En fechas pasadas tuve el honor ser invitado, en calidad de ponente, al
Curso de Verano que, sobre la “La Historia de la Policía Española”, organizó,
en la localidad de El Escorial, la Universidad Complutense de Madrid y la Fundación
Policía Española.
No me corresponde a mi valorar mi intervención ya que eso deberán de asumirlo
los que amablemente me escucharon, sin embargo, he decir que personalmente quedé
satisfecho de la exposición realizada, descubriendo algún aspecto tal vez poco
conocido, al menos para una parte de los asistentes, especialmente los ajenos a
la Policía Nacional.
El ambiente del Curso fue magnífico en todos los sentidos ya que tuvimos
ocasión de intercambiar opiniones y pareceres sobre nuestra historia, circunstancia
esta que contribuye a su mejor conocimiento y divulgación y máxime en estas vísperas
de nuestro doscientos cumpleaños.
El nivel de los ponentes, tanto de los propios -Jefes de División, Patronos
de la Fundación Policía Española, Comisarios Principales, Comisarios,
Inspectores Jefe e Inspectores- como de los ajenos -Catedráticos de
Universidad, Doctores en Historia, etc.-, estuvo a la altura de las expectativas,
superándolas con creces en la mayoría de las ocasiones y transmitiendo a todos
los presentes la formación intelectual de los intervinientes, algo que debe
constituir un orgullo para todos nosotros.
Durante unos días, tuve la oportunidad de embeberme en el conocimiento de
la historia de nuestra Policía. Allí, de la mano de la Comisaria Mª Jesús Llorente
Vega; de la Doctora en Historia Lola Herrero; del Comisario Francisco Carmona; del
Inspector Jefe Martín Turrado Vidal; de mi amiga la Inspectora Mª Carmen Baz, siempre atenta y diligente, y de mis compañeros en la directiva de la
Orden de la Placa y el Mérito, Vicente Cabo Meseguer y Simón Javier Iglesias
Andrés, a lo largo del tiempo de asueto no dejamos de ahondar en nuestro devenir
histórico, aportando opiniones y pareceres y descubriendo aspectos algunos de
ellos poco conocidos para la mayoría de nosotros.
Fueron unos días inolvidables contando con el concurso de otros grandes
profesionales como el Inspector Javier Tirado, la Subinspectora Mari Sol Luque
o la Policía Verónica Sánchez, todos ellos adscritos al Servicio de Publicaciones
de la D.G.P., todo un lujo tenerlos como amigos y compañeros.
Desde los desayunos matinales, las comidas y las cenas en grupo e incluso
las horas de los apacibles y distendidos nocturnos escurialenses, el recorrido
por la historia de nuestra Policía se convirtió en el tema principal y
recurrente en las conversaciones, incluso debates, llegando a conclusiones de
todo tipo que resultaron muy fructíferas y esclarecedoras para los que concurrimos
a estos foros y que nos abrieron nuevas puertas al conocimiento de nuestra
realidad histórica.
Lo cierto es que, de una u otra forma, todos aportamos nuestro granito de
arena y cada uno brilló en la parcela de nuestra historia en la que se ha ido
especializando con el paso de los años.
Un tema que abordamos con auténtico interés, en esas distendidas charlas durante
nuestro tiempo libre, fue la imperiosa necesidad de crear, en el contexto de la
Dirección General, un Servicio Histórico que sirva como marco de referencia y
punto de convergencia de todos aquellos que quieran estudiar e investigar nuestra
historia corporativa y en el que todos deberemos volcar nuestros conocimientos.
Un foro de opinión y contraste de pareceres que servirá para analizar con rigor
nuestros doscientos años de historia y avanzar más, si cabe, en el conocimiento
de la Institución a la que servimos.
Estamos convencidos de que en el contexto de este segundo centenario es el
momento histórico para implicarnos en esta labor que, en un plazo breve, dará
grandes frutos y que servirá para acometer empresas de mayor envergadura.
Doscientos años no se cumplen todos los días y, desde luego, una efeméride como
esta ninguno de los presentes tendremos ocasión de volver a vivirla y eso la
convierte en única e irrepetible y, por tanto, debemos aprovecharla al máximo.
Es necesario perpetuar este segundo centenario. Por supuesto que los
grandes eventos programados servirán para poner en valor todo el trabajo
realizado a lo largo de estos doscientos años, sin embargo, lamentablemente,
cuando los fastos del bicentenario concluyan, cuando de los uniformes o de los
vehículos rotulados se retiren los distintivos de los 200 años, todo comenzará
a caer en el olvido; por ello, es necesario perpetuar la efeméride con
estructuras que sobrevivan al 2024, el Servicio Histórico, al igual que el
Museo Nacional serían la mejor herencia que dejase tras de sí este segundo
centenario. No podemos dejar pasar la oportunidad.
A la vuelta de la esquina está ese emocionante e irrepetible 2024, todo un
hito que deberá llenar de orgullo a todos los que, de una u otra forma, hemos colaborado
en su gestación, aunque sea de forma mínima e irrelevante, y, en general, a
todos aquellos que, en la situación administrativa en la que se encuentren, van
a tener ocasión de vivirlo, participando en los distintos actos que se
organicen.
Hemos sobrevivido el paso de 200 años, tal vez una buena parte de los más
complicados y apasionantes de nuestra historia como Nación. Durante estos años se
sucedieron los tiempos convulsos y de bonanza. Hemos sido capaces de sobrevivir
a guerras, a cambios de dinastía reinante, a modificaciones en el régimen
político y siempre hemos estado ahí para velar por la seguridad de España y de
los españoles.
Hemos sabido afrontar los nuevos retos impuestos por los avances técnicos;
hemos luchado y vencido a la lacra terrorista y a la criminalidad en todas sus
formas; hemos logrado alcanzar un alto nivel de cualificación y de excelencia
profesional y lo hemos sabido hacer sin alharacas, con gallardía y silencio, ímpetu
y paciencia, unas virtudes que no a todos uniforman, pero a nosotros sí y de
ello debemos sentirnos todos orgullosos.
Siempre hemos estado ahí, sin importarnos los sacrificios, arrostrando los
riesgos en cada instante, cumpliendo con nuestro deber y siendo fieles a los
juramentos que empeñamos, por ello nos hemos granjeado el respeto y admiración
de los buenos españoles.
Todavía queda mucho camino por andar y, de manera especial, en la proyección
de nuestra realidad histórica, una gran desconocida para la mayoría de nuestros
compatriotas. Ha llegado el momento de que toda España se sienta más orgullosa todavía
de esa Policía que lleva sirviéndole desde hace 200 años.
Aprovechemos la oportunidad que nos brinda este bicentenario y que su
sombra se proyecte más allá del 2024.
Por mi parte, repito, ha sido un orgullo contribuir a este objetivo y aquí
estaré siempre que demanden mis servicios ya que no se trata de lo que la
Policía pueda hacer por mí, sino de lo que yo pueda hacer por ella.
Eugenio Fernández Barallobre.
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