Hoy recordamos a las Policías Nacionales Daniel López Tizón y José Francisco Hernández Herrera, asesinados por la explosión de una bomba colocada por un comando de ETA, el día 18 de noviembre de 1990 en Santurce (Vizcaya).
A la una y cuarto de la tarde del 18 de noviembre de 1990, la banda terrorista ETA hacía explotar un camión-bomba al paso de un convoy policial que regresaba de prestar un servicio de orden público en el campo de fútbol de San Jorge de Santurce (Vizcaya), donde se había celebrado un encuentro del grupo II de Segunda “B” entre el equipo local el Club Deportivo Santurtzi y el Deportivo Aragón. El vehículo, una camioneta Pegaso, similar a las que se utilizaban para el reparto de bombonas de butano, cubierta por una lona, estaba cargada con cien kilos de amonal y doscientos de metralla y aparcada en un arcén de la carretera. La explosión se produjo en la carretera local 1.091, entre los barrios de Cabieces y Nocedal, que permitía el acceso a la autopista, dirección Bilbao, cuando la dotación se encontraba circulando por la localidad vizcaína de Santurce. La explosión fue accionada por control remoto, en el momento en que la primera de las furgonetas policiales tomaba una pequeña curva. La onda expansiva de la bomba afectó de lleno al segundo furgón policial y, pese al blindaje del vehículo, causó la muerte en el acto de los agentes de Policía José Francisco Hernández Herrera y Daniel López Tizón, e hirió de gravedad a otros dos agentes: Isidro Villalibre Torrada y Antonio Suárez Bujía.
Policía Daniel López Tizón |
Los dos agentes asesinados viajaban en los asientos delanteros de la furgoneta. La onda expansiva provocó que los cuerpos de los policías salieran despedidos y uno de los fallecidos tuviese que ser recogido por el equipo de socorro a más de ciento cincuenta metros del lugar de la explosión. Antonio Suárez Bujía, en estado muy grave, fue ingresado en el hospital de Cruces de Bilbao. Por su parte Isidro Villalibre fue trasladado desde Bilbao al Hospital coruñés de Santa Teresa donde los doctores Tovar, Iglesias Negreira y Arriaza, le operarían de fracturas en el cúbito y en el peroné derechos, de pronóstico reservado.
Todos los agentes pertenecían a la Compañía de Reserva General del Cuerpo Nacional de Policía con base en La Coruña, y estaba previsto que permaneciesen en la provincia de Vizcaya hasta finales del mes de noviembre.
Policía José Fco. Hernández Herrera |
No era la primera vez que la banda terrorista ETA asesinaba a miembros de las Fuerzas de Seguridad que prestaban servicio de seguridad en partidos de fútbol y otros eventos deportivos. Ya en diciembre de 1988 ETA asesinaba en Éibar (Guipúzcoa) al oficial del Cuerpo Nacional de Policía José Antonio Barrado Recio, víctima de la explosión de un coche bomba, detonado al paso de tres furgonetas policiales que se dirigían al campo de fútbol de Ipurúa para prestar vigilancia en el partido de Segunda División entre el Eibar y el Sabadell. En octubre de 1978 la siniestra organización terrorista había asesinado en Guecho a tres Guardias Civiles, el sargento Luciano Mata Corral y los guardias Luis Carlos Gancedo Ron, y Andrés Silverio Martín que volvían del campo de fútbol de Gobela en Las Arenas, tras prestar el servicio de seguridad habitual de los domingos en los que había partido oficial. El 5 de noviembre de 1978 la banda asesinaba en Tolosa a otro guardia civil, Mariano Criado, en el campo de fútbol de Berazubi, después de prestar servicio de seguridad en el partido entre el Tolosa y el Tudelano. Y el 4 de octubre de 1980 la banda terrorista asesinaba en la localidad alavesa de Salvatierra a otros tres Guardias Civiles, el cabo primero José Vázquez Plata y los agentes Avelino Palma y Ángel Prado, que iban a regular el tráfico durante la celebración de la tradicional vuelta ciclista de la localidad.
El funeral por las almas de José Francisco Hernández Herrera y Daniel López Tizón se celebraba a mediodía del día 19 en la iglesia de San José, que se hallaba abarrotada de público y al que asistieron el ministro del Interior, el consejero de Interior del Gobierno Vasco, Juan Lasa; el director general de la Policía, José María Rodríguez Colorado; el delegado del Gobierno en el País Vasco, Juan Manuel Eguiagaray, y otras personalidades civiles y militares.
