a mis superiores.
Mantener dignamente mi condición de joven y aceptar con gratitud la enseñanza de mis mayores.
Honrar con la lealtad e mi conducta la memoria de todos los que ofrecieron su vida por una España mejor.
Perseverar y conservar frescas en la memoria cada mañana las anteriores afirmaciones, para sentirme activo en el seno de la Organización Juvenil Española.
Muchas gracias a todos los que me inculcaron un limpio estilo de vida.
VALE QUIEN SIRVE
Ángel. J. Alcázar Sempere
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