domingo, 19 de mayo de 2019

2009. ETA asesina en Arrigoriaga al Inspector del Cuerpo Nacional de Policía Eduardo Puelles García

La banda terrorista ETA asesinaba el día 18 de junio mediante una bomba lapa colocada en su coche al inspector del Cuerpo Nacional de Policía Eduardo Puelles García, jefe de Grupo de Vigilancias Especiales de la Brigada de Información de la Policía Nacional, en el municipio vizcaíno de Arrigorriaga, cercano a Bilbao. Se trataba del primer atentado etarra desde que el socialista Patxi López hubiese sido nombrado lehendakari. La explosión se produjo a las 9.05 en un aparcamiento al aire libre cercano al domicilio del agente, en la calle Santa Isabel, del barrio de La Peña de la localidad. 

Según fuentes policiales, la bomba lapa, que contenía entre 1,5 y 2 kilogramos de un explosivo aún sin determinar, fue colocada en la parte trasera del vehículo de Puelles, un Renault Megane, junto al depósito de gasolina, lo que provocó el incendio posterior que, según testigos presenciales, terminó con la vida del policía. Los primeros indicios apuntaban ya a que los responsables del atentado eran miembros no fichados de ETA (legales) que formarían los últimos restos del comando Vizcaya. 

Inspector Eduardo Puelles

Un testigo presencial del atentado, pudo ver el coche en llamas y aseguró que escuchó gritos en el interior del vehículo. Otro vecino del fallecido dijo que la explosión había sido tan fuerte que su cama se movió. Además, el incendio posterior a la explosión afectó al menos a otros cuatro vehículos. 

La capilla ardiente con los restos de la última víctima de la banda fue instalada a primera hora de la tarde de ese día, en la subdelegación del Gobierno en Bilbao. 

La emoción contenida presidía el funeral por el inspector de policía Eduardo Puelles García, en el que los abrazos de condolencia unieron a la familia, los Príncipes de Asturias y los cientos de presentes en la iglesia de San José, que se hallaba abarrotada. 

Desde la capilla ardiente, en la subdelegación del Gobierno en Bilbao, los restos mortales del inspector asesinado fueron trasladados a la iglesia, situada a una veintena de metros de subdelegación, precedido por la viuda, los hijos, la madre y el resto de familiares del inspector. 

Los restos mortales llegaron la iglesia entre aplausos de los centenares de personas congregadas en las calles adyacentes, a hombros de ocho agentes, dos de cada cuerpo policial: Policía Nacional, Guardia Civil, Ertzaintza y Policía Municipal de Bilbao, envuelto en la bandera Nacional mientras sonaba la marcha fúnebre interpretada por la Unidad de Música del Cuerpo Nacional de Policía. Una agente de la Policía Nacional portaba en una bandeja de plata la gorra del agente asesinado. 

Justo antes de entrar a la Iglesia, fue interpretado el Himno Nacional, en medio de un gran silencio. En el templo ya estaban los Príncipes de Asturias, quienes a su llegada habían sido recibidos con numerosos aplausos de los cientos de ciudadanos que se congregaban tras el cordón policial. Les recibió en las escalinatas de la iglesia la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, el presidente del Senado, Javier Rojo, y el lehendakari, Patxi López. 

Aspecto del vehículo tras el criminal atentado

El obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez ofició el funeral, al que no pudieron acceder los medios de comunicación, por expreso deseo de la familia, que deseaban que el acto en la iglesia se desarrollara en la intimidad. 

El obispo dijo que "cada víctima mortal del terrorismo es un clamor que exige, con la fuerza de la sangre injustamente vertida, respeto a la vida y libertad para todos. La memoria de las víctimas es un recordatorio permanente para que la sociedad continúe rechazando enérgicamente la violencia y desenmascarando sus propósitos". Por ello, abogó por "deslegitimar en todos los aspectos el terrorismo". 

"La unidad clara y perseverante contra la organización terrorista es condición eficaz para vencerla pronto", insistió Blázquez. Por último, expresó a los compañeros de Eduardo y a los miembros de los cuerpos de seguridad del Estado "nuestro apoyo y gratitud por la protección de nuestra libertad y convivencia, corriendo ellos en ocasiones serios riesgos para su vida". 