Numerosos grupos de personas, dada la imposibilidad de entrar en el templo, tuvieron que seguir el acto desde el exterior y aplaudieron y dieron vivas a España y al Policía a la salida de los dos féretros, que iban envueltos en sendas banderas Nacionales, mientras la unidad de Música de la Policía Nacional y la Compañía de Reserva General de La Coruña rendían honores con la Marcha “La Muerte No es el Final” y el Toque de Oración. Al término del oficio religioso, los restos mortales fueron trasladados por vía aérea a Tegueste (Tenerife) y La Coruña, respectivamente.
Unas quinientas personas se dieron cita en al aeropuerto de Los Rodeos para recibir el féretro con los restos mortales de José Francisco, el joven policía Nacional teguestero, bregador de la lucha canaria y al que conocían como Ayala I, un mote que venía de una saga familiar de puntales y que se convertía en la novena víctima canaria del terrorismo de ETA.
Sus restos mortales se instalaron en la capilla ardiente conformada en el salón de plenos del Ayuntamiento de Tegueste, por donde pasaron centenares de vecinos a dar el pésame a la familia y compañeros de la víctima. Seis compañeros de la Compañía de Reserva General con base en La Coruña, a la que pertenecía la víctima, hicieron guardia de honor junto al féretro. El Gobernador civil de la provincia, Julio Pérez, se desplazó hasta el domicilio de los familiares del Policía asesinado y presidiría la Misa funeral y el posterior entierro de José Francisco.
Las honras fúnebres por el alma de José Francisco, se desarrollaron entre numerosas muestras de afecto, emoción y llanto. A hombros de sus compañeros y cubierto el féretro con una bandera Nacional, fue conducido hasta la parroquia de Tegueste, entre una enorme aglomeración de público que guardó un estremecedor silencio, Cerca de las dos de la tarde el féretro salió de la Parroquia entre aplausos y vivas a España para recibir cristina sepultura en el cementerio de Tejina.
Los restos mortales de Daniel López Tizón llegaban a bordo de un Aviocar del Ejército del Aire, que procedía de Bilbao, al aeropuerto coruñés de Alvedro. En el vuelo viajaba también la esposa del Policía asesinado. En la pista del aeródromo, se hallaban presentes el Jefe Superior de Policía de Galicia, Julián Negredo Bravo, otras autoridades civiles, militares y policiales, así como numerosos familiares y amigos de la víctima
Tras descender del avión, el féretro, que contenía los restos de Daniel López Tizón, fue introducido en un furgón funerario y escoltado por numerosos vehículos policiales hasta el acuartelamiento de Lonzas donde quedaría instalada la capilla ardiente. A la llegada del féretro, a la puerta del acuartelamiento, amigos y compañeros del malogrado servidor del orden prorrumpieron en una cerrada ovación y dieron vivas a España y a la Policía Nacional.
La Misa funeral tuvo lugar en el acuartelamiento de la Policía Nacional de Lonzas y a cuyo oficio religioso asistieron el delegado del Gobierno en Galicia, Domingo García Sabell; Conselleiro de la Presidencia, Dositeo Rodríguez, ostentado la representación del presidente de la Xunta de Galicia; Gobernador Civil de La Coruña, Ramón Berra; Gobernador Militar de la Coruña, General de División, Jorge Suances; fiscal del Tribunal Superior de Galicia, Antonio Couceiro Tovar; valedor de Pobo, José Cora; Jefe Superior de Policía de Galicia, Julián Negredo, Coronel de la Guardia Civil, así como otras autoridades civiles, militares, policiales, compañeros y amigos de la víctima.
En su homilía el Sacerdote celebrante, destacó “lo absurdo que es acabar con una vida humana con una acción de odio satánico de unos jóvenes que dieron muerte a un hombre bueno del que no conocían ni su nombre ni a su familia”.
