sábado, 16 de octubre de 2021

Teniente del Cuerpo de Seguridad Máximo Moreno Martin o cómo el fanatismo político deshonra un uniforme (V)

A finales de julio realiza una visita al aeródromo de Getafe y tras hablar con el jefe de la base, teniente coronel Antonio Camacho Benítez, solicita autorización para realizar un vuelo de combate en misiones de observador y ametrallador. Vuelve de él entusiasmado, y solicita y consigue su ingreso en el Arma de Aviación, formando parte de la tripulación del avión de procedencia francesa Potez 540 que pilotaba Joaquín Mellado Pascual, antiguo director de la L.A.P.E. (Líneas Aéreas Postales Españolas).
El teniente Moreno en Guadalajara, junto al comandante de Infantería de Marina Ambrosio Ristori (1)

A finales de julio realiza una visita al aeródromo de Getafe y tras hablar con el jefe de la base, teniente coronel Antonio Camacho Benítez, solicita autorización para realizar un vuelo de combate en misiones de observador y ametrallador. Vuelve de él entusiasmado, y solicita y consigue su ingreso en el Arma de Aviación, formando parte de la tripulación del avión de procedencia francesa Potez 540 que pilotaba Joaquín Mellado Pascual, antiguo director de la L.A.P.E. (Líneas Aéreas Postales Españolas).

Realiza numerosos bombardeos durante los meses de agosto y septiembre, sobre todo hostigando las columnas nacionales que avanzan hacia Madrid, destacando un ataque contra la base naval de El Ferrol, el 22 de septiembre de 1936, con “bombas de gran potencia —inexistentes en España hasta entonces—con un peso de 250 kilos. Se construyeron en los “Talleres Corcho” de Santander, utilizando botellas de oxígeno para soldaduras, rellenas de alto explosivo y equipadas con estabilizadores para la caída” (2).

Su amigo Ángel Sanz Cantos escribe una anécdota que el propio Moreno le relata: “Otro día —¡cómo gozaba al relatarlo!— con un avión cogido a los facciosos, despegó de Barajas. Iba cargado de bombas. Salió muy temprano rumbo al norte. Encontró, en un cuartel una gran concentración de tropas facciosas y requetés. Moreno hizo descender el aparato. Saludó al estilo fascista. Los de abajo le aplaudieron. Repitió la faena a menos altura. Los facciosos saludaron al pájaro de acero con sus banderas. Pasó una tercera vez rozando los tejados del cuartel y certeramente, con una audacia asombrosa, descargó su equipaje de metralla sobre los enemigos de la República” (3).

El 25 de septiembre el bombardeo Potez 540, marcado con la letra “F” y con la leyenda “Aquí te espero” pintada en su lateral, despega de Getafe con la misión de atacar las columnas nacionales que se dirigen a Talavera de la Reina. Seis personas viajan en el aparato, pese a que la tripulación ordinaria era de cuatro o, como máximo, cinco (piloto, observador-bombardero, misión que podía hacer un segundo piloto, y tres ametralladores). Pilotaba el aparato Joaquín Mellado Pascual ayudado por el capitán copiloto Vicente Vallés Caballé; como ametralladores-bombarderos Máximo Moreno Martín, José Brea Expósito y Antonio González Flórez y como mecánico Nicolás López Rodríguez.

Cuando se dirigía a su objetivo, es atacado por aviones del bando nacional a la altura de Rielves (Toledo) y derribado por el entonces capitán Ángel Salas Larrazabal. El avión Potez impacta contra el suelo, muriendo en el acto los dos pilotos, Joaquín Mellado y Vicente Vallés, logrando salir con vida, sin grandes heridas, el resto de la tripulación. Al poco del accidente, vieron acercarse a ellos un grupo de soldados. Pensando que eran soldados del bando nacional, tomaron una drástica decisión, posiblemente influenciados por Máximo Moreno, que había sido miembro de Regulares y en ese Cuerpo se tenía la determinación de nunca dejarse coger vivo por los rifeños. Todos ellos se suicidaron disparándose un tiro en la cabeza. Por desgracia para ellos, los soldados que se acercaban eran del bando republicano que trataban de auxiliarles. Máximo Moreno Martín había cometido su último error.

Posteriormente se recogieron sus cuerpos y fueron trasladados al Hospital Militar de Carabanchel y por ese motivo, entre los papeles de la Causa General, Estado número 2, que recoge los cadáveres recogidos en el término municipal de Carabanchel Bajo, aparece el nombre de Máximo Moreno y sus compañeros. En ellos se ve su nombre, la fecha, 26 de septiembre, la edad, 37 años, la profesión, teniente aviador y la clase de herida que presentaba: “herida arma fuego sien derecha”. En ese mismo listado aparecen los nombre de dos de sus compañeros, José Brea Expósito, también con “herida sien derecha arma fuego” y Nicolás López, “Id. sien izquierda” (4).