El último adiós que recibió el inspector fue una rosa y un beso de su mujer que, visiblemente afectada, acarició con su mano la caja mortuoria. Bajo los sones de la Muerte no es el final se entregó a la viuda la Bandera española que había cubierto la caja mortuoria con los restos de Puelles. Antes de que partieran, los Príncipes se despidieron, de forma emocionada, de la viuda del agente, sus dos hijos, Rubén y Asier su madre y demás familiares de la víctima, siendo muy aplaudidos por los cientos de personas que se hallaban situados en el exterior de la iglesia. 

Una hora antes del funeral, varios miles de personas se concentraban en los pueblos y capitales vascas en silencio, en repulsa por el asesinato de Eduardo Puelles. Las concentraciones se realizaron también en otras ciudades y pueblos de España. 

Dos días después del asesinato, se celebró una multitudinaria manifestación que recorría las calles principales de Bilbao. Al final de la misma, la viuda de Eduardo, Francisca Hernández, tomaba la palabra para decir que la banda terrorista ETA lo único que había conseguido "era dejar dos huérfanos y una viuda”. "Se permiten el lujo de matar a escondidas pero no van a conseguir nada más”, añadió, “porque gracias a Dios hay mucha gente como mi marido y no van a poder con ellos, cada día van a salir más y más". Después llamó "asesinos" a la banda terrorista y exigió a los familiares de los etarras que fueran "pidiendo dinero" para visitarlos en las cárceles porque "no son presos políticos, no, es mentira, son asesinos"."Espero que algún día, y que no tarden mucho, acaben con ellos de raíz". 

En la madrugada del 1 de marzo de 2011 la Policía detenía a tres miembros etarras del comando Otazua y que habían participado en el atentado contra Eduardo Puelles: Estos eran Iñigo Zapirain Romano, Beatriz Etxeberría Caballero y Daniel Pastor Alonso. 

En julio de 2013, la Sección Tercera de lo Penal de la Audiencia Nacional condenaba a 45 años de cárcel a cada uno de los miembros del grupo Otazua de ETA, Íñigo Zapiraín, Beatriz Etxebarría y Daniel Pastor, como autores del asesinato del inspector de la Policía Nacional Eduardo Puelles García en junio de 2009. 

La condena, la misma que solicitó el fiscal, incluía el pago de una indemnización conjunta y solidaria a la viuda del funcionario (300.000 euros) y a sus dos hijos (150.000 euros a cada uno). 

Los magistrados condenaban a los tres terroristas como coautores de los delitos de asesinato terrorista y de estragos terroristas, con el límite de 40 años de prisión previsto en el Código Penal, y les prohibía residir en Bilbao o acercarse a menos de 300 metros de la viuda e hijos de su víctima o comunicarse con ellos por tiempo superior en 10 años a la pena de prisión impuesta. El tribunal consideraba probado que los procesados se integraron en la banda terrorista ETA en 2006 para formar el comando Otazua con el fin de atentar contra algún policía de la Comisaría de Policía en el barrio de Indauchu, en Bilbao. Para ello, los tres acusados anotaron las matrículas de los vehículos aparcados en las inmediaciones de la comisaría por si en alguna ocasión los identificaban en otro lugar, como así sucedió con Eduardo Puelles. 

S.M. el Rey, entonces Príncipe de Asturias, preside la honras fúnebres del Inspector asesinado

El comando Otazua fue desarticulado en febrero de 2011 y en el registro de sus domicilios se hallaron sustancias para la fabricación de artefactos explosivos, dos bombas lapa y documentos manuscritos de Pastor sobre explosivos con alusiones a "matrículas de txakurras, guardaespaldas y cipayos". 

El tribunal rechazaba las denuncias de malos tratos que los condenados dijeron sufrir en su detención y destacaba, entre las pruebas de cargo, las declaraciones de dos de ellos en sede policial cuyo contenido se había visto corroborado con el resultado de los registros efectuados y las declaraciones testificales practicadas durante el juicio. 

De todo ello deducía la Sala que existía una "inequívoca demostración" de la pertenencia de los tres enjuiciados al grupo Otazua de ETA y de la "ocultación y plena disponibilidad por los mismos de armas y material explosivo" que almacenaban en sus viviendas "para ser utilizado en la ejecución de actos de terrorismo" al servicio de la organización, como fue el asesinato del inspector Eduardo Puelles. 