Tras el funeral, que fue seguido por centenares de personas, muchas de ellas tuvieron que quedarse fuera del cuartel por falta de espacio, el ataúd envuelto en la Bandera Nacional, fue introducido en furgón fúnebre, dirigiéndose la comitiva al cementerio del Carmen del Burgo, para su entierro. A lo largo del trayecto fuertemente custodiado por fuerzas de la Guardia Civil, numerosos ciudadanos salieron de sus casas a ovacionar el paso de la comitiva fúnebre.
Ya en el camposanto, sus compañeros, formando dos filas, llevaron medio centenar de coronas de flores. A ellas le seguía el féretro a hombros de compañeros, en medio de un sepulcral silencio de las más de mil personas que se dieron cita en el cementerio, bajo una densa lluvia. La viuda de Daniel López Tizón, recogió amorosamente entre sus brazos la bandera de España que había cubierto el féretro de su difunto esposo, depositando encima de la caja mortuoria unas flores. Posteriormente en un nicho de la familia, el Policía Nacional Daniel López Tizón, recibía cristiana sepultura.
José Francisco Hernández Herrera tenía 32 años y era natural de Tegueste (Santa Cruz de Tenerife). Destinado en La Coruña, allí se casó con una gallega y tuvo dos hijos, que tenían 12 y 8 años cuando asesinaron a su padre. Había ingresado en el Cuerpo Nacional de Policía en 1981. Su familia se enteró de la noticia por el telediario del mediodía en televisión. José Francisco tenía nueve hermanos. Una de ellas, Ángeles, estaba en la cocina cuando escuchó la noticia. En 2011 Ángeles recordaba a través de la paginas de la Opinión de Tenerife el terrible momento del asesinato de su hermano: “No me acuerdo lo que hice. Mi madre vino corriendo. Vivía al lado. Oyó que había pasado algo, pero no sabía qué. Papá estaba en el bar. Mandamos a mi hija a que le dijera que viniera. En el camino se encontró con otro hermano de José Francisco, que también era policía nacional. Se paró para darles paso a los niños. Entonces ellos le soltaron de repente: 'que mataron a Pepe, que mataron a Pepe'.
La familia de José Francisco ha reconocido siempre haberse sentido arropada, pero principalmente en su localidad natal, donde la mayor parte sigue residiendo. Quienes más lo han reconocido fueron sus compañeros de lucha canaria de Tegueste. Uno de los trofeos del torneo de San Marcos del deporte vernáculo, de hecho, lleva el nombre de José Francisco Hernández Herrera, así como el club tiene un retrato suyo en la sede y el Ayuntamiento le puso su nombre a una calle del pueblo
Daniel López Tizón tenía 41 años cuando fue asesinado. Era natural de localidad pesquera coruñesa de Cayón (La Coruña), aunque desde muy pequeño se fue a vivir con sus padres a La Coruña. La noticia de su asesinato causó una gran conmoción en la preciosa villa marinera. Daniel estaba casado y tenía dos hijos de 13 y 10 años. Ingresó en el Cuerpo Nacional de Policía en 1974. En agosto de 1989 fue destinado a la IX Unidad de Reserva con base en La Coruña y, cuando fue asesinado, estaba prestando veinte días de comisión de servicio excepcional en Vizcaya. Descendiente de una familia de marineros, Daniel nunca quiso pescador y orientó su vida hacia el servicio a los demás dentro del Cuerpo nacional de Policía.
Familiares de Daniel manifestaron a la prensa que los asesinos de ETA deberían ser pagados con la misma moneda, porque si un policía o un guardia Civil mataban a uno de esos asesinos iba preso. En cambio sí era al revés, en la mayoría de los casos andaban con contemplaciones con ellos y algunos quedan en libertad.
En la sala II del Museo Policial, que la Jefatura Superior de Policía de Galicia tiene en el acuartelamiento coruñés de Lonzas, y del que es el creador y conservador el administrador de este blog, el inspector José Eugenio Fernández Barallobre, figuran en lugar destacado las fotografías de Daniel López Tizón y José Francisco Hernández Herrera, junto a otros miembros de la Policía Española, destinados en La Coruña que cayeron, en cumplimiento de su deber, en distintos momentos de la historia de España como el Reinado de Alfonso XIII, II república con la revolución de Asturias, Guerra Civil Española. Régimen del Generalísimo Franco y reinados de Juan Carlos I y Felipe VI.
¡¡Dulce et decorum est pro patria mori!!
A día de hoy mientras se pacta con Bildu, este crimen sigue impune.
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