Fragmento del listado de cadáveres recogidos en el municipio de Carabanchel Bajo (5)


Su muerte quedó registrada en la prensa de la época, pero se ocultó como se había producido. En ningún caso se dijo que el avión en que viajaba fue derribado por la aviación Nacional, se prefirió decir que el avión había capotado, que el motor se había incendiado y que había muerto carbonizado, versión que actualmente aún se puede leer en algunos relatos de historia-ficción que se publican. Incluso el escritor Ian Gibson llega a decir en 1982 que “[el teniente Moreno] Al ver que se acercaban unos moros, se pegó un tiro. Los republicanos pudieron rescatar poco después su cuerpo. Los moros le habían cortado los testículos y, al piloto, la cabeza” (6). En fin, no hay que dejar que la verdad estropee una buena historia que sirva para “tensionar”.

Su funeral reunió a un gran número de personas ya que Moreno era muy popular entre los extremistas de izquierda, no en vano había sido su instructor antes de iniciarse el conflicto. El acto estuvo presidido por Cándido Viqueira Fullós, ayudante de órdenes del Presidente de la República, en representación de éste. Junto a él, el Director General de Seguridad, Manuel Muñoz Martínez, el Inspector del Cuerpo de Seguridad, Pedro Sánchez Plaza, varios jefes del Cuerpo de Seguridad y la diputada socialista-comunista Margarita Nelken Mansberger.

Entierro del teniente Moreno. A la derecha de la fotografía, junto a Margarita Nelken, la única mujer en la imagen, el Director General de Seguridad, Manuel Muñoz Martínez, a la izquierda, en primer lugar, Cándido Viqueira, ayudante de órdenes del Presidente del Gobierno, y en segundo lugar, el Inspector del Cuerpo de Seguridad, Pedro Sánchez Plaza (7)

A su muerte, Máximo Moreno estaba casado con Isabel García Arruti y tenía una hija. En la Gazeta de la República se reconoció a su viuda una pensión de 7.500 pesetas anuales a partir del 5 de enero de 1937 (8).

Máximo Moreno, en la primera fase de su vida se comportó como un buen militar, incluso se puede decir, como un excelente militar. Su paso por las tropas Regulares fue ejemplar, recibiendo varias condecoraciones y ascensos por méritos de guerra por ello. No sabemos cuándo se radicalizó políticamente, posiblemente a fínales de los años 20, pero lo cierto es que, con la llegada del régimen republicano y su ingreso en el Cuerpo de Seguridad, su actuación cambió totalmente. Aprovechando su puesto en el tribunal de ingreso en las unidades de Asalto, se dedicó a aprobar a aspirantes que tenían como único mérito su militancia socialista con la clara intención de “trufar” el Cuerpo con gente de izquierdas, facilitaba información a sus correligionarios socialistas sobre las actividades de otros partidos, información a la que había tenido acceso a causa de su cargo, colaboró activamente en el entrenamiento de las Milicias Socialistas mientras estaba activo en el Cuerpo, preparó y participó en un golpe de estado violento para derrocar el Gobierno de la República, se deshonró y deshonró a su unidad intentando facilitar el paso a su cuartel de un grupo de terroristas que acababan de matar a uno de sus hombres así como a otros compañeros de otras unidades y por último todo indica que participó en la toma de decisiones para que un grupo de Guardias de Asalto, al mando de un capitán de la Guardia Civil, que también deshonró con sus acciones su uniforme y su carrera profesional, sacaran de madrugada a un diputado electo en ejercicio, le pegaran dos tiros en la nuca y le abandonaran en un cementerio.

Fue, sin duda, un hombre valiente y arrojado, eso no se puede negar, pero no dejó un centímetro cuadrado de su uniforme sin deshonrar a causa de su radicalidad política y también emborronó, por desgracia, durante muchos años la imagen del Cuerpo al que perteneció.

Notas:

(1) Archivo Fotográfico de la Delegación de Propaganda de Madrid.

(2) PERMUY LOPEZ, Rafael A en Ferrol bajos las bombas. Los ataques aéreos a la base de Ferrol en 1936, Revista Española de Historia Militar número 11, mayo de 2001 editorial Alcañiz Fresno´s Valladolid

(3) SANZ CANTOS, Ángel en ¡Ha muerto un héroe!, Defensor de Albacete edición del 29/09/1936, página 2.

(4) Archivo Histórico Nacional, Causa General, 1509, Exp.3, Partido Judicial de Getafe (Madrid). Página 53-54.

(5) Idem.

(6) GIBSON, Ian, en La noche en que mataron a Carlo Sotelo, Editorial Argos Vergara, Barcelona (1982), página 197.

(7) Archivo Histórico Nacional, Causa General, 1560, Exp.30, Pepeles sueltos relativos a calvo Sotelo, página 134.

(8) Gazeta de la Republica número 41 de 10 de febrero de 1937, página 768.

Antonio Alonso Rodríguez.

2 comentarios:

  1. En el fragmento que aparece de "Cadáveres recogidos en el municipio de Carabanchel Bajo" no veo el de Antonio González Flórez-s. Fué recogido junto con los cadáveres de Máximo Moreno Martín,José Brea Expósito y Nicolás López Rodriguez. Necesito saber el motivo de esta ausencia. Era el hermano de mi madre y formaba parte de la tripulación del "AQUÍ TE ESPERO".

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  2. Pues lamento que no se lo podamos aclarar, en cualquier caso preguntaremos al autor del texto, aunque ya queda consignado en su comentario.

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