martes, 14 de enero de 2020

Sucesos en el Cuartel del Cuerpo de Seguridad de La Coruña (1936)

En abril de 1936 en el cuartel del Cuerpo de Seguridad y Asalto, sito en la avenida de García Prieto, tenían su base dos compañías, una al mando del capitán Manuel Patiño Porto, y otra del de igual empleo Ricardo Balaca Navarro. El jefe del grupo de Asalto en La Coruña era el comandante Gabriel Aizpuru Maristany, cuya comandancia estaba situada en la Casa Barrié, en la avenida de Linares Rivas. Tanto el Comandante Aizpuru, como el Capitán Patiño eran reconocidos simpatizantes de los partidos de izquierdas, todo lo contrario que el Capitán Balaca.


Debido a un incidente entre dos guardias de asalto y un consumero sucedido el 6 de abril de 1936, el Capitán Patiño denunció al guardia José García Seijas que ingresó en prisión. Aquel ingreso del guardia en prisión dio lugar a un plante de las dos compañías acuarteladas en las dependencias de la avenida de García Prieto. Algo que contaría el entonces comandante de Estado Mayor, Fermín Gutiérrez de Soto, en el juicio sumarísimo contra el que había sido antes del Alzamiento Nacional del 20 de julio, el General Jefe de la División Orgánica nº 8, General Enrique Salcedo Molinuevo.

El Capitán Balaca en sus años de Alférez (Mundo Gráfico)


El comandante Gutiérrez de Soto relató “que la detención e ingreso en prisión de José García Seijas provocó en el cuartel de Asalto una efervescencia extraordinaria entre la fuerza de Asalto perteneciente a la compañía del capitán Patiño. Sus miembros lograron que se uniesen a ellos los de la compañía del capitán Ricardo Balaca Navarro, que esa noche estaban de servicio. Se pusieron de acuerdo para liberar a su compañero preso y quitar de en medio al gobernador civil, José Sánchez Gacio, al jefe del grupo, comandante Aizpuru, y al capitán Patiño”. 


Continúa declarando Gutiérrez de Soto: “El capitán Balaca había montado el servicio de aquella noche sin novedad, cuando sobre las 22,00 horas o algo más tarde, tuvo noticia de lo que se urdía. Como al parecer ejercía un gran ascendiente, no sólo sobre la gente de su compañía sino también sobre la de Patiño, logró reunirlos a todos en el cuartel, los dejó al mando de un oficial y se fue a buscar al comandante Aizpuru. Lo encontró, en compañía de varios elementos indeseables en un bar de la calle de los Olmos. Allí también estaba el capitán Patiño. Marcharon todos al cuartel después de que Aizpuru se pusiese el uniforme y en él tuvo lugar una escena de lo más lamentable. Los guardias recibieron a su jefe con gritos "esto no pasaría si estuviera aquí el Comandante de Oviedo", entre otros, siendo en vano todo lo que hizo el comandante Aizpuru para imponer su autoridad, teniendo que retirarse abochornado ante una indisciplina irreductible de tamaña violencia. El capitán Balaca logró imponerse enviando a descansar a la fuerza franca de servicio y cubrió con los de su compañía a los que habían abandonado, no sin antes haber reprendido a todos por su reprobable conducta, y haberles hecho callar por los vivas que a él daba”. 

Cuartel del Cuerpo de Seguridad, luego de la Policía Armada de La Coruña

El comandante Aizpuru marchó al Gobierno Civil y denunció falsamente que el capitán Balaca, hombre que consideraba de ideas fascistas y monarquizantes, se había sublevado con la tropa a sus órdenes. Esta denuncia se comunicó al ministro de la Gobernación y al Director general de Seguridad que hizo venir a La Coruña al inspector general del Cuerpo de Seguridad y Asalto, coronel Ildefonso Puigdendolas y Ponce de León. Este instruyó una información escrita de la que se suponía que tendría como resultado el traslado del comandante Aizpuru y del capitán Patiño, pero que a la postre también afectó al capitán Ricardo Balaca. El primero fue trasladado a Bilbao, el segundo a Sevilla y el tercero a Murcia. Igualmente, el gobernador civil, Sánchez Gacio, sería relevado, cuatro días después de ese incidente, por Francisco Pérez Carballo.

El Comandante Balaca sería fusilado por los marxistas el 8 de septiembre de 1936 al fracasar en su intento de sublevar a la Guardia de Asalto murciana en favor de la causa Nacional. Su muerte constituyó un ejemplo de valor y entereza, dando las órdenes al pelotón que lo iba a fusilar con vítores a España y a Cristo Rey.

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