Hoy recordamos Policía Nacional Ángel González Pozo, asesinado por ETA, el día 14 de octubre de 1986 en Barcelona.
En torno a las 22:30 horas del 14 de octubre, el grupo terrorista Eta hacía explosionar un coche bomba en la plaza de España de Barcelona, frente al Instituto Municipal de Educación, ante una salida de metro y causaba la muerte del Policía Nacional Ángel González Pozo y hería a catorce personas más, tres de ellos Policías, de distinta consideración. La explosión se produjo en la esquina a la calle de la Cruz Cubierta a unos metros del cuartel de Belchite, de la 411 Bandera de la Policía Nacional, ocupado en aquellos instantes por fuerzas de la Reserva General de la Policía Nacional.
Policía Angel González Pozo |
El estallido pudo oírse en varios kilómetros a la redonda. La bomba provocó un gran cráter en el asfalto y los cristales del cuartel y de los edificios colindantes saltaron hechos añicos. El fallecido el Policía Nacional Ángel González Pozo, se encontraba de guardia de puertas del acuartelamiento.
La bomba no estalló frente a la puerta del acuartelamiento sino a unos metros de distancia, junto a unas dependencias municipales contiguas al edificio policial. La bomba estaba compuesta por veinticinco kilos de Goma 2 y metralla formada por tornillos y eslabones de cadenas, y contaba con un mecanismo de activación de relojería para que estallase a las 22:30 horas. Providencialmente un camión perteneciente a los servicios municipales de medio ambiente, aparcado entre el coche bomba y las furgonetas de la Policía Nacional aparcadas en las inmediaciones, absorbió la onda expansiva, evitando que las victimas entre los policías nacionales de vigilancia ante el cuartel fuesen todavía más.
Según fuentes policiales, recabadas de testimonios de testigos, tres o cuatro personas abandonaron la plaza corriendo segundos antes de la explosión tras dejar aparcado el vehículo portador del explosivo, junto al cuartel unos segundos antes de que estallara. La Policía comprobó, tras una minuciosa investigación, que el vehículo un Ford Granada convertido en coche bomba había sido robado en una población de Guipúzcoa y trasladado a Barcelona, donde se le cambió la matrícula por otra que en realidad, era un duplicado de una realmente existente: la B 5636-EP propiedad de José Bargallo Corberó, vecino de Hospitalet
La Policía, que había acordonado la plaza y cortado la circulación, desalojó la zona contigua al palacio número 1 de la Feria de Muestras, y registró las dependencias por si había nuevas bombas. En la cercana avenida del Paralelo los artificieros provocaron una explosión en un Renault 5 matriculado en Navarra que había sido denunciado como robado. En las inmediaciones del lugar del atentado se fueron congregando numerosas personas que mostraron su indignación por el hecho.
El director General de la Seguridad del Estado Julián Sancristóbal asistió al día siguiente al funeral por Ángel González Pozo, celebrado en el acuartelamiento de la Verneda de la Policía Nacional. A las exequias asistieron también el alcalde Pascual Maragall, quien se desplazó exprofeso desde Lausana; el delegado del Gobierno en Cataluña. Martín Jusmet; el conseller de Gobernación. Agustín Bassols; el director general de la Policía, Rafael del Río y el Capitán General de la Región Militar Teniente General Fernando Rodríguez Ventosa, entre otras autoridades que acompañaron a familiares y amigos del Policía Nacional asesinado.
En el patio del cuartel formaron dos compañías de la Policía Nacional y una de la Guardia Civil que rindieron honores durante la celebración religiosa. Uno de los momentos más emocionantes del funeral fue cuando el director general de la Seguridad del Estado, prendió en el ataúd de Ángel la medalla de oro al mérito policial a título póstumo concedida por el Ministro del Interior, entre los continuos y emocionados lloros de familiares y compañeros mientras la banda de música de la Policía Nacional interpretaba el Himno Nacional.
A la salida del cuartel los miles de personas que se habían congregado en sus inmediaciones prorrumpieron en una cerrada ovación cuando el féretro con los restos mortales del Policía Nacional Ángel González, envuelto en la Bandera Nacional y a hombros de sus compañeros, salió a la puerta para ser introducido en un furgón funerario que lo trasladaría hacia el aeropuerto de Barcelona desde donde partiría en un avión del Ejército del Aire hacia Sevilla para ser enterrado en su pueblo natal de Huévar de Aljarafe en la provincia de Sevilla donde vivía toda su familia.
Pasadas la seis de la tarde de ese mismo día 16 los resto mortales de Ángel González del Pozo llegaban al aeropuerto sevillano de San Pablo a bordo de un Aviocar del Ejército del Aire, Al pie de la escalerilla esperaban su padre, su novia y varios familiares, así como el Delegado del Gobierno en Andalucía, el gobernador civil de Sevilla, Gobernador Militar, Jefe Superior de Policía de Sevilla José Manuel Blanco Benítez, mandos, oficiales, suboficiales y compañeros Policías, del Ejercito y Guardia Civil y otras autoridades. De seguido se formó una caravana de vehículos que trasladó el féretro hasta Huevar de Aljarafe donde esperaba la madre del malogrado servidor del orden, su hermano Bernardo, Policía Municipal de Huévar y la totalidad del vecindario con su alcalde al frente.
El féretro fue recibido en las puertas del Ayuntamiento, produciéndose escenas de gran dolor y dramatismo, Debido a lo avanzado de la noche el párroco Francisco Ortíz de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción donde a la puerta se hallaban los estandartes de las cofradías que tenían su sede en la Parroquia y que eran la del Cristo de la Sangre, Soledad, El Señor del Gran Poder y Virgen del Rocío, leyó un responso en lugar de la Santa Misa funeral anunciada y que se celebraría al día siguiente. Ángel González era hermano de la Cofradía del Cristo de la Sangre.
El cortejo se dirigió al cementerio portando el ataúd, envuelto en la Bandera de España, compañeros y familiares. Siete grandes coronas y numerosos ramos de flores llevadas por Policías, familiares y amigos le precedieron. Alrededor de las ocho de la tarde y con el cementerio alumbrado con linternas se procedió a dar cristiana sepultura a Ángel.
¡¡Dulce et decorum est pro patria mori!!
Josefa Mercedes Ernaga Esnoz y Rafael Caride Simón fueron condenados a un total de 75 y 102 años de prisión por este crimen.
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