Según el relato de hechos probados en la sentencia, el inspector de la Brigada de Información fue asesinado con una bomba lapa adosada a su vehículo en el municipio vizcaíno de Arrigorriaga. La Fiscalía mantuvo que "sobre la 1:30 o 2:00 horas de la noche del 18 al 19 de junio de 2009, se dirigieron al lugar donde se encontraba aparcado el automóvil provistos de un artefacto explosivo". 

“Dicho artefacto”, continuaba la sentencia, “estaba compuesto por 2 kilos de cloratita y 200 gramos de pentrita y fue fabricado por el procesado Íñigo Zapirain", quien se encargó inicialmente de su colocación, siendo ayudado por Daniel Pastor, al no localizar el punto donde debía ser insertado (...), vigilando la ejecución la procesada Beatriz Etxebarria". 

"Sobre las 9:05 horas del día 19 de junio de 2009, Eduardo Puelles se dispuso a arrancar el referido automóvil, activándose el artefacto explosivo que estalló, sufriendo un shock por quemaduras que le causó la muerte”. 

Además, la banda terrorista ETA se atribuyó la autoría de los hechos –proseguía la fiscal en su escrito– en un comunicado publicado el día 9 de agosto de 2009 en el diario Gara. Tras el atentado se practicaron registros en las viviendas de los procesados y se hallaron en ellas "sustancias explosivas" que resultaron ser "idénticas a las que emplearon en la fabricación del explosivo cloratado usado para acabar con la vida de Eduardo Puelles". 

A día de hoy Iñigo Zapirain cumple condena en la cárcel Jaén, Beatriz Etxebarria en la de Córdoba, y Daniel Pastor en Puerto III. 

El Inspector asesinado, había nacido en Baracaldo el 8 de enero de 1960; era hijo de emigrantes castellanos -su padre natural de Valladolid y su madre de Burgos-, siendo el segundo de cinco hermanos. Ingresó en el Cuerpo Nacional de Policía en 1982. Estuvo destinado en las comisarías de Alicante, Irún (Guipúzcoa) y Portugalete (Vizcaya), hasta 1991, en que fue asignado a la Jefatura Superior de policía de Bilbao. En 2002 fue ascendido a inspector. Estaba casado con Francisca Hernández y tenía dos hijos, Rubén y Asier. Su hermano era miembro de la Ertzaina. 

Eduardo Puelles llevaba 16 años dedicado a la lucha contra ETA y era definido por el secretario nacional de comunicación del Sindicato Profesional de Policía (SPP) al que estaba afiliado Puelles, José Antonio Calleja, como "un buen policía, un vasco noble y un español de corazón, 

En Enero de 2016 el hijo de Eduardo Puelles, Asier, se incorporaba como agente de la Escala básica al Cuerpo Nacional de Policía tras haber superado el periodo de prácticas como policía alumno. 

Imposición de la Medalla de Oro al Mérito Policial

En junio de 2018 decenas de personas recordaban, un año más, a Eduardo Puelles en el noveno aniversario de su asesinato por parte de ETA. Familiares, amigos y dirigentes políticos participaban en un acto en la localidad vizcaína de Arrigorriaga, en recuerdo del inspector de Policía Eduardo Puelles, asesinado por ETA en esta localidad vizcaína el 19 de junio de 2009, último atentado mortal que la banda cometió en la Comunidad Autónoma Vasca. El acto, celebrado en el parking de Santa Isabel, donde la banda terrorista colocó una bomba en el coche del policía, que al explotar provocó su muerte en el acto, se inició con una ofrenda floral ante una placa conmemorativa del atentado y foto con la imagen del fallecido. Dos años antes, en el séptimo aniversario del asesinato de Eduardo Puelles, se había colocado la placa con el nombre y apellidos del inspector asesinado, el de la banda terrorista que lo asesinó y una leyenda “La vida de los muertos está en la memoria de los vivos”. Una placa que, según afirmo a los medios de comunicación el hermano del inspector Puelles, “debería tener toda víctima de ETA y haber sido colocada por las instituciones”. 

De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se concedió a Eduardo Pelles García la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedió también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo. 

Carlos Fernández Barallobre. 



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