domingo, 10 de octubre de 2021

1975. Cinco asesinatos sin resolver: el crimen de los Galindos

Nuestro buen amigo y colaborador Carlos Fernández Barallobre, nos remite este artículo sobre el famoso crimen de "Los Galindos".

Lo que sucedió un 22 de julio de 1975 en el Cortijo de los Galindos, en la localidad sevillana de Paradas, ha quedado como un misterioso y quíntuple asesinato, que a día de hoy no ha sido resuelto. Ese día, cinco personas fueron asesinadas en aquella finca de una extensión de alrededor de 400 hectáreas, que dista 4 km del pueblo de Paradas y que se dedicaba principalmente al cultivo de trigo, girasol y olivar.  Allí aparecieron los cadáveres de Manuel Zapata de 59 años, capataz de la finca, su esposa Juana Martín Macías de 53 años; los tractoristas Ramón Parrilla González de 40 años, José González Jiménez de 27 años y su esposa Asunción Peralta Montero de 34 años. Todos ellos eran naturales de Paradas.

El escenario del suceso

Vecinos del pueblo, al ver que una columna de humo salía de la finca, se acercaron a ella a fin de ayudar en las labores de extinción de lo que ellos creían un incendio. Pero la sorpresa sería mayúscula junto a un montón de paja ardiendo encontraron dos cadáveres, uno completamente calcinado. Al comprobar que había un gran reguero de sangre por la finca, que llevaba hasta la casa principal y la del capataz, lo siguieron y se dieron con el macabro hallazgo de otros tres cuerpos sin vida.

Avisada la Guardia Civil esta se personó y tras las indagaciones e investigaciones pertinentes, se comprobó que los cuerpos eran los de Manuel Zapata y su esposa Juana Martín los cuales habían sido asesinados por golpes de una pieza metálica. Otro de los cuerpos, el de Ramón Parrilla presentaba disparos de escopeta. Por su parte José González y su esposa Asunción Peralta, tras ser fuertemente golpeados con un objeto, posiblemente de acero, fueron quemados.

El cortijo de los Galindos era propiedad de María de las Mercedes Delgado Durán, esposa, desde 1954, de Gonzalo Fernández de Córdova y Topete, marqués de Valparaíso y de Grañina, militar de profesión, que había abandonado el Ejercito y se dedicaba a administrar las fincas de su esposa María de las Mercedes. EL marqués era ayudado en las labores de administración por Antonio Gutiérrez Martín. 

Se barajaron muchas hipótesis de los móviles de los asesinatos. Un crimen pasional; un enfrentamiento de celos entre dos matrimonios. Sin embargo, y tras las investigaciones, se llegó a la conclusión que varias de las víctimas lo fueron por los llamados daños colaterales. El asesino o asesinos buscaban tan solo a Manuel Zapata.  

Por ello la que cobró más fuerza fue la de un desfalco de varios millones de pesetas en la cooperativa Coduva, en la que participaba la finca olivarera de Paradas. Ese sería el principal móvil del quíntuple asesinato. El capataz Manuel Zapata, guardia civil retirado, conoció el fraude económico, que involucraba al parecer al marqués Gonzalo Fernández de Córdoba, y se dispuso a contárselo al suegro del propio Gonzalo, del que Zapata era un leal servidor. Por ello y aprovechando un viaje de Fernández de Córdoba a Málaga, Zapata decidió ir a Sevilla para visitar al padre de Mercedes Delgado y ponerle en antecedentes de lo que estaba pasando. Al comprobar que su esposa Juana estaba enferma, y para no dejarla sin cuidados, Zapata llamó a uno de los empleados de la finca, José González, para que esa tarde fuera al cortijo con su esposa, Asunción, con la que acababa de casarse, para cuidar a su mujer.

Alguien supo de aquel viaje y decidió impedirlo. Entre ellos, según todos los indicios, aunque no probados, el Marqués Fernández de Córdoba conoció que Manuel Zapata estaba dispuesto a descubrir todo el desfalco en que se hallaba inmerso el mismo.

El asesino fue sin duda un profesional, algo que corroboraría el hijo del propio marqués, Juan Mateo Fernández de Córdova Delgado, en un libro que escribió, editado en 2019, por Almuzara, titulado “El crimen de Los Galindos. Toda la verdad”, y donde expone su versión sobre el asesinato y ofrece numerosos datos que incriminan a su padre. 

