jueves, 6 de enero de 2022

Una hermosa tradición

Si bien el ciclo religioso de la Navidad concluye con el bautismo de Cristo que se celebra, de acuerdo con el rito romano, el domingo siguiente a la fiesta de la Epifanía, lo cierto es que, para la mayoría, las fiestas navideñas concluyen, precisamente, con la celebración de la Epifanía o lo que es lo mismo, la de los Reyes Magos.

Cuenta la tradición que, enterados del nacimiento, en el pequeño pueblo de Belén, de Dios hecho hombre, tres Reyes –otras interpretaciones hablan de astrónomos- se pusieron en camino, guiados por una misteriosa estrella con dirección al lugar de la venida al mundo del Hijo de Dios para redimir a los hombres de sus pecados.

La adoración de los Reyes

En su tránsito, visitaron al sátrapa Herodes el Grande, Rey de Judea, a quien comunicaron la noticia, despertando en él grandes recelos por lo que los conminó a que, una vez visitasen al recién nacido, regresasen a su palacio para indicarle el lugar exacto del alumbramiento y así poder acudir él, personalmente, a rendirle pleitesía.

Guiados por la estrella, alcanzaron el pueblo de Belén donde la brillante luz les reveló el lugar exacto donde se encontraba el Niño y una vez ante El, lo adoraron ofreciéndole sus presentes: oro, por su naturaleza real; incienso, por su naturaleza divina, y mirra por su naturaleza humana.

La tradición también refiere que, concluida su adoración y antes de regresar a sus tierras de origen fueron visitados por un Angel quien les hizo saber las verdaderas intenciones de Herodes, por lo cual regresaron por un itinerario diferente.

Se trata, por tanto, de la primera manifestación pública al mundo de la presencia en la tierra de Dios hecho Hombre, constituyendo su epifanía, de ahí la denominación de la fiesta religiosa.

Los tres Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, cuyos sepulcros se encuentran en la Catedral de Colonia (Alemania), representan los tres continentes conocidos hasta entonces y la pleitesía de los distintos pueblos de la tierra al Hijo de Dios.

Sobre estas tres misteriosas figuras se han escrito gran cantidad de textos y piezas teatrales; apareciendo igualmente representados en la pintura y en la escultura. De igual modo, son muchas las teorías sobre su origen e incluso sobre su número, llegando en algún caso a identificar a Melchor, el Rey blanco, con un Rey de los Tartessos, pueblo localizado en el suroeste de España.

Consecuencia de estos hechos, nace la hermosa tradición, en los distintos pueblos de España, de que estos tres legendarios personajes visitan, cada noche del 5 al 6 de enero, las casas de todos los españoles para hacerles entrega, especialmente a los niños, de regalos y presentes.

En la totalidad de las ciudades y pueblos de España, los días anteriores a la jornada del 6 de enero, se recibe la visita de los Pajes reales que son los encargados de recoger las cartas en las que se piden a los Reyes Magos los regalos que se desea recibir.

En la tarde del 5, en todos los rincones de España se da la bienvenida, de forma alborozada, especialmente por parte de la grey infantil, a los tres Reyes que discurren por sus calles en las vistosas cabalgatas que se organizan con tal motivo y en las que participan Melchor, Gaspar y Baltasar, acompañados de sus cortejos reales.

Con las primeras sombras de la noche, los más pequeños regresan a sus casas para acostarse cuanto antes, aguardando que la magia de la noche de Reyes se repita un año más.

Con la irrupción del malvado populismo en la escena política nacional, han tratado, sin éxito, de desvirtuar esta hermosa tradición; incluso, por intereses comerciales, se ha intentado, también sin éxito, introducir la figura alternativa de ese tipo gordo, vestido de rojo, de risa fácil, sin embargo, nuestros Reyes siguen triunfando

Nuestra fiesta de Reyes, es una tradición que no podemos ni debemos perder pues forma parte del alma de España.

¡Orgulloso de ser español!



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