Pasadas las diez de la noche del jueves 6 de noviembre de 1980, tres miembros de la banda terrorista ETA asesinaban a tiros en Éibar al Policía Nacional José Alberto Lisalde Ramos y a su amigo, el peluquero Sotero Mazo Figueras.
Los terroristas habían estado horas antes apostados en la puerta del cine Coliseo de la localidad guipuzcoana pensando, erróneamente, que varios agentes de Policía estaban dentro de la sala contemplando una película. Su objetivo era atentar contra ellos cuando terminase la sesión de cine y saliesen del local, pero al terminar la proyección, comprobaron que los agentes no había acudido a la función. Por ese motivo, los tres miembros de ETA decidieron regresar al domicilio del etarra Fidel González García, donde se alojaban. Al llegar a la calle Virgen del Carmen vieron estacionado un vehículo propiedad de un Policía Nacional y, sobre la marcha, decidieron esperar y atentar contra él. El vehículo ya lo tenían fichado gracias a la labor de chivato que había realizado el propio González García, tal y como se recogió en la sentencia de 2003 por la que se condenó a Pedro José Picabea Ugalde.
Policía Alberto Lisalde Ramos |
Alberto Lisalde y su amigo Sotero Mazo salieron del domicilio de Sotero y se subieron al vehículo, un Seat 124 Sport, propiedad del agente de Policía. El atentado se produjo cuando el automóvil, en que viajaban las víctimas, se detuvo en la confluencia de las calles Carmen y Urquiza, cerca de la salida de la carretera de Elgóibar. En ese instante cuatro hombres jóvenes dispararon con pistolas contra el vehículo, desde muy cerca, alcanzando a los ocupantes. José Alberto murió en el acto, mientras que Sotero lo hizo poco después, antes de que pudiera ser trasladado a un centro sanitario, según pudo constatar un sacerdote carmelita avisado por alguien que presenció lo ocurrido y les administró la Extremaunción.
El cadáver del Policía Nacional fue trasladado de inmediato al hospital militar San Sebastián, donde quedó instalada la capilla ardiente. En el lugar del atentado la policía recogió cinco casquillos de bala de 9 milímetros Parabellum, marca SF-Gelot, de fabricación francesa. Tras cometer el asesinato, los tres terroristas huyeron en el vehículo de González García y se refugiaron en su domicilio.
Un día después del atentado, los padres y hermanos de Sotero Mazo pidieron públicamente explicaciones a los autores del atentado con una carta abierta en la que recordaba cómo sentían, como miles de inmigrantes venidos de fuera, a la tierra vasca como suya y cómo la peluquería de Sotero fue un punto de encuentro clave para su integración. Él asesinato fue reivindicado por ETA mediante un comunicado en el que acusaba a Sotero Mazo de ser "miembro de la red de confidentes de la Policía en Éibar".
Un compañero del Policía asesinado declararía a los medios informativos a cerca de la personalidad de Alberto Lisalde que: “era de una cortesía, de una educación y de un cariño hacia sus compañeros y ciudadanos sin límites. Su humanidad desmesurada le llevaba a efectuar por los demás los más arriesgados sacrificios, sin esperar respuesta ni agradecimiento a cambio. Su generosidad y comprensión estaban siempre al servicio de los demás, como un padre diligente y humanísimo; su amor por los animales, por la naturaleza y por todo aquello que representara la obra creadora del Altísimo afloraba siempre por sus ojos llenos de luz y de cariño hacia todos. Que Dios perdone a sus asesinos”.
Al día siguiente en el acuartelamiento de la Policía Nacional de Basauri (Vizcaya) tuvo lugar el funeral de cuerpo presente en memoria del agente de dicho cuerpo Alberto Lisalde. A la ceremonia fúnebre, que se inició a la inoportuna hora de las 15.30 horas, en la onda de la cobardía de los gobiernos de la UCD que le molestaban las víctimas, asistieron, aparte de los familiares de la víctima, el gobernador general, Marcelino Oreja; el general Sáenz de Santamaría, los gobernadores civiles de Vizcaya y Guipúzcoa y diversos mandos militares, Cuerpo Superior de Policía, Policía Nacional y Guardia Civil. También estaban presentes sendas representaciones de los partidos AP y UCD.
El féretro, portado por seis compañeros del fallecido, envuelto en la Bandera Nacional, fue instalado en un pequeño túmulo colocado junto al altar y ante la que fue depositada una decena de coronas. En el patio del acuartelamiento formaban una compañía de la Policía Nacional y otra de la Guardia Civil con banda de música. Terminado el oficio religioso y tras ser entonados los Himnos de la Policía e Infantería, el féretro que contenía los restos de Alberto Lisalde fue trasladado al aeropuerto de Sondica, de donde partió por vía aérea hacia Granada donde sería enterrado en la intimidad familiar en el pueblo de Orgiva de donde era natural. José Alberto Lisalde Ramos, de 27 años, estaba casado y tenía dos hijos de muy corta edad
A las cinco de la tarde, en la iglesia de Santiago Apóstol, de Ermua, tuvo lugar el funeral de cuerpo presente por el alma de Sotero Mazo, el peluquero asesinado junto a su amigo el policía nacional Alberto Lisalde. Se encontraban presentes los padres del fallecido, otros familiares y las corporaciones municipales de Albar y Ermua en pleno, a excepción de los concejales de Herri Batasuna y Movimiento Comunista de Euskadi (EMK). El templo se hallaba abarrotado de público. El cadáver fue inhumado más tarde en el cementerio de la localidad, donde residían los padres de la víctima. Sotero Mazo iba a cumplir 36 años, estaba casado y tenía dos hijos, de 7 y 5 años. Era natural de Baños (Cáceres). Los padres de Sotero y de su hermana Regina, habían llegado a Vascongadas procedentes del pequeño municipio de La Garganta (Cáceres). Instalados en Ermua, años después Sotero se lanzaría a abrir una peluquería de caballeros en Éibar, a escasos cuatro kilómetros de Ermua, donde vivían sus padres. Fue allí donde entabló una gran amistad con el Policía Nacional José Alberto Lisalde.
El etarra Fidel González García, que había ocultado y dado cobijo en su piso a los miembros del comando que asesinó a Alberto Lisalde y Sotero Mazo, sería condenado por la Audiencia Nacional en 1982, junto al etarra Martín Robles, a penas de 47 años de prisión por ambos asesinatos.
En el año 2003 la Audiencia Nacional condenaría también al etarra 2003 Pedro José Picabea Ugalde, alias “Kepa de Hernani”, a 27 años de prisión por cada asesinato. El tribunal se basó para dicha condena en la declaración que en 1981 había realizado el etarra Fidel González delante del abogado de los terroristas, el miembro de Batasuna Iñaki Esnaola, al afirmar que los tres terroristas que albergó en su casa, Robles, Picabea y Oyarbide, le comentaron que acababan de ejecutar a un policía y a su amigo el peluquero. Juan María Oyarbide, el tercer etarra que formaba parte del criminal comando, no pudo ser juzgado al haber resultado muerto, junto a otro miembro de la banda asesina, Manuel Urionabarrenechea, durante un enfrentamiento con fuerzas de la Guardia Civil, acaecido en el peaje de Irún de la autopista A-8, Bilbao-Behobia, en septiembre de 1989.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió al Policía Nacional Alberto Lisalde y a su amigo Sotero Mazo, la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. En resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía a Alberto Lisalde Ramos el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
Carlos Fernández Barallobre.
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