Juan Mateo señala, en las páginas de su obra, que el sicario asesino, que tenía orden del marqués de darle una paliza a Zapata, para hacerle entrar en razón, se excedió en su cometido y dio un golpe fortísimo al capataz, en presencia del propio marques y del administrador de la finca, en el momento en que aquel iba a emprender viaje a Sevilla para descubrir todo el entramado. Primero intentaron sobornarlo, pues la policía encontró en el lugar de los hechos una gran cantidad de billetes. Al negarse Zapata a la “omertá del silencio”, cayó muerto al recibir un tremendo golpe con una barra de hierro.  La esposa de Zapata, Juanita Martín, que presenció el asesinato, fue la segunda en caer, a fin de no dejar cabos sueltos, Siguiendo la versión del hijo del marqués. Juan Mateo Fernández, los otros asesinatos fueron obra del sicario, que actuando por su cuenta, despachó al matrimonio González y al tractorista Ramón Parrilla, sencillamente por encontrarse en lugar equivocado, a la hora equivocada. Al matrimonio González les obligó a apearse de su vehículo en el instante mismo en que llegaron a la finca con intención de cuidar a la esposa de Zapata. Les mató a culatazos y luego prendió fuego a sus cadáveres. Por último, al cortijo llegaría Ramón Padilla, a solicitar ayuda, pues se le había averiado el motor de arranque de su tractor. El asesino acabó con la vida de Parrilla de varios disparos de escopeta.

En su libro, el hijo del marqués, acusa a su padre de encubrir los dos primeros asesinatos de Zapata y su esposa. Los otros tres serían exclusiva responsabilidad de asesino, pues según Mateo, cuando se produjeron, su padre y el administrador ya no se encontraban en Los Galindos. Sin embargo, según su hijo, el marqués, que había contratado los servicios del esbirro, calló durante años y no reveló nunca la identidad del asesino, al igual que hizo el administrador. Gonzalo Fernández de Córdova y Topete, fallecería en Jerez de la Frontera en 2015, completamente arruinado, pero manteniendo una cuenta corriente en Caja Rural, en la que tenía once millones de las  antiguas pesetas.

Según Juan Mateo, ese dinero, que no se tocó, es la clave del quíntuple asesinato, pues en su libro confirma que su madre, una vez fallecido su padre le revelaría lo siguiente. Tras finalizar la investigación de las autoridades judiciales y de la Guardia Civil, acudió a la casa principal de los Galindos, que se hallaba cerrada a cal y canto, donde Mercedes guardaba objetos de su hijo Kiko, fallecido prematuramente, y a la que no accedieron los investigadores. Tras abrirla encontró en ella en charco de sangre fresca. Solamente Mercedes y su esposo Gonzalo tenían llave de esa casa. Por tanto, Mercedes dedujo que su marido y una de las víctimas, por lo menos, de aquellos asesinatos, habían estado allí. Y para no inculpar a su marido decidió limpiar el suelo y mantener el secreto, sabiendo que su esposo había cometido el robo fraudulento en la cooperativa.

A día de hoy sigue siendo un misterio quién fue el autor del quíntuple crimen de Los Galindos. En opinión de uno de los jueces que intervenía en el proceso “las primeras horas de la investigación determinaron el fracaso en la búsqueda del criminal”. Curiosos y medios de comunicación entraron al lugar y destruyeron pruebas que podrían haber sido fundamentales”. El terrible delito, del que nunca se llegó a celebrar juicio, prescribió en julio de 1995, lo que significa que el asesino o asesinos en caso de ser descubiertos, no podrían ser enjuiciados, condenados ni encarcelados.

Desde el año 2014, el sumario del caso 20/75, que contiene más de mil folios, está desaparecido, debido a un derrumbamiento del techo de las dependencias del juzgado de Marchena en que se custodiaba, que obligó al traslado de numerosos documentos a otras dependencias, perdiéndosele la pista.  Sin embargo, las mucha pistas y detalles que revela en su libro Juan Mateo Fernández de Córdoba y Delgado podrían ser vitales para resolver una de las páginas más misteriosas de la crónica del crimen en España.

Carlos Fernández Barallobre.

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